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8. Michael, ¿Eres real?

—Si me tomo las pastillas, ellos desaparecerán —añadí para luego mirarlo triste —¿Y tu, Michael? ¿También desaparecerás? —pregunté aún sabiendo yo misma la respuesta —Michael, ¿eres real?

Frunció el ceño mientras me miraba atónito, seguro no se esperaba dicha pregunta. Guió la mirada a las paredes tratando de evadir mis preguntas

—Tomarás tus pastillas y punto —dijo dándome la espalda

Me acerqué con intriga siendo detenida por una extraña fuerza, si no lo conociera pensaría que él mismo me impide que me acerque

—¿Qué te pasa, Michael? ¿Estás enojado? —pregunté sin obtener respuesta —¡Contesta!

—¡No molestes! —volteó mirándome haciendo que me diera miedo —¿Crees que me quedaré contigo? ¡Algún día tendré que irme! —gritó con enfado

—¿Pero qué te pasa? Nunca me habías hablado así —contesté temerosa retrocediendo a paso lento

—Perdón, pero no puedo tenerte más paciencia de la que te he tenido, ¡Quiero irme lo más pronto posible! Así que tomarás tu medicamento o haré que lo tomes por la fuerza —intensificó esto último mirándome con furor

Su tono molesto me asustó, por unos instantes me pareció tener frente a mi a una persona fría, llena de rabia. Retrocedí unos pasos insegura esta vez, mis ojos pasaban por los suyos llenos de temor. Al darse cuenta su cara cambió totalmente mostrando arrepentimiento.

—Lo...lo siento no debí...

—¿Hija? —habló mi madre del otro lado de la puerta interrumpiendo a Michael —¿Qué sucede? ¿Estás bien?

Limpié las lágrimas que estaban por salir acercándome a la puerta

—Lía... —me detuvo Michael tomándome del brazo a lo que yo me zafé al instante

—Puedes irte cuando quieras —lo miré decepcionada —. Llevo mucho tiempo soportando a mis demonios —hice una pausa dando un gran suspiro —. Puedo seguir con o son ti —dije para salir de la habitación

Al cerrar la puerta me encontré con mi madre parada frente a mi mientras me miraba con seriedad

—¿De nuevo hablando con ellos? —se cruzó de brazos —Hija, está bien, no diré nada. Tengo que ir al trabajo, esta mañana me hablaron y me necesitan urgente, ve a casa de tu tía y espérame ahí hasta que pase por ti

Comenzó a caminar hacia la puerta

—¿Qué hay de mi hermano? —inquirí —¿puedo ir con él? —pregunté haciendo que parara en seco

Guardó silencio por unos instantes para luego tomar su bolso

—No me tardo —respondió ignorándome

Bufé molesta ante su reacción, volví segura esta vez a mi habitación rezando a que Michael no estuviera. Caminé con pazo firme hasta la puerta dando un giro a la perilla, el pequeño ruido producido por el movimiento y al no hacer nada más, le daba a Michael el tiempo suficiente para irse.

Al entrar, para mi sorpresa, seguía ahí frente a la ventana, completamente inmóvil.
Me acerqué a tomar mi teléfono y algo de dinero. Sin decirle nada, busqué el número de mi hermano y salí del cuarto escuchando un último susurro.

"Lo siento"

Me detuve por unos instantes. Las palabras de su arrepentimiento me habían atravesado como una bala directamente al corazón. El sonido tenue de su voz hizo que se me erizara la piel. Volteé hacia la puerta derramando una pequeña lágrima, no voy a mentir, lo que me había dicho me hizo sentir como una persona que lo mantiene encadenado y no lo deja en libertad.

Salí de la casa marcando a mi hermano para avisarle que iría a visitarlo, pero una extraña sensación invadió mi mente en esos momentos. Me di vuelta mirando a la ventana cerciorándome de que me estaban vigilando. Ahí estaba él, con los ojos llenos de aflicción.
Levanté mi mano diciéndole adiós acompañado de una sonrisa. Al notarlo, su expresión cambió totalmente y saludó al igual que yo.

