LVIII
Luego de casi una hora en transportes y tráfico, Miguel llegó al hospital.
Entró a la clínica y directamente fue a recepción a preguntar por el aviso que le notificaron sobre sus progenitores.
—Buenas tardes —saludó él algo agitado—, ¿P-podría decirme el estado de mis padres? Esteban Bernal y Paula Montes.
—¿Sus padres? ¿Le dieron una noticia previa sobre eso? —cuestionó la trabajadora.
—Sí, m-me dijeron que ya habían despertado.
—Permíteme.
La recepcionista comenzó a buscar en sus archivos de la computadora y tras un rato, encontró lo que le había pedido el menor.
—Ohh sí —expresó—, ellos casi acaban de despertar, entonces el médico les está haciendo los estudios correspondientes. ¿Gusta esperarlos?
—Sí, por supuesto —aceptó Mike, a punto de volver a llorar.
—Necesito que deje unos datos, ¿Ya es mayor de edad? —inquirió la recepcionista.
Nuevamente Miguel asintió y la persona tras el escritorio hizo su labor.
[...]
Se esperó por aproximadamente 1 hora hasta que le dieron noticias de sus progenitores; el doctor llegó a la sala de espera y habló con el primogénito.
—¿Miguel Bernal? —enunció el mayor delante de él.
—Sí, sí —se levantó de su silla—, s-soy yo.
—Acompáñeme; sus padres lo están esperando.
Ambos fueron al elevador que posteriormente los llevaría al piso de los señores Bernal.
Después de un rato, el rubio llegó con sus padres y primero abrazó a su mamá.
—¡Mamá! —estalló en llanto y apretó un poco más su agarre—. ¡Mamá, estás bien!
—Ow, por supuesto que estoy bien, mi niño —ella acarició su cabello y besó su cabeza—. No me iba a rendir tan fácil, sabiendo que tengo un hijo maravilloso.
—Lo lamento, l-lo lamento mucho —se disculpaba, sin el valor de ver a la mujer a los ojos.
—¿Por qué te disculpas, amor? —se separó y limpió su rostro.
—N-nada. V-voy con mi papá —sonrió y se dirigió al mayor.
Entre los dos se formó una tensión bastante inquietante, pues la última vez que convivieron, no hubo una buena comunicación.
La Sra. Montes intentó acercarlos, interfiriendo.
—Oigan, sé que las cosas con ustedes no ha estado bien, pero por lo menos hagan el intento.
—No te preocupes, mamá —dijo el de ojos grises—. Estos días yendo a terapia me han ayudado mucho y... Creo que, mínimo, puedo perdonar de alguna manera a mi padre.
—¿Y de qué me vas a perdonar? —habló molesto el Sr. Bernal.
—¿De qué? —respondió ingenuo y con una risa incrédula—. Prácticamente me golpeaste y negaste por ser homosexual.
El rubio mayor se quedó callado ante eso; obviamente era cierto.
—Por eso decía que yo planeaba perdonarte —dijo nuevamente el menor de ojos grises—, pero con esa actitud que tienes, no lo creo.
—Miguel, por favor... —suplicó Paula—. Es tu papá.
—Pues sí y aunque demostró serlo por 19 años, cambió mucho cuando le dije mis gustos —le recordó el rubio a ambos—. Se volvió un completo ignorante y cerrado de mente; no pudo aceptar el hecho de que no me gustan las mujeres.
—Miguel... —continuó rogando su progenitora.
—No, mamá —volteó a verla—. Yo te quiero mucho y mi papá no pone de su parte para seguir como una familia, como la familia que éramos antes.
Mike agachó su cabeza un poco y luego la volvió a levantar.
—El día que mi papá me acepte como soy y pueda hablar con él sin necesidad de que se enoje a cada maldito segundo, seré feliz.
El médico que atendió a los mayores ingresó en la habitación y llamó al menor.
—Disculpa, pero necesito seguirle haciendo estudios a tus papás, ¿Podrías dejarnos un rato? —pidió.
—Claro —sonrió débilmente y le dió un último abrazo a la rubia de ojos verdes—. Nos vemos. Quizá mañana venga otra vez.
—Sí, corazón —también ella dibujó una sonrisa en su cara—, no te preocupes.
Miguel se retiró del cuarto y fue a recepción nuevamente, a preguntar por alguien especial; Ari.
Para fortuna del rubio, lo dejaron entrar a la habitación a verlo, ya que últimamente el psicólogo había estado bien de salud.
—Holi —saludó el visitante, tomó una silla, la colocó al lado de la cama y se sentó.
Este se quedó callado, para luego recargar su cabeza en pecho ajeno y colocar su mano sobre la del mayor.
—Lamento mucho lo que les hice, Ari —mencionó con la voz apagada—. Sé que no tengo perdón, pero solo quería decirlo para de alguna manera quitarme un peso de encima.
»No entiendes lo difíciles que han sido estos días, sabiendo que estás en esta cama postrado y ni siquiera tienen una fecha de cuando despertarás.
»Asistí a la terapia con Lillian y de hecho me ha servido mucho; siento que no soy tan dependiente como antes, pero obviamente no está curado del todo.
»Otra cosa... Trollino me pidió perdón y me ayudó cuando lo necesité. Debo confesarte que Ela hizo una mala comparación de Jayden contra mí, él me defendió y hasta ahí se quedó.
