Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

V

—¿Es aquí?

—Hasta donde Barns me dijo, esta era la dirección.

—¿Debería confiar en tu escaso instinto?

—Más que deber, te conviene.

—¿Por qué?

—Ya verás.

No era como si a Shania le simpatizara la idea de pisar una penitenciaria, así como si nada, como si fuese un lugar al que recurría todos los días. Por fortuna o desgracia, le ayudaba a mantener su tranquilidad el simple hecho de Arthur estaba a su lado y sumando que era dos años mayor que ella. Él era el adulto responsable después de todo.

Ambos eran adultos, pero aun así, ella se sentía protegida con su compañía.

—Eh... Arthur...

—No creas que este lugar no me asusta, Shania. Estoy igual o hasta peor que tú de asustado. —se sinceró. Después de todo, era un ser humano.

—No hace falta que lo menciones.

Y las miradas de cada uno de los reos era lo que los mantenía alerta a ambos, sobre todo a la fémina. El ver tantas caras acechándoles como si fuesen una presa a la cual quería capturar no se le hacía nada gracioso. Hasta pensaba en dejar a Arthur a su propia suerte y que él continuara su camino.

Pero quería ayudar a Drake, se lo merecía después de todo lo que ha ocurrido en su corta vida.

—¿Por qué nos miran tanto? —indagó Shania con el volumen de voz más bajo posible. Tampoco deseaba llamar la atención.

—Nunca hemos estado aquí.

—Pero algunos tienen cara de querer asesinarnos...

—Pues la única forma de conseguir más información es a través de alguien que estamos viniendo a visitar.

Cuando cruzaron el final del pasillo y llegaron a una sala, supieron ambos que por fin podrían darse un respiro y dejar de temer por sus vidas.

—¿De quién se... trata...?

Y al otro extremo de aquella sala, un reo venía resguardado por dos policías y con las manos tras la espalda. Asumía que tenía esposas en sus muñecas, pues uno de los policías tenía sujeto a aquel hombre que, a juzgar por su rostro, parecía tener cerca de treinta años con lo mayor que dejaba notar su descuidado aspecto.

—Oye, su cara me asusta... —fue lo que soltó la de ondas rojas como un acto reflejo.

—Confía en mí. —sentenció el chico para luego encaminarse delante de la pelirroja.

Shania no tenía un buen presentimiento acerca de aquel sujeto. Se veía como un maleante, era aterrador. Estaba casi segura que él habría acabado con muchas vidas y, entre ellas, la vida de Drake.

Quería sentirse valiente, quería sentir que estaba todo bien, quería que todo acabara lo más pronto posible para huir de ese áspero lugar.

El reo fue ubicado en una mesa, ellos dos se dirigieron a ese mismo lugar. Arthur tomó asiento como si se tratara de una cosa que sucedía todos los días, mientras que Shania no podía mantenerse quieta, aun si estaba de pie. Lo único que quería era vomitar del estrés y ansiedad por el que su cuerpo estaba pasando.

—Hasta que por fin te vuelvo a ver, maldito enano de metro y medio.

—Por lo menos no terminé en una penitenciaria. —respondió Arthur con cierta superioridad.

El contrario se había puesto de pie y fue sujetado por el policía, sujetando sus muñecas. Shania temió un momento porque sintió que Arthur recibiría un puñetazo por parte de aquel barbón desconocido. No necesitaba más accidentes, no necesitaba presenciar un acto sangriento en ese momento, no necesitaba nada más que paz.

—Qué demonios quieres, McKenna. —ladró el contrario ni bien fue obligado a sentarse.

—Necesito que me respondas con la verdad y nada más que la verdad.

—Ahora te crees oficial para venir a interrogarme. —alegó utilizando un tono burlón.

—Ojalá lo fuera, pero Adolphson y la policía se encargaron de ti ¿Recuerdas?

Realmente no era tan necesario recordar ciertas cosas, pensó la chica.

El tipo quería golpearlo, en su rostro fruncido y en sus hombros alzados se notaba que se contenía al ser sostenido por los policías. Shania agradecía que aquel grandulón no recordaba que podía usar los pies para propinarle una patada al muchacho periodista.

—O-oye Arthur ¿No crees que estás yendo muy lejos con...?

—Claro que no, mira. —y si bien parecía que Arthur estaba de lo más normal mientras miraba directo al reo, Shania notó que su antebrazo izquierdo temblaba débilmente. Por supuesto que también estaba con el corazón en la boca— Entonces... Jackson —y para esconder su nerviosismo, recogió sus brazos, colocándolos en la mesa y sonriendo con una pizca de burla, prosiguió— ¿Qué se siente estar condenado a cadena perpetua, compañero?

Shania no había visto venir aquel comentario.

—¿Compa... ñero?

—¿Vienes a burlarte de mí? —fue interrumpida por aquel reclamo y un pisotón proveniente del tipo encarcelado.

—Más que burlarme, apiadarme, tal vez. —pero el tono neutro de Arthur no estaba ayudando a que las cosas estuvieran más calmadas, era todo lo contrario— Aunque ¿Por qué debería tenerte lástima?

—Ya cállate.

—Tu ambición te llevó muy lejos esta vez, Frederick.

