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CAPITULO XXXIX

—Muy bien. ¿Están todos listos? —gritó Anna.

—¡Sí! Haremos esta noche una de las mejores —gritó Jonah.

—Lo intentaré —murmuró Nathan.

—¡Vamos a pasarla bien! ¡Beberemos! ¡Bailaremos! ¡Hasta que nuestro cuerpo ya no pueda más —siguió gritando Anna.

—Chicos —los llamé—. Bajen la voz, las personas nos están viendo mal.

Ellos observaron alrededor y se dieron cuenta de cómo algunas personas se quedaron parados viendo el escándalo que están armando.

Después de contarle a Anna que mi iría mañana del pueblo... no voy a mentir, hubieron muchas lágrimas de parte de ambos, y unas cuantas más de parte de Jonah y Nathan al enterarse. Y es que al principio nadie entendió cuál era la prisa de mis padres por irse, si se supone que nos iríamos en dos semanas.

Pero luego les expliqué que la prisa no era de parte de ellos, era mía. No podía quedarme más tiempo aquí, ya no quería estar en el mismo pueblo que Logan, no podía sabiendo todo el daño que me había hecho, necesitaba poner distancia entre nosotros dos, y el pueblo donde siempre he sufrido. ¿Debí pensar en los sentimientos de mis amigos? Si, tal vez debí hacerlo. Pero en realidad sé que ahora no es solo pensar en ellos, sino en mí. Y en lo que me conviene justo ahora.

Entonces con mi decisión tomada, Anna tuvo la idea de hacerme una fiesta de despedida, algo improvisada, seríamos solo nosotros cuatro. Sería en el bar donde trabaja Jonah y gracias a la amabilidad de su jefe, no tendríamos que pagar nada, según escuché su jefe le debía un favor... entonces lo pasaríamos bien.

—¡Fresita! Que no te importen los demás, está noche se trata de ti.

—Exacto —lo apoyó Nathan—. Ahora entremos y divirtámonos.

Asentí con una sonrisa.

De verdad quería pasarla bien con ellos y disfrutar de su compañía, después de todo sería el último día que pasaría con ellos, mis verdaderos amigos. Dejaría de lado lo que pasó con Logan y sus recuerdos, junto con mi corazón roto.

Jonah y Nathan avanzan hacia el bar, Anna y yo los seguimos detrás unos pasos alejados. Jonah saludó a los encargados de la entrada, y entramos. La música estaba a tope y había varias parejas bailando en las pista de baile, se podía ver a chicos coqueteando con otros o algunas parejas pasándola bien. Y no pude evitar la primera punzada que llegó a mi corazón, ellos representaban lo que yo nunca tendría o no podía hacer frente a otras personas por miedo.

Volví de mis pensamientos, cuando Anna tomó mi mano y me sonrió, tirando de mí para que siguiera mi camino, porque al parecer me había detenido al obsevar a las parejas.

Obedecí sin protestar y seguimos avanzando, hasta que llegamos a las zonas VIP que tenía este bar. Ahí nos esperaba uno de los compañeros de Jonah. Y al vernos fue directo por unas copas y nos las ofreció.

—Muy buenas noches, soy Franco, y esta noche los atenderé.

Estaba a punto de agradecerle, pero Jonah se me adelantó.

—No lo necesitamos, fui claro con Alex y le dije que no necesitábamos tu servicio —contesta tajante Jonah.

—Lo siento, no me había enterado de este cambio. Si es así, me retiro y que pasen una buena noche.

Él le da una sonrisa amable a todos y se va, no es hasta que él está lo suficientemente lejos que todos nos volteamos hacia nuestro amigo, con la duda reflejando en nuestro rostro. Jonah siempre se caracteriza por lo amable y carismático que es, entonces verlo siendo un tonto se siente raro.

—No tenías porqué tratarlo así... —masculla Nathan.

—Cariño, en serio tengo razones de sobra para hablarle así.

—Pero...

