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XXXVI

Por desesperación, Ari corrió a la cocina, agarró un cuchillo, regresó y cortó la cuerda que sostenía el cuerpo de su amigo. Debido a la fuerza con la que cayó en sus brazos, se escuchó un fuerte ruido y el llanto del psicólogo fue lo que terminó de alertar al menor.

Mike entró corriendo al departamento, tratando de no chocar con las cosas. Al llegar a la habitación de donde provenía el ruido, pudo visualizar a su pareja llorando a mares mientras sostenía un cadáver, ¿Y cómo lo supo? Era sencillo, Jayden ya no se movía para nada.

La llamada de emergencia no tardó en sonar, ya que el rubio la había hecho y luego de eso, se agachó a la altura del otro para posar una mano en su hombro.

—Ari... Ya déjalo, v-vamos —trataba Mike de convencer al mayor.

Pero simplemente el de ojos bicolor no reaccionaba. Las lágrimas seguían saliendo sin ningún control y los sollozos resonaban de igual manera, más no se movía.

En un punto, Ari se agachó más, abrazó a Jayden y le comenzó a reclamar sobre su torcido plan; llamarlo solo para verlo muerto. Aquella llamada, fue la última vez que escucharía la voz del rubio mayor.

Minutos más tarde, las autoridades correspondientes llegaron a los departamentos y del indicado, sacaron a jalones a Ari, pues él se negaba a soltar a su amigo.

Gritaba a los cuatro vientos:

—¡DÉJENME CON ÉL! ¡É-ÉL ME NECESITA! ¡¡DÉJENME!!

Intentaba soltarse, pero terminó cediendo y saliendo del departamento. Antes de que Mike los siguiera, observó en un mueble un sobre de carta, así que lo agarró y ahora sí abandonó el lugar.

Mientras algunos oficiales se dedicaban a registrar el departamento y cuestionar a algunos otros vecinos, uno del grupo se dió el tiempo de encuestar a la pareja.

—Hey —llamó un oficial al rubio—, te hablo a ti porque tu... —no completó la frase ya que no sabía como dirigirse a Ari.

El menor le dió un vistazo al castaño y luego regresó su mirada al policía.

—A-amigo de la familia. Lo acompañaba porque ese tipo que se colgó parecía tener unos problemas mentales —explicó el de ojos grises.

Por más que quisiera, Mike no podía decir que su pareja era su psicólogo; tal vez acabaría mal por la corta mente que pudiera tener el oficial.

—¿A qué tipo de problemas mentales te refieres? —preguntó otra vez la autoridad.

—Creo que... Obsesión. Antes ellos dos eran una pareja —señaló el menor al mayor.

—Entiendo. Quizá él tenía mayores problemas, pero al menos no fue homicidio.

—No —respondió y bajó la cabeza.

—Fue traumático, ¿No es así? —agregó el policía.

—Ajá, no es lindo ver a una persona que se suicidó y más si va a afectar a un amigo.

—No te preocupes, él estará bien —lo calmó y se fue.

—Eso espero.

Cuando se percató de que el oficial se había retirado, Mike de inmediato abrazó a Ari, acurrucándose en la cobija que él tenía sobre la espalda.

Fueron solo unos segundos de silencio, hasta que el especialista decidió hablar.

—No sé que problemas tenía, pero quizá pude haberlo ayudado —se culpaba por la situación—. Si tan solo hubiera hablado bien conmigo, él no estaría muerto —continuaba llorando y sollozando.

—No fue tu culpa, Ari, no fue la de nadie. Si él no habló, no podríamos saber de sus problemas —mencionó y lo tomó de las mejillas para que lo viera—, ¿De acuerdo?

El de ojos heterocromáticos asintió y aprovechando de que nadie los estaba viendo, Mike lo acercó para besar tiernamente sus labios; dejó un beso cortito.
Luego se separó y conservó su cabeza recargada en el brazo de Ari.

Al hacerse un poco más de noche, un policía se les volvió a acercar.

—Disculpen pero sería mejor si mi equipo y yo los llevamos a casa, ya que usted no se ve en condiciones de manejar, podría provocar un accidente —interrumpió dirigiéndose al castaño.

—¿Y mi auto? ¿Qué hay de él? —replicó.

—Llamaremos a una grúa para que lo lleve a su hogar, ¿Le parece bien?

Ari suspiró y asintió.

—Bien. En unos minutos nos ponemos en marcha —aseguró el oficial y se retiró.

[...]

Lo prometido es deuda, así que una patrulla se encargó de escoltar a Ari y a Mike hacia la vivienda del primero.

Al partir, el psicólogo pudo visualizar como sacaban el cadáver de su compañero en una camilla, cubierto por una manta, y lo subían en la ambulancia donde estaba sentado antes. Nuevamente, las lágrimas salieron de sus ojos, se deslizaron por sus mejillas y terminaron por caer al suelo del vehículo donde iban.

Cuando llegaron a la casa del especialista, la pareja se bajó y como el auto ya estaba ahí, no tuvieron que preocuparse de nada más.

Sin dirigir palabra, el de ojos bicolor fue al segundo piso a tomar una ducha y el rubio lo siguió, solo que él se quedó en la habitación a esperar por el otro.
Cuando Ari salió, Mike también tomó una ducha.

Unos minutos más tarde, ambos ya estaban acostados en la cama; el mayor boca arriba y el menor de lado, viéndolo.

—¿Cómo sigues con esto? —inquirió el de ojos grises y acarició un poco la mejilla del otro.

—No lo sé. No es ni me será fácil de superar, Mike. F-fue mi amigo mucho tiempo, aunque aún no dejaba su obsesión de lado —expresó conteniendo sus sentimientos—. Quien sabe si eso fue lo que lo llevó a la muerte.

En un segundo, Mike recordó la carta que encontró y antes de dársela a Ari, la iba a traducir, porque sí, estaba escrita en inglés.
Él quería entender primero la situación.

—E-es mejor que duermas, mañana debes asistir a clases —le recordó el especialista al rubio.

El último descrito no dijo otra palabra y sencillamente se acomodó en el pecho del castaño; su lugar seguro.

Esa noche, Mike durmió como bebé, pero el psicólogo no, ya que sus pesadillas se hicieron constantes.
En mucho tiempo, había desbloqueado un nuevo trauma.

[...]

A la mañana siguiente, Ari, debido a sus pesadillas, se levantó temprano; lo suficiente para hacerle un desayuno delicioso a su pareja.

La alarma de Mike sonó, entonces se levantó de la cama, realizó su rutina antes de la Universidad y luego bajó al comedor, encontrando al especialista. Rápidamente, tomó asiento a su lado, para luego saludarlo con un beso en la mejilla.

—Buenos días —agregó el de ojos grises al saludo.

—Buenos días, Mike —contestó el castaño de regreso—. ¿Dormiste bien?

—¡Sí! Aunque veo que tú no —dijo observando sus párpados hinchados.

—No te preocupes por mí, estoy bien —sonrió—. ¿Desayunamos?

El menor asintió e hicieron la anterior acción mencionada.

Más tarde, los dos iban ya de camino hacia la institución de Mike y él viajaba en el asiento detrás del piloto, pues ahí podía abrazar mejor a Ari; todavía lo seguía consolando.

La mirada del conductor se veía sin brillo, a la vez que levemente perdida. Este puso atención al rubio a través del espejo retrovisor y, para "calmarlo" un poco, ofreció su mano izquierda, lo que hizo que el otro entrelazara sus dedos, sonriente.

Un pedazo de trayecto después, la pareja ya estaba de pie frente a la Universidad del menor.

A este último no le importó nada, entonces dió un salto hacia el psicólogo, abrazándolo por la nuca y rodeando con sus piernas la cintura ajena. Al final de ese acto, terminó dándole un beso demasiado... Romántico, por decirlo de una manera.
Sorprendido, Ari no tuvo de otra más que corresponder, solo que sujetándolo con ambas manos de las piernas para que no se cayera.

Lógicamente, las miradas de otros estudiantes e incluso de los docentes, no tardaron en notarse, pero eso no le importaba en lo más mínimo a esa pareja.

En un momento, una profesora se les acercó, llamándoles la atención.

—¡Hey, Miguel! ¡En la institución no puedes hacer eso! —demandó la señora acercándose y quedando a pocos metros de ellos.

No de inmediato, pero Mike se separó de su pareja segundos después, tratando de conseguir algo de aire. Luego hizo que el otro también viera a la docente, pues tenía su mano en su mejilla, así juntando sus caras, observándola fijamente.

—¿P-por qué? —cuestionó con una sonrisa de orgullo—. ¿Les da envidia o qué?

—La verdad sí —comentó una estudiante cualquiera que pasaba por ahí—. Nos da envidia que tengas a ese papasote como pareja.

—¿¡Sí!? ¡PUES ES MÍO, PERRA! —gritó el rubio—. A la siguiente no te dejó expresarte así de él, ¡Porque acabarás sin dientes!

La chica y su grupo solo se fueron, mientras comentaban del psicólogo entre risas.

—¡Lo que sea! Solo... Entra ya —exigió la maestra y sin más, regresó a la institución.

Ambos se quedaron riendo por la situación y Mike volvió a hablar.

—¿Ves? Te dije que te iba a presumir —sonrió y se bajó—, aunque ya debo irme, corazón bonito —apodó mientras acomodaba su mochila.

—Je —rió el de ojos bicolor, sonrojado—, bien. Espero tengas un buen día, Mike.

—Igual. Por favor, no hagas nada de lo que te puedas arrepentir, ¿Sí? —solicitó.

—Lo prometo —destacó levantando su mano.

El menor entró feliz a la Universidad y el mayor solo se dedicó a regresar a su hogar, aunque de camino a su auto, aún escuchaba su nombre entre risas. Volteaba solo para encontrar a universitarias viéndolo de forma extraña para él.

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[N/A]

[🖤🥀] So cute 🥰

Je, vagando por Pinterest, encontré otra imagen que representa a Mike "^^

Lógicamente, Ari no tiene el pecho tan pronunciado, pero técnicamente así es ❤️

¡¡¡Bye!!!

-AshleyHgoRdz

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