Maratón [3/3]

Había un miedo cubriéndome por completo, aparte de aquella bata que pude agarrar del baño. Tenía frente a mi a mis dos demonios, cara a cara, con los ojos llenos de furia hacia el adversario, era la primera vez que Michael lo tenía en frente.

—Bien Lía, lo has traído —decía burlón el ser a quien tanto despreciaba

Las palabras no lograban salir de mi boca, lo único que lograba salir era mi sangre poco a poco.

—Si piensas que puedes lastimarla estás muy equivocado —lo miró desafiante

—¿Y qué vas a hacer? ¿Bailar? —lo enfrentó mientras esté cerraba los puños con fuerza

La furia de los dos comenzaba a transformarse en mucha tensión en la casa, parecía que estaba temblando, el ruido de las ventanas quebrándose me asustó bastante

—¡No! ¡Deténganse! —me puse entre los dos

La sonrisa macabra de él hizo que mi cuerpo temblara, podía ver cómo tenía aquellas intenciones de dañarme, sus manos comenzaban a agrandarse, al dar un paso para tratar de atacar mi rostro sentí un brazo sobre mi hombro. De un tirón quedé entre los brazos de Michael.

—¿Crees que eres el único que puede sacar las garras? —dijo firme mientras me soltaba

—Michael...—susurré entre lamentos —Por favor no

Se quedó callado y sin decir ni una sola palabra, al darme la espalda podía ver un aura llena de enojo y rabia entre ambos, de pronto un sonido muy agudo lastimó mis oídos, mi vista se tornaba borrosa. Ya no podía ver claramente lo que estaba pasando ante mis ojos, sólo podía sentir unas fuerzas extrañas chocando y las cosas del baño quebrándose.

« Un brote psicótico se define como una ruptura de la realidad de forma temporal. Puede ser provocada por diversas causas, pero la más frecuente es una fuente de estrés potente y constante en el tiempo »

Como pude, bajé para tomar el teléfono y llamar a mi madre, el ruido en mi cuarto no dejaba de escucharse, de pronto me veo inmersa entre siluetas extrañas rodeándome mientras que a la vez aparecen otras impidiendo que se acerquen. Traen algo en las manos

En el cuarto de tu madre, en el closet están tus pastillas, en uno de los cajones —escuché la voz de Michael entre tanto desastre

Subí de nuevo las largas escaleras hasta su cuarto, entré rápidamente buscando mi medicamento. Ahí estaba una bolsa negra que los contenía, y había una inyección, para ser exactos, eran cinco inyecciones. Son calmantes.

Inyéctate una —me habló otra voz

¡Toma las pastillas! —volví a escuchar la de Michael

¡Inyección!

¡No lo hagas!

—Ya lo hice...Lo siento Michael

¿Saben cómo inyectarse? ¿No? Yo igual...

(...)

Mis ojos comenzaban a abrirse, intentaba levantar mis brazos pero no me era posible, los sentía bastante pesados como para mover un músculo. Las respiraciones eran algo lentas, me sentía desfallecer, lo único que puedo decir en este estado, es que el sentirme estúpida y atontada era ya una costumbre cada vez que me sedaban. De nuevo aquella sensación de sentirte impotente y desprotegida, no sabes dónde estás, qué hacer. Lo único que puedes hacer es ver un punto fijo sin hacer absolutamente nada, sólo puedes perderte en ese punto.

—¿Cómo te sientes? —escuché la pregunta de Michael —Tus padres llegaron hace rato —dijo sin obtener respuesta de mi parte —Guardé los medicamentos en su lugar. Pensaron que estabas dormida, lo único que pude hacer antes de que llegaran fue traerte a tu cuarto.

Y seguí sin contestarle

—Deberías ayudarme a arreglar todo, el baño quedó hecho un desastre —se levantó triste

—No estabas —fueron las palabras que lograron salir de mi boca

—Había regresado aquí —dijo mientras volvía a sentarse a mi lado

—Me dejaste sola con el psiquiatra —le reclamé sin ganas

—No podía ayudarte ahí —se defendió —. Solo puedo cuidarte de lo que no existe, por eso...

—Por eso fuiste con Jeiden —completé desganada —Le pediste ayuda, ¿No es así? —hice una pausa —Regresaste aquí sabiendo que estaría bien, ¿Y qué hiciste con mi foto? —dirigí la mirada a donde estaba mi cuadro

Y apareció aquél incómodo silencio

—25 de Junio del 2009 —informó de la nada —Aquella niña apareció mientras estaba muriendo, una linda niña de nueve años —dijo perdiendo la mirada —Sabía que estaba muriendo, ya no podía reaccionar, estaba más allá que acá —soltó una carcajada

Pude tener fuerzas para levantar la cabeza

—De pronto me veía en un hermoso vivero, donde aquella pequeña esperaba impaciente a su abuelo llamando a su perro Boby.

Aquél recuerdo...

—Estaba delirando tal vez —forzó una sonrisa —. «Ella te necesitará pronto». Fue la voz que escuché para después tornarse todo negro, mientras las imágenes de toda mi familia pasaban como si se tratara de una película. Cuando me trajiste por primera vez no entendía muy bien, entonces cobré uso de razón y esa misma frase resonó en mis pensamientos. Cuando te vi seguía sin entender, hasta que vi esa fotografía —señaló con la mirada —. Eras esa pequeña a quien debería ayudar, lo único que no he podido entender, es...¿Por qué yo?

—Es una broma de mal gusto Michael —repuse enojada

—No es broma

—¿Viniste porque te necesitaría? ¿No sería más lógico regresar porque te necesitaría tu familia? —pregunté consiguiendo levantarme

—Es más lógico regresar con mi familia que contigo, por eso no entiendo. Tal vez aquella voz me trajo, ¡No lo sé!

Una confusión muy triste aparecía con cada palabra que me decía, como si hablara con mucho dolor, no sé quien de los dos tenía más tristeza, el día en que murió fue cuando me conoció, ¿cómo debo reaccionar ante eso? ¿Lo necesito? ¿Qué clase de broma es ésta? Sus hijos y su familia lo necesitan más que yo, ¿Cómo es posible? mi mente ha traído a Michael Jackson para que me ayude, ¿Por qué no a mi abuelo? No es cierto, no cuadra. Es mentira.

Tal vez...¿Mi abuelo?

—¿Quién es él? —preguntó cambiando el tema —¿Te duele mucho? —cuestionó tomando mis muñecas que ahora estaban vendadas

—Mi tormento —contesté —Gracias por vendarme —sonreí mientras él acariciaba mi mejilla igual golpeada

—Quisiera poder quedarme contigo —dijo dejando un beso en mi frente

—¿Qué...?

Continuará...

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