6. Realidad. They Don't Care About Us.
"Las personas que sufren realmente y saben que no hay solución suelen detenerse y mirar el mundo en el que están. Para las que creen sufrir más que nadie sólo evitan vernos. Evitan ver a otros que sufren porque creen que sólo nos hacemos las víctimas, creen que nuestro dolor no vale."
Nadie sabe por el dolor que está pasando otras personas, no los evites, detente un momento para ver a aquélla persona a quien le tienes lástima, porque ellos, pueden ayudarte más que nadie.
Alguien que ni siquiera conoces se vuelve tu salvación.
¿En qué mundo estamos viviendo?
Estamos en uno completamente extraño y desconcertante, donde el fuerte se aprovecha del débil, donde aprovechamos el dolor de los demás para sentirnos superiores, donde importa más lo material que lo inmaterial, donde personas desperdician sus vidas pensando en lo miserable que son en lugar de salir al mundo y decir "estamos aquí, vivos". Un mundo, donde nadie se preocupa por los demás más que por si mismos.
¿En qué momento dejaremos de ser víctimas del mundo?
Abre los ojos, no eres víctima del mundo. Eres víctima de ti mismo.
~~~~~~~
Mis ojos comenzaban a abrirse lentamente. El frío que sentía hizo que me despertara. Me levanté con mucha dificultad al sentir todo mi cuerpo entumecido por la temperatura. Al reaccionar, miré a mi alrededor dándome cuenta que estaba en la calle metida en un pequeño callejón. Suavemente, logré sentarme mientras mi mirada fue a parar a una manta que me cubría, algo gastada y vieja.
—¿Cómo durmió señorita? —habló de repente una voz detrás de mi haciendo que me sobresaltara
Volteé temerosa encontrándome con un anciano que vestía trapos rasgados y rotos.
—¿Qui...quién es usted? —pregunté con voz entre cortada —¿Cómo llegué aquí?
—No lo sé —respondió cansado —, llegó corriendo hasta aquí, hablando y gritándole a la nada
Respiré profundamente recordando la noche que había pasado, no pude evitar sentirme avergonzada por lo que había visto
—¿Me quedé dormida aquí?
—Una cuadra más adelante. Me encontraba dormido cuando escuché sus gritos, luego se quedó mirando fijamente algo, y fue cuando cayó dormida, la traje hasta aquí, espero que no haya pasado frío —comentó triste clavando su mirada a la manta
Sentí en ese momento que mi corazón se partía, pude sentir la pena en sus ojos al ver con lástima su propia cobija.
—No, está bien, es la primera vez que caigo dormida —añadí decaída —. Perdone si usted fue el que pasó frío por mi culpa
Me levanté dándole la vieja manta. Me sonrió al tomarla y se cubrió con ella dibujando un mejor semblante en su rostro, su cuerpo estaba temblando, su rostro mostraba conformidad, ansiaba sentir el calor.
Miré las calles pensando en irme pero miré nuevamente al anciano quien respiraba con dificultad recargado en un gran bote de basura. Me acerqué y me senté a su lado abrazando mis rodillas.
—¿No piensa regresar a casa? —habló con la voz ronca y pesada —No está bien que una muchacha como usted se encuentre en un basurero. ¿Qué diría su familia?
Bajé la mirada pensativa. Mi familia...¿Dónde estaba Michael? Se suponía que estaba conmigo noche y ahora no veo nada.
Suspiré triste :—¿No está bien? —pregunté —. Usted me recogió de la calle y me trajo hasta aquí, donde usted duerme, ¿No está bien que esté aquí, queriéndole agradecer?
El hombre dio una carcajada ante mis comentarios, alejó la cobija de su boca y me ofreció una sonrisa de satisfacción.
—Pequeña, el sentarse nuevamente fue el mejor agradecimiento que pudo haberme dado
Hice un gesto de confusión ante eso, volví la mirada al piso pensando un poco, ¿qué tan grande sería la soledad?
Por alguna razón, me hacía recordar a mi abuelo.
(...)
Los rayos del sol comenzaban a salir, la luz proveniente de éste solía quemar mi pupila provocando que mis ojos lagrimearan, odiaba usar mis lentes por más que me decían que los usara.
—¡Mira Zack! —apareció un hombre larguirucho mucho más joven —¡Mira lo que he traído! —decía radiante de felicidad sentándose al lado del anciano de nombre Zack, una inmensa sonrisa en su rostro bastó para contagiarme y sonreír con él. Estaba tan feliz el chico que ni siquiera se había percatado de mi presencia.
Sacó de su gran abrigo marrón un pequeño paquete, parecía que se hubiese ganado la lotería por la felicidad que se cargaba. Comenzó a abrirlo con desesperación hasta dejar ver un pequeño trozo de pan del cual, alcanzaba a ver pequeñas hormigas salir de él.
Zack comenzaba a humedecer sus labios con su lengua seca.
