XXIII
El beso les duró poco, pues el rubio recibió el impacto de una botella de plástico y al voltear en dirección de donde sintió el golpe, vió a Ela de pie con una expresión de decepción, la cual se notaba a kilómetros.
—¿¡ES EN SERIO!? —le reclamó ella—. ¿Y el tiempo que él te brindó? L-lo arrojaste a la basura.
—¿Él? —interfirió el pelinegro—. ¿Quién es él?
—N-nadie —respondió Mike—, no es nadie.
—Y lo niegas. Es de esperarse que no te quiera volver a ver, ¡Advertido estás!
—¡NO, ELA!
El rubio apartó a Trollino de él, dándole un fuerte empujón; quería ir tras la pelicastaña. Con su mochila en la espalda, era imposible alcanzarla, más porque al traerla en un solo hombro, se le caía constantemente.
Estuvo un rato dando vueltas por los patios de la Universidad, pero simplemente no la encontró. Tenía miedo, ella podía contactar a Ari en cuanto se le diera la gana.
[...]
—Agenda la cita en su horario.
—¿E-en su horario? P-pero no
puedo hacer eso.
—¡Por favor! Es más urgente la cita
para mí que para él, por favor.
—B-bien. Le avisaré a la
recepcionista, entonces.
—Gracias. Eres un amor de persona.
[...]
Era hora de la salida en la Universidad y Mike no tuvo plática con Trollino, mucho menos con Ela, porque ella estudiaba una carrera diferente, no sabía exactamente cual.
Cuando Mike iba de salida, vió a su amiga subirse rápidamente al auto de su padre, y estos se iban a la misma velocidad en dirección a donde siempre avanzaba para ir con el psicólogo, cosa que le preocupó.
Alterado, comenzó a ver alrededor del lugar y, gracias a la esperanza, un taxi vacío pasó cerca de él, así que le pidió que parara con su mano alzada. Al hacerlo, subió de inmediato y le dió la dirección del centro de ayuda.
Minutos más tarde, el taxi que llevaba a Mike llegó al lugar, así que este le pagó y bajó del vehículo. Corrió directamente a la recepción.
—¡Buenas tardes! —exclamó cansado—. Llegué a ver al psicólogo, ¿P-puedo pasar? —agarrando aire.
—Ehh, el psicólogo está en cita con alguien más.
—"Ya sé quien" —pensó—. E-es una amiga, t-tal vez también quería verlo, p-pero no creo que sea un problema, je —rió por los nervios.
—Lo siento, de verdad, pero no puedes pasar, no me lo solicitaron.
El de ojos grises se enojó un poco, pero no era la única vez que se infiltraba a un lugar.
—Bien, l-lo entiendo. Muchas gracias de todas maneras.
—No hay de que, muchacho.
Mike se retiró de la recepción, pero se quedó esperando afuera, escondido. Sabía que había un horario en el que la recepcionista salía a comer o a hacer cualquier cosa, solo salía.
Después de unos 15 minutos de aburrimiento, la mujer detrás del escritorio salió de su espacio de trabajo, dándole paso al menor.
Caminando por los solitarios pasillos, Mike llegó a la puerta del consultorio de Ari y pegó su oído a la puerta, oyendo una voz familiar; la de Ela.
—"Maldita traidora. No le escucho bien".
Tratando de entender lo que su amiga hablaba con Ari, escuchó pasos y una voz muy tenue que dijo:
—Solo observa.
En eso, la puerta del consultorio fue abierta y el rubio casi caía de cara, de no ser por sus reflejos que lo salvaron.
Mike se quedó un rato tomando equilibrio, hasta que levantó la cabeza y mirada en dirección del castaño de ojos heterocromáticos. Este miraba su ventana con un semblante de decepción; él sentía que había fracasado en su trabajo.
—Sabía que vendrías. Eres un experto en escaparte y escabullirte para espiar a otros —le reprochó la de ojos verdes.
—Ela, basta —reclamó Ari.
—Es la verdad.
—Ya sé que es la verdad, pero no tienes porque estarle recordando de una manera tan cruda.
—Tsk —chistó con la boca—, por eso te tratan así.
Ari suspiró, se cruzó de brazos y recordó en unos segundos la época en la que iba a la Universidad.
—S-sabes que no quise decir eso —interrumpió Ela acercándose al mayor.
—Siempre queremos no decir algo, pero al fin y al cabo es la más sincera verdad —sonrió—. No te preocupes.
—"Órale, que sabio" —pensó Mike.
—Mike —nombró el psicólogo y volteó a verlo—, si realmente Javier es de quien estás enamorado y por eso le correspondiste el beso, solo tienes que abrir los ojos, en serio.
—¿A qué te refieres con abrir los ojos? —preguntó el rubio ladeando su cabeza.
—Ten en cuenta que él ya te trató mal una vez, no creas que él cambiará de un día para otro —hablaba con fluidez—. Posiblemente es un, ¿Plan?
—¿Plan de quién?
—De alguna otra persona que también te dañó.
—¿Ana? —cuestionó la pelicastaña.
—Podría ser —respondió el psicólogo aún de brazos cruzados.
Mike se desilusionó mucho, tanto, que el enojo se apoderó de él; un sentimiento con fuerza que no había experimentado.
—Mentira.
—¿Mande? —expresó el de ojos heterocromáticos.
—¡Que solo me quieren ver sufrir!
—¿Perdón? No, Mike, es todo lo contrario.
—¡MIENTES! ¡USTEDES SOLO QUIEREN VERME TRISTE! ¡QUIEREN VERME EN EL SUELO, LLORANDO!
—No, no, claro que no —trataba de calmar el mayor—. Mi labor es todo lo contrario a lo que dices.
—¡CLARO QUE NO! ¡SEGURAMENTE TODO ESTO ES PLAN DE MI PADRE! ¡Y-YO SÉ QUE ASÍ ES!
—Que no. Yo con tu padre no estoy involucrado, no me gusta hacer ese tipo de cosas. Yo trabajo solo.
—¡SI QUISIERAS VERME FELIZ, NO ME RECLAMARÍAS POR JAVIER!
—¡LO DICE POR TU BIEN, MIGUEL! —interfirió la menor—. ¿¡TÚ QUÉ VAS A SABER DE ÉL SI NO LO CONOCES!? ¿¡TÚ QUÉ OPINAS!?
—Ela... Cálmate, por favor —pidió el mayor.
—¡Es que no es justo para ti, Ari! ¡T-tú solo buscas ayudar! ¿Y cómo te pagan? ¡CON GENTE IGNORANTE COMO ESTE! —señaló a Mike.
—¡ÓYEME, NO ES MI CULPA QUE ÉL SEA TAN BLANDO Y POR ESO LO TRATEN COMO SE LES DA LA GANA! ¡SUS PACIENTES SE VAYAN Y ESTÉ SOLO!
Ela y Ari se quedaron callados ante el comentario, pero más el castaño; Mike tenía razón.
La menor fue la que reaccionó más rápido, volteando a ver a su amigo.
—A-Ari, sabes que no quiso decirlo, ¿V-verdad?
—Si, Elita, pero es una sincera verdad —se le empezaba a cortar la voz—. S-se acabó la sesión que ordenaste, pequeña —sollozó y les dió la espalda—. Vayan a casa.
—P-pero —se opuso la menor.
—Por favor, mi niña... Váyanse.
La pelicastaña, enojada y triste, salió del consultorio de Ari, jalando bruscamente al rubio de la mochila. Después, cerró la puerta con cuidado.
El castaño comenzó a derramar lágrimas, pero no fueron las suficientes, pues agarró su celular, abrió sus mensajes y seleccionó un chat, en el cual empezó a escribir:
Ari
Hi, isn't it too late to accept
your proposal?
"Hola, ¿No es demasiado tarde
para aceptar tu propuesta?"
Fue cuestión de un minuto para que el mayor recibiera respuesta.
Andy <3
Of course not! Just tell me
the date and I'll buy the ticket
"¡Claro que no! Solo dime la
fecha y compro el boleto"
Ari
One week. I pay you half
of the money
"Una semana. Te pago la mitad
del dinero"
Andy <3
So party? 😏 Don't worry, I'll take
care of it. I'll let you know
as soon as I have it
"¿Así que fiesta? 😏 No te
preocupes, yo me ocupo. Te
avisaré en cuanto lo tenga"
Ari
Thank you
"Gracias"
Andy <3
You are welcome
"De nada"
El psicólogo cerró la aplicación de mensajes y abrazó su celular; ya le habían mencionado esas vacaciones, pero nunca las tomó porque no existía el tiempo para el descanso. Tal vez ahora era el momento adecuado.
[...]
La incomodidad estaba presente entre Ela y Mike, pues este seguía enojado por la supuesta complicidad que tenía Ari con su padre, ¿Cómo era posible que en vez de apoyarlo, lo regañara? No se lo podía creer.
La pelicastaña había terminado de hablar con su padre y él había accedido a recogerla otra vez. Se fue porque no sabía cuanto tardaría su hija y tenía que atender asuntos en su trabajo, pero siempre estaba al pendiente de ella.
El rubio, por su parte, también llamó a su padre. Él dijo que se tardaría un poco más en lo que le autorizaban la salida, pero que lo esperara ahí.
Mientras esperaban por sus progenitores, Ela soltó al aire:
—Lo arruinaste.
—Yo no arruiné nada, fue todo su culpa —respondió sin verla.
—Nada de esto es su culpa. Las decisiones que toman tu cerebro y corazón, no son su culpa —defendió.
—Pero es su responsabilidad el que me prohíbe mi felicidad.
—¿Cuándo hizo eso? —remarcó—. Solo te dijo que tuvieras cuidado con lo que hacías, solo eso.
—Mentira.
—Es el problema, eres muy necio para pensar las cosas.
—Tsk, y que ni piense que voy a regresar con él.
—Le arruinaste su cumpleaños —susurró ella.
—¿Qué? ¿Qué dijiste?
—Nada.
El padre de la menor llegó y ella se fue al auto de su padre, abrazándose para contener las lágrimas.
—¡ELA! Dime, ¿Qué dijiste?
—¡QUE LE ARRUINASTE EL CUMPLEAÑOS A ARI! —gritó enojada; harta de Mike—. ¡ARI CUMPLE AÑOS EN 3 DÍAS Y AHORA DEBE LIDIAR CON ESTO! ¡¡¡GRACIAS!!!
Fue lo último que dijo, subió al auto, cerró la puerta y el mayor avanzó para ir a su casa.
Mike se quedó ahí parado, formando un nudo en su garganta. Escuchó algunos pasos y volteó, era el psicólogo que subía a su auto; después se retiró.
Sus acciones y palabras siempre lo metían en este tipo de líos. De la nada, recordó que el mayor aún se auto-lesionaba, cosa que ahora sí lo rompió completamente. En vez de ayudarse, solo los estaba separando.
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[N/A]
[🖤🥀] Chale :') Y todavía ni vamos a la mitad de esto.
¡¡¡Bye!!!
-AshleyHgoRdz
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