14. Keep Your Head Up
Mis párpados se negaban a abrirse. Recobrar la razón en estos momentos me aturdía, llevé mis manos a mis ojos intentando deshacerme de esa negación y traté de incorporarme nuevamente.
—¿Cómo estás? —escuché la voz de Michael un poco distorsionado
—Bien...
Una vez aclarada mi vista me asusté al no verlo a mi alrededor, estaba nuevamente en mi habitación, pero no se escuchaba ningún ruido, sólo aquella pregunta que pude escuchar apenas.
—¿Michael? ¿Dónde estás?
—...Frente a ti —su voz comenzó a tornarse un poco decaída
—No...—hablé con miedo —no te veo...—susurré destrozada
—Te engañé preciosa —apareció de pronto —. Aquí estoy —sonrió extendiendo sus brazos
—Oh Michael —me lancé hacia él hundiendo mi cabeza en su pecho —. No vuelvas a asustarme así
Había algo que no podía explicarme, había algo en él que no me agradaba del todo. Me separé y lo miré a los ojos, efectivamente había algo que lo delataba
—¿Qué pasa? —pregunté sin dejar de sonreír —¿Estás bien?
—Si —contestó indiferente —. Solo que...—volteó a ver de reojo a la puerta de la habitación
—¿Hay...algo ahí...? —cuestioné insegura
—¡No! —dijo al instante —. Este...quisiera que me aclaradas algo —me miró con seriedad a lo que yo sólo asentí —¿Quién es Kewks?
Me sorprendí ante esa pregunta, no pensaba que llegaría el día en que diría su nombre. Tenía la vaga esperanza de que todo fuera un sueño
—¿Dónde están mis padres? —evadí su pregunta
Me miró con sospecha y tomó mi rostro
—Li —dijo serio —, ¿Quién es Kewks? —cuestionó nuevamente algo nervioso
—¿Por qué tanta insistencia? —me solté de su agarre —. No es nadie importante
—Es él, ¿verdad? Quien estaba contigo en el baño —dejó salir un suspiro de preocupación —, Kewks hizo muchos desastres en cuanto dijiste su nombre —hizo una pausa —. Tus padres están del otro lado de la puerta sin poder entrar —aclaró nervioso su garganta —. Nos alejó a todos y te vino a encerrar aquí a tu habitación
—¡¿Nos encerró?! —pregunté asombrada mientras me levantaba de inmediato en dirección a la puerta —¡Kewks! —grité finalmente sin temor —¡Kewks!
—¡Lía, tranquila! —se acercó Michael —. No hay...nadie detrás de la puerta —rascó su nuca incómodo soltando un suspiro entre nervios
Bajé la mirada inconforme, maldije en voz baja y fui hacia el baño por unas navajas que tenía en un lugar escondido
—¿Qué haces?
—No me voy a quedar aquí encerrada, no tardarán en venir por mi —solté yendo una vez más hacia la puerta
Intenté abrir la cerradura pero no podía, no tenía mucha habilidad en este tipo de cosas
—¡Ayúdame! —alcé la voz —¡Michael!
Gritaba pero no obtenía respuesta de su parte, lo miraba repetidas veces pero sólo seguía con la carácter baja sin hacer ningún movimiento. Comenzaba a desesperarme y empecé a patearla consiguiendo sólo lastimarme
—Deja eso —dijo finalmente —. Sólo te haces daño
Era mi turno de no contestar...
—No puedes salir —me dio la espalda —, sólo deja que pase lo que tenga que pasar
¿Por qué no me decía lo que pasaba?
—¿Por qué no platicamos? Tus padres no tardarán en venir aquí y dejarnos salir —carcajeó —¿Te acuerdas de las hamburguesas?
—Las hamburguesas...—repetí sin expresión alguna —¿Vegetariano? —alcé una ceja —, te encantaba el KFC —reí
—Vegetariano 75% y 25% KFCeriano —rió
—¿Si quiera existe ese término? —lo miré graciosa
—Claro, soy el rey del pop —se apreció —. Bueno, lo era... —entristeció al instante
—Lo sigues siendo —me levanté para abrazarlo —, siempre lo serás —elevé la vista hacia él —. Siempre —recalqué depositando un corto beso en sus labios
En esos momentos apareció lo que era un abrazo sin fin, me gustaba esa sensación de protección en mi vida. El acariciar su hermoso cabello tan suave me daba tranquilidad y hacía desaparecer todo tipo de estrés.
—Michael...—hablé despacio
—¿Si?
—Eres el único medicamento que necesito en mi vida —le dije con mucha seguridad y lleno de amor
—Lía...—comencé a escucharlo sollozar —, perdóname —dijo para después desaparecer
Abrí mis ojos desconcertada a lo que pasaba, el cuarto al instante se tornó diferente, como si pudiera sentir la ausencia de aquella persona que tanto deseaba, y ni hablar del ruido de la puerta abriéndose lentamente, dejando ver a mis padres y mi hermano con los ojos cristalinos.
Todo este tiempo...
—Mi pequeña
Estaban detrás de la puerta...
—¡¿Realmente ha perdido la razón?!
Escuchando...
—...Hermana...
¿Hablándole a la nada...?
El crujido de mi corazón rompiéndose era lo único que podía escuchar, agregando las imágenes de mis padres cayendo al piso en llanto y mi hermano con Lyian cubriéndose la cara muy tristes. ¿Esto si era real?
—Te dije que te abandonaría tarde o temprano
Apareció él detrás de la puerta, la única persona que podía verlo era yo, así que estaba más que dispuesta a escuchar lo que tenía qué decir
—Te ha abandonado a tu suerte —cruzado de brazos, comenzó a acercarse a mi —, siempre escoges a quien no debes... —me miró con lástima —, pero yo aún sigo aquí —cerró la puerta de golpe sin hacer ningún movimiento —. Cuéntame, ¿Cómo ayudo a mi loquita? —dijo sarcástico
No hubo respuesta de mi parte, escuchar los gritos alborotados de mis padres era lo único que podía hacer en estos momentos
—¿Por qué no vienes conmigo? Sabes que...tienes un hogar a mi lado —sugirió haciendo que, de la nada secaran aquellos gritos de mi familia —, y ese Michael te acaba de dejar en mis manos
—No lo haría... —comenté cayendo al piso —, él me quiere
—¿Entonces? ¡Oye, Michael Lía te necesita! —hizo una pausa a su burla —¡¿No vas a venir?! —guardó un momento para darme la espalda satisfecho —. No, creo que no
—Kewks...lárgate —hablé enojada sin despegar la vista del piso —. No haré nada de lo que me digas
—¿Por qué? Tus padres están a nada de meterte al psiquiátrico, y sabes que no estaré más contigo —esbozó una sonrisa dejándose caer frente a mi, dirigiendo su vista a mis ojos cristalinos —. Mi libertad me espera, y todo gracias a ti —acarició mi mejilla —. Déjame devolverte el favor —besó mi frente —. Tara...rarara...rarara...rara...—cantaba —¿Lo recuerdas? —dirigí mi mirada hacia él, encontrándome con una vieja navaja —. En aquella vez estaba tu abuelo...pero terminó por salvarte —cambió el tono de su voz —, pero ya no hay nadie —miró a los rincones del cuarto —¿O si?
No dije nada y limpié las pocas lágrimas que estaban ya saliendo
—Toma —me la arrojó suavemente cayendo frente a mi —, esta vez tengo más fuerzas sobre ti —rió
Más fuerzas...
Tomé el cuchillo y me levanté
—Tienes razón, ¿Es hora verdad? —sonreí convencida
Es hora...
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