—¡¿Piensa comer eso?! —pregunté haciendo que el chico me mirara sorprendido, dándose cuenta apenas de mi presencia
—¿Quién es ella? —preguntó algo molesto
—Ella...
—Hola, me llamo Lía —le gané la palabra —, mucho gusto
El chico hizo una mueca de inconformidad y rodó los ojos.
—Está bien Simon —respondió Zack —. Tranquilo, ella nos ha visto —habló con voz suave y apacible
Sonrió nuevamente, como si nada hubiera pasado fijando nuevamente su vista en ese trozo, para después, con sus manos, partir el pan en tres partes. Le dio un trozo al anciano, tomó uno llevándolo hasta su boca, miré el tercer pedazo que fue tomado nuevamente por él pero ésta vez ofreciéndomelo a mi.
Lo miré con duda por unos instantes, no lo quería, pero al encontrarme con sus hermosos ojos negros, esperando a que tomara el trozo contento, cambié de opinión. Podía verse la ilusión que tenía por que lo aceptara y lo comiera. Para ser sincera, jamás había visto tal acto de caridad.
—Gracias —dije tomándolo
Observé un poco inconforme el pan, estaba sucio con algunas manchas extrañas en él, pensaba mucho en comerlo para no despreciales el poco alimento que tenían. Un alimento sacado de la basura es asqueroso y peligroso por todas las bacterias.
—No se preocupe, no tiene qué hacerlo —habló Zack al darse cuenta que no estaba dispuesta a comerlo mientras que Simon comía su pedazo saboreando cada parte
Un silencio incómodo apareció, la verdad, me sentía bastante incómoda estar en ésta situación, pero no por estar con ellos, sino porque me costaba bastante interactuar con los demás.
—Disculpe, ¿Por qué hace unos momentos dijo que yo los había visto?
Los dos se miraron de reojo, la felicidad del chico se había apagado de golpe haciendo que me arrepintiera de haber echo la pregunta.
Zack dejó el pequeño trozo sin comer en el pequeño papel del envoltorio.
—Es porque es verdad
Tomó el pequeño bastón desgastado que estaba a su lado levantándose con ayuda de Simon. Me levanté para ayudarlo y caminamos hasta salir del callejón.
—Siéntate —me dijo —Dime, Lía. ¿Qué vez?
«Veo cosas que no debería » —pensé
—Veo...personas abriendo sus pequeños locales —respondía analizando todo a mi alrededor —...otras más, pasando de aquí para allá —pausé perdiendo por un momento el habla al ver lo que no había visto —...otras tiradas en la calle pidiendo limosna —bajé el tono de voz dicho esto último
—Lía —me habló para que le prestara atención —quiero que los veas bien, pero no sólo a ellos, quiero que mires más allá
Repasé con la mirada la gente que iba y venía.
—Escucha con atención Lía. Hay mucha gente perdida dentro de si misma, que normalmente viven de problemas. Luchan día a día en un mundo donde vivir con dolor se vuelve una rutina. Nosotros, somos como uno más en sus vidas. Normalmente cuando las personas se encuentran en la calle con un limosnero evitan mirarnos, creen que somos unos vagos que deberíamos conseguir un trabajo y no nos toman importancia, nos ven como una mancha en el mundo. Pero, ¿No se preguntan por qué estamos aquí? ¿Viviendo de la basura? ¿De su basura?
—A las personas se les hace muy fácil juzgar a otras que ponerse en su lugar. Nuestra historia a muchos les da lástima, vagos y limosneros con la mano estirada esperando un peso para una migaja de pan —agregó Simon
Hablaba tan profundamente que mis ojos comenzaban a cristalizarse.
—Mira, Lía —dijo Simon —. Observa eso —señaló a un viejo con la cabeza baja
Un hombre hablando por teléfono muy concentrado, perdido en sus propias palabras, pasaba en ese momento junto al anciano sin siquiera mirarlo, haciéndose inclusive a un lado para no tropezarse con él.
—Un hombre exitoso, empresario, piensa que tiene más problemas que nadie, el estrés es su mayor problema, y no tiene tiempo para preocuparse por los demás
—Para ellos, nosotros no somos nada. Pero mira nuevamente —señaló Zack al mismo hombre
Una niña en silla de ruedas salió de uno de los locales con un plato con comida. Se dirigió hasta la esquina en donde estaba él, y le habló. Éste levantó la mirada dándole una sonrisa en forma de agradecimiento
—Las personas que sufren realmente y saben que no hay solución suelen detenerse y mirar el mundo en el que están. Para las que creen sufrir más que nadie sólo evitan vernos. Evitan ver a otros que sufren porque creen que sólo nos hacemos las víctimas, piensan que nuestro dolor no vale.
—¡Mindy! —salió una señora llamando a la niña —¡No te alejes mucho! —le gritaba mientras que la niña asentía muy tierna con la cabeza
Nuevamente, la pequeña regresó con su madre, dejándolo a él con su plato de comida, sosteniendo muy apenas la cuchara.