—¿Hola? —habló mi hermano del otro lado de la línea haciendo que me sobresaltara de repente

—¿Dylan? Soy yo, Lía ¿puedo ir a tu apartamento? Quisiera verte un rato ¿Crees que podría?

—¡Claro! A Lyian le agradará verte de nuevo, aquí te esperamos

Colgué muy contenta el teléfono, le hice la parada a un taxi dándole la dirección donde está viviendo mi hermano.

Hacía mucho tiempo que mi hermano y yo no nos veíamos. Nos separamos hace poco más de dos años, cuando mis padres se enteraron que era homosexual. Ahora sólo puedo verlo de momentos porque mis padres dejaron de considerarlo como hijo cuando se enteraron, pero eso a mi no me importa, ni que fiera un delito ser homosexual, él es mi hermano y punto.

(...)

Llegué hasta el apartamento de Dylan, toqué la puerta ansiosa de verlo de nuevo, sus abrazos que son tan especiales para mi me hacían falta a cada minuto del día. Esperé a que me abrieran hasta que Lyian salió para recibirme.

—¡Lí! —gritó el chico de ojos verdes —¡No puede ser! ¿Cuánto tiempo? —me abrazó feliz

—Mucho Lyian —sonreí tímida —¿Está mi hermano?

—Claro, que desconsiderado —dijo mientras pasábamos —, no me dijo que vendría mi cuñada favorita

—Soy tu única cuñada —reí

—Y es por eso que tienes que ser tu la favorita —contestó irónico —Pasa, seguro está en el baño, ¡Dylan! ¡Lía llegó! —gritó haciendo que mis tímpanos casi se rompieran

—¡Ya voy! —gritó mi hermano desde el otro cuarto

—Siéntate Lí, cuéntame ¿cómo has estado?

—Pues...bien, dentro de lo que cabe —admití decaída —¿Y ustedes? Dylan me dijo que llegaron hace un mes aquí a México, ¿les fue bien en su viaje a España?

El chico me miró cruzándose de brazos: —¿Dentro de lo que cabe? —me miró enojado

—Pues...¿si? —dije confusa

—¡Lía! —apareció mi hermano yendo hacia mi para abrazarme

—Dylan —dije entre risas —¡Te extrañé!

—Yo también te extrañé hermanita ¿cómo has estado?

«Parece que no se saben otra pregunta»pensé

—Bien —sonreí

—¿Enserio? Porque la respuesta que me diste a mi fue diferente —dijo Lyian haciendo que mi hermano me mirara confundido

—¿Lía? —preguntó esperando una respuesta de mi parte —¿Vas a decirme? —cuestionó adivinando lo que pasaba

—Es que...es...un poco complicado —confesé rascando mi nuca —, y confuso —solté con un suspiro de derrota

—Ven cuñada —me tomó de los hombros Lyian, sentándonos en su habitación en la alfombra frente al televisor —. Tenemos muuuucho tiempo — alargó la palabra mientras nos sentábamos en un circulo y ambos me miraban muy atentos

—Ammm...me siento incómoda si me miran así —dije riendo

—Ok, miraré a otro lado —comentó Lyian divertido

La duda y los nervios comenzaban a invadirme, mi hermano sabía perfectamente lo que pasaba conmigo, mientras que su novio sólo sabía de mi enfermedad

—Es que, no he estado cumpliendo del todo con mi medicamento, no he querido tomarlo y por ello me he descontrolado estos días —confesé triste

—¿No quieres descansar de ellos? —preguntó triste mi hermano

—Es que...bueno...yo misma me confundo con tantos pensamientos por mi cabeza. Uno de ellos...se volvió muy importante para mi —contesté derramando una fina lágrima —, y quisiera poder estar con él un poco más

