4. Mi nuevo demonio, bienvenido Michael
‹‹A ellos les gusta disfrazarse de muchas personas, así eran siempre, pero esta vez no les voy a perdonar que se hayan echo pasar por una persona tan especial para mi, profanaron su imagen y lo pagarán caro, yo también puedo jugar y ganar››
Mis ojos comenzaban a abrirse con mucha dificultad, me costaba bastante abrirlos por lo menos una vez, se cerraban automáticamente porque me había quedado dormida. Un dolor intenso apareció en mi cuello cuando quise levantar un poco mi cabeza, quise mover un poco mis manos pero me fue imposible, un dolor ardiente rodeando mis muñecas apareció.
Mis párpados hacían presión intentando quitarme esa somnolencia totalmente, y al percatarme de que estaba en un silla amarrada como suelen estar amarrados los condenados a la silla eléctrica me asusté, pero la diferencia es que yo estaba amarrada con aquellas sogas sujetándome tan fuerte que las marcas provocadas por éstas se notaban por el tono rojizo de mi sangre, eso significaba sólo una cosa...
Había vuelto a jugar con ellos
Miraba a cada rincón de mi cuarto para ver qué se me ocurría para safarme de estos agarres pero no se me ocurría nada, pude ver la luz entrando por la ventana, ya había amanecido, y de nada servía gritarle a mi madre para que me ayudara porque a estas horas seguramente estaría trabajando, seguramente supuso que ya me había ido a la escuela como siempre y no se molestó en entrar a mi cuarto.
Exactamente no sé la hora que es pero no me importa mucho el llegar tarde a la preparatoria.
"Ganaste el juego Lía"
Miré a cada rincón exaltada, con un sentimiento incomprensible, tenía mucho miedo ahora, lo confieso, mi corazón palpitaba a un ritmo mayor, mi cuerpo comenzaba a temblar al igual que mis manos rezando porque no aparezcan más, esto se está saliendo de mis manos, ya no es como antes. Solía poder controlarlos, se supone que personas que no existen no deberían dañar, ¿Quiénes se supone que son ellos entonces?
— «Algo que no existe no te puede tocar» — pensé en voz alta tratando de convencerme a mi misma
"Si juegas con nosotros te podemos desatar"
Rieron juguetones, pero seguían sin aparecer, tenerlos en frente o físicamente me sería más sencillo, las cosas de este modo me asustan bastante, nunca se sabe las cosas que pueden hacer a tus espaldas, es como estar secuestrada con asesinos impredecibles, jamás sabrás de qué manera querrán torturarte, puedo seguir intentando desatar las cuerdas levantándolas fuertemente con mis muñecas pero están demasiado dañadas como para hacerlo nuevamente
"Tus padres llegarán muy tarde"
Hablaban de nuevo intentando convencerme, ¡Demonios! ¿Por qué no aparecen? Me dan mucho miedo que se escondan, odio escuchar sólo voces sin tener la seguridad de que por lo menos veo algo aunque sé que tampoco existe
— Sólo un juego — dije en voz baja convencida de que sólo así podré liberarme de las cuerdas
"Primero has que se valla él"
Paré de forcejear abriendo mis ojos sin entender a qué se referían
— ¡¿De quién están hablando?! — grité harta de rodeos — ¡Aparezcan de una buena vez y desátenme!
Bajé la mirada rendida, mi respiración se había agitado, estaba muy cansada, todo mi cuerpo me dolía mucho, la espalda dolía como si estuviera cargando una enorme piedra, el cuello me costaba mucho moverlo y ni hablar de mis manos, parecía como si me hubiera cortado las venas, pero sé que de alguna manera este dolor no me afectaba tanto, hubo un tiempo en que podía soportarlo todo, cada caída, cada tropezón, cada cortada y todo lo demás, lo solucionaba de alguna u otra manera.
— Ya no quiero — hablaba con lágrimas en los ojos —. Tomaré esas malditas pastillas y ustedes desaparecerán
"¿Y qué pasa si no?"
— Entonces les daré otro uso — los reté — ¡Aparezcan y den la cara! — grité provocando que la silla se tambaleara por la presión ejercida
— No lo harán
Respondió aquella voz de nuevo haciendo que dejara de moverme, me quedé estática sin saber lo que sentía yo misma, ahí estaba, su voz, volvió a aparecer una vez más, pero esta vez podía escucharla con claridad
— Eres... — hablé con miedo e incertidumbre esperando a que apareciera o por lo menos contestara
Quise voltear la silla de lado contrario pero me detuve al ver unos pies frente a mi, esta vez estaba segura, sus mocasines me lo decían todo, tenía frente a mi a Michael Jackson.
Lentamente fui subiendo mi mirada hasta encontrarme con su rostro, sus ojos marrones me atraparon de inmediato perdiéndome en ellos, intenté sonreír pero no pude, su cara reflejaba dolor y tristeza, negaba repetidas veces mostrando su decepción, podía sentir que su mirada me decía algo, desde luego que sus brazos cruzados me lo decían todo, esperaba a que hablara y me explicara el porqué estoy donde estoy ahora
— Michael Jackson — hablé mirándolo de una manera dudosa —. Así que eres tu — dije un poco molesta
Sabía que mi mente me estaba jugando otra de sus bromas, creo que esta vez puedo decir que estoy loca por ver a un artista que ya está muerto. Solté una carcajada volviendo nuevamente a verlo pero ni siquiera se molestaba en hacer otro gesto, sólo estaba ahí parado, pareciera que no le interesara ni mucho menos le importara mi risa
— Déjame adivinar, ¿eres uno de ellos? — cuestioné burlona —. Les he dicho miles de veces que dejen de hacerse pasar por otras personas pero al perecer no entienden
Nuevamente intentaba desamarrarme pero no funcionaba y mi nueva alucinación no me ayudaba en nada, no me importa que se hallan disfrazado de Michael Jackson, no pienso darles crédito por ello
— ¿Quieres que te desate? — preguntó fastidiado
— Sería justo, jugué con ustedes. Ya me hicieron daño, ¡¿Ya me pueden liberar?! — grité exigente
Dio dos pasos hacia mi inclinando su cabeza mirándome seriamente a los ojos
— No me incluyas en el término "ustedes", yo no soy ellos
Mi cara de confusión hizo que retrocediera esperando a que entendiera, mis ojos analizaban cada parte de él, pero no era diferente, su silueta seguía estando un tanto borrosa pero distinta, había algo que lo diferenciaba de los demás y no me explicaba qué era
— ¿Estás diciéndome que eres Michael Jackson? — reí por lo bajo —. No me gustan las bromas
— Te lo diré una vez más, ¿Quieres que te desate?
Lo analicé por última vez para tratar de comprender las cosas, de lo que estoy segura es que no es más que otro de mis demonios.
Al ver que no tenía intensiones de responder se acercó hasta mis muñecas tomando las puntas de la cuerda
— No me desamarres — lo reprimí haciendo que fijara su vista en mi
— ¿Por qué?
— Porque no existes — dije tratando de convencerme a mi misma
— Para ti existo — respondió con cierta lógica acompañado de una sonrisa burlona
— «Lo hacen todo el tiempo, se disfrazan de cualquier persona, ¿Qué pasa ahora? Se han disfrazado de Michael Jackson, quizá quieran dañarme de otra forma, se cansaron de los antiguos juegos y quieren iniciar otro nuevo, siempre provocando que pierda el juicio, pero nada de esto está pasando, porque simple y sencillamente no existes» — pensé
Mis ojos se presionaban fuertemente esperando a que una vez que los abriera él ya no estuviera, pero algo que no me esperaba ocurrió.
Sentí unas manos cálidas tocando mis muñecas, abrí mis ojos totalmente sintiendo que se saldrían de la impresión, él me había desamarrado y tocaba mis heridas sintiendo cómo éstas perdían todo su dolor, como si pudiera curar con tan sólo tocar
— ¿Cómo es que...? — pregunté entre cortada — ¿Por qué...?
— No soy ellos, Lía — comentó nuevamente —. Tu misma me has traído
— ¿Yo? ¿Por qué? No, no es cierto
El brillo en sus ojos se intensificó más, ahora su mirada era algo tierna y sinceramente me mataba, si no estuviera loca de la cabeza pensaría que realmente es él, pero lamentablemente no es así, creo que mi enfermedad me ha llevado a un punto en extremo, donde ahora ya estoy comenzando a ver cosas más allá del término "extraño"
— Puedo asegurarte que ni siquiera yo sé el porqué estoy aquí, ni tampoco sé la respuesta a muchas preguntas que yo mismo me he hecho, una de ellas es el porqué sé tu nombre y el porqué sé por todo lo que estás pasando
— No existes — negaba repetidas veces con lágrimas que comenzaban a salir —, esto es una mala broma de ustedes
— Lía — se acercó rozando mi mejilla con su mano — ¿Me sientes? — preguntó haciendo que mi piel se erizara
— Al igual que los siento a ellos — respondí triste —. Lo siento, tu no eres él, sólo eres uno de ellos — decía entre sollozos
Lentamente fue apartando su mano de mi, mis ojos se negaban a abrirse esperando a que pasara otra cosa que no fuera tener a un demonio con doble cara frente a mi, una nueva brisa apareció en el cuarto pasando por todo mi cuerpo, suavemente abrí mis ojos rezando porque todo desapareciera, y como resultado, todo fue a mi favor.
Se había ido, miré a los extremos del cuarto y no había nadie, no estaba Michael, y lo más importante, no estaban ellos, suspiré aliviada, moví mis manos que ya no estaban amarradas agradeciéndole que me haya liberado.
Me levanté con mucha pesadez de la silla girando mis muñecas para eliminar el poco dolor que me había quedado, pero seguido de tres pasos caí al suelo muy débil, ahora estaba sufriendo las consecuencias de pasar toda la noche amarrada como si fuera un animal peligroso.
Con mucho cuidado me acerqué hasta un extremo de la cama para levantarme sin tanto problema, fui hasta el baño para echarme algo de agua a la cara, me miré en el espejo viendo mi aspecto de muerta, mis ojeras estaban más que pronunciadas y tenía unos rasguños en el cuello.
Al lavarme la cara me miré nuevamente al espejo llevándome un gran susto al ver la cara de Michael nuevamente, me giré rápidamente para verlo pero no estaba.
Salí del baño confundida y asustada, sin saber qué estaba pasando conmigo, las cosas están empeorando, sé que no es real, es claro que es uno de ellos, quisiera que no fuera así, Michael era una persona muy especial para mi, era una persona digna de admirar, me refugiaba en su música siempre que quería escuchar otra voz que me tranquilizara, él me ayudaba a combatir a mis demonios.
Suponiendo que sea él realmente, ¿Por qué estaría conmigo? ¿Por qué con una persona mal de la mente?
Me rehúso totalmente a creer que es real, por lo menos no alguien vivo, es claro que una persona esquizofrénica tenga que pasar por esto, el verdadero Michael Jackson está descansando en paz, y lo que acabo de ver no es más que una ilusión creada por mi enfermedad, odio estas situaciones, saber que tu felicidad no existe, sólo es algo que creas tu misma.
Siempre será así, podrás ver o imaginar que ves a personas que quisieras, pero finalmente...
No lo son.
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