VII
—¿C-cómo que eres gay, Mike?
—E-Ela, l-lamento haberlo dicho,
c-creí que tenía la confianza de
decirte, p-perdón.
—Mike, por supuesto que tienes
la confianza, solo que...
—Si, lo sé, lo siento, Ela.
El rubio estuvo a punto de colgar la llamada, pero Ela volvió a hablar.
—¿¡Por qué no me dijiste antes!?
—¿Eh? ¿A qué te refieres?
—Mike... Yo soy lesbiana.
—Espera, ¿Qué? ¿C-cómo que eres
lesbiana?
—Si, así es, incluso tengo novia.
De repente, la llamada se hizo videollamada y la castaña presentó a otra mujer de cabello rubio, difuminado a morado. Se llamaba Evelyn o Lyna.
—¡Mira! Ella es Evelyn, mi novia.
—Un gusto, Mike, Ela me habla
mucho de ti —saludó la rubia con
un tono relajado.
—Hola Evelyn.
—Por favor, dime Lyna.
—Está bien, Lyna.
—¿Lo ves? No tiene nada de
malo —calmó la castaña a su
amigo.
—No es que sea malo, pero me siento
mal por mis preferencias.
—¿Por qué?
—Porque hace unos días fui a una
fiesta y ahí... M-me besé con
Trollino, mi amigo.
—Vale, ¿Qué más?
—Entonces la anfitriona de la casa
grabó y tiene fotos de eso. Amenazó
con enseñarle esas fotos a Trolli y
a mis padres si no me hacía su
novio.
—Entiendo, entiendo, ¿Y por
qué no le dices a tus papás
antes de que ella lo haga?
—Porque viniendo de mi boca o
viniendo de la suya, mis padres
no me aceptarán como soy.
—Ay, ¿En serio?
—Si, por eso me siento mal, tal vez
no debí enamorarme de los hombres.
—No, no debes de sentirte así,
espera, ¿¡Estás enamorado de
Javi!?
—Creo que hablé de más.
—Awww, que lindo.
—¿S-si?
—¡Obvio!
—P-pero siento que él no me
correspondería.
—No pierdes nada si lo intentas,
¿Verdad?
—T-tal vez.
—Bueno Mike, regresando al
tema de la chamaca que se hizo
tu novia bajo amenazas, ¿Y si
la matamos?
—Ela... —destacó Lyna alargando
la última vocal.
—Ya, perdón.
—No podemos matarla, no digas
incoherencias.
—¿Entonces? ¿La demandamos?
—¿Por qué demandarla?
—Por invasión a la privacidad.
—¿Eso se puede?
—Quiero suponer que sí, total,
también te está amenazando
para que hagas cosas en contra
de tu voluntad.
—N-no se me había ocurrido.
—Lo imaginaba.
Hubo un silencio de unos segundos y Ela se desapareció de la cámara.
Regresó con el celular de Lyna en sus manos.
—"La vulneración de la intimidad
implica acceder sin permiso en
el ámbito ajeno de lo personal,
una zona íntima que una persona
se reserva para sí o para un
grupo concreto de personas. Por
otro lado, el descubrimiento
de un secreto conlleva acceder
a la información de manera
ilegal, sea divulgada o no con
posterioridad."
—¿Lo encontraste en internet?
—Obvio, si no, ¿En dónde más?
—Entonces, ¿Hay posibilidad de
poderla demandar?
—Si, así parece, ¿Ya eres mayor
de edad?
—Si.
—¿Qué tanto?
—Tengo 19 años.
—Uhhh, veremos si podemos
hacer esa demanda.
—¡No tengo dinero para un abogado!
—Dije "veremos".
—Bueno, g-gracias por escucharme,
Ela, eres una muy buena amiga y
una muy buena mujer.
—¡Ay! ¡Ablandé tu lindo corazón
de piedra!
—Ehh, s-si, perdón por tratarte
mal al principio.
—No te preocupes, sé que
puedo ser muy molesta a veces.
—Vale, gracias por toda la información.
—De nada, Mike, nos vemos mañana
en la Uni, ¿Si?
—Claro, ¡Adiós, Lyna! —despide con
su mano a la novia de su amiga.
—Adiós, Mike, fue un placer
conocerte —objetó la rubia.
La videollamada fue terminada y Mike apagó su celular para irse a cenar, eran las 6:30 de la tarde, faltando 3 horas aproximadamente para que sus padres llegaran.
Mientras cenaba, el rubio comenzó a pensar seriamente la idea de declararse a Trollino, pues lo amaba bastante y prácticamente estaba soltero, al igual que él. Por otra parte, si se declaraba abiertamente homosexual y lo aceptaban, podía pagar su abogado para demandar a su "novia".
Mike estuvo bastante contento por haber hablado con Ela, ella le abrió los ojos y lo apoyó, pues al ser de la misma comunidad, no les quedaba más que apoyarse, no envidiarse. También se relajó bastante, porque sabía que Daniela nunca se interesaría en Trollino.
Volvió a agarrar su celular y planeó que sería mejor el declararse a su amigo de forma privada, ya de por sí tenía problemas con esa chica como para tener más. Iba bastante decidido y confiado, solo quería que pasaran unos días.
Al día siguiente, Mike iba un poco nervioso, pues recordemos que se escapó de la Universidad y se escapó de Trollino.