—¿Y qué si sí? —el tipo nombrado por "Frederick" ya tenía la cara roja de molestia— Nada de lo que hagas va a regresar a la vida al inútil de tu amigo y, por si no lo sabes —una sonrisa desafiante y maliciosa fue lo que enseñó al joven muchacho McKenna—, él también estaba metido en la misma mierda que yo.

—No me sorprende si tenía tan malas juntas como lo eran Miller y tú.

—Si está a tres metros bajo tierra es porque bien merecido se lo tenía. No necesitábamos a ningún soplón en la...

—¡Lo que dices es mentira!

De repente, un silencio sepulcral fue todo lo que se oyó en la triste sala de visitas luego de que la pelirroja expulsara aquel grito, negando todo aquello que el contrario frente a ellos estaba diciendo. Era tanta su desesperación en ese entonces que se había puesto de pie por inercia, y unas lágrimas amenazaban con salirse de su lugar, tenía los pómulos coloreados de carmín y sus puños cerrados estaban colgados a los costados. Su cuerpo estaba temblando.

—Oh, vaya, pero miren qué tenemos aquí...

Shania sintió volverse pequeña después de que aquel tipo la mirara tan directamente. 

—No me digas que...

Arthur estaba por ponerse de pie al notar la sonrisa maliciosa de aquel tipo de corpulenta textura.

—¿Sabes algo, nena? —Frederick se puso de pie, cosa que Shania, al notar su enorme estatura, se cuestionó cada vez más con qué clase de juntas había tenido el chico de su apartamento en vida ¿Cómo es que se atrevió a traicionarlos si con tan solo verles la cara y con la mirada ya estaban clavándole mil dagas en el pecho?— Ese tipito quiso pasarse de listillo con nosotros, cosa que no le convino en lo absoluto, así que —sonrió, mostrando los dientes— bien merecido se lo tiene por meter sus narices donde no debía.

—Él jamás pod-.

—¡Pero por supuesto que no podría hacerle daño a nadie ¿No?! —rio siendo completamente burlesco e hiriente. Notó que a la chica definitivamente sí le afectaba toda esa situación. Su risa era lo suficientemente desquiciada como para que los policías estuvieran alerta por cualquier movimiento en falso que pudiera hacer— ¿Eso fue lo que te dijo a ti también, eh, niña?

—Él no...

—Sí. —tiró el cuerpo hacia delante, inclinándose en dirección a ella y, con tan solo ver aquella mirada sin vida y gélida, quería salir lo más rápido posible de ese lugar— Sí fue capaz de asesinar a alguien con sus propias manos, a muchos. Él fue un asesino tanto como yo, como el jefe, o tanto como cualquiera de nuestra pandilla.

—No es verdad.

—Pues cree lo que quieras, niña. —se sentó nuevamente y como si no hubiese dicho nada fuera de lugar, se recostó sobre el espaldar de su asiento de madera— Él es tan culpable de todo como lo fui yo...

Y lo último que soltó fue la gota que derramó el vaso. Su corazón ya no podría soportarlo.

—Asesinó al jefe, y yo a él.

—¡BASTA!

Arthur no vio venir el puñetazo hacia la mesa proveniente de la pelirroja. Dio un brinco en su lugar y miró hacia el rostro de Shania, quien seguía de pie.

Era bastante obvio que la chica ya no tenía autocontrol para sus emociones, tristemente, Arthur era consciente de eso por ciertas incidencias en la oficina de la imprenta.

—Sh-sha-.

—No pienso seguir aquí, me voy. —y después de anunciar con firmeza, Shania se esfumó del lugar, corriendo como pudiera hacia la salida y sin siquiera mirar si alguien la estaba siguiendo o no. 

Si, por lo menos, Arthur iba tras ella.

—Oye, McKenna.

El aludido regresó la mirada hacia Jackson.

—¿Ahora qué? —respondió con irritación. Lejos de sentir lástima o miedo, ahora la molestia era lo que dominaba en su masa gris.

—Si yo fuera tú, andaría cuidándola cuánto más pueda a partir de ahora.

Arthur no comprendió.

—¿Qué estás...?

—Esto no ha terminado aquí, McKenna.

—Qué quieres decir con e-.

—Podré estar encerrado como un puto perro en esta jaula. —espetó inclinándose hacia el chico, aún sentado en su lugar— Pero los demás no lo están.

—Son una maldita plaga. —se puso de pie y, por poco, tiró la silla hacia atrás, golpeando a otro encarcelado y este no reaccionó por el simple hecho de que su visita pidió no lo hiciera.

—Y yo, que tú, seguiría a esa nena.

—¡Deja de llamarla así, Frederick!

El aludido sonrió.

—¿En serio no sabes quién es ella?

El joven hizo un entrecejo por la molestia ¿Ahora con qué iba a salir esta vez?

—¿Qué? —pero esta vez no pudo estudiar completamente los gestos de Frederick al este ya casi darle la espalda. La policía estaba por llevárselo a su celda.

—Entonces no sabes nada. —fue todo lo que dijo, para luego ser llevado adentro.

Más que respuestas, solo estaba obteniendo una duda tras otra. Necesitaba saber qué sucedía, necesitaba saber qué era lo que estaba ocultando o si Shania estaba ocultando algo.

A estas alturas, cualquier podría ser sospechoso. Pensó McKenna.

—Nada más te advierto ¡Háganle daño a Shania y se las verán conmigo, idiota! —finalizó para marcharse.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro