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Capítulo 5 Conflicto de intereses

Hola...Quiero agradecer de corazón a quienes se han tomado la molestia de seguir esta historia. 

Antes de comenzar el capítulo, debo aclarar (para los que hayan leído alguna vez esta historia en Amor Yaoi) que esta es la versión corregida de Mi querido profesor. A partir de aquí es una historia completamente distinta. Si bien del original decidí conservar algunos aspectos, en realidad había muchas cosas que deseaba corregir, por ejemplo la actitud sumisa de Degel, o la personalidad de Camus al que hice un loco desquiciado, y por supuesto a la pareja de mi adorado hindú (en aquella época aun sufría por encontrar una pareja que me pareciera perfecta para él, y al no hallarla opté por seguir al fandom, pero como ya maduré ahora apoyaré con todo a mi otp).

Bueno, sin más, les agradezco nuevamente su apoyo y paciencia, y los dejo con el capítulo que espero les guste.



Degel corría apresuradamente por los pasillos de su otrora trabajo. Justo ahora debía presentarse a una entrevista laboral, y en lugar de eso estaba ahí, dirigiéndose a la oficina del director de una escuela donde ya no trabajaba y donde por supuesto su hermano no estudiaba. Entonces, ¿por qué razón Camus estaba ahí?

Antes de siquiera poder divisar la puerta, escuchó una fuerte discusión reconociendo para su disgusto una voz muy familiar –Kardia...-susurró desalentado y molesto –¿Pero qué hiciste Camus? – se preguntó a sí mismo apretando el paso. Finalmente llegó y tocó dos veces antes de abrir.

Todos en la oficina guardaron silencio por un instante volteando a mirar al recién llegado. El silencio improvisado permaneció unos segundos, hasta que el chico de orbes turquesas se levantó de su asiento –Degel-susurró en tanto su rostro era una mezcla de amor, tristeza y vergüenza.

-¡¡Milo!!- gritó su hermano jalándolo del brazo para sentarlo a la fuerza- ¡¿Pero qué diablos haces hablándole a ese degenerado?!

-¡¡¡Kardia!!!- reprendió Hasgard, completamente harto de la voz estridente del rubio quien llevaba cerca de media hora gritando. Dirigiéndose al docente suavizó su mirada –Degel, toma asiento.

El peliverde inhaló profundo, tratando de llenarse de paciencia suficiente para tolerar la presencia del mayor de los Antares. Pasando de largo se sentó junto a su hermano.

El pelirrojo lo miró fijamente, y apenado murmuró un "Lo siento".

Degel permaneció inmutable, después de todo aun no conocía los hechos, y no era ni el momento ni el lugar para reprenderlo. Así pues se dirigió hacia Hasgard -¿Qué fue lo que ocurrió?

Con un rechinido de su silla  Kardia saltó de su asiento para meterse en la conversación -¡¡Lo que pasó es que este mocoso, vino a...

-¡¡Cuidado con lo que dices!!-interrumpió Degel con voz firme y mirada amenazante, sorprendiendo a todos, incluso al orgulloso Antares que por instinto retrocedió al verlo de pie frente a él -¡He permitido que digas tonterías sobre mi, pero bajo ninguna circunstancia dejaré que con tu sucia boca hables de mi hermano!...¿comprendes?

Kardia salió del estupor inicial, y sintiéndose humillado volvió a inclinarse hacia adelante, provocando que la distancia entre los dos fuese casi nula. Sin embargo el peliverde ni se inmutó, y mantuvo sus ojos violetas sobre él como una clara advertencia de que estaba listo para enfrentarse a lo que fuera.

El ambiente de un momento a otro se llenó de tanta tensión, que parecía que el siguiente en hablar haría estallar finalmente las cosas. Sin embargo Hasgard era la autoridad, y como tal, debía intervenir -¡¡Basta los dos!!...-gritó reprendiéndolos como si fueran unos adolescentes.

Degel de inmediato se giró y volvió a su asiento, a diferencia del rubio que permaneció de pie.

-Kardia, más vale que te sientes o tendré que pedirte que te retires.

El aludido  gruñó, y enfurruñado se dejó caer sobre su silla con los brazos cruzados.

Viendo que de nuevo tenía el control sobre la situación, el mayor continuó hablando –Como les decía...El incidente se suscitó hoy en la entrada de la escuela. Según los testigos, Camus simplemente llegó y golpeó a Milo, ¿es eso correcto?-cuestionó mirando a los menores.

Apenas lo escuchó, el pelirrojo bajó la cabeza avergonzado, preguntándose ¿en qué demonios estaba pensando cuando se le ocurrió la brillante idea de ir a vengar a su hermano?...Pero la forma en que se veía Degel en las últimas semanas y la honda tristeza en su mirada cuando le contó sobre su renuncia, le hizo imposible mantenerse al margen...No obstante, ahora mismo se daba cuenta de que en lugar de ayudarlo solo le había traído muchos mas problemas. Lo único que le quedaba era hacerse responsable de sus acciones y aceptar las consecuencias.

-¡¡Fue mi culpa!!-gritó de la nada Milo poniéndose de pie, atrayendo la atención de los demás  -¡¡Yo lo provoqué, por eso él reaccionó así!!-explicó tan rápido como pudo antes de que Kardia lo detuviera –Es cierto que tal vez él vino para confrontarme, después de todo yo arruine la vida de su hermano...¡¡Pero quien empezó la pelea fui yo!!

-¡¡De qué demonios estas hablando!!- interrumpió Kardia jalándolo para sentarlo -¡¡Deja de decir estupideces y siéntate!!

-¡¡¡No!!!...¡¡No voy a sentarme hasta que el Sr. Asgard comprenda que todo...todo esto es mi culpa –musitó al final con sus tristes orbes fijas en Degel.

Camus hasta el momento había permanecido perplejo ante las palabras del peliazul..."¿Por qué miente?"...se preguntó una y otra vez, a sabiendas de que lo más lógico sería acusarlo para así librarse de cualquier posible castigo. Sin embargo ahí estaba ese tonto chico adjudicándose una culpa innecesaria...¿por qué?...La respuesta vino sola con esa última mirada que Milo le dedicó a su antiguo docente, y este simple hecho volvió a irritar a Camus a tal grado que también se levantó –Él miente –confesó de forma firme clavando sus pupilas en Hasgard –Yo vine y lo golpee, eso es todo.

-¡¡¡Lo ve!!!- gritó Kardia eufórico –Sabía que las tonterías de Milo eran para quedar bien con éste...

-¡¡Deja de llamar así a mi hermano!!- replicó Camus, enfocando sus orbes rubíes en el mayor, después de todo qué sentido tendría contenerse ahora -¡¡Es cierto que venir aquí fue un terrible error, pero nada de esto habría ocurrido si ese tipo pudiera controlar sus hormonas!!...¡¡Él atacó a mi hermano y por su culpa...

-Camus basta...-ordenó Degel obligándolo a retroceder, lo que ocasionó que  de nueva cuenta terminara cara a cara con aquel insoportable rubio. En tan poco tiempo había llegado a odiarlo tanto que lo único en lo que podía pensar era en terminar con todo de una vez por todas para no volver a verlo nunca –Esto es mi culpa –dijo sosteniendo la incrédula mirada azul de Kardia que por primera vez se quedó sin palabras –Mi error fue no entender los sentimientos de Milo. Como su docente debí darme cuenta del tipo de afecto que desarrollo hacia mi persona, y era mi obligación hacerle entender que nunca bajo ninguna circunstancia podríamos ser más que docente y alumno. Debí reportar la situación y pedir que fuera cambiado de grupo...Además...-se detuvo un momento para girarse hacia su hermano, dejando implícito a los Antares que ya no tenía nada mas de que hablar con ellos –Camus, me equivoque al pensar que lo que me ocurría no te afectaría, debí hablar correctamente contigo para así poder mantenerte al margen de todo esto. Soy el mayor, y como tal debo lidiar solo con mis problemas...-el peliverde hizo una pequeña pausa para ahora dirigirse a su antiguo jefe –Lamento mucho lo que ocurrió. Estoy consciente de que un incidente como el ocurrido hoy es inaceptable, así que aceptaremos las consecuencias.

Cuando al fin terminó de hablar, Asgard sonrió de manera comprensiva –De acuerdo. Entonces solucionemos  esto...

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Afuera de la oficina

El cambio de turnos había terminado, y todos los alumnos de la tarde ya se encontraban en sus respectivos salones, lo que permitía gozar de un ambiente relativamente tranquilo, y esa relatividad se debía a que desde hacía más de 30 minutos una absurda y ruidosa pelea verbal se llevaba a cabo en la dirección del colegio. El director, no aguantando más, en algun punto simplemente dejó que Kardia se desahogara y gritara solo.

Todo era un completo caos, y nuevamente su gran amigo Milo parecía ser el epicentro de ese desastre, sin embargo, Aioria más que lamentar la espera, parecía disfrutarla. Y no es que el lugar fuera su preferido o estuviera atento a las tonterías vociferadas en la oficina; su regocijo se hallaba a poco más de un metro de él. Frente a sí se encontraba la más hermosa creatura que hubiera visto en su vida, un bello y grácil chico de largo y brillante cabello rubio y ojos azules que leía completamente indiferente a lo que ocurría a su alrededor.

