❤ Quiero amarte - Parte 3/? ❤
— ¡Es que ya lo intenté! — El joven de piel grisácea observaba a su amigo peliverde con el ceño fruncido, acompañado de una obvia mirada cargada de desesperación — Él simplemente no quiere verme— suspiró, sabía que se había ganado la actitud indiferente del moreno, pero dolía de igual forma, jamás imaginó que Baljeet podía llegar a ser tan frío y tan severo respecto a su castigo. ¡Las últimas tres semanas enteras se las había pasado con el imbécil de Irving!
Bastaba con decir que su sangre hervía cada vez que los veía juntos como para darse cuenta de que el desdichado tipo se arrepentía enormemente de haber pretendido follar con alguien más que no fuese el lindo hindú, es decir... Joder, lo sabía, el menor le había gustado desde que salieron de la secundaria, aún así no se atrevía a decir nada... ¿Por qué? Porque se negaba aceptar que le gustaba un chico, porque su mente jodidamente cerrada le impedía darse cuenta de que estaba en un error cuando tiraba con media ciudad por querer arrancar al de preciosos rizos negros de su corazón.
Había tenido el mejor sexo de su vida en compañía de Baljeet, sabía que el muchacho gustaba de él, es más, le quería, quien sabe si no algo más... ¿Por qué era que quería acostarse con Isabella? Ah, sí, por "probar su masculinidad"... estupideces que uno hace cuando no recibe los cuidados prenatales. Se sentía un idiota, y eso era realmente poco, había visto llorar a Baljeet por él, por culpa suya esos hermosos ojitos se habían llenado de lágrimas.
Ahora por más que quisiese acercarse al moreno, este no le dejaba hablar; en el rodaje apenas cruzaban palabra, eso se debía principalmente a sus diálogos en la película de ese tonto ex-nerd de Irving, odiaba a ese tipo, de verdad que si. ¡Se la pasaba pegado al moreno como garrapata! Sin embargo, participar en esa dichosa grabación era la única manera en la que podía estar cerca del hindú, de otra forma no había manera de que éste no rehuyera a su presencia.
Había estado lamentándose todos los días desde aquella noche, faltaba una semana para que el mes se terminase, las vacaciones de verano se estaban pasando aceleradamente, tenía poco más de un mes para poder hablar con el moreno puesto que, una vez regresando a clase, Baljeet tendría más razones para evitarle.
— Honestamente, Buford, eres un idiota — gruñó Ferb, durante todas sus idas matutinas al gimnasio se encargaba de hacer que Buford pidiera disculpas a Baljeet, él estaba dispuesto, lo sabía, pero no hacía todo lo posible por hablar, si hubiese sido él, seguramente habría encerrado a Phineas para que fuese capaz de hablar sin interrupciones.
— ¿Vas sólo a insultarme? — bufó un abrumado Buford, dejando de lado las pesas de diez kilos que portaba en sus manos para después mirar a su amigo con evidente fastidio — Siento no ser un maldito genio como tú... ¡Anda! — le dedicó una provocadora sonrisita, de esas que gritaban "estúpido" a los cuatro vientos — Ilumíname, mi apreciado y sabio Ferb... ¿Cómo coño hago que ese cabezota me escuche? Claro, sin que intervenga su jodido guardaespaldas robótico y su patético noviesito.
El peliverde observó a Buford como si fuese la cosa más rara y ridícula que hubiese pisado el planeta, cruzó los brazos sobre su pecho y sonrió burlón — Nunca creí que un chico te pondría así de malo, bueno, no al menos hasta que el sexy moreno se desarrolló — escuchó un gruñido proveniente de la garganta del bravucón, quien mantenía su ceño fruncido. — Sé que soy un genio, pero hasta el más idiota sabría que... — apretó los labios para después soltar una suave risita — Al parecer también me equivoco, aún si soy un genio confiaba en que hasta el más idiota sabría acorralar a esa persona que le gusta sin hacer que se alertara, pero ya vi que no, de todos modos, te ayudaré siendo tu cerebro por un par de minutos — se puso algo más serio, su sonrisa desapareció — Las personas se atontan si las mantienes demasiado ocupadas como para pensar, y Baljeet no te tiene miedo, estoy seguro de que... no se cómo o por qué pero te quiere, de modo que si encuentras la forma de distraerlo con sus sentimientos, habrá algún modo de llevártelo a algún sitio en donde sólo estén los dos, o, por lo menos, podrás sacarle alguna cita o hacer que te responda los mensajes — se encogió de hombros, como si fuese lo más obvio del mundo.
Buford le dedicó una larga mirada a Fletcher y asintió.
El moreno permanecía leyendo aquel nuevo fanfic de Wattpad que había sido publicado esa misma mañana, recargado en los bajos portones de madera del jardín de los Flynn; aún no era hora del último rodaje para la película de Irving, pero sabía que si no se preparaba y salía de casa para ir antes de comenzar a leer, seguramente se olvidaría de que debía ir. La madre de los chicos le había dejado entrar antes de ir a jugar canasta con sus amigas, aún así prefirió mantenerse ahí hasta que ellos regresaran, según tenía entendido, Ferb había ido al gimnasio y Phineas había ido a casa de los García-Shapiro a hablar con Isabella respecto a los vestuarios que usarían para la culminación de la película.
— Se sentía perdido, era como si, de pronto, todo su mundo se hubiese venido abajo. Todo resultaba repentinamente irritante y las ganas de llorar eran tantas que era todo un triunfo que sus mejillas permanecieran secas... — ¿A quién le recordaba? El moreno suspiró, se preguntaba por qué aún sabiendo que no debía leer cosas de ese tipo, lo hacía, le lastimaban, pero le gustaban tanto... lo mismo pasaba con...
Y Buford regresaba a su mente sin permiso alguno, ahí estaba otra vez, lamentándose por el hecho de tener tan malos gustos.
¿Por qué no podía simplemente fijarse en alguien más? En alguien como... ¿Irving? Él era un buen chico, atractivo y amable, pero aunque su cerebro supiese acerca de ello, su corazón se negaba en rotundo a pensar siquiera en tener algo con una persona ajena a su torpe amigo de piel grisácea, aunque en este punto no sabía ya si eran siquiera amigos.
Miró de vuelta al celular, sus ganas de leer se habían ido por completo. Guardó el pequeño (no tan pequeño) aparato en el bolso de cuero que colgaba de una tira de tela fina que se cruzaba desde su clavícula izquierda hasta la parte derecha de su cadera. Abrió el portón de madera que separaba la acera del patio de los hermanos y entró, se sentó bajo el árbol, ese que diariamente era testigo de todo lo que pasaba ahí, siempre frondoso.
Atrajo sus piernas a su pecho, haciéndose bolita luego de esconder su cabeza en ellas y lloró, sabía que nadie vendría justo ahora, Phineas a pesar de estar en la casa del frente seguro demoraría un poco puesto que tenía entendido faltaban algunos detalles para concluir con los vestuarios, Ferb se iría para allá apenas salir del gimnasio, si no es que ya estaba ahí, los adultos de la casa estaban trabajando, excepto Linda, que estaba con sus amigas. Todos los demás vendrían más tarde, estaba seguro, la mayoría eran sólo adolescentes impuntuales.
Estaba molesto consigo mismo por estar llorando, Buford no merecía su llanto, pero el dolor simplemente no podía ser ignorado, le dolía terriblemente el hecho de no ser suficiente para él, el que le hubiese humillado de esa manera. Podría sólo haberse marchado antes de hacerle eso y hubiese sido mucho mejor, así seguirían siendo amigos, incluso si sus sentimientos no eran correspondidos al menos se habría evitado un corazón roto.
Sus sollozos incrementaban, su voz se volvía más aguda, sus mejillas aún escondidas entre sus piernas lucían un tono rojizo al igual que el contorno de sus ojos debido a la fuerza con la que lloraba, no había nadie, así que... ¿Qué importaba?
— ¿Baljeet...? — su cuerpo se tensó de inmediato apenas oír esa voz provenir de algún lugar cercano, era la que menos quería escuchar en ese momento, pero ahí estaba. — T-Tú... ¿estás llorando?
Baljeet frunció el ceño y por fin sacó su rostro de entre las piernas para mirar fijo y con enfado a aquel idiota que preguntaba una cosa tan obvia — No, imbécil, estoy sudando por los ojos — se levantó del césped y sacudió la parte trasera de sus ajustados vaqueros para después limpiar con rabia sus mejillas, detestaba la idea de que ese tipo le viese llorar, pero si ya lo había hecho... ¿Por qué mentir?
Habían pasado tres semanas desde aquello, había llorado casi todas las noches desde entonces pese a no ser su intención, solía distraerse en sus salidas con Irving, estudiando el guión para la película del mismo y leyendo cualquier cosa, la música también ayudaba. Pero hoy que la película terminaba, ya no tenía la mayor distracción de su día a día, sería tan difícil el pensar en volver a ir a hacer proyectos nuevos a casa de los Flynn sabiendo que Buford estaría ahí, y, sin embargo, le torturaba la idea de no verle otra vez.
Y ahí se encontraba, frente a frente con el gigantón que ocupaba sus pensamientos, este le miraba con preocupación, se mordía levemente su labio inferior, nervioso. Baljeet bufó con molestia y caminó hasta llegar a la puerta de cristal que separaba la casa del patio. Estaba por abrirla cuando el mayor habló.