—La niña en silla de ruedas se detuvo un momento, dejando de lado lo que sufre por no correr o caminar con otros niños, para ayudar a alguien más a quien si podía ayudar y darle sonrisas. Está aprendiendo a vivir con su dolor. Y así usualmente pasa, miles de personas dejan que su sufrimiento les gane, acabando poco a poco con ellos mismos, desperdiciando sus vidas cuando otros quisieran tenerla.
Mientras decía todo esto mi vista no podía apartarse del plato de aquél anciano, su mano temblorosa sosteniendo la cuchara llevando un poco de comida hasta su boca saboreando de una manera indescriptible lo poco que sostenía la cuchara.
—Mientras los políticos se pelean por el poder y ser respetados, nosotros pedimos a Dios porque alguien note nuestra existencia, porque alguien baje la mirada y nos vea —dijo haciendo que los mirara al notar la verdad tan cruda que había dicho —. Para ellos no existimos —soltó de golpe derramando una lágrima sin cambiar la seriedad de su rostro —míranos Lía —pausó haciéndose referencia —, estamos aquí. Vagabundos, pobres, miserables...pero existimos, y queremos que alguien nos vea. Y hoy Lía, tu nos has visto.
Mordía mi labio intentando no llorar al ver su rostro lleno de dolor volviendo la vista al hombre comiendo, luchando por no llorar.
—Nosotros somos personas que sufrimos, y las personas que pasan han disimulado tan bien el no vernos que nosotros mismos llegamos a dudar de nuestra existencia
"¿Realmente existo?" —rezonaron las palabras que solía decime en mi mente
—¡Fíjate maldito anciano! —gritaron muy cerca haciendo que saliera de mis pensamientos —¡Maldito pedazo de basura! —le gritoneaba un chico al anciano quien ahora tenía su comida derramada en el piso —¿Quieres comida? —preguntó entre risas mientras que él sólo asentía —Pues consigue un trabajo, ¡inútil!
Las personas comenzaban a acercarse como si de un espectáculo se tratase. Los sollozos del anciano comenzaban a escucharse haciendo que me levantara del piso enojada.
"Te meterás en problemas"
Hablaron las voces de mi cabeza
—No me importa —contesté sin tomarle importancia —, tengo que ayudarlo
"Podemos hacerle daño" —rieron juguetones —"¿Quieres?"
Me detuve pensando detenidamente ante eso, si lo pensaba bien, ellos tenían toda la razón, pueden hacer más que yo si tan sólo se los pido, pero...
«"Prométeme que no harás nada de lo que ellos te digan si yo no estoy presente" » —Recordé las palabras de Michael
—¡¿Me vas a lavar mis zapatos?! ¡Lámelos! ¡Ahora! —ordenaba entre gritos aquél sujeto
Mandé todo al diablo y enojada, fui hasta él dándole vuelta por los hombros.
Una vez estando frente a frente le di un fuerte puñetazo haciendo que éste cayera al piso. No había tenido idea de la fuerza que tenía, pero me di cuenta que había logrado sacarle un poco de sangre sin quitar el hecho de que comenzaba a dolerme el puño.
—¡¿Te parece divertido, idiota?! —le grité imitándole
Presionó su nariz con sus dedos, mientras me miraba con odio. Clavé mis ojos llenos de ira en los suyos, caminó hasta mi sintiendo que iba a golpearme en cualquier momento pero su mirada que fue a dar a un lado mío hizo que el miedo invadiera su cara haciendo que éste se retirara corriendo.
Las personas me miraban como si fuera un bicho raro. Me acerqué al anciano que recogía los pedazos de su comida y la gente comenzaba a dispersarse, ni siquiera me molesté en ver qué era lo que lo había ahuyentado.
—¿Se encuentra bien? —pregunté acercándome hasta él
Temblando, me tomó del brazo aferrándose a mi, comenzó a llorar como si fuera un niño pequeño lo cual hizo que también llorara.
—Ben —llegó la niña llamándolo —. Ven, yo estoy aquí —extendió sus brazos
Me soltó para ir a abrazar a la niña. Justo en ese momento Zack y Simon se acercaron, el anciano se puso a llorar en las piernas de la niña, como si ella fuera su madre que trataba de consolarlo.
—Siempre son así —comentó la madre de la niña acercándose hasta nosotros —, buscan el momento perfecto para molestar, muchas gracias señorita
—Te...tengo que irme —dije tartamuda limpiando mis lágrimas
—Lía —me detuvo Zack haciendo que lo mirara —, recuerda bien esto. Miles de personas batallan con su propio dolor —me miró sonriente —, nadie puede acabar con el de otro totalmente —dijo para observar a Ben —, pero pueden dibujar sonrisas con tan sólo una mirada.
Me quedé estática por unos instantes, le dediqué una sonrisa en forma de agradecimiento para luego salir corriendo.
Lo que había dicho era verdad. Cuando uno baja de su propio mundo para adentrarse en el real, se encontrará con sorpresas cambiando la forma de ver las cosas.
«Gracias»
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