10. Jeiden
Maratón [1/3]
Días después...
Área de psiquiatría. Ese era el letrero que tenía frente a mi, al fondo del pasillo me espera mi psiquiatra para analizar mi progreso, podría estar más nerviosa si Michael no estuviera conmigo en estos momentos, así que agradezco que no se haya ido en ningún momento.
El camino hasta acá era un poco largo, así que me dio el tiempo suficiente para pensar y memorizar lo que tengo que decir al cruzar aquella puerta.
—Listo Lía, vamos —dijo mi madre al terminar de registrarnos
Caminamos el largo pasillo hasta sentarnos en las típicas sillas azules donde tienes que esperar hasta que llegue tu turno.
Una silla vacía era la diferencia de estar junto a un chico de apariencia extraña, despeinado y con ropa fachosa. Michael se paró frente a mi, mirando al chico con detenimiento, como si lo estuviera analizando para encontrar sus desperfectos, al ver la extraña mirada en Michael fue inevitable a ver mejor al joven al parecer de mi edad.
—¿Qué demonios me estás viendo? —cuestionó de repente con molestia en sus palabras, provocando que me sobresaltara
—Lo...lo siento no fue mi intención —me disculpé apenada sin obtener respuesta, lo que si pude escuchar fueron las risas de Michael
Lo fulminé con la mirada suspirando a la vez incómoda, me dispuse a escuchar música en mis audífonos, sé que entrando ahí, mi mente comenzará a estresarse con cada pregunta que me haga, así que es mejor que mis pensamientos y preocupaciones se vallan volando mientras escucho lo que me gusta.
Michael comenzaba a impacientarse caminando de un lado a otro, sentándose finalmente en el asiento vacío que estaba a mi lado, quité mi audífono derecho para poder escuchar si es que me hablara.
—Lía, ¿tomaste tu medicamento? —preguntó mi madre ojeando una revista
—Si —afirmé con seguridad volviendo mi vista nuevamente al teléfono
—Lía...—repitió mi nombre en un susurro el chico de al lado
—Hija, quédate aquí voy al baño —dijo mi madre dejándome con él y con Michael, quien se levantó para ocupar el lugar de mi madre
Una mueca de inconformidad reflejó mi rostro al encontrarme de repente aquí sola, en este lugar que tanto odio, a donde tengo que venir casi cada semana para que se me receten gas vez más. «Malditas drogas».
—Ps —me llamó aquél chico —¿Tu eres Lía, verdad? —preguntó mientras lo miraba desconcertada —Si, tu eres Lía —afirmó sonriente —Tu madre vino ayer
—¿Mi...madre?
—Shhh —me calló al instante —te hablaré bajo niña, si mi madre se da cuenta que estoy hablando con alguien, vendrá y no podré advertirte —informó temeroso mientras vería a una señora que hablaba por teléfono, se le notaba muy estresada por los gestos y los movimientos de sus manos —. Ahora escucha —se movió inquieto —Tu madre vino ayer
—Lía...¿deberías escucharlo? —cuestionó Michael preocupado
Asentí con la cabeza sin decirle palabra
—Puede que haya estado más allá que acá, pero recuerdo bien lo que escuché ayer. Me encontraba en mi consulta semanal, de hecho...acababa de entrar, y desde luego mi madre salió como es de costumbre en nuestras citas. Pensó que estaba escuchando música cuando entré, pero no era así, podía escuchar todo perfectamente —profundizó sus palabras —. La enfermera entró con tu madre, había llegado muy mal, estaba llorando. Ambos se quedaron platicando en la puerta que estaba a escasos metros de mi, escuché la negación de tu madre, así que le dijo que te daría una oportunidad. Depende de cómo te valla hoy, será tu salvación o ingreso al psiquiátrico
La incertidumbre y la ansiedad mezclados con el temor se hicieron presentes, las lágrimas anunciaban salir con cada palabra que me decía
—Tal vez te haga preguntas incómodas, todo para hacer que salgas de control —aseguró —¿Quieres un buen consejo? —me miró con seriedad —No dejes que tu madre salga de la habitación
—Lo supuse —comentó Michael llamando mi atención —. Tu madre fue quien nos vio por la ventana aquella vez
Mi cara fue perdiendo color ante el nerviosismo
—¿Cómo sé que lo que me dices es verdad? —pregunté temerosa
—No busco que me creas, trato de ayudar a que no te metan a un manicomio—contestó arrogante —Ya he estado en ese maldito lugar, pero yo ya estoy perdido, me encerrarán pronto nuevamente—levantó la mirada hacia el pasillo de donde venía nuevamente mi madre —. Sé inteligente Lía, y si fallas —sonrió —, búscame en el psiquiátrico. Jeiden Parker, trastorno bipolar maniaco-depresivo. ¿Y tu?
Esperé unos segundos dudosa.
—Lía Payne, esquizofrenia Paranoide —dije finalmente
—¡Lía! —gritó Michael avisando que mi madre ya esta llegando
Jeiden desvió la mirada para fingir no haber entablado conversación conmigo
—Regresé —dijo mi madre sentándose nuevamente
Hipócrita, sabe lo que me pasará una vez adentro —susurraron mis voces
—Lía Payne —salió el psiquiatra llamándome
Me levanté junto con mi madre al igual que Michael
—No dejes que tu madre se salga —escuché nuevamente el susurro del chico
Entramos a la sala, ahí estaba de nuevo, con su hipocresía reflejada en cada parte de su rostro y su estúpida sonrisa que tanto odio.
—Siéntense —nos dijo tomando asiento —¿Cómo has estado, Lía?
—Bien —contesté esperando al huracán de preguntas
—Bien...—redujo la voz —¿Segura? —alzó una ceja
—Segura
—¿Has tomado tu medicamento?
—Si
—¿Los sigues viendo?
—Muy poco —titubeé
—Mmm...interesante...—rascó su barba satisfecho —Nunca me afirmaste o negaste tener alucinaciones —sonrió victorioso mientras me daba cuenta de mi error —¿Y las voces?
—...También —terminé de condenarme
—¿También, qué?
—Muy poco —intenté desviar la mirada
Sentí calor en mi mano, cuando la vi me calmé un poco, Michael la sostenía mostrándome que no estaba sola
—¿Qué estás viendo? —cuestionó nuevamente
—Nada
—¿Tu mano no es nada? O ese "nada" ¿quiere que lo digas?
—No estoy viendo nada —solté molesta
Soltó un suspiro de cansancio y enfado. Idiota.
—Señora, déjeme un momento a solas con su hija
"A solas con su hija" esas palabras resonaron en mi mente de manera estrepitosa
¿Es normal sentir que te falta el aire? Respuesta: algunas veces
El miedo que comenzaba a salir de mi transformaba la escena de unos cuantos muebles, a un cuarto totalmente tenebroso, donde miles de ojos con miradas sombrías y voces provenientes de cada una de ellas comenzaban a sonar al unisono.
—Lía, ¿Qué esperas? Detén a tu madre —ma habló Michael a la oreja
—«Mamá, no me dejes» —fue lo único que pude decir dentro de mi mente. De cualquier modo ya era tarde, mi madre se había salido de la habitación
—¡Maldición! —gritó Michael molesto —Tranquila Lía, yo estoy contigo
—Lía, ¿Quieres ir al psiquiátrico?
—...No
—Entonces, ¿me dirás todo lo que ha pasado en este tiempo? —preguntó amenazante
—...Si
Sonrió de una manera satisfactoria, me sacará la verdad de una manera u otra
—Te haré la pregunta que más odias —se acomodó en su amplia silla, dirigiendo sus ojos burlones directamente a mi —¿Quiénes están en ésta habitación?
(...)
No respondía, a pesar de que trataba de organizar mis ideas para la respuesta a cada pregunta que me hacía, aparecían miles de voces que hacían que me confundiera, estaba mal, la cara de él sobre mi daba a entender un enfado indescriptible, ya de oficial, he perdido.
—¿No quieres estar aquí? —preguntó tras soltar una inesperada carcajada —De acuerdo, sólo quiero que me cuentes —añadió en voz baja —¿Qué se siente estar enamorado de alguien que no existe?
Abrí mis ojos como platos, fijé mi vista al instante con Michael que ya me miraba desconcertado. Estoy asustada.
—Entiendo —dijo con una sonrisa apartándose de mi
Caminó hasta sentarse otra vez en aquél escritorio mientras que Michael se acercaba furioso ante su comportamiento conmigo
—Tu hermano nos dijo ciertas cosas —dijo arrogante mientras tomaba mi expediente
—Miente, jamás ha hablado con tu hermano —alegó Michael retador frente a él sin siquiera mirarme —Te está probando. Quiere que pierdas la compostura —argumentó con seguridad
—Nos ha dicho que te has enamorado, ¿no es así? —me miró desafiante
Evité su mirada, empuñaba mis manos tratando de no temblar
—No mires a los lados —habló furioso —No dejes que gane
Mi mandíbula comenzaba a temblar
—Michael...—susurré temerosa
—No ganará —dijo para desaparecer
Me sorprendí ante tal acto levantándome de donde estaba
—¿Pasa algo Lía? —preguntó con cinismo
—...Nada
—¿Podemos continuar?
Continuará...
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