Aioria se aclaró la garganta para llamar su atención, pero el rubio continuo leyendo como si nada.

-Ya se demoraron demasiado...-se aventuró a decir un poco nervioso, intentando entablar una conversación.

El rubio siguió sin prestarle atención, lo que para muchos sería la señal definitiva para rendirse, pero Aioria era optimista, así que sin perder tiempo comenzó a idear un plan para acercarse.

Lo primero fue observarlo atentamente. El hermoso chico vestía un elegante uniforme de la escuela Campos Elíseos, lo que indicaba que provenía de una familia pudiente y que sería difícil impresionarlo con frases desgastadas o simples cumplidos. Además el libro que leía tan concentrado era un volumen grueso de hojas amarillentas y pastas elegantemente decoradas, lo que significaba que no leía para pasar el tiempo, sino por amor a la literatura. Antes de dar el paso definitivo para iniciar una conversación, ladeo un poco la cabeza y leyó el título del libro, El arco iris de la gravedad ..."Lo tengo"... dijo para si mismo, y sin mayor preámbulo se deslizó por la banca hasta quedar frente a él.

El otro volvió a ignorarlo.

-¡¡Oye!!-gritó ya desesperado de ser ignorado.

El chico rubio al fin lo miró, pero mas que tener una expresión tierna y dulce parecía enfadado...-¿Deseas algo?-preguntó secamente.

"¿Desear algo?"...repitió Aioria mentalmente, ruborizándose al instante con las mil imágenes vergonzosas que venían a su mente con esa simple pregunta. Acalorado se mordió un labio –Los arcoíris...-fue lo primero que le vino a la mente –Los arcoíris raramente aparecen a mediodía.

El joven rubio lo miró sin comprender.

Aioria tragó saliva. Tener esa mirada cielo clavada en su persona lo hacía sentir nervioso como nunca -Para que aparezca el arcoíris la luz del sol necesita atravesar la gota de lluvia en un ángulo de 42º. Esto no es posible si se encuentra en el cielo en un ángulo mayor a este como ocurre a mediodía, en el cenit –explicó a tal velocidad que al final tuvo que respirar hondo.

Aunque lo cierto es que había lucido como tonto, esperaba algo como una muestra de admiración o al menos un atisbo de curiosidad en aquel chico.

En lugar de eso, el ojiazul enarcó una ceja –¿Es todo?- preguntó muy serio, y al no obtener respuesta, tranquilamente tomó su libro y reanudó su lectura.

Si bien Aioria seguía fascinado por ese rostro angelical, era obvio que aquel chico era todo menos una dulzura, además de que lo estaba tratando como tonto...o tal vez..."¿Solo se hace él difícil?"...Ilusionado con esa nueva perspectiva, apretó los puños y se puso de pie dispuesto a sentarse a su lado.

Entonces la puerta se abrió. El primero en abandonar la oficina fue Milo, quien cabizbajo caminó directamente con su amigo.

-¿Qué pasó?- cuestionó el castaño tomándolo de los hombros.

Milo solo negó con la cabeza, y no era que el dichoso castigo impuesto por el director le importara, lo que de verdad lo tenía mal era que todo con Degel parecía ir de mal en peor. Entonces, una idea vino a su cabeza..."Si Camus estará aquí, es muy probable que Degel venga alguna vez por él". De la nada una sonrisa esperanzada apareció en su rostro, algo que pareció sospechoso tanto a Aioria como a Kardia que recién los alcanzaba.

-Ya es tarde, ¿quieres que te llevemos a casa?- preguntó el rubio Antares al castaño, ignorando por completo el tonto y radiante semblante de su hermano.

-No, gracias. Llamé a Aioros y no creo que tarde en llegar.

-Entonces esperaremos contigo- declaró un muy relajado Kardia, decidido a aprovechar la oportunidad para ver a su amigo Aioros -Mientras llega voy a la cafetería, ¿quieren algo?- preguntó recibiendo una negativa por parte de Aioria, en tanto Milo parecía seguir en su mundo de ensueño.

Kardia partió, y Milo seguía sumido en sus pensamientos, lo que permitió que Aioria buscara con la mirada al joven rubio.

Éste se había levantado de su asiento para dirigirse a Camus, quien lucía mucho más tranquilo ahora que las cosas se habían solucionado.

Aioria entonces decidió darles un momento, y luego interceptarlo cuando estuviera por irse, o al menos ese era el plan, pues de pronto el ojiazul tomó entre sus manos el rostro de Camus y lo besó suavemente.

-¿Nos vamos?- preguntó el rubio al tiempo que jalaba al confundido y sonrojado pelirrojo hacia la salida donde ya los esperaba Degel.




N/A: Perdonen si hay faltas de ortografía o sintaxis, prometo corregirlas pronto.

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