—No, no quiero hablar sobre eso. —Jonah nos observa a los tres—. Y eso va para todos. Hoy hay que pasarla bien.

Todos asentimos y poco después las bebidas y comida empiezan llegar a nosotros. Y puedo jurar que la mirada de Jonah y Anna se iluminó por un momento.
Jonah se levanta de su asiento y se sirve una copa antes de levantarse y verme directo a mí.

—Hoy, es la «fiesta de despedida» de este chico tan guapo, y lo digo así, porque estoy seguro de que no importará la distancia, sea que te vayas al otro lado del mundo o a tan solo unas horas de aquí. Eres nuestro amigo, mi hermano, ni siquiera la distancia podrá con nuestra amistad, fresita.

—Jonah...

—Nada de lágrimas. Disfruta de la noche nada más.

Y como un niño obediente me trago el nudo en mi garganta y le doy una sonrisa auténtica a ese loco peliblanco. Pero para cuando me doy cuenta, Anna tiene un tazón completo de frituras en su regazo y una botella de cerveza en la mano. Ella nota mi mirada y me guiña un ojo. Poso mi vista de nuevo en Jonah, pero él ahora está junto a Nathan acariciando su cabeza y ofreciéndole comida.

Suelto un suspiro.

Tengo suerte de tenerlos como amigos.

(...)

Para cuando dan las dos de la mañana, salimos del bar y tengo que ayudar a Jonah a arrastrar a Nathan hacia el auto. Y es que la verdad me causó algo de gracia, ya que lo normal sería Nathan cuidando y arrastrando a Johan hacia el auto, pero hoy como obra milagrosa, Nathan se tomó muy en serio lo de divertiste, y bebió de una manera que me sorprendió, y lo que terminó de acabar con él, fue cuando aceptó una competencia con Anna, sobre quién bebería más shots. Pero Anna ni siquiera bebió el primero cuando cayó inconsciente en el sofá y Nathan perdió el conocimiento con el segundo.

Y entonces decidimos que era hora de irnos, además mañana tendría que levantarme a las ocho, para terminar con algunas cosas, y luego tomar nuestro vuelo a las nueve hacia Nueva York.

Volteo hacia atrás y verifico que uno de los bartender, que se ofreció a ayudarnos a llevar a Anna, aún este detrás de nosotros. Y si lo está, carga a Anna en su brazos como si nada. Llegamos al auto de Johan y lo ayudo a subir a Nathan a la parte trasera de mi auto —más bien él de mis padres— él sube primero y hace que el rubio enrede sus brazos en su cuello y lo acomoda, pero cuando intenta levantarse, es tirado hacia abajo de nuevo.

—Cielo... ¿A dónde vas? —murmura Nathan.

—Iré a ayudar con Anna, pequeño. —Deja un pequeño beso en su frente—. Volveré enseguida.

Jonah intenta levantarse de nuevo, pero Nathan no lo suelta.

—No, quiero que te quedes conmigo.

—Cariño...

—No te dejaré ir, eres mi novio, quédate conmigo.

Eso pareció desconcertar a Johan, ya que se quedó quieto por completo y luego me dió una mirada de disculpa. Era claro que Nathan no lo soltaría y él estaba muy feliz por alguna razón, así que cerré la puerta y los dejé ahí solos.

—¿Puedes ponerla en el asiento del copiloto? —le pregunté al bartender.

—Claro —me dijo con una sonrisa.

Fui hasta el otro lado del auto y abrí la puerta, y él acomodo lo mejor que pudo a Anna en el asiento, hasta ponerle el cinturón, pero no sirvió de mucho, ya que mi amiga busco la «comodidad» y terminó en una posición —a mis ojos— demasiado incomoda, y quedó inconsciente de nuevo.

—Muchas gracias por tu ayuda. Disculpa las molestias.

—No hay de qué.

Le doy una sonrisa de boca cerrada y voy con todas la intención de subir al auto, conducir y llegar a mi casa, y poder descansar, pero el chico de antes me deteniene antes de hacerlo.

—¿Sí?

—Eh... yo quería saber, si puedes darme tu número.

—Oh... —es lo único que logro contestarle.

Puedo observar el leve sonrojo en sus mejillas y me quedo en blanco al escucharlo.

—Sé que es raro —continúa él ante mi silencio. —Pero llamaste mi atención desde que llegaste al bar y... bueno, pensé que podrías darme tu número. Para tal vez salir al cine o...

Lo interrumpo.

—Lo siento, admiro que hayas tenido el valor de pedir mi número, pero... ahora no es un buen momento para mí, salí hace unos días de una... —¿Cómo debería decirle que fui usado y tirado? No se me ocurre nada y solo niego—. La cosa es que por ahora, no querría saber nada de otros chicos, ni de relaciones. Y creo que será así por un buen tiempo, de verdad lo siento...

—No tienes porqué disculparte, fui yo el que te molestó... y no sé qué fue lo que pasó, pero espero que logres sanar tu corazón.

«No creo poder hacerlo».

—Gracias, y de nuevo disculpa las molestias.

—Fue un gusto, ten cuidado en tu camino.

Subí en el auto y antes de arrancar, le di una última sonrisa al chico de antes y puse en marcha el auto. El aire comenzó a golpear mi rostro, y el silencio de las calles, junto con el que había en el auto, me pareció de una manera agradable. Después de tanto alboroto necesitaba paz y silencio. Aunque Jonah era el único despierto aún, él le estaba prestando más atención al chico en sus brazos que a mí, acariciando su mejilla y cuidando de él.

«Ellos tienen suerte».

Los recuerdos malos amenazaron con salir, pero me obligué a bloquearlos.

No quería llorar y alarmar a nadie.

Media hora después llegué al edificio de departamentos donde vivía Jonah, y ofrecí mi ayuda para llevar Nathan, pero él se negó. Cargó a Nathan y se despidió de mí, prometiendo que llegaría temprano para ayudarnos y despedirse.

Llegué a mi hogar unos minutos después, y lo admito, fue difícil subir las escaleras con Anna en mi brazos. No porque ella pesara, sino porque ella se retorcía y tenía que hacer maniobras para no dejarla caer. Para cuando logré subir, estaba sudando y jadeando por aire. Me recuerdo tanto a cuando Lo...

Fue muy difícil.

La puse en mi cama y la cubrí con mis sábanas, y puse a su alrededor una barrera de almohadas solo para asegurarme de que no cayera de la cama.

Fui al baño y me quité la ropa que traía por algo más cómodo, y lavé mi rostro para quitar el sudor, pero me detuve al ver mi reflejo en el espejo. Mis ojos miel se veían vacíos, tenía unas ojeras que se notaban a kilómetros de distancia y mi piel estaba un poco más pálida de lo normal, levanté mi camisa... ¿Estaba más delgado? No podría decirlo con exactitud, pero me horroricé con lo que vi en el espejo. Esa persona no era yo, no quedaba nada del chico alegre y seguro. Y maldije una y otra vez por dejarme llegar a esto, me había convertido de nuevo en ese niño de diez años.

«Pero todo mejorará cuando nos vayamos de aquí».

¿De verdad sería así? Rogaba para que así fuera.

Sequé mi rostro y salí del baño, acostándome al lado de Anna y cerrando mi ojos, pidiendo que solo por esta noche lograra dormir bien.

Sentí un pequeño piquete en mi mejilla y al abir mis ojos me encontré a Anna con los ojos semi abiertos, mostrándome una sonrisa.

—¿Qué pasa?

—Te extrañaré.

—Yo también lo haré. Pero tengo que hacerlo Anna, por mi familia y por mí.

—Lo sé. Pero tu cumpleaños es...

—No lo menciones. Solo quiero...

—Ya lo sé también, así que es mejor que durmamos, tenemos un día ocupado mañana.

Ella se apega más a mí y yo la rodeo con mis brazos, haciendo que ella ponga su cabeza en ellos

—Buenas noches, fósforo.

