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Capítulo 5

Abro lentamente los ojos. Los rayos del sol golpean intensamente mi rostro.

Expando mi brazo hacía mi lado izquierdo para sentir a Elsa, pero mi sorpresa fue grande al darme cuenta de que ella no estaba allí.

— ¿Elsa? — pregunto somnolienta.

— Parece que has dormido bien — oigo su voz en el marco de la puerta.

Después de estirar mi cuerpo entre las suaves sábanas, observo a Elsa detenidamente.

La expresión en su rostro denota un gran rechazo hacía mi persona.

Además de usar una chaqueta de mezclilla y unos pantalones negros, su cabello está cuidadosamente recogido, similar a las coronaciones de las reinas.

— Te espero en el comedor — me indica fríamente antes de cerrar la puerta.

Me recuesto nuevamente tratando de entender lo que pasó. Me siento algo confundida, es como si lo que pasó ayer no hubiera pasado.

Luego de algunos minutos, decido levantarme.

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— ¡Buenos días (Y/N)! — me saluda Olaf eufórico al verme ingresar a la sala de estar.

— Buenos días Olaf — le digo con una gran sonrisa.

— Mi hermana te está esperando en el comedor.

— Gracias, iré de inmediato.

Camino un poco temblorosa. Lo de esta mañana me ha dejado inquieta, me cuesta mucho creer que todo el cariño de anoche se haya esfumado como si nada.

Miro fijamente todos los cuadros del pasillo mientras camino, hay muchos retratos de los padres de Elsa y unas cuantas de Anna y Olaf, pero misteriosamente no hay ninguna de Elsa, tal vez, debido al tiempo que ella estuvo encerrada.

— Que bien, ahora tengo muchas preguntas en mi cabeza.

Abro cuidadosamente la puerta del comedor.

Para mi suerte están Anna y Kristoff junto a Elsa.

Esto ya no será tan incómodo.

Me acerco lentamente a la mesa, no quiero mirar a Elsa, así que mi mirada se va fijamente hacía los atuendos de Anna y Kristoff. Anna viste de una chaqueta verde y una polera naranja debajo de ésta, Kristoff en cambio luce una chaqueta color café y una polera de ese mismo tono.

— ¡Hola (Y/N)! — saluda Anna a viva voz al estar más cerca.

Tímidamente elevo mi brazo en señal de saludo.

Me siento a la derecha de Elsa al igual que ayer.

Hay una gran varíedad de alimentos para el desayuno: rebanadas de pan, embutidos,  distintos tipos de quesos, rodajas de pepino, pimiento crudo, cereal y leche chocolatada.

— ¿Dormiste bien (Y/N)? — pregunta Kristoff mientras preparo mi desayuno.

— Sí, dormí de maravilla — muestro una sonrisa falsa.

Nuestro desayuno fue bastante silencioso en comparación al almuerzo del día anterior.

Evito siquiera mirar a Elsa disimuladamente, me siento incómoda ante su presencia; o más bien, ella está incómoda ante la mía.

Oigo pequeños susurros entre Kristoff y Anna, no puedo descifrar lo que quieren decir, pero seguramente debe ser relacionado con Elsa y yo.

— Podrían por favor guardar silencio — pide Elsa seriamente.

— Elsa, ¿Qué te ocurre?, has amanecido muy irritable el día de hoy.

— No me ocurre nada Anna, estoy bien.

Anna me hace gestos con su rostro para tratar de averiguar algo.

Trato de explicar  de la misma forma que tampoco sé que le sucede.

— Creo que ya deberías irte (Y/N) — señala Elsa.

— Tienes razón, creo que debo irme — me levanto de mi silla sin terminar mi desayuno.

— Te acompaño hasta la salida — me ofrece Elsa mientras se pone de pie.

— Adios chicos, fue un placer conocerlos — me despido cariñosamente de Anna y Kristoff.

Ambos no dicen nada y levantan sus manos en señal de despedida.

Mientras salgo del comedor, Elsa me lleva mucha ventaja por el pasillo.

Camino a velocidad media. No quiero irritarla más.

Al verla desde atrás, no puedo dejar de sentirme atraída a su hermoso y esbelto cuerpo, su postura al estilo monarca me hace mucho más sentido el apodo de "Reina del Hielo".

Nos detenemos en la puerta de la entrada principal

— Esto será un adiós — abre la puerta, incapaz de mirarme a los ojos mientras pronuncia éstas dolorosas palabras.

— No, no será un adiós — me paro firmemente ante ella, como un soldado que se rehusa a recibir las órdenes de su superior.

Finalmente, decide mirarme.

— ¿Qué estás diciendo?, ¿No ves que entre tú y yo no puede haber nada?.

— No debe ser así, sé que en el fondo me amas, lo de anoche fue la mejor prueba de ello — respiro antes de proseguir — nadie antes me había hecho sentir tan especial en mi vida, a tu lado, olvidé todo: los prejuicios, el sentirme abrumada de ser como soy, el estar lejos de mi familia(…)

Antes de que pudiera continuar, miro en cámara lenta como el rostro de Elsa cambia radicalmente, rompiendo su escudo de frialdad a uno más sensible y con algunas lágrimas acumuladas.

— ¡Por favor basta!, ¡si de verdad me amas tienes que dejarme ir!.

— ¡No lo haré Elsa!, ¡Te amo demasiado como para dejarte ir! — grito a los cuatro vientos.

— Yo también te amo (Y/N)…me fijé en tí el primer día de clases, fuiste la primera en llegar al salón, ingresé tarde ese día a propósito por qué tenía vergüenza de hablar contigo a solas. No hayaba el momento exacto para acercarme a tí; pero fuiste tú quien dio el primer paso al defenderme ante Kristoff.

— ¿Entonces?, no puedes negar lo que sientes por mí, estamos hecha la una para la otra, podemos ser felices Elsa… tan solo abre tu corazón.

Vi como los ojos de Elsa se abrieron de asombro. Estuvo en blanco por algunos segundos.

— No puedo estar contigo (Y/N), no estoy lista para una relación — limpia sus lágrimas que caen de su rostro antes de hablar — no soy la persona que crees que soy, hace tiempo cometí un error muy grande que hasta el día de hoy no he podido superar(...)

No pudiendo terminar, llora tratando de no romper en llanto.

— Elsa… no lo sabía.

Me produce escalofríos verla llorar, no puedo dejarla así, tengo que demostrarle cuanto la amo sin importar los errores que haya cometido en el pasado.

— Todo estará bien — le doy abrazo  afectuoso— puedo entender como te sientes, yo estoy aquí para tí.

— No quiero hacerte daño (Y/N) — oigo su voz  entre sus sollozos — no quiero que me odies, ni tampoco que te alejes de mí.

— No lo harás Elsa, yo no podría odiarte, eres mi alma gemela, no puedo odiar a mi alma gemela.

— Te amo (Y/N).

—Yo también te amo Elsa.

Nos quedamos abrazadas por largos minutos. Los sollozos de Elsa pararon y disfrutamos mutuamente de nuestra compañía.

Acaricio su suave y larga cabellera mientras ella acariciaba mi espalda.

Fue un momento único de conexión.

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