Lyian esbozó una sonrisa que me intrigó, jugueteaba con sus piernas cruzadas lleno de felicidad, la cual no podía entender

—Estás enamorada —aseguró contento

—¿Qué? Claro que no —negué con la cabeza

—Oh, vamos Lí, conozco los sentimientos del amor como la palma de mi mano, y esa tristeza en tu cara muestra temor a perderlo —contestó obvio

—Lyian —lo fulminó mi hermano con la mirada —, deja de decir tonterías, ella no puede estar enamorada —dijo irritado

—Mi hermano tiene razón, no puedo estarlo —respondí

—¿Y por qué no?

—Pues porque no existe —solté de mala gana

—Bueno, ya —se levantó mi hermano —¿tienen hambre? Iré por unos bocadillos —dijo para salir del cuarto

Nos quedamos ambos sentados, se acercó muy alegre con una sonrisa de oreja a oreja hasta estar a centímetros de mi

—No tiene nada de malo linda —me susurró sonriente

Lo miré extraña, pensando en la posibilidad de estar enamorada, pero descarté de inmediato esa posibilidad cuando me imagino a mi estando con alguien que no existe, «Perdón, pero no puedo tenerte más paciencia de la que te he tenido, ¡Quiero irme lo más pronto posible!» —recordé sus palabras

—Lo estoy reteniendo Lyian —dije entre sollozos —, no quiere estar más conmigo

El chico puso una cara de confusión: —¿A qué te refieres?

—Por mucho tiempo quise poder estar sola, sin nadie que estuviera llenándome de locas ideas la cabeza, sin esos gritos que hacen que pierda la compostura, pero ahora quiero a mi demonio conmigo. Quiero que Michael esté conmigo haciéndome compañía.

—¿Michael? —cuestionó — ¿A si se llama?

—Si, Michael Jackson —dije sin pensar en mis palabras

—¡¿Qué?! —abrió sus ojos absorto —¡¿Michael Jackson?!

—¿Michael Jackson, qué? —entró mi hermano con una charola de bocadillos

—¡Dylan! ¡Tu hermana ve a Michael Jackson! —gritó lleno de emoción

—¿Lía? ¿Es enserio? —se asombró

—¡¿Eh?! —me levanté sorprendida ante lo que había dicho —Ammm...¿si...?—respondí nerviosa

Dylan dejó la charola en una mesilla junto a la cama y se acercó a mi

—¿Puedes decirnos qué está pasando?

—Lo siento, no me hagan caso. Es verdad que veo a Michael Jackson pero, es una ilusión más, no existe realmente —me encogí de hombros nerviosa—. Michael murió hace años

Lyian me tomó de los hombros

—¿No crees que lo vez por una razón? —negué con la cabeza —. Qué lástima —contestó de mala gana

—Hermana, ¿Qué te ha dicho?

—Que quiere ayudarme, y que tome mi medicamento para que se pueda ir —le dije triste —. Ya no me puede tener más paciencia, lo estoy reteniendo

Ambos se miraron perplejos ante mi respuesta. Lyian se talló los ojos decepcionado

—Entonces tómalo para que se valla —mencionó Dylan —, si quiere irse ayúdalo. Matarás dos pájaros de un tiro, ellos se irán y podrás liberarlo, si es que dice que lo tienes retenido —dijo con enfado

Bajé la mirada derrotada

—¿Ustedes creen en mis palabras? —pregunté con intriga a lo que ellos me vieron desconcertados —¿Si creen cuando les digo que veo a Michael? Me refiero...a que si no creen que lo estoy inventando

—No tendrías porqué mentirnos —habló con naturalidad Lyian —, y justo por ello tratamos de darte soluciones

Sonreí tranquila, al conectar miradas con mi hermano me di cuenta que ellos no me creían loca. Me acerqué dándoles un gran abrazo en agradecimiento por apoyarme y estar ahí para mi.

—Voy al baño —dijo Lyian mientras salía corriendo

Me senté riéndome de él, mi hermano me siguió las risas sentándose a mi lado.
Y poco a poco las risas iban cesando.

—Me quieren encerrar Dylan —informé mientras me partía en mil pedazos —. Si no mejoro iré a un psiquiátrico

—Lo sé —contestó con la mirada baja —. Mis padres no están dispuestos a lidiar con su hija —soltó un gran suspiro —, jamás entienden. A ti te quieren lejos por estar loca, y a mi por ser gay —habló deprimido —¿Qué le vamos a hacer? Si fueras mayor de edad podrías venirte a vivir con nosotros —sonrió feliz

—Eso es lo que más quisiera —lo abracé contenta —. Cuando lo sea vendré aquí con ustedes —le aseguré mientras me miraba atento con esa gran sonrisa en su rostro

Justo en ese momento el teléfono del apartamento comenzó a sonar

—Yo contesto —apareció de nuevo Lyian —¿Hola?...Si, aquí está ¿Quien habla?...Ammm...ok...adiós —colgó el teléfono mientras su cara palidecía muy rápido

—Seguro era mamá —habló mi hermano molesto

—No —contestó Lyian —. No era ella

—¿Entonces? ¿Quién era? —me levanté nerviosa

Levantó su mirada hasta mi con mucho asombro: —Michael

Las palabras que pude haber dicho en estos momentos se apagaron, se esfumaron con ese nombre. No puede ser él, no existe. No es real, y por ello no puede tomar el teléfono.

—Él no...no puede...—tartamudeaba sin poder creerlo —, eso no es verdad, me estás jugando una mala broma Lyian. Michael Jackson está muerto —aseguré

Las miradas de los tres se cruzaban de momentos con desconcierto, el silencio de la habitación me ponía nerviosa porque nadie decía nada, sólo podía escuchar algunos pensamientos de ellos aunque era imposible hacer tal cosa.

—Debo irme —dije para luego acercarme a la puerta

—¡Lía! Espera —me alcanzó mi hermano impidiéndome el paso

—Dylan, por favor quítate —le ordené

—¿Por qué? No puedo dejarte ir así

—¿Por qué no?

—Déjame acompañarte —rogó —, no puedo dejarte ir así, toda nerviosa ¿te has dado cuenta que estás temblando mucho? —habló señalando mis manos que temblaban como maracas

Suspiré profundamente: —está bien, vamos

—¡Yo los acompaño! —gritó Lyian

—Vamos

Salimos del apartamento pidiendo otro taxi.

(...)

Llegamos hasta la casa, aún no habían llegado mis padres. Entramos hasta adentro en la sala, como era de esperarse todo estaba silencioso, ni siquiera el mínimo ruido de una mosca se escuchaba

—¿Quieres que nos quedemos hasta que lleguen mamá y papá? —inquirió mi hermano

—No, no es necesario, gracias —agradecí temerosa a lo que me esperaba en mi cuarto —gracias por acompañarme

—Bueno, entonces si necesitas algo nos llamas cuñadita —agregó Lyian dándome un cálido beso en la mejilla —cuídate

—Te quiero hermana, si necesitas algo ya sabes, ¿ok?

—No te preocupes, estaré bien —mentí

—Entonces nos vamos, adiós

Se despidieron y salieron de la casa. Respiré fondo para subir a mi habitación tratando de prepararme para lo que venía, seguramente nada bueno, aquí hay muchas cuestiones que han divagado por mi mente de forma persistente y necesitan ser arregladas lo más pronto posible.

Llegué hasta mi cuarto habiendo suavemente la puerta, levanté la mirada suavemente a la ventana pero no estaba, analizaba cada rincón esperándolo pero no aparecía. Una parte de mi quería verlo pero la otra parte me decía que si mantenía otra conversación con él, me lastimaría mucho

—¿Michael...? —lo llamé temerosa —¿Estás aquí?

