Capítulo 4.
— ¡Pero que tonta soy!, olvidé traer mi pijama.
— No te preocupes por eso (Y/N), yo tengo uno que puede servirte — abre la puerta de su habitación.
Luego de prender las luces. Quedo impactada por el gran espacio que hay en su habitación.
El piso está hecho de baldosas, hay dos lamparas en la pared y también una cama doble tamaño. La cama tiene sabanas color azul, almohadas púrpura con una hermosa decoración. También, hay una gran cortina a púrpura adornando sobre la cama.
— ¿Te gusta?.
— Por supuesto que sí, parece el cuarto de una reina — miro el espejo en la pared, también veo un sofá color morado, y una gran ventana en forma de triangulo junto a un termostato.
— Ten, esto te quedará bien — Elsa saca de su armario un pijama de camiseta negra con ajustables con cuello y encaje en la parte superior, además me entrega un pantalón corto del mismo color con cintura elástica y detalles de encaje en los laterales.
— ¡Cielos!, si que tienes ropa atrevida.
— No mal pienses de mí, tengo mucha ropa que no uso — saca otro pijama del armario — me cambiaré en el baño, te dejo sola.
Abre una puerta que no había notado y que conecta al baño desde su habitación.
Quedo totalmente sola.
Sin prisa alguna, me cambio de ropa.
Al mirarme en el espejo, ya con el pijama puesto, realizo algunos movimientos coquetos procurando de que Elsa no me descubra.
— Vaya, parece hecho a mi medida, es perfecto.
De inmediato la puerta del baño se abre y mi vista no deja de contemplar a Elsa con un pijama similar al mío pero de color celeste. Lo más llamativo es que su cabellera ya no lleva trenzas, está suelto.
Tal como me gusta.
La miro de pies a cabeza, sus piernas largas y su escultural figura hacen que me muerda mi labio inferior; aunque por dentro siento muchos nervios todavía.
— Te ves bien (Y/N), luces encantadora, podrías conquistar a quien fuera con eso.
Espero estar conquistándola con esto ahora mismo.
— ¿No tienes un poco de frío Elsa? — llevo mis manos a mis brazos — tengo la piel de gallina.
— ¡Oh!, ¡Lo siento! — corre de inmediato hacía el termostato — lo regularé para tí.
— Gracias.
— Bien, la cama es grande, ¿De que lado quieres dormir?, ¿Izquierdo o derecho?.
— Creo que en el derecho.
— Pues, adelante, ponte cómoda — me señala el lado derecho con una gran sonrisa.
Retiro las sábanas y me recuesto cómodamente en posición fetal, las sábanas son suaves, es como si estuviera en el cielo.
Elsa va hacía la entrada y apaga la luz. La única fuente de luz que hay es la Luna entrando por la ventana triangular.
— Buenas noches (Y/N) — se despide Elsa recostada desde el otro extremo de la cama.
— Buenas noches Elsa.
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He perdido la noción del tiempo, no puedo conciliar el sueño. Doy vueltas y vueltas.
Me recuesto en posición fetal nuevamente.
Cuando por fín estaba cerrando los ojos, siento el brazo de Elsa rodear mi cintura.
— ¿No puedes dormir?, ¿Te ocurre algo? — susurra a mi oreja izquierda.
Tengo problemas para sacar las palabras de mi boca, me pone nerviosa que Elsa haya puesto su mano en mi abdomen, frotando en forma circular.
— No puedo conciliar el sueño, eso es todo.
— ¿Crees que un abrazo te ayude? — se acerca más a mí, sintiendo su pecho en mi espalda y su mano cubriendo mi cintura, mientras nuestras piernas se entrecruzan.
Llevo mi mano izquierda hacía mi abdomen para frotar los nudillos de Elsa.
Vuelvo a sudar nuevamente y jadeo ante las cosquillas que me produce el contacto de nuestros cuerpos.
De repente, Elsa retira su mano de mi abdomen, ejerce presión sobre mi brazo derecho para que pueda voltear y mirarla a los ojos.
Luce sumamente bella, la mezcla entre la luz de la Luna y la oscuridad de la habitación le da el toque perfecto a la situación.
Sin que me diera cuenta, toma mi mejilla y acerca sus labios a los míos.
Nuestras lenguas chocan entre sí, se mueven y juegan al compás de nuestra agitada respiración.
Acaricio su suave y larga cabellera; ella hace lo mismo, acaricia mi cabello e incluso lleva sus manos a mis muslos.
Inesperadamente, ella detiene su actuar de golpe y voltea su cuerpo en posición fetal, dejándome consternada y con ganas de seguir.
No digo ni una sola palabra. Vuelvo a mi posición fetal, para tratar de conciliar el sueño.
Quedo algo perpleja ante lo ocurrido, entiendo que tal vez Elsa sienta dudas sobre sus sentimientos.
No quiero pensar que esto fue un juego o un momento de lujuria para ella.
— Buenas noches — súbitamente Elsa besa suavemente mi cuello desnudo, impregnando su labial rojo en mí — que descanses.
El calor que me produce sus labios en mi cuello me entusiasma. Si antes no podía conciliar el sueño, ahora será casi imposible.
No necesito más pruebas, sé que ella siente cosas por mí, mi corazón late con mucha energía, creí que no le gustaría, pero ahora sé que mis miedos eran erróneos, la fortuna está de mi lado.
Solo quiero que llegue el día de mañana para luchar y confesar todo el amor que siento por ella.
Esto está pasando tan rápido.
Quiero que ya sea mañana.
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