Todavía quiero saber como fue que cambió, porque se me hace extraño que lo haya hecho de la noche a la mañana. ¿Querrá algo a cambio?
»No sé. Te extraño mucho, Ari y... Quisiera volver a ver tus ojos extraños, je —rió bajito—. No eran tan bizarros después de todo, ya que lograron llamar mi atención.
»¿Quién llegaría a pensar que me enamoraría de mi psicólogo? Raro, ¿No?
Mike depositó un beso en la mano del castaño y volvió a reposar su cabeza donde estaba.
—Tengo sueño, amor —comentó—, ¿Me dejas dormir aquí? Jaja.
Total que sí cumplió su propia petición y se quedó dormido, sintiendo el calor que el especialista le brindaba.
Unas horas más tarde, una enfermera caminaba por el pasillo y al asomarse a la habitación del de ojos heterocromáticos, visualizó al rubio profundamente dormido. Se veían muy lindos así, pero la política del hospital le impedía dejarlos en esa posición.
No tuvo más remedio que ir a levantar a Miguel.
Al hacerlo, este fue mandado directo a su casa y obedeció, prometiendo que regresaría al siguiente día.
[...]
El de ojos grises iba llegando a su Institución y a lo lejos, detrás de él, una voz lo llamó.
La reconoció como la voz de Silvio, entonces volteó y a su lado, estaba Flex también.
—Mike, ¿T-tienes un minuto? —inquirió el peliazul.
—Supongo que sí, ¿Qué pasa? —preguntó también.
—Pues...
—¡Agh! Sinceramente esto nos llevará más de un minuto —interrumpió el castaño—, ¿Tienes algo importante que hacer en clase?
Mike le dió un vistazo rápido a la escuela y después miró otra vez a la pareja.
—No. Vámonos —ordenó comenzando a caminar.
Al cabo de unos minutos, los tres llegaron al parque donde por primera vez se conocieron Miguel y Carlos.
Tomaron asiento en una mesa de picnic e inició la charla.
—¿Querían hablar de algo en específico o por qué no me permitieron entrar a la escuela? —cuestionó el rubio en un tono molesto y serio.
—Es que estamos preocupados por ti, Mike —indicó el mexicano.
—¿Por qué? ¿Qué hice?
Por unos segundos, en su mente se formó la idea de que habían descubierto lo del accidente, pero no, fue algo más suave.
—Es que Elita nos comentó que habías regresado a ser amigo de Javier, ¿E-es verdad?
—¿¡Eh!? —expresó confundido y todavía molesto—. ¿¡Es en serio!? ¿¡Me impidieron entrar a la escuela por esa idiotez!? —les reclamó.
—¡Sí! —intervino el de ojos negros—. ¡Porque nos preocupa e incomoda el hecho de que Javier esté cerca tuyo! —tomó aire y se calmó—. ¿No recuerdas la vez que estuviste en el hospital por culpa de ese individuo?
—Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, Flex, pero es el único que me ha hecho sentir mejor desde que Ari es ahora el que está en el hospital —explicó, igual relajándose.
—¿Y nosotros qué? ¿N-no importamos?
—Por supuesto que sí, solo que Daniela dijo algo que no me gustó para nada.
—¿Lo de ese tal Jayden? —nombró el de ojos azules oscuro.
Mike asintió.
—Ahh, ¿Te afectó tanto la comparación? —Silvio continuó la conversación.
—Lógicamente, porque yo no soy como él —destacó—. "Soy peor." —pensó lo último.
—Ninguna persona es igual a otra, pero Ela nos habló del gringo y sinceramente sí tienen cierto parecido.
—¿En qué? —inquirió enfadándose y apretando los puños.
—En la parte de que ambos estaban, o están, obsesionados con Ari —contestó el peliazul.
Otra vez reprochándole su dependencia, justo cuando se está recuperando.
—¿¡En serio!? —gritó levantándose rápidamente de su lugar—. ¡YO POR LO MENOS ESTOY TOMANDO TERAPIA! ¡ESE PSICÓLOGO SOLO SE SUICIDÓ!
—También en la parte de que ambos se enojan muy rápido —siguió Carlos.
—¡Hijos de puta! —les insultó el de ojos grises—. ¿¡De verdad no tengo nada bueno!? ¿¡N-ni una ventaja!?
La pareja se calló ante la pregunta, dándole oportunidad a Miguel de seguirles reclamando.
—Ya veo... —tomó sus cosas y avanzó unos pasos—. Supongo que solo falta mi muerte para ser igual a Jayden. No se preocupen, verán que sí puedo.
Dicho eso, el rubio salió corriendo y el de ojos negros intentó alcanzarlo, seguido de su pareja, pero lo perdió al poco rato, ya que no podía seguirle el paso.
Agarró un poco de aire y le habló a Silvio:
—¿T-tú crees que realmente lo haga?
—Viniendo de Mike... Sí, Flex —contestó el mayor.
_________________________________
[N/A]
[🖤🥀] 🎶El muchacho de los ojos tristes🎶 Bueno no, pero no son buenas las comparaciones u-u
Por otro lado, ¿No se han preguntado cómo es el cuerpo de Ari?
Resulta, sucede y acontece, que en Tik Tok prácticamente encuentras de todo, entonces ví a un hombre que fácil tiene la complexión del especialista :D
Este es el usuario: justinsaiyann
El hombre cocina :0 Y tiene novia 🥲 Pero cocina :0
¡¡¡Bye!!!
-AshleyHgoRdz
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro