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•°•¿Vanessa?•°•

— ¡Hagamos robots de seguridad! — dijo Phineas con una sonrisa. — Podríamos usarlos para protegernos de Tony, no es un experimento tan grande como acostumbramos, pero al menos por una vez hay que pensar más allá de la diversión, no podemos continuar poniéndonos en riesgo.

Intercambiaron miradas aprobatorias.

—Es una excelente idea, Phineas — dijo Ferb, acercándose a el. — Hay que hacerlo, podemos reutilizar material de nuestros antiguos robots y comandos— Phineas sonrió.

— Dígannos en qué podemos ayudar — Isabella y los demás estaban ya levantados del sofá, dispuestos a apoyar en lo posible.

— Muy bien, ya que estoy aquí, también me gustaría ayudar— habló Irving, desde el otro extremo de la sala, cruzado de piernas sobre un sillón individual.

Todos lo observaron un momento, seguían sin comprender cómo es que podía pasar desapercibido tan fácilmente.

— Esta bien... ¡Vamos! — Dijo el pequeño pelinaranja y se encaminó a la cochera.

Ya ahí, tomaron algunos materiales y comenzaron a trabajar; mientras Buford, Baljeet, isabella e Irving trabajaban en la armazón de los robots, Phineas y Ferb trabajaban es la tarjeta madre que sería implantada en ellos, complementando sus ideas para obtener un buen resultado con su trabajo.

— Phineas... — habló Ferb, había recordado que esta mañana Phineas había llorado y cuando iba a escuchar el porqué su "querida" (nótese el sarcasmo) vecina de eterna friendzone, había irrumpido en el jardín.

— ¿Si? — Phineas alzó la mirada de el computador en el cual trabajaba con los programas de control. — ¿Qué pasa? 

Sonrió con dulzura a su hermano, a Ferb le encantaban las sonrisas de Phineas, el que fuera tan risueño, por supuesto, era algo fantástico para él.

— No respondiste mi pregunta hace un rato... ¿por qué llorabas en la mañana?— Phineas recordó ese penoso incidente y sus mejillas se tiñeron de un lindo color carmín.

— S-Sobre eso... bueno, en realidad... — no quería ocultarle cosas a su hermano, Phineas nunca fue alguien tímido, pero cuando se trataba de Ferb, en ocasiones, simplemente no podía evitarlo. — Es que, estaba pensando... — se alejó del computador, estaba sentado en una silla de oficina, aquellas con ruedas, por lo que no fue difícil acercarse a su hermano, quien estaba cableando una especie de chip, pero al ver que se acercaba se detuvo para prestar su total atención al pelinaranja. — Que quizá algún día, tú y yo nos tendremos que separar... no quiero Ferb, yo... — los ojos del menor se cristalizaron y sus mejillas rojas combinado con eso daban una imagen de Phineas muy dócil y tierna, al menos para el peliverde era así. — Quiero estar contigo siempre, sé que suena egoísta, pero no me imagino un día tan solo sin que estemos juntos, antes de conocerte podría haberlo soportado, pero desde que papá te trajo con él... no tolero la idea de perderte. — y ahí iba de nuevo, sus ojos estaban acuosos y una lágrima traicionera se escapó de los ojos de Phineas, abriendo una especie de barrera que pronto dejaría salir a las demás.

Ferb estaba estupefacto, Phineas a menudo decía cosas tiernas, pero esto... realmente sentía una sensación de calidez en el pecho que no comprendía, su hermano lloraba, pero la razón era tan linda que lo único en lo que pensaba al verle de ese modo era que era la cosita más dulce y bonita del planeta.

— Wow... Phineas, yo... 

— Sé que es algo ridículo, por que... es inevitable que nos separemos, por que de todas formas, si no es por la universidad, será por alguna chica, hermano... quiero que seas feliz, pero no puedo evitarlo... me pone mal el saber que eso pasará un día y que yo no podré hacer nada para evitarlo... — sus lágrimas no se detenían.

Ferb sonrió, fue hasta Phineas y lo abrazó, este se sorprendió, pero su llanto cesó, se escondió en el pecho de Ferb, quien comenzó a acariciar su cabello.

— Phineas, yo no pretendo alejarme de tí, ni la universidad ni una mujer podrán hacer que me aleje de mi lindo hermano. — sonrió haciendo sonrojar al más bajo, quien abrazó con fuerza a su hermano, aspirando ese aroma cautivante y varonil que despedía Ferb, ese que tanto lo tranquilizaba.

— Te quiero, Ferb... 

— Y yo a ti, Phineas.

Después de dos horas aproximadamente, estaban listos tres robots, los cuales estaban resguardados en un pequeño estuche que se asemejaba a un cajita musical, cada uno de los presentes tenia una pulsera en la muñeca, estas tenían un diseño abstracto de varios colores fosforescentes, cada una tenía la inicial de su dueño, salvo la de los hermanos, estas poseían las iniciales de ambos, estas pulseras eran censores que al sentir alteración de los nervios o sentimiento de miedo en alguno se activaría de forma inmediata y aquellos robots saldrían disparados de su estuche al rescate, claro que no dañarían a nadie, estaban programados con las reglas de las artes marciales, es decir, solo defensa por ataque.

Luego de una prueba (mostrando a Candace -a quién también habían dado una pulsera sin saber que era, la cual se quedó por su buen diseño- una rata, con lo cual empezó a gritar y en donde los robots fueron inmediatamente a socorrerla, llevándose a la rata a un lugar bastante alejado para que no la asustase más, pero que por supuesto ella no vio nada lindo y corrió a acusarlos con su mamá) habían dado por terminada su labor.

— Vaya... estoy algo hambrienta— dijo Isabella, poco después la madre de los Flynn abrió la puerta del jardín invitándolos a entrar para merendar.

Y como era usual del termino de un nuevo día, Perry hacía acto de presencia.

— Oh, ahí estas Perry. 

Habían pasado dos semanas luego de la invención de los robots, estaban teniendo muy buenos resultados, ninguno de los amigos había salido herido nuevamente; muchos artistas al enterarse de ellos, pedían a los amigos que les hicieran robots como guardaespaldas, cosa que como siempre los bondadosos chicos hacían sin problema, además claro de realizar otros proyectos para su diversión.

Hoy, aprovechando que habría una lluvia de estrellas, los amigos pensaron que sería buena idea ir a una de las montañas que rodeaban el Área Limítrofe, harían una especie de excursión. Llegada la tarde los hermanos se reunirían con los demás en el inicio de la escalinata, pero aún estaban empacando lo necesario.

— Vamos Phineas, date prisa— decía Ferb, con una divertida sonrisa plasmada en su rostro.

Phineas metió uno de sus antiguos inventos a la mochila, ese en el que de un pequeño cristal surgía una espaciosa y lujosa cabaña en la cual dormirían todos, pues, según Irvin, era mejor no dormir a la intemperie. Se colocó la mochila y tomó la mano de Ferb.

Cada día que pasaba, Phineas sentía cada vez más ansias de estar cerca de Ferb, ¿es normal querer siempre  estar cerca de tu hermano, verdad? El querer abrazarlo, que te sonría, que te mime, te cuide y cumpla tus caprichos, si, seguro es muy normal. Al menos eso creía el.

Ferb se encaminó a la puerta llevando a Phineas con él y ambos salieron de casa.

Era aún muy temprano, pero es que los hermanos no se dirigían aún a la colina, irían primero al supermercado, donde su madre les esperaba para ayudarlos a elegir algunos postres y cosas para comer en la lluvia de estrellas, conocido por ser en evento cósmico muy romántico; al llegar a este, ambos entraron a la tienda, su madre los divisó y corrió hacia ellos. Los tres vagaron buscando diversos tipos de bocadillos, Ferb se separó un momento de ellos avisando que iría al baño.

Fue y luego de salir, estando en busca de su adorable hermano y su mamá, escucho unos fuertes gritos que provenían de un pasillo solitario a un lado de los baños de dama, se asomó a ver que sucedía, grande fue su sorpresa de ver a Tony, acosando a una chica de largos cabellos castaño oscuro y piel levemente bronceada, la reconocía, era Vanessa, la chica de la cual estuvo enamorado por años, si no recordaba mal, era hija de un científico algo extraño, no la había vuelto a ver, quizá por que ella se fue con su madre hacía un tiempo.

Frunció el ceño y acercándose rápidamente a Tony, le dio un empujón.

— ¡Déjala en paz! — gritó, dejando a la chica muy sorprendida y a Tony muy cabreado.

— ¡No te metas, Flynn! — Habló el azabache. — Tengo derecho a hacer lo que quiera, ella es mi novia.

— Ex-novia — corrigió la chica cruzándose de brazos.

— Sílabas insignificantes — contraatacó él, encogiendo los hombros en señal de desinterés.

— Como sea, ella no parece cómoda, así que lárgate antes de que llame a seguridad.

Tony chasqueó la lengua y apresuró el paso para salir de ahí.

— Ferb...

— ¿Ah? — Se giró a ver a la castaña, quien le sorprendió con un repentino abrazo.

— ¡Ferb, eres tú!, ¡cuanto has crecido!

Ferb, algo perdido, correspondió al abrazo.

— Un gusto verte también, Vanessa...

Hello my friends, aquí otro cap más, espero que les guste.

Wolfblood064

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