XII
—Bien, Sra. Montes, daremos a su hijo de alta —habló el médico al cuidado del rubio—. Ya hemos comprobado que él está bien. Solo, por lógica, debe reposar ambas piernas.
—¿Ambas piernas? ¿Y cómo logramos eso? Él debe ir a la escuela.
—Imagino que la institución tiene rampas para discapacitados, ¿No?
—Si, si las tiene —contestó Mike.
—Bien. Se deberá pagar una silla de ruedas.
—"Mierda" —pensó el rubio.
—Mmm, ¿E-es la única manera, verdad? —preguntó la mayor.
—Si, lastimosamente así es.
La madre soltó un suspiro muy largo y sonrió al doctor.
—Está bien, pagaremos la silla de ruedas.
—"Este es el peor día de mi miserable vida".
[...]
Mike
Y así está el maldito asunto
Ela 🐻
Cuanto lo siento, Mike. De haber
sabido, iba al hospital a visitarte
Mike
No te preocupes, seguro tenías
cosas más importantes que hacer
Ela 🐻
Bueno, más o menos
Ela 🐻
Por cierto, ¿Dónde vives?
Mike
En una casa
Ela 🐻
JA JA Que divertido eres, Mike
Ela 🐻
Me refiero a tu dirección
Mike
Calle Mata, 883, 1º F
Ela 🐻
Creo que la ubico
Mike
¿En serio?
Ela 🐻
CREO. Puedo ir por ti, si gustas
Mike
Mmm, no, no creo que sea
necesario. Gracias
Ela 🐻
¿En serio? No me molesta 😇
Mike
No dejarás de insistir hasta que
diga que sí, ¿Cierto?
Ela 🐻
Cierto
Mike
Bien... Puedes pasar por mi
mañana 🫂
Ela 🐻
¡SI! ¡Mañana a primera hora,
entonces!
Mike
Claro, hasta mañana
El rubio apagó su celular y su padre entró en la habitación, avisando que la cena estaba lista.
—Papá, por si se te olvidaba, soy un inválido ahora.
—Oh, cierto. Lo siento, hijo.
El Sr. Bernal sonrió nervioso, se acercó a la cama, cargó a su hijo y ambos bajaron hasta el comedor.
Cuando llegaron, la madre los recibió con la comida en la mesa y una sonrisa.
Al cabo de unos minutos, la Sra. Montes notaba a su hijo bastante decaído. Él jugaba un poco con la comida y luego la metía a su boca, para masticar lentamente.
—¿Hijo? ¿Qué tienes? —preguntó ella—. ¿No te gustó la comida?
—No, mamá, no es eso. La comida está realmente deliciosa, pero no es por eso.
—¿Entonces? ¿Por qué es?
—Porque ahora no puedo hacer muchas cosas yo solo, tengo que depender de otra gente para hacerlo, lo cual, me hace sentir muy inútil. Ojalá no hubiera tenido el accidente.
—El hubiera no existe, hijo —habló el Sr. Bernal—, lo único que queda es afrontar las cosas tal y como son, ¿Si?
—No queda de otra. Mañana vendrá una amiga por mi y me llevará a la Universidad, ¿N-no hay problema con eso?
—No, no, ningún problema, hijo —contestó la mujer a eso.
—Gracias.
—¿Terminaron de comer? —interrogó a ambos.
—Si, querida, gracias —indicó el hombre mayor.
La Sra. Montes se retiró con los platos a la cocina y regresó minutos después con unos nuevos, los cuales, tenían un postre encima llamado Pay de Limón. La mujer se los puso enfrente a ambos y ella también se sentó a comer el suyo.
A la mañana siguiente, el Sr. Bernal ayudó a su hijo a subirse al auto de Ela, mientras el padre de ella, acomodaba la silla de ruedas en la parte trasera del vehículo.
Ya que todos estuvieron listos, el padre de Mike se despidió.
—Adiós, espero te vaya bien... C-con todo esto —habló nervioso y preocupado.
—No se preocupe, señor Bernal —interfirió Ela—, yo me encargaré de que nadie moleste a Mike.
—Gracias, señorita.
El Sr. Bernal se separó del auto y regresó a su casa, mientras su hijo se alejaba.
[...]
—Bien, Miguel, llegamos —dijo el padre de Ela a la par que terminaba de montar la silla de ruedas.
—Gracias y lamento molestar —contestó Mike sentado todavía en el auto.
—No es ninguna molestia ayudar a los demás, ¿Si? Podemos traerte en este tiempo que estés así.
—Bueno, gracias, entonces —sonrió.
El hombre mayor ayudó a Mike a subirse a la silla de ruedas y después, Ela tomó el control de ella.
—Gracias, papá, nos vemos a la salida —comentó la de cabello castaño.
—Si, mi vida, ¿Al rato también vengo, verdad?
—Por favor.
—Muy bien, nos vemos en unas horas.
Terminada la conversación, el papá de Ela subió a su auto y lo puso en marcha, manejando hasta su casa.
Por otra parte, Mike estaba realmente nervioso, el único amigo que tenía era Trollino y ahora no podría ni mirarlo.
—¿Mike? ¿C-cómo te sientes? —preguntó Ela al verlo distraído.
—M-mi único amigo es Javier, ahora, ¿Cómo lo voy a ver sin sentirme mal por él?
—¿¡SENTIRTE MAL POR ÉL!? Debes estar bromeando —alegó deteniéndose y viéndolo de manera seria.
—E-es que...
—¡Es que nada, Mike! —regañó otra vez—. ¡Mira como te dejó las piernas!
—No fue su culpa, él no manejaba.
—Pero te sacrificaste por ese pedazo de mierda, ¿Y él qué hizo? Tratarte de la PEOR manera posible.
—E-estaba asustado.
—No es excusa para haberte hablado de esa manera, no tenía porque insultarte.
Ela suspiró y abrazó con cuidado a su amigo.
—Sé que lo amas, pero hay que aprender a alejar a las personas malas de nuestra vida y él es una de esas.
—Parece que tienes razón.
—Mike —nombró separándose de él—, necesitas urgentemente un psicólogo.
—¿Por qué? —consultó, pues él no estaba loco.
—Porque ya has pasado por demasiadas cosas, necesitas desahogarte con un profesional.
—Mis huevos. Los psicólogos no sirven para una mierda —se quejó—. ¿Podemos ya irnos a mi salón? Llegaré tarde —mencionó intentando cambiar el tema.
—Bien, pero piénsalo seriamente.
—"Lo iré a consultar con mi maldita almohada" —razonó.
Mike nunca pensó la idea de ir a "desahogarse" con un "profesional", él se sentía bastante bien y no necesitaba ayuda de nadie más.
Cuando llegaron al salón, el primero en alterarse por la condición de Mike, fue el docente, pues apenas hace dos días estaba excelentemente bien.
—¡Jóven Miguel! —exclamó el docente—. ¿Qué le sucedió?
—Un auto me pasó por encima —comentó—, pero no es nada, puede estar tranquilo.
—Se lo dejo, profesor. Yo ahora debo irme —dijo Ela saliéndose del aula.
—Bueno, p-puedes tomar el lugar en tu pupitre, solo quita la silla.
—Si, la podré quitar solo.
Mike empujó su silla de ruedas y fue a quitar el otro mueble, dejándolo en un rincón del aula. Regresó a acomodarse en la mesa y con algo de lentitud, sacó sus cosas de su mochila.
Trollino simplemente lo observaba de lejos.
Al llegar la hora de descanso, Ela fue por Mike a la puerta del salón, lo agarró de la silla y empezó a empujarla hasta la cafetería. Después de que estuvieran ahí, la de cabello castaño se fue a pedir el desayuno, mientras el rubio la esperaba.
—Hola —anunció Trollino parándose a un lado de Mike.
—Oh —respondió el otro solo echándole un vistazo rápido—. ¿Qué necesitas, Javier?
—¿Ahora soy Javier? ¿Ya no soy Trolli?
—Te llamas Javier, ¿No? No le veo el problema.
Mike mantenía un tono de voz neutro, no quería hacerle entender al pelinegro que lo destrozó por completo.
—Es solo que me acostumbré al apodo que me pusiste, es todo.
—Ya no importa. Si necesitas algo, dime, pues no te quiero cerca.
—¿Por qué? En el parque decías amarme mucho —dijo con sarcasmo.
—E-eso es pasado, no mezcles los tiempos.
—Solo... Necesito tu perdón.
—Pues ya te puedes ir yendo, pues él no te brindará más que desprecio —rechistó Ela a la espalda de Trollino.
El antes mencionado la volteó a ver lentamente, manteniendo la expresión seria de siempre.
—Daniela, ¿Verdad? —consultó con obviedad.
—Si, ¿Por qué? ¿Qué quieres cerca de Mike?
—De él, nada, pero tal vez contigo si —hizo mención a sus intenciones mientras se acercaba.
—Ja, si piensas que voy a retroceder, estás muy equivocado —recalcó quedándose quieta.
—Bien. Mira, iré al grano contigo. Tú me gustas, me atraes mucho y quisiera podernos conocer más. Tal vez, lleguemos a otro tipo de relación —aclaró.
La de ojos verdes volteó a ver al rubio, quien tenía la cabeza agachada y de sus ojos caían lágrimas. Ella sintió empatía, así que se echó a reír por la propuesta de Trollino.
—¡Jajaja! No.
—¿D-disculpa?
—Mira, Javier, eres guapo y todo lo que quieras, pero yo... Soy lesbiana y tengo novia, la cual respeto MUCHO.
—¿Lesbiana? ¿¡TÚ TAMBIÉN PERTENECES A ESA MALDITA COMUNIDAD!?
—Ajá —respondió con calma— y no creas que hablando de esa manera, te ves bien.
Ela golpeó en la mejilla a Trollino con fuerza, tanta que hizo que el rubio volteara a ver.
—¡ELA! ¡BASTA! —exclamó tratando de frenarla.
—Perdón, Mike, pero él debe entender con que clase de personas trata.
El pelinegro se fue corriendo de ahí sin ver a nadie. A pesar de haber sido tan mala persona con Mike, debía reconocer que lo extrañaba mucho, ya que fue su único amigo.
Mientras tanto, la de cabello castaño se fue a sentar al lado de Mike y a abrazarlo, empezando a acariciar su espalda lentamente.
—Ya, ya, tranquilo —calmó con un tono de voz bastante suave.
—T-todavía lo amo mucho —sollozó—. L-lo siento tanto, Ela.
—No es tu culpa, ten por seguro que no lo es.
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[N/A]
[🖤🥀] OJO: La dirección que puse anteriormente, no sé que tan falsa sea, ya que la saqué de internet. Esperemos no exista.
Por cierto, nos vamos acercando a la confesión de Mike 🌚. Esto se pondrá interesante.
¡¡¡Bye!!!
-AshleyHgoRdz
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