—Buenas noches, idiota.

(...)

Nuestra mañana comenzó algo mal, nos habíamos quedado dormidos, y estábamos ahora de un lado otro con mis padres, subiendo las últimas cosas al  camión y nuestras maletas en el auto. Y la pobre de Anna... tenía cara de muerte, estaba contra la resaca. Pero no le impidió ayudarnos. Además, Nathan y Jonah llegaron hace unos minutos y también están ayudándonos.

—¿Qué nos falta, amor? —le pregunta mi madre a mi padre.

—Solo algunas cajas de la habitación de Thomas y podemos irnos.

Al escucharlo, mis amigos y yo no pudimos evitar una mueca, queríamos descansar. Mis padres fueron con los hombres que estaban en el camión de mudanza y nosotros subimos a mi habitación, para bajar las cajas sobrantes. Sentí algo de nostalgia al ver mi habitación vacía y todas mis cosas en cajas.
Nathan y Jonah llevaron algunas y bajaron, pero Anna en un afán de demostrar que podía llevar el mismo peso que ellos, solo logró dejar caer las cajas y todo el contenido en ellas.

—¡Lo siento!

Me acerqué a ella rápido y la ayudé a recojer las cosas y meterlas de nuevo en la caja.

—No te preocu...

Me quedé callado al ver lo que había en mi mano, era el otro llavero que había hecho para Logan, pero que él no quiso. ¿Fui muy tonto, verdad? Me esforcé haciendo estas cosas para él, y estaba nervioso por el hecho de saber si le gustaría, debió disfrutar mucho el saber que yo estaba enamorado de él, seguro justo después de estar conmigo, él se fue, y sé burló junto a sus amigos de mí, mientras yo estaba durmiendo y pensaba que nuestra relación cambiaría.

Anna se da cuenta de que me detuve y mira confundida el llavero en mi mano.

—¿Qué es eso?

—Nada. —Lo dejo en el suelo y sigo recogiendo las cosas—. Si te gusta puedes quedártelo, o tíralo a la basura. No me importa lo que le pase.

Terminé de poner todo en la caja y me las llevé, dejando a Anna en el suelo aun más confundida por mi actitud. Bajé las escaleras y puse todo dentro del camión.

—¿Faltan más cosas? —me preguntó mi padre.

—No, ya todas están adentro.

—Muy bien, entonces es la hora de irnos o llegaremos tarde a nuestro vuelo.

Asentí.

Mis padres fueron a la casa a verificar que no faltara nada y yo me quedé a solas con mis amigos. Un nudo se formó en mi garganta al ver a Anna y Nathan ya con los ojos cristalinos, ahora que había llegado la hora, me daba cuenta de qué tanto iba a extrañarlos.

—Es hora de irme —murmuré.

—Lo sabemos —contestó Anna con la voz quebrada. —¡Te extrañaré mucho, idiota!

Anna se arrojó a mí y me abrazó tan fuerte que casi me deja sin respirar, pero no la aparté, necesitaba este abrazo de mi mejor amiga. Me harían mucha falta sus ocurrencias y consejos.

—No llores, te llamaré todos los días y nos veremos en Navidad.

—Si no lo cumples, volaré hasta Nueva York y te cortaré las bolas.

Con eso ella se apartó y dejó que Nathan se acercara a mí y me diera un pequeño abrazo.

—Cuídate.

—Tú también, y nunca dudes del cariño que te tiene Jonah, hacen una muy linda pareja —susurré solo para él.

—Gracias —me dijo sonrojándose.

Observo a Jonah, y el nudo se hace más grande, me pongo frente a él y le doy una sonrisa.

—«Un vaso de agua por favor».

—«Mi deber es atender a chicos guapos como tú» —repite las palabras que me dijo cuando nos conocimos y una sonrisa surca sus labios—. Te extrañaré, fresita loca.

—Y yo a ti, sexy Jonah.

