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Vuelta a la Realidad.

La fiesta estaba un poco aburrida y no podía dejar de pensar en ese beso. Fuí un poco ridícula al salir corriendo cuando sucedió, pero es que lo primero se me vino a la mente fue: "Yo no soy gay, ¡NO SOY GAY!".

De pequeña me gustaba un chico en el jardín de niños, era el más guapo y serio, nunca jugaba con los demás, estaba apartado y eso me llamaba la atención. Así que eso se consideraría como enamorarse de un chico, ¿verdad?. Igualmente si eso no lo compensaba, estaba lo que me pasaba cuando veía a Marcos, ¿no era una simple atracción también como con ella?. Estaba claro que lo podía elegir a él, o a cualquier otro chico, pero no a ella, no a una chica.

Mis ojos recorrieron el salón una vez más. Era inmenso, todos estaban sentados casi pegados a la pared y dejaban un gran espacio en el medio. Marcos dió una conferencia bastante larga que en parte me sentó mal por tener tantas miradas encima. Luego todos empezaron a bailar, Max se llevó a mi madre y me sentí más relajada. Ella me hizo una bronca cuando decidí repentinamente ir a la fiesta, la suerte fue que la reconforté haciéndole pensar que iba por ella, porque debía estar al lado de la familia.

Después de una hora sentada en el mismo lugar, ya me empezaba a replantear seriamente salir corriendo. Aisha estaba del otro lado con sus primos, los gemelos rubios. Una vez ví de refilón como la intentaban sacar a bailar pero se reusaba. Yo a veces la miraba de pasada y la sorprendía observándome, otras veces se quedaba fija en mi mirada y sentía un subidón de adrenalina en el estómago.

Mi aburrimiento terminó venciéndome y saqué mi celular para abrí mi Instagram, tenía como miles sin abrir y algunos mensajes que decidí ignorar. Uno de los directos era de Ana en una fiesta, ¡una fucking fiesta!. Como la envidiaba en aquel momento, mi cuerpo quería salir sacando de ese lugar intimidante y llegar a donde mi amiga. Lo único bueno de aquí era Aisha y ahora también me sentía rara con ella.

—¿Te puedo invitar un baile?. —Alguien me extendió la mano. Estaba tan lejos, que no vi en qué momento apareció Marcos.

No era un buen momento para aceptar ninguna invitación. —Es que no estoy muy segu...

—Vamos Sasha eh, que no acepto un no como repuesta. —Acepté malamente y me dejé llevar por él al medio del salón para comenzar un baile. Dió una reverencia frente a mi y me agarró por la cintura para hacer la pose de baile y movernos por el lugar.

Quizás esto es lo que siempre había soñado, que un chico guapo y extremadamente interesante se fijase en mi, pero hoy -justo hoy- eso no era lo que deseaba. —¿Te he dicho que estás preciosa? —esbozó una sonrisa. Su tono me ruborizó, pero no le di importancia—. Nunca pensé verte vestida así.

"Si supieras que toda la idea fue de tu hermana". Ella dejó el vestido en mi cuarto, supongo para que no dejara de venir a la fiesta. —Gracias, igual no suelo vestirme así fue un regalo. 

—¿Ah si?, pues tengo que ver quién se me está adelantando, jajaja. —Bajé la vista a nuestros pies que paseaban con la música de aquel salón y me mantuve callada un buen rato. No me apetecía conversar y mucho menos con el chico que me ponía de los nervios.

Parecía imposible que él pudiera fijarse en mi, pero ahora lo dudaba un poco. Me podría ver inferior, no por las clases -que era obvio que no era de la suya-, pero quizás le parecía muy chica. —¿Sabes? —rompió el silencio al notar que no lo haría—, eres una chica extraña, captas la atención de todo el lugar. ¿No te das cuenta? —chasqueó la lengua.

Noté mi cara enrojecerse un poco. ¿Acaso estaba ruborizada y él estaba tonteando conmigo?. ¿Por qué me diría algo así sino era por eso?. De otra forma no soltaría sus indirectas de galán. —Solo me miran porque ando contigo, no es nada especial en mi.

—Tonterías, eres preciosa, claro que cualquiera te miraría en cualquier lugar —me dió una vuelta y volví a caer en sus brazos, tal cuál un regalo en las manos de un niño. La música seguía llenando las paredes del lugar, todos bailaban pero nosotros éramos el centro de atención. Miradas sorprendidas insitían en incomodarme pero no los culpé, también me sorprendí de que Marcos me sacara a bailar en vez de a otra chica del salón.    
  De los invitados habían un montón de muchachas, hijas de algún que otro empresario a mi suponer y todas de más de veinticinco años, yo era la única de diecinueve años y Aisha creo.

—Aquella muchacha rubia, orita se nos lanza arriba y te lleva del salón —comenté al ver la expresión de una chica en los asientos. Era alta y el vestido le marcaba las grandes caderas.

—Oh no, tranquila, solo es una ex de mi pasado. Nos conocimos por parte de nuestra familia que tienen negocios juntos, ella se obsesionó conmigo pero sencillamente no funcionó —Con su última palabra se acercó más a mi rostro.

—Ahora entiendo su cara de enojo —me separé y quité la cercanía que él impuso. Sentí otra mirada pesada y giré hacia donde estaba Aisha, me había olvidado totalmente de ella. Tenía una cara fulminante como si en cualquier momento fuera a salir corriendo y dar de puñetes a alguien. Mis manos comenzaron a sudar y noté como el corazón se me agitaba.

—Cuéntame de ti —las palabras de Marcos volvieron a captar mi atención. Su olor totalmente exótico me atontaba, pero la verdad, ya no era mi fragancia preferida de ese lugar, ahora tenía mis pensamientos en otra persona... su hermana.

—Pues no sé, nada de mi vida es tan interesante —me miró sorprendido pero no se rindió.

—Mmm, pues tus gustos, tu cumpleaños o edad por ejemplo. Aunque debes tener unos quince o dieciséis, ¿cierto?.

—Jajaja no, tengo diecinueve pero gracias por el halago de verme más jóven, y por la ofensa de verme tan niña e inocente. —Por un momento pensé que se pondría nervioso, pero solo me sonrió.

Mi padrastro me dijo hace unos días que Marcos tenía veintiséis y yo me empecé a reír de que su jefe fuera muchísimo más jóven que él. Aún así le pregunté. —¿Y tú?.

—Tengo veintiséis, pero ya sé que no lo parezco —me juntó denuevo hacia su cuerpo al punto de ponerme incómoda.  No porque me molestara tener esa cercanía con él sino por estar enfrente de Aisha y de lo que pudiera pensar.

—¿Y tu hermana es mucho más pequeña que tú, no? —aproveché para preguntar sobre ella, aunque supuse que al ir conmigo a las clases tuviera mi misma edad.

—Mmm si, claro, ¿por qué? —sus pasos ahora eran agitados, casi sin permitirme llevar bien el ritmo. Quizás fuí demasiado indiscreta—. Bueno pero tú si que llevas muy bien los bailes de salón, eso es muy raro ahora —Cambió de tema sin dejarme responder.

—Pues si, pero es que en la universidad me dan clases de baile, teatro, expresión corporal y otras materias que me ayudan a saber manejar un escenario, en un concierto, función. El músico hace muchas cosas aparte de la música.

—Waow, pues si me enseñas un poco, tal vez mejore mi pánico escénico.

"¿Pánico escénico?". Era imposible pensar que él sufriera de eso, pero si así fuera, no se le notaba. Siempre tenía tanta seguridad al hablar, que era de admirar". —Vale, intentaré aparentar que te creí —le contesté calmada y con cierta ironía.

Al terminar la canción le pedí que me llevara de nuevo a mi mesa. Estaba un poco adolorida de aquellos zapatos altos de tacón estrecho que Aisha me había dejado también. Ya sentada noté que ella no estaba en la fiesta, se había ido. Por el contrario mi madre estaba a mi lado con una expresión de querer saberlo todo. Una hora más tarde la fiesta había terminado, aunque Marcos se quedó un breve tiempo en una mesa hablando con varios de los señores invitados. Seguro llegaban a algún acuerdo y yo podría volver a tener mi vida. Daría todo por borrar estos últimos días y seguir siendo una chica normal, simple y sin tantas complicaciones.

Cuando Max se fue a la reunión -a mi parecer para sustituir a Marcos que salió bastante apurado-, mi madre y yo nos pusimos a hablar de varias cosas. En parte adoraba poder hacerlo y contarle todas mis cosas con ella, pero ahora que ya no era así, me sentía culpable; culpable de no contarle el lío que tenía en mi mente y en mi corazón.

De camino a la habitación me encontré con Aisha y mi madre la observó con el mismo instinto maternal que conmigo. —Hola Aisha. —Mi cuerpo estaba helado, casi no respondía a mis esfuerzos por seguir caminando. —Esta es mi mamá Laura.

—Un gusto señora Laura.

—No, jajaja dígame solo Laura. —Mi madre se acercó y le dió dos besos en la mejilla.

—Bueno hasta luego Aisha —dije para escabullirme lo antes posible de aquella situación.

—¿Ya vas a dormir?... Es que quisiera preguntarte sobre la universidad.

