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LXIII

Tras meditarlo unos segundos, el rubio menor finalmente formuló unas palabras.

—Papá, con todo respeto... ¡Esta disculpa me hubiera venido bien hace 1 año! ¿¡Te das cuenta que también me ahorraba bastantes problemas que tuve!? —reclamó él hacia su mayor.

Ambos progenitores se quedaron en completo silencio por ese regaño; cayeron en cuenta de que estaba en lo correcto.

—Ehh... Y-yo... —Esteban no podía hablar—. S-sabes que lo lamento mucho, por eso vine a verte.

—Entiendo —suspiró—. ¿Me dejas pensarlo unos días, por favor? —pidió Miguel.

—Claro, hijo —habló Paula en cambio—. Sabemos que este proceso es difícil; tranquilo.

La de ojos verdes le dió un abrazo rápido a su primogénito, para después tomar a su marido de la mano y salir del cuarto.

Al cabo de unos segundos, Andrés ingresó otra vez con su compañero.

—What did he say? —inquirió el castaño claro.
"¿Qué dijo?"

—Que lo perdonara porque desde un principio no me aceptó como soy.

—Ohh —expresó en símbolo de sorpresa—. ¿Y lo perdonas?

—Aún no —respondió—. No me siento listo.

—Ari decía que debes tomar las cosas con calma —sonrió el extranjero.

El de ojos grises asintió, devolviendo también una sonrisa.

[...]

Al día siguiente, Ela había citado a sus dos amigos en el mismo parque donde se reunían a menudo. Necesitaba desahogarse con los más que pudiera y su novia también sería partícipe del acto ya dicho.

La pelicastaña llegó temprano a la reunión.
Pasaron unos cuantos minutos para que visualizara a lo lejos a sus tres acompañantes de esa tarde. Acto seguido, todos se sentaron en sus conocidas mesas para picnic.

—Hola, amor —saludó la rubia, besando la mejilla de Daniela—. ¿Para qué nos llamaste aquí?

—Pues porque quería volver a hablar con ustedes —contestó.

—¿Mike se metió en problemas otra vez o algo así? —consultó Silvio.

—Más o menos.

—¿Qué pasó con él? —cuestionó otra vez Lyna.

—Es que es muy fuerte de decir esta noticia —dijo cabizbaja la menor.

—¿Muy fuerte? B-bueno, viniendo de Mike, sinceramente me espero cualquier cosa —mencionó Flex—. ¿Crees que sí puedas decirnos, Elita?

Ella asintió, soltó un suspiro algo largo y finalmente confesó.

—M-Mike... F-fue el que dejó a Ari en coma —lagrimeó y se le cortó la voz.

Como todas las noticias que se daban en ese momento eran un balde de agua fría, esta no sería la excepción. Los presentes se quedaron callados después de oírla, mirándose unos a otros con expresión de miedo.

—¿C-cómo dijiste? —titubeó el de ojos azules oscuro—. M-Mike es capaz de muchas cosas, p-pero n-no creo que haya logrado ha-hacer eso.

—Parece que no lo conocemos tan bien —se decepcionó Ela—. Yo tampoco lo creía capaz de provocar un accidente, sin embargo, él mismo se lo contó a Lillian en su sesión de ayer.

—¿Y cómo reaccionó Lillian? —inquirió la de ojos cafés.

—Bastante tranquila, a mi gusto.

—¿Por qué?

—Porque primero me pareció escuchar que iba a llamar a la policía y luego no lo hizo. ¡Se puso del lado de ese maldito asesino!

—¡Mike no es un asesino! —defendió el peliazul—. ¡Solo se encaminó mal! ¿¡Por qué lo tratas así!?

—¡Porque se lo merece! —le gritó Daniela de regreso.

—¡Oye! No le hablas así a Flex —intervino el castaño.

—¡Pues es que dice incoherencias! ¿¡Cómo puede estar del lado de alguien que casi mata a otra persona!?

—¡Dijiste "casi"! —remarcó nuevamente Carlos.

—¡Eso no le quita lo peligroso al asunto!

—¡BASTA LOS DOS! —detuvo Evelyn, soltando un golpe a la mesa.

—¿¡Del lado de quién estás, Lyna!? —regañó su pareja

—Del que tenga la razón o al menos un pensamiento más lógico —respondió.

—¿Y quién es, entonces?

—No lo sé, Ela. Quiero apoyarte a ti, pero sabes que Flex también tiene su punto de vista y no hay que excluir a ninguno.

—¿¡Entiendes lo que Mike estuvo a punto de hacer!?

—¡Sí! ¡No estoy sorda!

—Oigan, no empiecen una pelea ahora —trató de relajar el ambiente Silvio—, ya que es lo que menos nos conviene a los cuatro.

—¿Y qué es lo mejor para nosotros? —volteó a ver molesta la de ojos verdes a la otra pareja.

—Hablar con Mike —sugirió—. Creo que ahora con sus terapias, podrá entender mejor la situación.

—¡Claro que la entiende y que se disculpe ahora, no va a hacer que Ari despierte!

—¡Obviamente! —habló con el mismo tono que su contraria—. No nos va a ayudar con él, sino a interpretar mejor el porqué de sus decisiones o su arrepentimiento actual.

—¿Desde cuándo un veterinario sabe tanto de psicología? —inquirió sarcásticamente.

—Que te valga madres, ¿No? Aunque sea en este grupo hay una persona que piensa para realizar las cosas.

Antes de que la rubia pudiera decir algo más, el mexicano agarró de un brazo a su menor y se fueron a su casa, buscando calmarse. Terminaron esa discusión.

—¡Y me deja con la palabra en la boca! —se quedó frustrada Daniela.

—Silvio está en lo correcto, amor; no hagas algo de lo que te arrepientas después —acarició suavemente su cabello castaño y la abrazó—. Sé por lo que estás pasando, pero no te precipites solo porque piensas que es lo que está bien.

La otra se relajó respirando profundamente, correspondió el abrazo y sonrió, sintiendo el apoyo de su novia.

[...]

A eso de las 17:30, Silvio y Flex encontraron a Miguel casi por entrar a la clínica donde estaba el psicólogo, así que lo interceptaron para decirle la situación que se había presentado.

—¡Mike! —llamó el peliazul a lo lejos, alzando su mano mientras se acercaba.

El de ojos grises giró su cuerpo, dándose cuenta de aquellos amigos que una vez lo hirieron.

—Oh, ¿Qué hacen aquí? —interrogó con tono serio.

—Veníamos a verte, porque Ela nos dijo lo que pasó ayer en tu terapia.

—¿Cómo te sientes? —cuestionó el castaño.

—¿Cómo quieren que me sienta? —enunció, notando que se formaba un nudo en su garganta—. Todos a mi alrededor juzgan lo que hice... Y tienen razón, actué sin medir las consecuencias.

   »Ahora tengo que venir a este puto hospital, simplemente a ver a Ari acostado, sin poder moverse, ni hablar, ni verme, oírme lo dudo, pero nada más está como si fuera un vegetal. Así me siento —contestó mostrando lágrimas recorrer sus mejillas.

—Lo sentimos mucho —ofreció el de ojos azules y puso sus manos en hombros ajenos—. ¿Podemos hacer algo para animarte?

—No lo sé, aunque agradezco que se preocupen por mí —sonrió de lado el rubio.

—Para eso somos amigos, ¿Verdad?

—Igual debemos disculparnos —se incluyó el de ojos negros—, porque en vez de entenderte, solamente te hicimos a un lado y no vimos que eres un humano que también se equivoca.

—Gracias por eso —sollozó—, pero sigue sin haber justificación o perdón para mis actos.

—El único perdón que vale es el tuyo y el de Ari; debemos esperar a que despierte.

Mike asintió, limpiando su cara.
Al terminar de platicar, el anterior mencionado retomó su rumbo habitual, logrando llegar a la habitación del castaño oscuro y tomando asiento a un lado de la cama.

—Hola —saludó acomodándose en la silla—. Regresé.

La máquina de pulsos del interno dió una especie de respuesta corta.

—Espero que puedas escucharme, Ari —pidió y sacó algo del bolsillo de su sudadera, poniéndolo frente al otro—. Mira, encontré en Internet sobre los anillos de promesa.

   »Son joyas que se usan como un juramento de fidelidad y entrega que se tiene a la pareja. Quisiera que te lo pusieras cuando despertaras, pero no sé cuándo lo harás, así que espero que te guste.

Dicho eso, Miguel abrió la pequeña cajita, revelando dos círculos de plata. El primero, y el que pertenecería al mayor, era ancho con un hueco en forma de corazón en medio.

El segundo, y el que pertenecería al menor, era más delgado. También sería el complemento del otro anillo, teniendo como adorno un pequeño diamante al frente.

Luego, procedió a poner el correspondiente en el dedo anular izquierdo de Ari, para seguir a ponerse el suyo en el mismo lugar.

—¡Tarán! —festejó moviendo levemente las manos de lado a lado—. Se ven bien, ¿No?

—Pero qué adorable, Mike —irrumpió Javier en el dormitorio.

El rubio reconoció la voz, así que no hubo necesidad de ver quién entró.

—¿Verdad que sí? Je, es de las cosas más cursis que he hecho por una pareja —sonrió, recostó su cabeza en pecho ajeno y colocó su mano sobre la del otro.

—Se ve que Ari te tiene bastante enamorado.

El de ojos grises asintió emitiendo un ligero ruido con la garganta, sin dejar de apreciar las facciones¹ del especialista.

—En fin, quería proponerte algo más, si es que me prestas atención —solicitó el de ojos azules.

—Sí te estoy oyendo —afirmó—; tú sigue.

—B-bueno —aclaró su voz—, hoy habrá una reunión en mi casa...

—Fiesta —corrigió interrumpiendo.

—Eso, pues —enunció un poco nervioso—. Y te estoy invitando a que vayamos, ¿Qué dices? Es un ambiente controlado y en un espacio que ya conoces —continuaba tratando de motivarlo.

—No lo sé, Trolli —suspiró—. No tengo un muy buen recuerdo de la última vez que fui a una fiesta.

—Exactamente por eso te pido que asistas, para que... T-te quites ese recuerdo de encima, ¿Sí?

—Vale, está bien —Miguel besó la mejilla del psicólogo, se levantó del asiento y vió a su compañero—. Vamos, Javi.

—¡Muchas gracias, Mike! —lo abrazó fuertemente—. Pensé que te seguirías negando.

El otro correspondió.

—No puedo continuar cerrándome —se separó después y encendió su celular—. Solo avisaré a mis padres.

—Claro, sin problema.

Parecía que él se divertiría tras haber pasado tanto tiempo lamentándose, pero la realidad, es que su suplicio no acabaría.

Javier tenía las mejores intenciones y el alcohol fue el que las echó a perder todas.
Cabe destacar que Andrés igualmente se encontraba presente en la fiesta.

_________________________________

[N/A]

-Vocabulario-

¹ Cada una de las líneas o formas que componen y caracterizan la cara de una persona.

[...]

[🖤🥀] Los anillos de pareja que dijo Mike :3

Por cierto, él ya tiene 20 años y las joyas fueron como un regalo de cumpleaños para Ari; cumple 39.

Por cierto, ¿Teorías? "^^

¡¡¡Bye!!!

-AshleyHgoRdz

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