—Debes admitir que soy el rey de los apodos.

—Lo eres... —Y sin previo aviso, mis lágrimas comienzan a brotar.

Jonah rompe la distancia entre nosotros y me da uno de sus cálidos abrazos, y me soprendo al escuchar que está sollozando, trato de verlo, pero él no me deja. Poco tiempo después, Anna y Nathan se unen al abrazo y lloro con más fuerza, como un niño pequeño.

—Hijo —me llama mi padre—. Es hora de irnos.

Me separo de mis amigos y les doy una sonrisa.

—Los llamo cuando aterrice, y espero verlos en Navidad, chicos.

—Tenlo por seguro, fresita —habla Jonah y me da ternura ver que su nariz está un poco roja, tal vez aguantando las ganas de llorar.

—Anna, por favor entrégalo y lee lo que escribe hasta ese día.

—Lo prometo.

Subo al auto con mis padres y mis ganas de llorar aumentan cuando mi padre enciende el auto.

—¡Esperen! —grita Anna y bajo la ventana para poder hablar con ella—. Casi olvido esto. —Ella me entrega una gran bolsa de papel negra con una moño—. Son regalos de parte de los tres. ¡Feliz cumpleaños, Thom!

Mi labio tiembla y entre lágrimas le agradezco a Anna por el detalle, mi padre arranca el auto y volteo para poder despedirme por última vez de mis amigos, y lo hago hasta que mi padre voltea en una curva y los pierdo de vista. Me acomodo en mi lugar y con curiosidad abro la bolsa en mis manos, y mi corazón me da un vuelco al ver sus regalos. Anna me regaló un estuche de pintura nuevo, Jonah me dio un cuaderno nuevo de dibujo, carboncillo y demás, y Nathan me regaló un oso de peluche con traje de pintor.

«Los extrañare mucho».

Dejo los regalos a mi lado, y mi ojos vagan por la calles de nuestro vecindario, y cuando pasamos por la calle donde vive Logan los recuerdos llegan más frescos que nunca a mí, y me es inevitable no llorar.

Logan...

Solo espero que llegue alguien a tu vida que te haga ver que las cosas no son tan malas, que el ser «diferente» de los demás no te hace extraño. Que te des cuenta que no tienes porqué encajar en la sociedad, sino que la sociedad tiene que aprender a encajar con nosotros, espero y te des cuenta de que estabas siendo manipulado y que si sigues por ese camino, te quedarás solo. Que salgas de esa burbuja de miedo por el cambio, que te tiene prisionero.

Espero que llegue una persona a la que ames de verdad y la valores.

Yo por mi parte, me iré de este pueblo, y trataré de cerrar las cicatrices que dejaste en mí y las que se volvieron a abrir, pensando que ya estaban curadas. Espero poder ser el mismo chico que conociste cuando llegué, espero... poder olvidarte de una buena vez y dejar a un lado todo lo que vivimos.

Quisiera decir que me llevo los buenos recuerdos, pero en esta tóxica relación que tuvimos, nunca hubo buenos momentos que recordar, y si los hubo fueron falsos.

Espero que llegues a conocer cuál es el verdadero tú y que lo dejes salir sin miedo.

Adiós a este pueblo.

Adiós a mis amigos.

Adiós a mis sufrimiento.

Y sobre todo.

Adiós para siempre, Logan.

(FIN)

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Bueno ...el final narrado por Thomas ya terminó, nuestro pequeño se va y espera sanar su corazón. Si es que eso es posible.

Muchas gracias a todos los que lees y votan en la historia, me hace feliz saber, que hay personas a la que le gusta.

El próximo capítulo sería el epílogo, será nuestro capitulo final definitivo, pero antes de todo,  me gustaría saber ¿Que piensan sobre Thomas en este último capítulo? Y ¿Si llegaron a sentirse conectados con el? ¿Algún comentario...? En fin

Hasta el próximo capítulo.
Abrazos.
Atte 🖤 FerLemuz 🖤

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