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Tu Ilusión

A la mañana siguiente, Lampo y Daemon recorrían las diferentes tiendas de la ciudad en busca de algo para Elena, Lampo ya tenía su regalo para la rubia, pero Daemon estaba siendo muy quisquilloso en el suyo.

—Te va a estallar la cabeza si sigues así. —Le dijo al ver como caminaba de brazos cruzados y murmurando los defectos de cada posible regalo.

—¡Ya lo sé! Dios, hace años que no soy tan indeciso para elegir un regalo—. Comentó masajeando el puente de su nariz tras haber encarado al peliverde.

—¿Lo habías echo antes? —Preguntó sorprendido de esa faceta algo obsesiva de su amigo.

Daemon se tensó un poco al escuchar su pregunta, pero antes de que pudiera decir algo sopló una ráfaga de viento que lo obligó a cerrar sus ojos al estar de cara al viento. Al abrirlos se sorprendió de ver a Lampo muy cerca y de cómo extendió una de sus manos para tocar su oreja.

—No sabía que tenías ahuecadas las orejas. —Esa era una práctica muy extraña entre los hombres de esa época, así como una muy criticada. Razón por la cual Daemon ocultaba sus orejas con su cabello.

—Sí, ocurrió después de tu destierro—. Al decir esto tomó la mano que el menor tenía en su oreja y la estrechó, cómo si quisiera confirmar que estaba ahí frente a él.

—¡Eso es! ¿Por qué no le regalas a Elena un par de aretes? Así podrían ir a juego o algo así, a las mujeres les gustan esas cosas—. Comentó para sacar al mayor de sus recuerdos.

—No lo haré. —Respondió al instante, con una seriedad que sorprendió al peliverde—. No le regalaré aretes a Elena, ni a nadie...

Lampo no supo que decir ante esto, pero Daemon sonrió para calmarlo y comenzó a caminar aún tomados de la mano, esa tarde recorrieron el mercado de la misma forma que cuando Lampo era un niño, si bien esta vez sintieron las miradas de rechazo de los demás peatones, no les importó.

Al final del día Daemon volvía a casa con un hermoso broche de plata en el que se podía colocar una foto dentro. Pero de camino a la mansión Lampo no pudo contener su curiosidad.

—Oye Dae, ¿Por qué no llevas pendientes si tienes agujereadas las orejas? —Daemon lo observó sorprendido y después sonrió cálidamente.

—Solía llevar un par de aretes antes, los use por mucho tiempo la verdad. Pero ya no los necesito, así que me los quité para que cumplan su propósito. —Le explicó, pero sólo logró confundir más al menor por lo que se río—. Nufufufu, ya lo entenderás Lampo.

Y con esas palabras regresaron a la mansión.

Los días restantes pasaron pronto y el banquete del 24 de diciembre llegó, la primera Navidad de Vongola había llegado y todos disfrutaron de esa celebración en familia sin que nadie terminara esposado o congelado.

Realizaron juegos y bebieron mientras compartían historias de todo tipo entre risas, pero Lampo no pudo evitar notar el nervioso movimiento de Daemon, que a menudo comprobaba una pequeña caja de regalo que tenía guardada en su abrigo. Lampo sonrió resignado al supuner que ahí llevaba el broche para Elena. ¿Por qué si no estaría tan nervioso?

—Chicos. ¿Podéis reuniros aquí un segundo? —Los llamó Giotto al terminar de sonar las campanas que marcaban las doce.

—¿Ocurre algo Giotto? —Le preguntó G al reunirse todos y observar el rostro algo sonrojado y nervioso de su cielo.

—Verán... —Tomó una bocanada de aire y esbozó una cálida sonrisa—. Quería agradecerles a todos ustedes por apoyarme en la creación de Vongola. El camino que hemos elegido no es fácil y sé que muchos nos juzgarán y odiarán, pero quiero que recuerden que esos serán aquellos quienes viven de forma cómoda y egoísta, sin pensar en aquellos que sufren. Vongola nació por y para los débiles, para destruir el podrido sistema de la sociedad y traer igualdad y protección a nuestra amada tierra. Cada uno de ustedes me a demostrado su gran corazón y voluntad con nuestra causa, y quería darles a todos un obsequio como muestra de mi gratitud. —Giotto se acercó a cada uno de los sorprendidos guardianes y a Elena, entregándole a cada uno una pequeña caja envuelta en el color correspondiente de las llamas del destinatario, a excepción de Elena, cuya caja era rosa pastel—. Ábranlos.

Todos obedecieron, quitando el envoltorio con cuidado y abriendo la tapa de las cajas, revelando así unos relojes de bolsillo dorados con el escudo de Vongola en ellos. Giotto sacó uno igual de su propio bolsillo y dijo:

—Para mi, ustedes se han vuelto más que compañeros o amigos, se han vuelto mi familia, por eso quise darles un símbolo de esos sentimientos—. Tras decir esto abrió su reloj y le mostró a todos la cara interior de este.

En el interior del reloj citaban las palabras "amicizia eterna", todos abrieron sus relojes y encontraron la misma frase en los suyos, algunos sintieron lágrimas acumularse en sus ojos de la emoción, otros solo esbozaron una sonrisa. Pero todos miraron a su cielo y dijeron.

—Gracias Giotto.

El rubio solo sonrió avergonzado y feliz mientras su mano derecha se acercaba a molestarlo un poco por el regalo. Todos imitaron la acción y se divirtieron avergonzado un poco a su cielo.

Tras calmarse todo, Lampo se encontraba en el jardín contemplando su reloj con una sonrisa.

—Te vez muy feliz pequeño. —Comentó Daemon mientras tomaba asiento a su lado y pasaba una manta por los hombros de ambos.

—Tú también estás feliz Dae, no me lo niegues.

—No lo hago, pero cuando te veo tan feliz siento que mi regalo no es necesario. —Dijo haciendo una expresión melodramática.

—¿Tienes un regalo para mi? —La genuina sorpresa del menor hizo que Daemon arqueara una ceja.

—¿Cuándo he dejado de regalarte por estas fechas? —Le preguntó genuinamente ofendido.

—No me mires así, pensé que en tu mente solo estaba Elena este año. —Confesó desviando la mirada con un puchero.

—Es verdad que es la primera Navidad que paso con Elena cómo pareja, pero tú regalo lo había apartado hace años. —Lampo se volteó a observarlo sorprendido, sorpresa que solo aumento al ver la caja que el mayor le extendía, era la misma que llevaba observando nervioso toda la noche. —Buon Natale pequeño.

Lampo por un momento no reaccionó al ver la cálida sonrisa de Daemon. Tomó con cuidado y nerviosismo la caja y lentamente la abrió, sus ojos se iluminaron al ver un par de aretes de esmeraldas en forma de lágrimas, Daemon era el único que sabía que el se había perforado las orejas tiempo antes de su destierro.

—Eran tu regalo de cumpleaños antes de que desaparecieras. —Confesó con una mirada melancólica—. Los llevé por tres años mientras te buscaba, era mi forma de sentirte cerca. —Tomó uno de los pendientes y con cuidado apartó el cabello de Lampo y se lo empezó a colocar—. Ahora que te encontré, es hora de que los lleves tú. Tal y cómo lo pensé, hacen juego con tus ojos. —Lo elogió una vez le puso ambos aretes y observó cómo le quedaban.

Lampo ni siquiera trató de ocultar su sonrojo ni sus lágrimas, la emoción le había ganado por completo y se lanzó a los brazos de Daemon, llorando por la felicidad de ser querido por su persona más preciada, y del dolor de saber que ese cariño nunca se transformaría en amor.

Daemon se sorprendió por la reacción de Lampo, pero lo consoló sin apartarlo, fuera lo que fuera que lastimaba a su pequeño, él lo apoyaría para que saliera adelante.

—¿Mejor? —Le preguntó al verlo más calmado a lo que el peliverde asintió.

—Yo también... —Tomo una pausa para sorber por su nariz y después rebuscar en sus bolsillos, sacando una caja de tamaño similar a la de Daemon y entregandosela—. Te había conseguido un regalo.

Daemon comenzó a abrir su regalo con una sonrisa emocionada, hacía tres años que no recibía algo de Lampo y lo había extrañado. Sus ojos se abrieron en asombro al observar el contenido de la caja.

—¿Por qué..?

—Porque me recordaron a tí. —Respondió antes de que Daemon terminara su pregunta—. Fueron lo primero que compré para mi con el salario de Vongola, al ver que tenías perforaciones, pensé que estaban echos para ti. —Confesó con una tímida sonrisa.

Esta vez fue Daemon quien derramó algunas lágrimas de la emoción mientras contemplaba su regalo, un par de aretes de zafiros que se asemejaban a sus ojos. ¿Qué tan sincronizado se puede estar con alguien? Daemon río entre lágrimas, no su risa característica, si no una carcajada liberadora y sincera.

Al contemplar de cerca los ojos de Lampo cuando este se acercó a ponerle sus pendientes, agradeció a los cielos por esa Navidad, y se prometió que no importaba que pasara, no dejaría que esa fecha tan especial para ellos se arruinara, ni ese año, ni ninguno.

Mientras que Lampo disfrutó del calor de los brazos de Daemon, sabiendo que en unos meses sería él quién lo ayude con los preparativos de su boda, renunciando por completo a sus sentimientos.

Si eso es lo que te hace feliz, me aseguraré de que tu ilusión se vuelva realidad amore mio.

Fueron los pensamiento de Lampo mientras renunciaba por completo a su primer y único amor.

Fin.

BERMUDA: Así que... Ya terminó. —Dice mientras Eto vuela sobre Vada, ya que esta estaba puteando en una esquina.

REBORN: Sí... Y esta terminó muy mal. —Dice viendo a la dame-autora arrodillada y mirando al cielo mientras se reía y lloraba en shock.

YO: Mántenme ( ꈨຶ ˙̫̮ ꈨຶ )... Me lo merezco joder... ¡Me lo merezco༼;'༎ຶ ۝ ༎ຶ༽!

VADA: ¡¡La repu******* que lo re mil ****** !! ¡¡Malditas nuestras mentes!! ¡¡La re con********* de la lora!!

REBORN: Una se deprime y la otra se pone violenta... Esto es caos 。◕‿◕。.

BERMUDA: El poder de 1567 palabras es sorprendente...

Ciao~ ciao~

Amore mio/amor mio

Buon Natale/feliz Navidad

Amicizia eterna/amistad eterna

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