CAPÍTULO XIX
Logan
Cuando llego a mi hermoso «hogar» encuentro lo mismo de siempre, una casa sin ningún ruido, totalmente vacía, si no fuera por los muebles se podría decir que está abandonada. Si tuviera que definir mi vida en una sola palabra... sería «soledad».
Desde que era pequeño y viví el horrible divorcio de mis padres, no recuerdo haber sentido el afecto de nadie, ni siquiera de mi propia madre. A veces estoy seguro de que ellos solo se forzaron a estar juntos por mí y me hicieron creer que se amaban, solo para que al final la bomba de mentiras explotara y saliera toda la verdad.
Las cosas que ví y escuché en esos tiempos se quedaron por siempre clavadas en mí.
Voy hacia la cocina y encuentro una nota de mi madre:
«La comida está sobre la mesa, caliéntala».
—Que palabras tan cariñosas de tu parte, mamá —digo con sarcasmo luego de llevar la comida al microondas.
Mientras espero a que esté lista recibo un centenar de mensajes de parte del imbécil y la pelirroja. Sabía perfectamente que hoy teníamos que reunirnos para hacer parte de los proyectos, pero gracias a que no soporto estar cerca de ellos dos —sobre todo de Thomas— decidí ignorarlos y asistir a la próxima reunión que hagan.
«Algo infantil de tu parte, ya que estos proyectos equivalen a la mitad de nota».
Al menos sé que ellos están sufriendo por todo el trabajo que están haciendo, esa es mi única satisfacción po ahora.
Saco la comida del microondas, voy hacia la sala y prendo el televisor. Intento ponerle atención a la película que estoy viendo, pero el incesante sonido de las notificaciones no me lo permite. Silencio el grupo y los chats personales de ambos y me concentro todo lo que puedo en lo que estoy haciendo.
Después de unos minutos la película me aburre, así que apago el televisor y lavo los platos que utilicé para luego dejarlos sobre el fregadero. Observo alrededor de la casa y me doy cuenta de que las cosas siguen igual a como las dejé en la mañana. Todo está desordenado y la ropa que tendría que haber la lavado mi madre sigue revuelta en el suelo.
Suelto un suspiro de decepción al ver todo eso y decido limpiar por mí mismo, recojo las cosas tiradas, barro, trapeo, y lavo la ropa, y aprovecho el resto del tiempo para preparar las cosas para la cena. Tal vez cuando ella regrese esté de buen humor y podamos prepararla juntos.
Me doy cuenta de que ha pasado más de una hora y un bostezo abandona mis labios. Subo a mi habitación y me recuesto en la cama, reviso mi celular y veo que los mensajes siguen llegando, pero no les pongo atención. En algún momento el cansancio se abrió paso y me dejé llevar por el sueño.
(...)
Un fuerte sonido logra despertarme, y me asusto al escuchar el ruido de algunas cosas cayendo y rompiéndose. Salgo de mi habitación de inmediato y voy hacia la de mi madre, estoy a punto de tocar y preguntarle si está bien, pero un sonido que no esperaba volver a escuchar me detiene.
—¡Ah, Mark!
—¡Eres tan sexy, Liz!
Los horribles gemidos de dos adultos teniendo sexo llegan a mi oídos y la furia me invade de inmediato. Sin pensarlo mucho comienzo a azotar la puerta.
—¡Si vas a hacer esto avísame, es horrible tener que escuchar como gritas como gata en celo! —grito con rabia.
Voy de nuevo a mi habitación, me encierro en ella y cubro mi cabeza con desesperación al escuchar que esos horribles ruidos se incrementan. Tapo mi cabeza con una almohada, pero ni siquiera eso me ayuda. Busco mis audífonos y mi celular para poder escuchar música, pero al conectar los audífonos recuerdo que los idiotas dijeron que estarían en la biblioteca para hacer el proyecto.
Es mucho mejor estar con ellos que estar aquí y escuchar a mi madre teniendo sexo con su nuevo enamorado...
Tomo mi mochila, busco mi laptop y algunos libros que tal vez podrían funcionar. Salgo de mi habitación y tapo mis oídos cuando paso frente a la habitación de mi madre, me da náuseas cuando veo la ropa en el suelo. Salgo de mi casa y tomo un taxi para llegar más rápido, esperabdo poder llegar a tiempo. Ya casi son las cinco, al menos espero perder algo de tiempo en ese lugar.
Pasan casi diez minutos cuando el taxi aparca frente a la biblioteca, le pago y hago una mueca de disgusto cuando estoy a punto de entrar, y es que la verdad me aterra un poco estar cerca de Thomas. Cuando estoy con él siento algo muy raro, mi cuerpo inevitablemente sigue enviándome señales de que me aleje, ya que algo en él no es para nada normal, además tengo miedo de que golpee y rompa mi nariz de nuevo.
Solo un poco asustado avanzo poco a poco, antes de entrar me encuentro con la pelirroja, ella no tarda en darse cuenta de mi presencia y me da una mala mirada.
—El idiota número uno del mundo por fin se dignó a mostrar su cara. Llegas tres horas tarde.
—Lo sé, tuve algunas cosas que atender. Lo importante es que estoy aquí, ¿no?
«Tuve cosas que atender, mi trasero. Estás aquí solo porque tu madre llevó a su nuevo novio a casa y no quieres quedar más traumado de lo que ya estás».
—Entra, pero te advierto que Thom no está de muy buen humor, no lo molestes.
—Como tú digas —respondo sin interés alguno.
Ella pasa por mi lado y yo sigo mi camino, entro a la biblioteca y busco de inmediato la cabellera negra de Thomas, pero no la encuentro —supongo que debe tener la capucha puesta— me encojo de hombros y voy hacia las estanterías. Si no lo recuerdo mal, el proyecto que haríamos hoy sería el de química, así que busco la sección donde se encuentran. Tomo dos libros y de nuevo busco a Thomas. Logro ver a una persona levantar su brazos de una manera muy divertida, y le presto un poco de atención hasta que su capucha se resbala y me deja ver su rostro.
Thomas sigue haciendo gestos muy divertidos, como si estuviera discutiendo con alguien. Me acerco un poco y sin perderme un detalle de lo que hace hasta que llego a él, y se detiene para seguir escribiendo cosas en su laptop.
—Yo de verdad te odio, Logan —murmura.
No dudo en contestar.
—Créeme, el sentimiento es mutuo, capucha.
Thomas se voltea muy rápido y se levanta haciendo un total escándalo. Una señora—que debe ser la bibliotecaria— lo ve mal y él se disculpa.
—¿Hace cuánto llegaste? —me susurra.
—No hace mucho, me encontré a la pelirroja fuera. Pensé en acercarme a ti, pero parecía que tenías una batalla interna, los gestos que hacías eran muy graciosos.
Un ligero sonrojo aparece en el rostro de Thomas. Él se da la vuelta, evitando mi mirada, y se sienta de nuevo en su lugar sin hacer ruido.
«Cuando se sonroja se ve algo lindo».
¡No! ¡¿Qué demonios acabo de pensar?! Fue demasiado raro, si fuera una chica lo dejaría pasar, pero estamos hablando de un chico que me rompió la nariz y no es para nada lindo.
—Siéntate, este proyecto no se hará solo.
Obedezco de inmediato y saco todas las cosas necesarias para lograr hacer algo del proyecto. Tecleo sin parar en mi laptop, pero no puedo hacer a un lado el incómodo ambiente que hay entre nosotros. ¿Dónde carajos está la pelirroja? Tal vez ella pueda alivianar el aire.
A mi cabeza viene el vago recuerdo sobre el proyecto de arte, y aunque me moleste preguntar, la única persona que tengo en frente es Thomas, y es el único que puede aclarar mis dudas.
—La segunda parte del trabajo de arte es individual, ¿verdad?
—Sí —contesta con seriedad.
«¡Mierda! ¡Solo hice que el ambiente fuera aún más tenso! ¿Será muy tarde para escapar?».
—¿Por qué no respondiste nuestros mensajes? Al menos... debiste avisar que llegarías tarde —pregunta dudoso.
—Eso fue porque... —Me detengo al recordar lo que está sucediendo ahora mismo en mi casa y trato de borrar ese pensamiento—. Creo que mi vida privada no te incumbe.
—Si tus acciones afectan el proyecto, entonces creo que sí me incumbe —responde tajante.
—No es así, y deja el tema por la paz. En serio no quiero hablar de eso, Garkson —digo con evidente molestia.
Ambos nos quedamos callados después de eso, la pelirroja llega unos minutos después e intenta «intimidarme», pero lo único que logra es darme risa.
Si hay un Dios, ¡por favor, dame paciencia para lidiar con este par!
(...)
Me duele la cabeza.
Mi trasero ya no soporta estar más tiempo pegado a esta silla.
Mis ojos ya no soportan ver un minuto más la pantalla de mi laptop.
Necesito un pequeño descanso.
—Capucha, ¿crees que me podrías dar unos minutos de descanso?
—No —dice de inmediato.
—¡Por favor! Mis piernas necesitan estirarse un poco.
—Párate de tu silla cinco minutos y luego vuelve a tu trabajo, eso será suficiente descanso.
Quiero golpearlo. Llevo una hora y media sentado en esta maldita silla. ¿Acaso él no está cansado? Su rostro ha mantenido la misma expresión desde que llegué, en cambio el de la pelirroja me dice que está a punto de morir por el aburrimiento.
—Iré por más libros —suelto de la nada.
—Voy contigo —dice la pelirroja.
—Les doy diez minutos, si se tardan más de eso iré por ustedes y les pondré el doble de trabajo
—Está bien, Thom. No tardaremos nada.
La pelirroja se apresura a ir primero, se recuesta sobre una de las estanterías y se desliza despacio hasta quedar sentada en el suelo.
—No te atrevas a juzgarme.
—No lo haré —le aseguro.
Yo paso la mano de libro a libro sin siquiera prestarle atención al título que tienen. Solo estoy aquí para descansar un poco, cuando se nos acabe el tiempo tomaré alguno al azar. Me aburro y termino sentándome en el suelo frente a la pelirroja.
Ella tiene los ojos cerrados y respira con bastante tranquilidad.
«¿Se durmió?».
Observo a mi al rededor tratando de buscar algo interesante y mi mirada se encuentra con una hermosa chica. Alta, tez blanca y cabello negro. Aún me queda algo de tiempo, así que ni veo nada de malo en ir y saludarla.
—Pelirroja, iré por unos libros. Vuelvo enseguida.
—Haz lo que quieras —responde ella, aún con los ojos cerrados
Me levanto y voy hacia donde se encuentra la chica, ella no tarda en darse cuenta y me dedica una sonrisa seductora.
—Hola, hermosa. ¿Cómo te llamas?
—Amanda, ¿y tú?
—Logan. ¿Qué hace una chica tan linda en un lugar tan aburrido como este?
—Debería preguntarrte lo mismo, ¿no te parece?
—En mi caso, estoy obligado a venir aquí por obra del destino.
—Creo que nuestros casos son similares.
—¿Qué te parece si tú y yo...?
—¡Aquí estás, maldito mentiroso! —La pelirroja aparece, interrumpiendo nuestra conversación—. Tenemos que regresar, si ni lo hacemos Thomas nos colgará. —Ella toma mi mano y trata de llevarme con ella, pero no la dejo.
—Ve tú, yo estoy resolviendo unas cosas por aquí.
—No. Si voy sin ti, Thom no me lo perdonará.
—Por favor, solo unos minutos —le ruego.
—Está bien, pero apresúrate.
—Gracias.
Regreso a dónde está la chica y me llevo una sorpresa cuando veo la mirada amenazante que tiene sobre la pelirroja.
—¿Tu novia?
—¡Para nada!
—Si no es tu novia, ¿por qué se mete donde no la llaman? Estoy segura de que está interesada en ti y por eso quería llevarte.
—Eso es imposible.
—Los hombres nunca se dan cuenta de nada, pero a las chicas como ella hay que darle una buena lección.
La veo, cunfundido por sus palabras. Ella toma un pequeño libro, luego se las arregla para llamar la atención de la pelirroja y se lo lanza, acertando de lleno en su cara. Le voy a reclamar, pero ahí es cuando me doy cuenta de que la chica —de la cual olvidé el nombre— no se encuentra más a mi lado.
Asustado, volteo despacio hacia donde está la pelirroja. Veo que está sosteniendo su nariz y su mirada arde en llamas por la furia.
—¡¿Por qué me lanzaste un puto libro, estás mal de la cabeza?! —grita sin importarle que estamos en una biblioteca.
—¡No lo hice yo, fue la chica que estaba conmigo antes! —grito y susurro al mismo tiempo—. Así que por favor, cálmate o nos echarán.
—¡Me importa una mierda!
Ella parece estar buscando algo, encuentra una silla de madera cerca de una de las estanterías, la levanta y me la lanza. La esquivo sin dudar y la veo tranquila, como si lo que acabara de hacer no fuera una locura.
—¿Qué te pasa, pelirroja? ¡Me lanzaste una silla! —grito ahora sin importarme lo que pueda pasar.
—Es una pena que no te haya dado, así que tendré que arreglármelas yo misma. —Ella comienza a estirar su cuerpo, como si estuviera preparándose para correr.
—¿Qué es lo que haces?
—Oh, mi querido idiota, es mejor que te prepares.
Ella se pone en posición, espera unos segundos y luego comienza a correr en mi dirección.
—¿Que es lo que estás haciendo? —Ella no responde, solo sigue corriendo hasta que llega a mí y me derriba—. ¡Maldita loca! —grito antes de caer al suelo.
La bibliotecaria viene después junto a unos guardias de seguridad y nos echa a los tres de la biblioteca, sin la oportunidad de volver a regresar. Thomas está furioso y ni siquiera nos dirije la palabra.
Ahora creo que quedarme en casa no hubiera sido tan mala idea.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro