CAPITULO XXV
—¡Felicidades, Elena! —Mi madre se lanza sobre la madre de Anna al abrir por completo la puerta.
—¡Alicea, gracias por venir! —La señora Elena le devuelve el abrazo y luego se separan.
—Elena, feliz cumpleaños. —Mi padre se acerca ahora a ella y le entrega una pequeño regalo.
—¡Adrian! —dice con sorpresa—. Pensé que aún seguías de viaje. —Ella recibe el regalo y le da un pequeño abrazo a mi padre.
—No podía perderme el cumpleaños de mi amiga por nada del mundo —asegura él con una sonrisa.
—Pasen, las cosas están listas en nuestro patio.
Mis padres hacen lo que la señora Elena les dice y van hacia al patio. Yo me quedo donde estoy, esperando el momento para poder felicitar a la mujer frente a mí y que considero como una segunda madre.
—Señora Elena. —La timidez en notable en mi voz—. Esto no es mucho, pero espero que cuando lo abra, le guste.
Le entrego mi intento de regalo y ella lo recibe gustosa.
—Thomas, no debiste de haberte molestado. Con poder verte es más que suficiente, mi niño hermoso —dice en Español.
—Pensamos igual, señora Elena —le respondo de la misma manera—. ¿Dónde se encuentra Anna?
—En la cocina, mi niño.
—Con su permiso. —Ella asiente, pero me acuerdo de algo antes de irme—. Le recomiendo que mi regalo lo abra cuando esté sola, tal vez logre sacarle una sonrisa.
Con esas palabras y dejando a una mujer confundida, avanzo por los pasillos de la casa de Anna hasta llegar a la cocina, y en efecto, mi mejor amiga se encuentra ahí. Está picando algunas cosas y cuando termina las echa en una olla que tiene en la estufa. Eso me parece de lo más normal, pero lo que me preocupa al verla es la expresión en su rostro. Se ve cansada y tiene unas notables ojeras bajo sus ojos.
Golpeo un poco el marco de la puerta y logro llamar su atención.
—¿Necesitas ayuda?
—No hables en español conmigo, sabes que no lo domino. —Ella levanta su cuchillo hacia mí y se ve molesta.
—Perdón, estaba tratando de hacer una broma, pero veo que no estás de humor para nada.
—Lo siento. Estos últimos días he estado batallando con un monstruo que no quiere salir de mi vida.
Imagino quién puede ser ese monstruo.
—¿Quieres... hablar de ello? —Intento tocar el tema, pero ella me da una mirada que me dice que no quiere hablar sobre ello en absoluto—. Okey.
Me quedo callado y ella sigue picando los tomates de antes —de lo que me di cuenta hasta que me acerque— y luego los echa a la olla. La tapa y luego se aleja de mí, para ir al lavabo y lavarse las manos, ella deja salir un suspiro y luego voltea a verme.
—¿Cómo van las cosas con Logan?
—No sabría decir si están bien o mal.
—¿Qué pasó ahora? —Ella se cruza de brazos y se pone a mi lado.
—Bueno... ¿lo de siempre? Estando con él no sé cuándo las cosas se pondrán feas. Ayer estábamos de lo mejor hablando de cosas tribales y me preguntó sobre si había estado en una relación...
Me detengo un momento para poder apagar la molestia que está creciendo nuevamente en mí al recordar su actitud.
—Al final se enteró de Ethan y su idiotez salió a flote. ¿Pero qué derecho tiene a reclamarme? Él está con Rosy, a pesar de que eso me lastima... En fin, es Logan siendo Logan.
—La verdad... no sé qué decirte.
—No te preocupes. —Paso frente a Anna y apago la olla que hace un rato comenzó a hervir—. Yo tampoco sabría qué decir.
Ella me da una pequeña sonrisa, haciendo evidente que está preocupada por mí.
—Por cierto, ¿dónde está tu padre?
—No lo sé y no me interesa, con que mi madre esté tranquila en su cumpleaños es más que suficiente.
—¿Ha pasado algo con él en estos días?—digo, refiriéndome a su padre.
—No, Thom, tranquilo.
La abrazo y ella acurruca su rostro en mi pecho, nos quedamos un rato así hasta que ella se separa de mí.
—¿Vamos? Seguro se están preguntando qué estamos haciendo.
—¡Claro!
Tomo su mano y nos guío hacia el patio, donde nuestros padres están charlando tranquilamente, recordando viejos tiempos. Se crea un ambiente muy agradable entre nosotros, y en algún momento logramos unirnos a su conversación. Con eso logro olvidarme de todo lo demás.
(...)
Las risas y carcajadas no paran, escuchar las locuras de nuestros padres en su juventud es sorprendente. Además, consigo ver en mi mejor amiga una sonrisa auténtica después de mucho tiempo.
Una llamada llega a mi celular y sonrió sin poder evitarlo al ver que se trata de Jonah.
Me levanto de la mesa y pido perdón, para poder contestar la llamada de mi amigo, voy hacia el baño de la casa y contesto.
—Mi querida fresita, ¿listo para nuestra cita de mañana?
—¿Cita? Bueno, si quieres llamarlo así está bien, y para que sepas estoy más que listo.
—No sabes cuánto te extraño, he estado contando las horas para verte.
—Creo que ya sé por qué me llamaste tan de repente. ¿Tu amado está cerca?
—Sí, yo tampoco puedo esperar más.
Dejo salir una sonora carcajada, puedo escuchar algunos murmullos de fondo y no hace falta adivinar de quién se trata.
—Mira, mi sexy Jonah. —Él contesta de una manera melosa haciéndome reír de nuevo—. El que me utilices para darle celos a tu amado es algo cómico, la verdad. ¿Por qué no solo te acercas y le pides una cita? No creo que él se atreva a rechazarte.
—No podemos ir ahí, está un poco lejos. Es mejor ir directo a mi casa.
—No me creo lo que estás haciendo. Eres un indecente, Jonah Ayers.
—Ya me conoces, fresita.
Intento seguir la conversación, pero escucho un fuerte estruendo provienendo de afuera y me preocupo enseguida.
—Jonah, te hablo después.
No le doy tiempo de contestar, cuelgo enseguida y salgo del baño. Intento escuchar de dónde provino el sonido, escucho algo quebrarse en la sala y voy directo hacia ahí. Me encuentro a Anna forcejeando con su padre.
—¡Por favor, detente! Hoy es el cumpleaños de mamá, deja que se la pase bien con sus amigos.
El padre de Anna logra soltarse de su agarre y la ve con furia.
—¡No me importa que sea el cumpleaños de tu madre! Soy el hombre de esta casa y aquí se hace lo que yo digo, ve y echa a esas personas de aquí.
—¡No lo haré! ¡Son lo padres de Thomas y amigos de mamá!
—¡Niña insolente! —Él le da una boefetada a Anna y termina mandándola al suelo.
—¡Anna!
Corro hacia donde ella calló, empujando a un lado a su padre. Su mejilla está roja y me doy cuenta de que calló sobre algunas partes de un jarrón roto, cortando su mano.
—Anna, ¿puedes levantarte?
—Sí, puedo hacerlo.
La ayudo a levantarse, ella se queja del dolor en su mano. Trato de pasar e ir con Anna hacia la cocina para poder curar su mano, pero su padre se pone frente a nosotros. Trato de avanzar de nuevo, pero su padre vuelve a interponerse.
—Señor, su hija está lastimada. Por favor, déjeme pasar.
—¿Y si no quiero hacerlo? Esta estúpida se lo ganó por desobedecerme.
—Señor, hágase a un lado o si no tendré que llegar a otras medidas —digo con paciencia a pesar de que la ira corre por mis venas y lo único que quiero es golpearlo.
—¿Otras medidas? No me hagas reír, dudo que una mariquita como tú siquiera pueda dar un golpe.
—Thom.
Anna me ve con lágrimas en sus ojos y se aferra a mi camisa, comprendo lo que quiere de inmediato.
—Vamos, Anna.
Logramos caminar un poco, pero el padre de Anna jala de mi cabello y me arrastra hacia él.
—¡Hey, pequeña marica, te estoy hablando!
—¡Ya me cansé!
Flexiono mi brazo y doy un codazo en la cara del hombre detrás de mí. Él suelta mi cabello de inmediato y aprovecho eso para darle un puñetazo en el estómago, dejándolo sin aire.
—¡¿Qué es lo que está pasando aquí?! —Mi madre entra a la sala un poco agitada y cuando ve el estado de Anna se pone aún peor—. Mi niña, ¿qué ue fue lo que te pasó? Tu mano...
—Estoy bien, señora Alice.
—Nada de eso, debemos curar esa herida.
Mi padre entra unos segundos después junto a la señora Elena.
—¡Richard! —La señora Elena no duda en ver cómo se encuentra su marido—. ¿Estás bien?
—¡Alejate de mí! Esa marica me las pagará por haberme golpeado.
—Intenta poner un solo dedo sobre mi hijo y no me contendré.
—Así que tú también quieres pelear. Adelante, estúpido, te enseñaré tu lugar.
Mi padre intenta acercarse y golpearlo, pero es detenido a tiempo por mí madre.
—Les pido a todos que se vayan, por favor.
—Mamá.
—Es lo mejor, Anna.
—Pero es tu cumpleaños, se supone que hoy...
—Anna.
La voz demandante de su madre logra callarla, ella permanece en una esquina de la sala. Luego su madre les ordena despedirnos, ella se queda con su marido en la sala y Anna nos acompaña hasta la salida. Lo que me preocupa es que aún no ha tratado su mano y eso podría afectarle.
Ella se despide, y mis padres me dejan un momento a solas con Anna, cuando ellos ya no se están en el radar, ella no duda en llorar y abrazarme.
—Por favor, Anna, no importa lo que sea, si intenta algo... solo ve conmigo.
—Lo haré, Thomas.
—Prométemelo.
—Te lo prometo.
Ella se separa de mí, entra a su casa lo más rápido que puede y cierra la puerta detrás de ella. Aún tengo el impulso de entrar y quedarme con ella, pero sé que no lo permitiría. Doy una última mirada a la casa de Anna antes de ir por el mismo camino que mis padres.
Por favor, que no le pase nada malo a Anna o a su madre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro