LXIX
Al día siguiente, Ari ya se encontraba en su hogar. Acompañándole, estaban su madre, la prometida del psicólogo y un pariente de la misma. Las dos mayores discutían acerca de la próxima fiesta nupcial que habría entre sus familiares, mientras que sus hijos dialogaban en el patio de la casa; los habían mandado a conocerse.
—Supongo que primeramente debo preguntar cómo te llamas —dijo el castaño oscuro.
—Olivia —respondió ella—. Tengo 30 y soy recepcionista en un consultorio dental.
Sus palabras se sentían muy secas, ¿Y cómo no? Si también la estaban comprometiendo a la fuerza.
—Oh, p-pues mucho gusto —sonrió—. Yo me llamo Ari, tengo ya 40 años y soy psicólogo —se presentó, para luego intentar darle la mano a su contraria.
La mujer rechazó esta muestra, pues no tenía una idea muy clara de quién era ese alguien de pie a su lado.
—Mira, no intentes que nos llevemos bien —advirtió—. Tú y yo sabemos que el compromiso solo es para mantener contenta a nuestra familia. En su debido momento, nacerán los niños, a partir de ahí puedes hacer lo que quieras.
—Ehh —el especialista estaba perplejo¹ por lo que oyó—, n-no, no trataba de que fuera así. A fin de cuentas...
—... Seremos marido y mujer, ya sé —completó ella.
—No significa que sea algo malo.
—¿En serio? —dudó ingenua—. Claro, como seguramente no tienes a nadie que ames —sollozó un poco—, todo es fácil para ti.
—... No me gustan las mujeres, Olivia —confesó—, entonces tampoco me gusta lo que está pasando. En cuanto a una persona especial, no lo sé.
—¿Cómo?
—Tenía un amigo en la Universidad y fue mi pareja en esos años; recién me enteré que se suicidó por algún problema que se relaciona conmigo, creo.
—Y... ¿Qué tal lo sobrellevaste? —cuestionó la otra.
—Supongo que bien —contestó alzando los hombros.
—¿Supones?
—Perdí la memoria en un accidente, así que no tengo muy contemplados mis recuerdos.
—Después de él, ¿Hubo otra persona? —siguió interrogando.
—Al parecer sí, pero es alguien todavía más joven que tú y eso no va mucho conmigo.
—Bueno, futuro esposo —nombró en tono bromista—, cuéntame sobre ese chico tuyo. De todas formas, debemos conocernos, ¿No? —mostró una sonrisa amable.
Ari entendió el punto de ella, entonces iniciaron una plática sobre sus vidas y de esta manera, el mayor se enteró sobre un novio de Olivia. Ellos dos no planeaban tener hijos, sino únicamente gastarse su dinero en viajes o pequeñas exigencias. Si se daba la oportunidad, adoptarían un niño; nada más eso.
Esto no le pareció a su familiar y debido a que trabaja junto con la Sra. Vera, pues ambas se enteraron de sus preocupaciones.
[...]
A las 17:30 acabó la reunión y cada quien regresó a su casa.
El de ojos bicolor comenzó a limpiar la cocina, sala y comedor, ya que antes tuvieron una comida.
Luego de una hora, alguien llamó a la puerta. El propietario abrió y se encontró a los amigos que le acompañaron en el hospital.
—¡Hola, señor Ari! —saludaron todos al unísono.
—¿Y ustedes qué hacen aquí? —preguntó extrañado—. ¿Cómo saben dónde vivo?
—Cortesía de Lillian y de mi amigo aquí presente —señaló Silvio a Mike.
Este inmediatamente se sonrojó al ver los ojos del mayor, entonces apartó la mirada hacia el piso.
—¿En serio?
—Sí. Lillian nos dió la idea de venir a hacer una pijamada contigo para distraerte —mencionó Ela—. ¿O prefieres que te dejemos solo?
—No sabría contestarles —aclaró Ari.
—¡Decidido! ¡Nos quedamos!
La de ojos verdes empujó a todos los demás hombres dentro de la vivienda y así como así, cerró la puerta detrás de ellos.
—Bueno, ¿Qué podemos hacer primero? —inquirió ella.
—Ehh, ¿Ponernos nuestras pijamas? —sugirió el rubio.
Aceptaron todos los presentes excepto el pelicastaño mayor, porque para él, aquellos jóvenes eran unos intrusos en su hogar, pero tampoco quería echarlos. Lo mejor que se le ocurrió fue no participar en su juego e irse a encerrar a su habitación.
Cuando los menores se dieron cuenta de que les faltaba su invitado estrella, recurrieron a buscarlo en la recámara principal del lugar. Se pararon frente a la entrada cerrada como una especie de manada y golpearon tres veces levemente.
—¿Hay alguien ahí? —cuestionó la castaña—. ¿Señor Ari?
—Tienen la casa para divertirse, solo no destrocen nada, por favor —alcanzó a decir el especialista desde dentro.
—Oye, ¿Qué pasó con mi Ari interactivo, eh? —replicó otra vez Daniela—. Al que no le importaban los demás y jugaba como niño. Necesito que el psicólogo que me atendió hace años regrese, aunque sea por estas próximas dos semanas.
—Elizabeth dijo que debía madurar.
—Quizá sí, pero eso puede esperar algunos días —añadió Flex—, ¿No lo crees? —llamó en segunda persona.
Durante los siguientes 10 minutos no escucharon ni un sonido proveniente del otro lado y al transcurrir ese tiempo, observaron que Ari salía vistiendo una pijama.
—Bien. Por el momento no estoy trabajando, así que podremos desvelarnos unas horas —sonrió ampliamente, con sus ojos llenos de brillo.
Los menores, menos Miguel, festejaron la noticia y después abrazaron a su amigo.
Muchos dirían: "Qué raro que un señor de 40 años sea aliado de jóvenes de entre 20 y 23 años; son etapas muy diferentes". Sí, pero aquel psicólogo siempre ha tratado con personas en ese rango de edad. Además, eran los que se quedaron a su lado, más por influencia del individuo de ojos grises.
Tras separarse del abrazo, tomaron rumbo a la cocina, en donde el mayor empezó a prepararles alguna botana mientras ellos iban a escoger una película en la sala. Por otro lado, Mike se sentía extraño al estar nuevamente en el domicilio y le dolía no poder demostrarle afecto a su ex pareja, pues le seguía amando con toda el alma.
Él tomó asiento junto a sus amigos y luego de soltar un suspiro, llamó la atención de los demás.
—¿Qué pasa, tocayo? —inquirió el mayor de los cuatro.
—Nada, Silvio —suspiró de nuevo—; solo lo de siempre, ya saben.
—Te entendemos, compa. Si a mi lindo Flex se le borrara la memoria, estaría igual que tú.
—¿Cómo? —dudó el rubio.
—Deprimido —le contestó.
—No es depresión, créeme.
—¿Entonces? —intervino la pareja del anterior.
—Pues... Creo que es remordimiento —aclaró— o culpa, de todas formas el que esté así fue por mí. Él se sacrificó para que yo saliera ileso² y no le puedo devolver el favor.
—En eso tienes razón —retomó la conversación el mexicano—. Ni modo que hubiera otro accidente.
—¡Cállate, Silvio! —regañó la de ojos verdes y le arrojó una almohada del sillón.
—Ay, ya, perdón —se disculpó apenado.
Por esa acción, lograron sacarle una risita a Miguel y antes de llegar con los otros, el castaño oscuro les escuchaba lo que hablaban. No fue su intención, únicamente un gramo de curiosidad.
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[N/A]
-Vocabulario-
¹ Que está confuso y desconcertado y no sabe lo que debe hacer, pensar o decir.
² Que no ha recibido ningún daño a pesar de haber estado en peligro o de haber sufrido un accidente.
[...]
[🖤🥀] 69 capítulos de historia principal, 10 de secundaria y un prólogo ಠ◡ಠ
80 partes ya...
¡¡¡Bye!!!
-AshleyHgoRdz
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