LXVI
Tal y como se acordó, Mike asistió nuevamente a terapia con Lillian, ahí confesando lo que hizo con su amigo Javier.
—¿Qué tal, Miguel? —le saludó la psicóloga a su paciente—. ¿Has descansado bien?
—Más o menos —respondió un poco incómodo, para después tomar asiento.
—¿Por qué lo dices?
—Por lo que te tengo que platicar, Lillian.
—Dime, entonces —enunció algo preocupada.
Para esto, el de ojos grises subió las mangas de su sudadera, mostrando sus heridas vendadas.
—Ay, Miguel —habló decepcionada—, ¿Es en serio?
—¡Lo siento mucho! —se disculpó y comenzó a llorar—. ¡Yo me había prometido a mí mismo que no me volvería a cortar, p-pero sinceramente me sentí muy culpable por lo que hice!
La mayor estaba un poco confundida y decidió informarse mejor.
—¿Qué fue lo que pasó para que te lastimaras otra vez?
—No sé con qué ojos me verás después de esto —dijo agachando su cabeza.
—Un psicólogo siempre tiene que mantenerse neutro a cualquier situación que su paciente le declare, ¿Entendido?
Miguel asintió.
—Sí, ya lo demostraste en el pasado con lo del accidente.
—Puedes confiar en mí.
—P-pues... Y-yo... Y-yo me acosté con mi amigo; Javier, y no supe cómo hacerme sentir menos miserable —contestó y botaba más lágrimas en el proceso.
La pelirroja se quedó muda ante las palabras de su paciente, ya que esperaba muchas cosas un tanto sin sentido, pero jamás algo así. Intentó hallar una manera de consolarlo, más fue inútil.
El rubio habló de nuevo, levantando su mirada.
—¿Ves? Ahora ni siquiera logras aconsejarme o regañarme.
—Es que... N-no creí que fuera algo tan impactante. ¿Te das cuenta de lo que hiciste?
—¡Por supuesto que sí! —gritó agobiado—. ¡Le fallé a mis ideales, a mi familia, a mi amigo y me fallé a mí mismo! —soltó un suspiro—. Le fui infiel a Ari, Lillian. ¿Tú te das cuenta de la gravedad del asunto?
—Pero no podemos regresar el tiempo para que te arrepientas y pienses mejor las cosas.
—De alguna manera tenía que cagarla, ¿No crees?
—Los errores forman parte de nuestra vida, Miguel; no se logran evitar fácilmente.
—Ya sé, solo que yo me la vivo tropezando a cada rato —se reclamó y abrazó—. Tengo un problema mental y tal vez necesite ir a un psiquiatra.
—Yo no pienso que eso sea correcto. Más bien, deberías analizar siempre una situación desde todos sus ángulos, visualizando diversas posibles consecuencias —sugirió ella.
Mike se quedó pensando un rato, aceptando la idea que la especialista le daba.
—Sí... Normalmente hago todo sin razonar o nada más contemplando un final "bueno" en mi mente, como el accidente.
—¿Puedes contarme más a detalle lo que sucedió esa vez? —inquirió la de ojos negros, tomando una postura firme y colocando sus brazos sobre el escritorio.
Este fue el inicio de una rehabilitación estricta a favor de Miguel. Su trabajo consistía en decir cada parte de su vida, ya que serviría para estudiarlo de buena manera; psicológicamente hablando.
Luego de que sus sesiones finalizaban, el rubio se dedicaba a visitar a su pareja, platicándole su progreso. Conversaba tan entusiasmado, que incluso su amiga se convenció de perdonarse.
Ya eran 4 meses en los que el de ojos grises recibía terapia, entonces se iba convirtiendo en una persona más madura y comprensiva.
Daniela pidió reunirse únicamente con su amigo en aquel parque habitual, sentados en las dichosas mesas para picnic.
—Hola, Mike —saludó la pelicastaña con una sonrisa ligera.
—Hola, Dani —devolvió—. ¿Para qué me citaste aquí?
—Pues... —suspiró y continuó—. Pedirte perdón. Sé que debes estar pensando muy mal de mí en estos momentos, pero también quiero que en parte me entiendas.
—Vale. Sigue.
—Lillian me ha contado que progresas mucho en las sesiones, incluso he llegado a ver que platicas muy orgulloso con Ari.
—¿Me espías? —preguntó sonriendo de lado.
—... A veces, je.
—Entonces no soy el único interesado por la vida de los demás.
—No, ¡Y ya en serio! —regañó—. ¿Me podrías disculpar, Miguel? Créeme cuando te digo que Lillian igual me asesoró unas semanas.
—Nunca me enteré —mencionó confundido.
—Porque le pedí que lo mantuviera en secreto.
—Ya veo. Si te hablo con sinceridad, me siento solo, ya que no salgo de mi casa más que para ir a la Universidad; mis días se volvieron rutina.
—Cuando estábamos juntos salíamos a menudo.
—Exacto. Después de pensar mejor las cosas, creo que la respuesta queda en ti, Ela.
—¿Cómo? —dudó la de ojos verdes ante la reacción.
—Sí, o sea que depende de ti si me perdonas o no —mostró él una expresión tranquila—; yo no tengo que disculparte nada.
Con eso, Daniela se levantó muy feliz y abrazó a su amigo, tirando una que otra lágrima. El más alto correspondió.
—Relájate, Ela —trató de calmar el de ojos grises.