— Lo siento tanto, no quería herirte de esta manera — suspiró, ganándose una mirada incrédula del hindú, quien después de unos momentos de procesar lo dicho soltó una risita amarga. El más alto de los dos mentiría si dijera que eso no le había dolido, no era esa linda risa que tenía el menor, melodiosa e intelectual, era una risa irónica, cargada de dolor, tristeza y resentimiento.
— Yo tampoco quería ser lastimado de esta manera, pero ya lo ves, no todo se puede en esta vida — se encogió de hombros, abriendo la puerta corrediza — Pero no debes preocuparte, te superaré, Irving me ayudará a hacerlo — eso no era del todo mentira, justamente la noche anterior el susodicho le había pedido darle una oportunidad para pretenderle, pues, según él, sentía algo que no podía definir por el moreno, por eso el llanto, no quería lastimar a su amigo, pero algo dentro suyo le decía que por mucho que el de cabello casi rojizo intentara, no podría conquistarle.
Entró en la casa y cerró tras de sí, dejando a un Buford boquiabierto, dolido y con una creciente irá en su interior, entró en cólera imaginando a la pareja compartiendo momentos acaramelados, eso era demasiado... ¡Sólo debía ser él quien se pusiera pesado y meloso con SU nerd!
Mordió con más fuerza su labio inferior, abriendo una pequeña herida de la que sangre increíblemente roja comenzó a brotar, una de sus manos se fue a su rebelde cabello y lo apretó con frustración. ¡No! No permitiría que eso sucediera, no por algo tan estúpido, ni siquiera había tenido sexo con Isabella, ni con ella ni con nadie después de Baljeet, no había podido, su cuerpo no respondía igual después de haberle hecho el amor a él.
Con grandes zancadas avanzó hasta llegar a la puerta corrediza, la abrió, entró y cerró detrás suyo, tratando de contener su ira para no romperla en pedazos. Miró al rededor, un Baljeet sorprendido le observaba desde la cocina, con un vaso de agua en su mano derecha, frunció el ceño apenas verle y se volteó para beber de él, al terminar su contenido se acercó al fregadero para lavarlo.
— Tenemos que hablar — su voz era grave, pero su enojo la hacía sonar aún más profunda.
— No, no tenemos — no le miraba siquiera, esto solo aumentó su furia.
Baljeet regresó el vaso a su lugar, iba a salir de la casa, pasando por su lado, ignorando su presencia, pero Buford no le permitiría huir.
Tomó la mano del menor, quien de inmediato frunció el ceño con disgusto e intentó liberarse, pero el más alto le rodeó la cintura con su brazo libre y atacó sus labios en un beso desesperado, el menor sintió la suavidad de los labios ajenos y se sobresaltó, el sabor metálico de la sangre se hacía presente en su boca pero predominaba el sabor de la menta fresca del aliento de su odiado/amado bravucón. En un principio el moreno se resistió y golpeaba inútilmente el pecho del de piel grisácea, desgraciadamente, este era más duro que una roca y no causaba ningún efecto en él. Se rindió e inconscientemente le siguió el beso, Dios... sólo los había probado la noche de su primera vez y ya los extrañaba. Rodeó el cuello del mayor con sus delegados brazos y se dejó hacer. Odiaba caer tan fácil ante los encantos de ese troglodita.
Buford pasó sus manos desde su cadera, deslizándolas de forma suave por sus glúteos hasta llegar a la parte trasera de sus muslos, mientras su experta lengua se deslizaba por entre los labios del menor, sus manos le alzaron, haciendo que este enredara sus piernas en su cintura. Buford caminó con Baljeet sosteniéndose de él hasta el sofá, dónde colocó a un jadeante moreno quien le miraba con ojitos brillosos, anhelante. ¡Joder! Amaba esa vista, y, al parecer, su entrepierna también.
Intentó volver a besarle pero la puerta principal fue abierta y las voces de los hermanos peliverde y pelinaranja de hicieron escuchar, venían riéndose de a saber qué cosa. Baljeet se levantó de inmediato, acomodando vagamente su ropa, sonrojado hasta las orejas. Hizo el amago de ir a la recepción, pero Buford le sostuvo de la mano.
— Esta noche espérame despierto, necesitamos hablar, por favor, Bal... — el mencionado le miró con duda por unos segundos, hasta que, finalmente, asintió.
— Es tu última oportunidad, si lo echas a perder, puedes olvidarte de mí para siempre, no necesito más de tus tonterías y no eres el único ser humano en el planeta — quitó su mano del agarre del chico pálido de manera brusca y fue a la puerta, dónde recibió a los hermanos con una gran y falsa sonrisa.
Wolfblood064
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