Como iba sobrado de tiempo, decidió ir por el mismo parque al que fue a descansar cuando huyó. Al pasar, distinguió al mismo chico que lo ayudó, chocaron miradas, pero el rubio apresuró el paso. No quería parecer un malagradecido, pero no era muy bueno iniciando conversaciones, ni dando las gracias.
No fue hasta que el chico lo llamó, haciendo que volteara.
—¿Si? —cuestionó Mike entre dientes.
—Quería saber si ya estabas bien —respondió acercándose al otro.
—Ah, con que me recuerdas.
—P-pues obviamente, no me iba a olvidar de ti.
—¿Cómo te llamas, enano?
—Carlos —sonrió y extendió su mano hacia Mike—, pero me puedes decir Flex.
—Ah —enunció y estrechó su mano con la del "enano"—, Miguel o puedes decirme Mike.
—Bien, ¿Te quito tiempo? —consultó soltando la mano de Mike.
—Vengo sobrado, salí temprano de mi casa.
—¿A dónde te diriges?
—A la Universidad, ¿Tú no estudias?
—Claro, solo que lo hago por la tarde —sonrió.
—Suertudo.
—Jeje —rió de manera tierna y algo silenciosa—. Por cierto, ¿Si desayunaste?
—Si, ¿Por qué?
—No por nada, normalmente lo estudiantes de la mañana no desayunan, ya sabes, por ahorrar tiempo.
—No, yo si lo hice y otra cosa.
—¿Si?
—¿Qué querías decir con que sabes lo que pasan las personas con mis preferencias?
—Porque yo también soy parte de tu comunidad. Mi novio se llama igual que tú, solo que a él le digo Silvio.
—Oh, entiendo, lamento haberte tratado tan mal ayer.
—No te preocupes, entiendo que estabas algo dolido.
—Si.
Mike suspiró sin otro tema que abordar y sacó su celular para revisar la hora, faltaban veinte minutos para que empezaran sus clases.
El rubio se despidió de Flex y se fue a la Universidad.
Llegando a su salón, Trollino lo esperaba en su pupitre de brazos cruzados y mantenía la mirada abajo.
—B-buenos días, ¿Me puedes dar permiso? —pidió el rubio al pelinegro.
Trollino reconoció la voz enseguida y levantó la cara, mostrando una expresión seria que daba miedo.
—¿Por qué hasta ahora?
—P-porque me entretuve con algunas cosas.
—¿Qué cosas? Si se puede saber.
—M-me vine t-temprano de mi casa y me detuve en un parque. Me quedé descansando, p-perdón.
—Vale.
Javier volvió a agachar la cabeza, sin prestar atención a la anterior orden de Mike.
—¿Entonces? ¿Te vas a quitar de mi asiento?
—No.
—Bien, no te planeo rogar.
El rubio se colocó bien la mochila y fue a sentarse en el pupitre de Trollino, no quería seguir peleando con él.
Este lo vió y se resignó a quedarse en ese asiento, pensó que Mike le rogaría como otras veces, pues así jugaban, pero ahora no fue así.
Llegada la hora de descanso, Mike se sentó solo en una mesa de la cafetería, para su buena suerte, su falsa novia faltó a la escuela por problemas de salud.
Mientras el de ojos grises y apagados, desayunaba, su amigo le fue a hacer compañía. Tenía su almuerzo en las manos y antes de sentarse, pidió permiso.
—Mike, ¿Me puedo sentar aquí?
—Haz lo que quieras —replicó y siguió almorzando.
—Gracias —contestó de regreso, sentándose en una silla al lado de Mike.
El rubio solo lo miró de reojo y continuó consumiendo su almuerzo; Trollino hacia lo mismo.
Estuvieron en un largo silencio hasta que ambos terminaron y el pelinegro, le dió unas palmaditas en la cabeza a su amigo, llamando su atención.
—¿Qué quieres?
—¿Por qué estás actuando tan raro? Nunca te había visto con estas actitudes —explicó quitando la mano de la cabeza del rubio.
—Mmm, no estás en condición de saberlo.
—¿Por qué? ¿Qué me ocultas, Mike?
—N-nada.
—¿Estás seguro? Te ves tembloroso.
—Trolli, por favor, si quieres que te diga que tengo, déjame pensarlo unos días, ¿Te parece?
—Bueno, lamento presionarte.
—No te preocupes, está bien, entiendo que solo quieres, ¿Cuidarme?
—Claro —deleitó a Mike con esa palabra y lo abrazó por los hombros, acercándolo a él—, eres muy, muy especial para mí, es normal que pregunte por ti y tu seguridad a cada rato.
—Awww, pareces un lobo cuidando a un cachorrito, cálmate —dijo mientras se quedaba recargado en el pecho de Trollino.
—Ya, está bien, solo que te he dicho varias veces que no me gusta estar solito, eres el único amigo que tengo, ¿Lo olvidas?
—No, nunca lo olvido, solo que eres más protector que mis padres.
—Obvio —animó orgulloso de si mismo.
Mike solo se relajó y soltó un largo suspiro, cerrando sus ojos. Ahora que había faltado su acosadora, se sentía relajado y en paz al lado de su mejor amigo.
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¡¡¡Bye!!!
-AshleyHgoRdz
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