CAPITULO XXXIII
Cuando me despierto es casi mediodía, y me estoy sofocando por el calor que emana mi cuerpo y las sábanas que se pegan a mí gracias al sudor. Tardo solo unos segundos en procesar dónde me encuentro y en que los recuerdos de la noche anterior me golpeen. La vergüenza se extiende por toda mi cara, pero es apagada rápidamente.
Una sonrisa triste aparece en mi rostro cuando veo el otro lado de la cama vacío y que la ropa de Logan no está por ningún lado.
—Sabía que esto pasaría —murmuro.
Me siento en la cama y un dolor agudo se extiende por toda mi columna vertebral, haciendo que suelte un grito de dolor.
—¡Mierda! —grito.
Espero unos segundos hasta poder acostumbrarme y me levanto para poder buscar mi ropa por toda la habitación. Se vuelve una tarea algo difícil gracias al dolor en mi cintura, pero ya estoy casi vestido, lo único que me falta es mi camisa y no la encuentro por ninguna parte. Estoy frustrado, quiero irme a casa, descansar y hacer como que nada pasó, pero mi maldita camiseta no quiere colaborar y me niego a salir de esta casa solo con una chaqueta de lona cubriéndome.
Pasa poco tiempo hasta que veo el extremo de mi camisa por el rabillo del ojo, debajo de una de las sillas del escritorio. La tomo y cuando lo hago unas llaves caen al suelo. Me quedo observándolas confundido, hasta que veo el llavero que tienen puesto. Es el gato que hice para Logan.
Las tomo sin dudar. Una de las orejas ya está rota, pero ese detalle no me importa, me preocupa más el hecho de que Logan ha dejado sus llaves abandonas y que muy probablemente son las de su casa. Tengo que devolvérselas.
«¿Aun después de lo que te ha hecho te preocupas por él?».
Sí. Al fin y al cabo, es el chico que amamos, ¿verdad?
«Touché».
Guardo las llaves en mi bolsillo, me pongo la camisa y salgo de la habitación —no sin antes revisar que no haya nadie alrededor—. Bajo las escaleras y me encuentro con varias personas dormidas, teniendo que esquivarlas para poder llegar a la salida —pisando a más de uno por el camino—. Cuando abro la puerta el Sol me golpea con todo su esplendor en la cara, cegándome por unos segundos. Mi vista se aclara y comienzo mi camino hacia la acera para llamar un taxi, pero entonces lo recuerdo, me quedé sin batería ayer. Y ahora tampoco puedo hablarle a Logan.
Solo me queda una opción.
Caminar.
Ignoro el dolor de mi cintura y cojeando un poco, comienzo a caminar en la dirección donde se encuentra mi casa. La única ventaja de vivir aquí es que casi todas las casas están en la misma zona, pero para llegar a la mía desde aquí me llevará más o menos una hora y media.
«Será la caminata más dura de la vida».
Ya lo creo, querida conciencia, ya lo creo.
Mi camino resulta ser el más tortuoso de todos, y gracias al dolor tengo que hacer muchas paradas en el camino, para tomar fuerzas de donde no las tengo y seguir. Cuando creo que ya no puedo más, doblo en una esquina y consigo ver mi casa. Una sonrisa de satisfacción aparece en mi rostro y olvidándolo todo apresuro mi paso, saco las llaves y abro la puerta. Una música suena por toda la casa, algo como una balada, y me acerco hacia la sala, donde se escucha con más fuerza.
Mis padres están bailando en medio del lugar, con una enorme sonrisa en sus rostros y una mirada de amor puro entre ambos.
«Como la que me dió Logan anoche».
Anoche...
Logan dijo que me quería. Nosotros dimos un paso muy grande, pero recordar que solo pudimos dar ese paso porque él estaba borracho, no era el mejor sentimiento de todos. Habría estado mucho más feliz si él lo hubiera dicho sobrio, con sus cinco sentidos. Pero tampoco es culpa de él, yo a pesar de no estar borracho, no puse ninguna resistencia, no me negué aunque sabía que debía hacerlo.
Me entregué a él sabiendo que estaba en una relación.
«No te sientes culpable por ello. Sabemos que anoche fue algo que nunca podremos olvidar. Sabemos que anoche... fue la mejor noche de todas».
Tal vez, pero... ¿y Logan? Creo que él tiene otra idea de lo que pasó anoche. Muy dentro de mí solo espero que para él haya significado lo mismo y que sienta lo mismo que yo. No somos amigos, ya no podemos seguir negando eso, porque nunca lo hemos sido. Lo de nosotros significa algo, pero quizás solo tenemos miedo de ponerle un nombre.
«Hay que hablar con él».
En eso estoy de acuerdo.
La música se detiene, sacándome de mis pensamientos. Mis padres me observan con sus ceños fruncidos y eso me desconcierta.
—¿Pasa algo? —pregunto confundido.
—Cariño, ¿por qué estás llorando? —pregunta mi madre.
—¿Eh?
Llevo mis manos hacia mi rostro y en efecto, hay algunas lágrimas cayendo por mis mejillas. Limpio mi rostro y le doy una sonrisa a mis padres.
—No es nada, solo me duele la cabeza, mamá.
—Thomas. —Su voz suena preocupada y me siento mal por ello.
—No es nada —repito, más seguro—. Iré a mi habitación y me recostaré un rato.
—Hijo, ¿seguro que todo está bien? —pregunto esta vez mi padre.
—Sí —me limito a contestar.
Obligo a mis pies a moverse y a subir las escaleras hacia mi habitación. Conecto el cargador a mi teléfono y lo pongo sobre mi mesa de noche. Lo enciendo y al poco tiempo empiezan a llegar todas las notificaciones de la noche anterior, pero no les presto atención. Sé que son mensajes de mis amigos, pero mis ánimos para contestar y dar están por los suelos.
Me recuesto en mi cama y apoyo mi brazo sobre mi ojos, pero a pesar de que hago eso, mis lágrimas no se detienen. Me habia contenido hasta ahora. Desde que vi la cama vacía a mi lado, las lágrimas quisieron salir de mis ojos. Ver a mis padres solo hizo que se renueva todo en mi interior, haciéndome anhelar lo que ellos tienen. Estar con la persona que amo, compartir momentos a su lado, sostener su mano en público y besarlo sin que nadie nos juzgue. Deseo tener todo eso, pero soy muy cobarde como para hacerlo ahora y Logan nunca lo har.
Mi teléfono comienza a sonar, es una llamada. Estoy seguro de que se trata de alguno de mis amigos y decido no contestar, pero cuando suena otras dos veces, lo tomo y contesto sin siquiera ver de quién se trata.
—De verdad, chicos, no estoy de humor...
—Thomas.
Mi cuerpo se estremece al escuchar su voz. Pequeños fragmentos de lo que sucedió anoche se reproducen en mi cabeza y mi corazón da un vuelco. El se fue y me dejó solo, pero aquí estoy yo, sonrojándome por algo tan simple como escuchar su voz.
—¿,Logan? —pregunto, aún confundido.
Necesito verificar que de verdad es él y no yo que lo estoy imaginando.
—Necesitamos hablar. Te espero en la entrada del centro comercial.
Y con eso cuelga, dejándome más confundido que antes.
(...)
Llego al centro comercial sudando y jadeando por aire. Después de que Logan colgó no lo pensé mucho y salí corriendo de casa, mis padres me pidieron explicaciones sobre a dónde iba, pero los ignoré. Solo quería llegar y poder ver la cara de Logan un momento, abrazarlo y besarlo si pudiera. Quiero negarme a creer que lo de anoche no ha sido especial y que tal vez fue solo un error.
Tal vez, solo tal vez para Logan también fue igual de especial.
Entro y mis ojos comienzan a buscar a ese castaño del cual me he enamorado. No tardo en encontrarlo, está apoyado en una de las columnas de la entrada. Mi corazón da un pequeño brinco al verlo, mis pies se mueven solos y cuando me doy cuenta ya estoy caminando hacia él, aunque no sé muy bien qué es lo que debo hacer cuando esté frente a él. Desde que salí de casa vine repitiendo una y otra vez qué era lo que le diría y cómo reaccionaría, pero todo lo ensayado se va de mi mente al verlo.
Trae un pantalón de deportes y una sudadera azul, con la capucha puesta, pero algunos de sus mechones castaños escapan de ella, dándole un look relajado. Nada comparado a mí, que sigo con la ropa de ayer y seguro mi cabello es un desastre. Al menos en mi descuido recordé traer mi teléfono y las llaves de Logan, que es una de las razones por las que tenemos que vernos. Llego hasta donde está y una sonrisa aparece en mi rostro.
—Hola, castaño.
—Hola.
Me sorprende la manera fría en la que me contesta, pero lo ignoro.
—Antes que nada, necesito darte... —Trato de sacar sus llaves de mi bolsillo, pero él me interrumpe.
—Sígueme —dice tajante.
Aun cuando no había aceptado seguirlo, él empieza caminar y yo lo sigo un poco molesto. Pasamos por varios puntos de venta antes de llegar a donde quería Logan, y resulta ser el baño de hombres. Él revisa que esté vacío y los dos entramos, Logan le pone el pestillo a la puerta y nos quedamos en un silencio demasiado incómodo.
Estamos frente a frente, ninguno de los dos dice nada, nuestras miradas se conectan y por un momento me doy el derecho de perderme en el hermoso verde esmeralda de sus ojos. Logan aparta la mirada un poco después, ocultando sus ojos de mí y trayéndome a la realidad. El aún no dice nada y yo busco un poco de valentía para poder hablar.
—Logan, ¿qué era lo que querías hablar?
Logan abre y cierra su boca, como si no supiera qué decir.
—Lo siento —dice finalmente.
—¿Lo sientes? ¿Por qué te estás disculpando?
—Por lo de anoche... No debió pasar.
—¿Lo de anoche? —cuestiono—. No te preocupes, Logan. Lo de anoche fue...
—Un error —termina por mí.
Mi corazón siente una pequeña punzada.
—¿Crees que lo paso entre nosotros anoche fue un error?
—¿Tú no lo crees así?
—No —contesto enseguida—. Para mí fue algo especial, pero veo que para ti significó todo lo contrario.
—Thomas, es claro que yo no estaba en mis cinco sentidos. Todo lo que pasó fue solo un calentón de una noche.
—Un... ¿calentón?
Mi ojos empiezan a picar por las lágrimas que amenazan por salir, y mi corazón duele por sus palabras. Busco con desesperación la mirada de Logan, porque necesito que me vea a los ojos y me lo diga de nuevo. Pero es imposible, sus ojos están en cualquier otra cosa menos en mí.
—Entonces... todo este tiempo, los momentos que pasamos juntos, cuando nos abrazamos, cuando me besaste...
—No estamos hablando de eso ahora, Thomas. Estamos hablando de lo que pasó anoche.
—Sí, lo sé, dejaste claro que para ti no significó nada. —Mi voz se quiebra y solo en ese momento, Logan se digna a verme.
—Capucha... —El trata de tocarme, pero aparto su mano con brusquedad.
—¡Nada de capucha! —Lágrimas gruesas caen por mis mejillas—. Sabía que esto pasaría, pero como el estúpido que soy me dejé llevar por tus palabras y terminé cediendo por los estúpidos sentimientos que tengo hacia ti. ¡De verdad creí en ti! De verdad creí... que me querías —susurro al final.
Logan está frente a mí, pero no me importa. Dejo que mis lágrimas bajen con toda libertad. Tengo el impulso de golpearlo, pero no puedo, mi puño no siquiera se levanta de mi costado. Espero a que él diga algo... que quizás todo sea una broma de mal gusto y que todo lo que ha dicho antes haya sido solo para molestarme. Pero no es así, sus siguientes palabras solo logran destruirme más.
—Nunca creas en las palabras de un borracho.
Mi corazón se detiene y mis piernas comienzan a temblar. Ya no quiero estar aquí, todas mis ilusiones han sido destruidas por Logan y solo me recordó lo que siempre he sabido.
Con Logan Anson en mi vida, solo puedo salir lastimado.
No importaba cuánto lo ame, no importa cuánto luche por estar a su lado, no importa cuántos golpes soporte, nunca habrá un «nosotros».
—¿Eso era todo lo que tenías que decirme?
—Thomas...
—Te pregunté algo.
—Sí
Asiento.
Salgo del baño y a pesar de que las personas me miren raro o me señalen sin descaro alguno, no dejo de llorar, mi corazón está destruido por completo y necesito dejar salir lo que siento. Pero luego recuerdo que mis padres están en casa y si me ven así tendré que dar muchas explicaciones, y no creo poder dárselas sin llorar.
Así que llamo a la única persona que podría consolarme, y como siempre, ella contesta al primer pitido.
—Por fin te dignas a llamarme. ¿Sabes lo preocupada que estaba? Le mentí a tus padres y no sabes lo difícil...
—Anna... —Muerdo mi labio inferior, tratando de detener mis sollozos, pero es imposible.
—¿Thom? ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?
—Anna... yo te necesito
—Manda tu dirección, iré enseguida.
Cuelgo y lo hago.
Necesito a mi mejor amiga conmigo, y necesito dejar de pensar en todo lo que tenga que ver con Logan.
Necesito dejar de amarlo...
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