Y no obtuve respuesta

—Quisiera hablar un momento contigo —rogé una vez más —, lo estuve pensando y...

Me detuve al darme cuenta que le estaba hablando a la nada, necesitaba una respuesta para seguir hablando pero mi silencio ganó para luego bufar e irme a la cama muy cansada de toda esta situación

—Lo siento Michael, tomaré las pastillas —susurré más para mi misma que para él —. Por favor, no me dejes ahora —imploré

—¿Es una promesa? —se escuchó su voz resonar en todo el cuarto

—Promesa —susurré una vez más —Eres real —afirmé levantándome —, y si tomar esas drogas harán que descanses de mi entonces lo haré. No quiero molestarte más, te admiro demasiado como para que estés conmigo a la fuerza —dije entre sollozos

—No lo haré —apareció lentamente frente a mi dibujando una sonrisa —, no hasta que ya no me necesites. Pero...quisiera que me digas la razón por la cual no quieres tomar tus medicinas —respondió serio

—Sólo...no quiero tomarlas y ya —dije restándole importancia

—¡¿Entonces?! ¡Quisiera saber qué es lo que quieres! ¿Quieres que me quede contigo para siempre? —añadió algo enojado —Desapareceré tarde o temprano, ¡ni siquiera estás segura del si soy real o no! —gritó mientras yo trataba de contener las lágrimas dándole la espalda —¿Por qué me ignoras? Mírame, ¿Qué demonios quieres?

—¡Eso es lo que quiero! —chillé saliendo de mis casillas —. ¡Quiero que me mires a los ojos y me digas que realmente existes! Que al tomar ese medicamento no vas a desaparecer junto con ellos —dije entre lágrimas

Su cara de asombro hizo que bajara la mirada avergonzada de lo que había dicho. Limpié mis ojos, hice como que no había dicho nada y saqué mis lentes tomando un libro para leer.

—¿Qué es lo que sientes por mi, Lía? —escuché su pregunta

—Michael, ¿puedes pasarme mis pastillas que están sobre mi escritorio? —dije ignorándolo —Creo que ya es hora de tomarlas

Rascó su barbilla con molestia y fue por las pastillas. Lo vi por unos instantes al notar que hacía esfuerzo con las manos al tomarlas, las apretaba con tal fuerza que jugaría que se rompería el frasco en cualquier momento aún siendo de plástico

—Dame eso Michael —me levanté arrebatándole el frasco —, tengo por aquí unas escondidas en mi cajón debajo de la cama —comenté buscándolas —desde mañana comenzaré a tomarlas

Me levanté con algo de trabajo sintiendo como las fuerzas se me iban, mis pies comenzaron a tambalear y caí al piso pero consciente

—¡Lía! ¿Estás bien? —se acercó preocupado

—Lo siento, fue un mareo —me disculpé subiendo a la cama

La vista que se me tornaba borrosa comenzó a aclararse viendo ante mi a un Michael preocupado mirándome dulcemente, se acercó poco a poco hasta tomar mi rostro con una de sus suaves manos que aún podía sentir, su vista fue a parar a mis labios apreciándolos detalladamente mientras lo miraba nerviosa.

—Quiero irme porque cada segundo que paso contigo te vuelves más importante para mi —dirigió sus labios a mi frente —, eres como una hija para mi, Lía —susurró

—Y tu...eres como mi ángel —dije soltando en llanto

Me rodeó con sus brazos sin saber la verdadera razón de mis lágrimas

« eres como una hija para mi » —resonaron sus palabras en mi mente haciendo que mis lágrimas salieran sin control

Creo que Lyian puede tener razón, me estoy enamorando de una ilusión, o por lo menos sé que ahora es real. Si puedes verlo, sentirlo y tocarlo entonces es real, bien. Entonces puedo asegurar que Michael Jackson es real para mi, porque aunque otros no puedan ver lo que yo...para mi, ésta es la realidad. Mi realidad.

Michael, eres real para mi.

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