No sé si era una excusa suya pero la quería evitar. —Voy a estar con mi madre en la noche, así que no tendré mucho tiempo.

—No Sasha, ve con ella, te necesita. Mañana hablamos cariño, descansa bien. —Mi madre se dirigió a su habitación y nosotras a la mía. La quería matar por haber desmoronado la excusa perfecta que tenía para evadir a Aisha. ¡Y claro!, que iba a saber, que se iba imaginar lo que pasaba entre ella y yo.

—Quiero pedirte perdón por lo de ayer.—se me encogió el corazón al escuchar esas palabras de su boca, no sé por qué, si debería alegrarme.

—Esperemos llegar a la habitación.

—De hecho —me frenó del brazo—, iba a dar una vuelta por el jardín, ¿te animas?.

La miré algo confusa y al final respondí —¿No me ibas a preguntar cosas de la Universidad?.

—Ah —suspiró algo asombrada por mi frialdad—, es obvio que era una excusa para poder hablar contigo. ¿Vienes entonces? —insistió sin darle mucha importancia a mi actitud.

—Supongo —me encogí de hombros.

—Solo quiero enseñarte algo, luego te puedes ir si te sientes muy incómoda, yo entendería —sus ojos negros se acristalaron un poco al no tener respuesta por mi parte. No quería mostrar que mis pensamientos estaban en total descontrol. Solo pensaba en lo hermoso que era pasar tiempo junto a ella y a la vez en lo peligroso que podía ser.

—Solo sígueme —adquirió luego de unos segundos. Tomó mi mano y me llevó detrás de ella por todo el pasillo. Bajamos por unas escaleras traseras, ya que en las principales no debíamos estar a esas horas. Llegamos al primer piso y pasamos por una puerta en el fondo que daba paso a un hermoso jardín, estaba alumbrado y las flores parecían luceros. Me encantaba aquel lugar, brindaba justo la paz que necesitaba. Habían varios asientos y una hamaca grande como para tres o cuatro personas sentadas.

—¿Confías en mi?. —preguntó y asentí aún sin entender bien el sentido de su pregunta. ¿Antes era yo quién la que la ayudaba a sentirse segura y ahora era ella la que me estaba brindando esa seguridad?. ¿O estaba nerviosa por no tener señales de mi parte y quería que me abriera?.

Pasamos por el arco lleno de flores que hacía de entrada y llegamos a los asientos. El cielo se veía claro a pesar de que fuera de noche. Lo iluminaban varias estrellas que hacían figuras hermosas en él, como una exposición de obras de arte, como un espectáculo celestial que teníamos el privilegio de ver... éramos dichosas. —¿Nos sentamos acá?. —Señaló la hamaca.

—¿Tus amigos son de acá?. —Le hice frente con otra pregunta.

—Acomódate primero —Nos sentamos y comenzamos a mecernos al ritmo de la noche—. Mis padres nacieron en Inglaterra y yo también, hace menos de dos años que vine acá y dejé a todos mis amigos. —me miró con cuidado así como cuidó sus palabras, con miedo a decir algo de más.

—¿Y qué buscan aquí en Estados Unidos?. —Sus manos se posaron sobre mi cara y acarició mi pelo, dejando un mechón por detrás de mi oreja.

—Dejemos de hablar de mi —añadió bruscamente.

¿Por qué le molestaba tanto que le preguntara sobre ella?. ¿Por qué no se podía abrir a mi?. Un sentimiento de desesperación comenzó a nublar mi mente. Quería saber más y no hacerlo me angustiaba.

—Dijiste que confiabas en mi —dijo más calmada y sujetó mis manos. Sentí como su proximidad me reconfortaba lo suficiente para sentirme mejor.

—¿Por qué haces esto?. ¿Por qué me buscas, me miras, me besas?. ¿Por qué me siento así contigo y no con nadie más?. —Mis palabras salieron a carrera sin darme cuenta de todo lo que acababa de decir.

—No sé —bajó la mirada y volvió a salir la niña cabizbaja que tanto yo intentaba animar.

—Entiende, siempre me he sentido bien con los chicos y así tiene que seguir —me levanté decidida y la dejé sentada en aquel jardín. Al instante sentí culpa por haberla abandonado, pero debía ser cortante y no darle más esperanzas.

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Holaa mis personitas. Gracias por esperarme, a algunos por dejarme mensajes motivadores para que saliera adelante y continuara escribiendo. Esa etapa negra de mi vida pasó y ahora solo quiero estar con ustedes.

DÍGANME QUE LES PARECIÓ EL CAP, Y LO QUE LE ESTÁ SUCEDIENDO A SASHA.
Os amooo, besos cibernéticos. 💋💋

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