—Lo siento —sollozaba—. Es que me porté como una idiota contigo. En vez de ayudarte, t-te eché toda la culpa.
—De hecho sí tengo toda la culpa de lo que está pasando, pero estar aislado me lo hizo saber.
—Te perdono, Mike; sé que Ari también lo haría.
Ambos rieron y luego se dirigieron a comprar un helado para festejar su amistad.
De igual modo, Mike se sinceró con sus padres. Confesó que fue él quien los mandó a estado de coma y lógicamente se decepcionaron de esto. No cruzaron palabra por días, semanas, hasta que se rindieron por la tensión que abundaba en el hogar.
—Miguel —llamó Esteban; su padre—, siéntate, por favor —señaló un sillón.
El menor obedeció, demostrando una actitud neutra.
—¿Qué pasó? —cuestionó en tono bajo.
—No es fácil saber que quisiste matarnos, Miguel.
—Por supuesto que esa no era mi intención, papá.
—¿Cuál fue entonces?
—Solo quería que el auto no arrancara y pensé que había tirado la gasolina, no el líquido de los frenos —aclaró, formando un nudo en su garganta.
—De todas maneras casi no vivimos para contarlo —intervino Paula; su madre—. ¿Qué hubiera pasado si no salía bien y ahora estuvieras huérfano de ambos padres? ¿Quién te iba a apoyar?
Aquello dejó sin palabras a Mike, regresando el sentimiento de culpabilidad que creyó haber perdido.
—Lo sé, es una de las cosas que también dijo Lillian y... No imagino una vida sin ustedes, sin Ari.
—No podemos darte un castigo porque eres un adulto; irresponsable, pero adulto —retomó el mayor.
—Entiendo. ¿Harán algo conmigo? N-no sé, quizá mandarme a u-un internado o a p-prisión —tartamudeó nervioso.
—¿No crees que es algo precipitado?
—Son las consecuencias que sufre un adulto, ¿No?
—No hay necesidad de llegar a eso, Miguel —calmó la rubia—. Eres nuestro hijo y, por más difícil que sea, un padre siempre perdona.
—Te damos una segunda oportunidad, además de que ya estás siendo atendido por una psicóloga —enunció el otro.
El rubio más chico se levantó y abrazó a sus dos progenitores, llorando alegre.
—Qué bueno que siguen aquí —agradeció, suspirando de alivio.
Ambos igual rodearon con sus brazos a su primogénito, sonriendo e implorando que fuera la última estupidez que cometiera.
[...]
¿Cuánto le toma a una persona despertar del coma?
El estado de coma se puede presentar como una complicación de una enfermedad subyacente¹ o como resultado de lesiones, tales como traumatismo del cráneo. El estado de coma rara vez dura más de 2 a 4 semanas. El resultado depende de la causa, la severidad y sitio de la lesión.
Una explicación de Internet bastante sencilla de entender.
Ahora, ¿Cuánto tiempo le tomó a Ari despertar?
Alrededor de un año.
Sus lesiones se volvieron un gran problema, tanto así que los doctores no tenían la esperanza de que el castaño oscuro despertara.
Debido a esto, el personal del hospital estuvo de acuerdo en desconectarlo. En primera, porque la cuota iba en aumento por el tiempo del coma. En segunda, por la razón que se mencionó en el párrafo anterior y porque esa cama sería de ayuda para otros pacientes.
Por un lado, los padres de Miguel se ofrecieron a seguir financiando el tratamiento del psicólogo, ya que formaba parte importante en la vida de su hijo. También se exigió que continuaran las atenciones y estudios, porque un año era muy poco plazo para el estado en el que se encontraba el paciente.
A duras penas se cerró el trato, tranquilizando a todas las personas que se preocupaban.
Mike terminó por disculparse con los últimos que faltaban quienes eran Javier y Andrés. El extranjero ya no se hallaba en el país, así que fue una conversación por videollamada y en físico, respectivamente.
Con algunos cabos sueltos de sus problemas ya atados, finalmente se mantenía asistiendo relajado a continuar su carrera.
En una de tantas clases, su celular recibió una llamada, molestando a su profesor y ordenándole que contestara fuera de su salón. Igual fastidiado, el rubio salió.
Lo que le comentaron en esa conversación, fue una noticia que le alegró demasiado, logrando incluso que llorara y gritara mientras corría buscando a Daniela.
Tras llegar a su taller interrumpiendo el trabajo que realizaba, le anunció desesperado que Ari por fin había regresado del coma.
[...]
Después de que su horario finalizara, ambos amigos hicieron un viaje al hospital y como ya habían revisado al de ojos heterocromáticos, permitieron que el rubio pasara primero.
Al entrar a la habitación y ver a su pareja sentada mirando hacia la ventana, no pudo evitar correr a abrazarlo, volviendo a tirar lágrimas que recorrían sus mejillas. Se alejó un poco para igual darle un beso corto, pero aquí todo se fue al carajo.
El menor se separó y limpiando su cara dijo:
—No sabes lo feliz que me hace el verte despierto otra vez, Ari —sollozó—. Se acabaron mis días de agonía.
—... ¿Quién eres tú?
_________________________________
[N/A]
-Vocabulario-
¹ El verbo subyacer, por su parte, se vincula a permanecer oculto o debajo de alguna cosa.
[...]
[🖤🥀] No todo podía ser color de rosa :c
Las lesiones en la cabeza son tema serio, entonces existen complicaciones y consecuencias horribles.
¡¡¡Bye!!!
-AshleyHgoRdz
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