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XLII

El sol ya estaba anunciando la llegada de un nuevo día y la hora correcta fue las 9:30am; tarde para la Universidad de Mike. Cabe destacar que la alarma sí había sonado, más la flojera del rubio, solo hizo que se apagara para no volver a despertarlo.

Ari se iba levantando como de costumbre y nada más con un leve dolor de cabeza, no uno punzante como el que ocasionalmente se tiene.
Él solo echó un vistazo rápido a su lado, reconoció a su pareja tapado hasta el cuello con las cobijas y simplemente se fue al baño.

Cuando regresó, vió su reloj de la mesa de noche y se alteró demasiado, tanto así que movió al menor para que se despertara rápido.

—¡Mike! ¡Mike! ¡Mike! ¡V-vas tarde a la escuela! —gritaba desesperado—. ¡MUY tarde de hecho!

Pero el rubio no atendió a esa indicación y mejor continuó durmiendo después de gritarle:

—¡Deja dormir, carajo!

Ante la respuesta, el mayor se quedó con la boca abierta y algo confundido.

—Miguel, no me respondas así —le regañó.

—¿Eh?

Mike volteó a ver a su amado y con una sonrisa nerviosa respondió:

—Ay, ho-hola, Ari —saludó asomando un poco la mano.

—¡Nada de "hola"! ¡Ya levántate! —mandó y después comenzó a buscar la ropa del de ojos grises.

—¿Levantarme? —respondió dudando indignado—. No puedo y no quiero.

—¿Cómo no vas a poder? —giró Ari su cuerpo y lo miró con las prendas en mano.

—¡Por tu culpa! —señaló.

—¿¡Mi culpa!? ¿Yo qué hice?

De repente, el rubio se sacó las cobijas que llevaba encima, mostrando que aún seguía solo en bóxer por la noche anterior.

—¡Mira! ¡Estoy mordido y te juro que no siento mi trasero! —chilló, de igual manera quejándose.

Por la impresión, el de ojos bicolor tiró la ropa al suelo, mientras observaba y analizaba a su pareja.

—Yo... ¿Y-yo hice eso?

—¡Sí! ¡Como dos horas! —seguía reclamando.

—Ehh...

Y con esa sola expresión, Ari entró corriendo al baño y se encerró.
Desde fuera se oía como se estaba lamentando y como estaba, ¿Llorando? Sí, se percibían sollozos.

Por más que Mike quisiera levantarse, de verdad no podía; continuaba sin sentir sus piernas.

[...]

Pasó aproximadamente una hora antes de que el especialista saliera del baño y se viera más relajado con su rostro lavado. Eso fue para calmar sus párpados hinchados.

—¿Ari? ¿Por qué llorabas? —cuestionó Mike el verlo salir y sentarse en una silla delante de la cama.

—Es que... Sentí un poco extraño el hecho de que tú y yo ya hicimos eso. Es una mezcla de emociones muy confusa —explicó el mayor recargando sus codos en sus piernas y juntando sus manos.

—Oh, ¿Y ya te sientes mejor?

—Algo.

—Mira, Ari, no es nada malo... —trató de calmar.

—Yo sé que no es malo, pero hace mucho no lo hacía y el saber que estás así por mí, pues es difícil.

—Ven —llamó Mike estirando sus brazos hacia él—, iría yo pero no me puedo levantar —sonrió.

Con un gesto cómodo, el castaño se levantó de la silla, se arrodilló a un lado de la cama y abrazó a su pareja; él ocultándose en su pecho.

De una manera delicada, el otro peinó los cabellos oscuros del mayor y dejó uno que otro beso en su cabeza.

—Ya, Ari, es normal y mayormente mi culpa por provocarte en tu estado.

—¿No que era la mía?

—Bueno... Un poco sí porque tú fuiste el que entró, pero mía por seguir.

—Está bien, entonces lo menos que puedo hacer es atenderte todo el día, ¿No? —ofreció el psicólogo viendo a los ojos de Mike.

Su sonrojo no tardó en aparecer y encantado de ver como era el de ojos heterocromáticos al portarse como el caballero que soñó, aceptó asintiendo sonriente.

—¡Vale!

—Como primer cosa, toca baño —anunció y levantó en sus brazos al menor.

—¡Ahh! —se sorprendió—. ¿No me duchaste ayer? —cuestionó algo enfadado.

—Técnicamente... Creo que no, no recuerdo bien.

Mike cooperó con el baño y se quedó sentado en el inodoro con la tapa baja a esperar. Por su parte, el castaño preparaba el agua y medía la temperatura.

Un rato después, el rubio se quitó la única prenda que le cubría y entró despacio a la tina, sentándose de espaldas a la orilla de esta.
En cambio, el especialista trajo una pequeña silla para acomodarse y bañar de mejor forma al de ojos grises.

Comenzó enjuagando su cabeza.

—¿Qué tal el agua, Mike? —preguntó Ari calmado.

—B-bien, e-está bien, pero aún me pone inquieto que estés atrás.

—No voy a hacer nada —rió—, solo no vayas a moverte —advirtió y agarró la botella de shampoo en sus manos.

Con la misma delicadeza que el de ojos bicolor le estuvo teniendo al de ojos grises, vació un poco de ese jabón en su cabello y talló como si de un bebé se tratara.

Terminando de lavar sus "rayitos de sol", pasó al cuerpo, proporcionando un ligero masaje en la espalda, incluyendo hombros.

En suma relajación, el menor trataba de quedarse dormido, pero el castaño lo despertaba con pequeñas salpicadas de agua en su cara. Reía por el acto y le gustaba ver a su pareja enfadarse por eso.

[...]

11:30am. Ari se encontraba preparando un buen desayuno para Mike, mientras este intentaba ponerse algo de ropa, pero tropezaba en el intento.

A fin de cuentas, se rindió y solo se colocó una playera de pijama. Después regresó a acostarse y entretenerse con su celular.

Entre tanto que veía, un mensaje en su pantalla le llamó la atención; era Ela.

Ela 🐻
¿Por qué no viniste, Mike? No
te mandé mensaje antes porque
creí que seguirías durmiendo, pero
ahora ya no lo pienso

De inmediato le tuvo que responder.

Mike
Es que me siento algo mal, es
todo

Ela 🐻
¿Seguro? ¿No quieres que te
vayamos a ver?

Mike
¿"Vayamos"?

Ela 🐻
Flex, Silvio y yo

Mike
Ah, no, no es necesario 😅
Estoy bien

Ela 🐻
¿Completamente seguro?

Mike
Claro

Ela 🐻
Bueno, nos vemos hasta el Lunes,
entonces

Mike
Hasta el Lunes, Elita nwn

Él cerró la aplicación de mensajes y soltó un enorme suspiro de alivio; no sabía que iba a explicar si sus amigos lo encontraban en ese estado.

Unos minutos más tarde, el mayor llegó con el desayuno del menor en una bandeja y luego acomodó una pequeña mesa encima de la cama. Eso serviría como apoyo.

—Listo —informó el psicólogo—. Provecho, Mike —sonrió.

—¡Gracias!

A continuación de gritar eso, Miguel empezó a consumir el desayuno y no esperaba menos, realmente estaba delicioso.

—¿Qué te parece, Mike? —interrogó el especialista y le dió un beso en su cabeza.

—Sí, todo está delicioso y me la estoy pasando bien, pero... Preferiría que me llamaras por el apodo que me dijiste anoche —propuso el otro, sonriente.

—¿Eh? ¿A-apodo yo? —balbuceó tembloroso de las manos.

—Sí~. Tú me dijiste algo muy bonito ayer que, aunque por el momento no lo pude apreciar, me gustó mucho.

—¿Y y-yo qué dije?

—Mi pequeño rayito de sol —recordó.

El de ojos heterocromáticos se quedó pálido al escuchar eso. El sobrenombre mencionado era ese apodo especial que él alguna vez quiso decirle al menor, pero por la vergüenza, nunca lo pudo pronunciar.
Una variación en inglés era: Sunshine, que como apodo significa: Mi Rayo de Sol.

—¿Ari? ¿Estás bien?

Él estaba sin reaccionar; por culpa de su estado, había revelado un mínimo secreto que guardó.

—Jaja, este día te has llevado bastantes sorpresas, ¿No es así? —inquirió el menor.

—Sí, pero al menos creo que no hice nada malo, ¿V-verdad? —volvió a consultar el mayor.

—¿El "cállate y obedece" cuenta? —remarcó.

Aquella orden fue lo que terminó por colmar a Ari, quien siendo una persona tan correcta, terminó por romper sus principios.

—Ya, ya pasó —indicó dejando sus alimentos de lado y parándose de la cama para ir a abrazarlo—. Además, no estabas en tus 5 sentidos.

—Supongo que tienes razón —correspondió ese abrazo y se calmó de a poco.

—Por cierto, Ari, quería pedirte un favor —solicitó al separarse una mínima distancia.

—¿Qué cosa? —observó el castaño hacia abajo.

—Enséñame inglés, por favor.

—Ehh, pues claro —aceptó animado—, si así lo quieres.

—¡Por supuesto!

[...]

4:30pm. El rubio estaba realizando las actividades y tareas que un compañero le pasó por su ausencia, pero se conservaba en cama. Por entretenimiento, también observaba una película que se reproducía en la televisión de esa habitación. Por gusto, disfrutaba un postre que su pareja le brindó, así que estaba más que a gusto completando sus deberes.

Mientras continuaba, el timbre de la casa se hizo resonar y aparte la puerta que Ari se dedicó a abrir. Seguido de eso, se escuchó una voz que no identificó, una voz femenina, tal vez de una mujer mayor.

El miedo incrementó cuando el psicólogo dijo:

—Hola, madre.

_____________________________________

¡¡¡Bye!!!

-AshleyHgoRdz

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