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LIV

—N-no... E-eso no puede ser, ¡U-usted me está jugando una broma! —regañó Mike.

—Por supuesto que no, Miguel —contestó el enfermero—. Nosotros no podemos bromear con este tipo de cosas; va contra las normas del hospital.

De inmediato, el menor agarró una silla de la habitación, la colocó al lado de la camilla de su pareja, se sentó, recargó su cabeza en pecho ajeno y las lágrimas salieron de sus ojos sin control alguno, al igual que los gritos de dolor.

—¡ARI, NO! ¡T-TÚ NO TE PUEDES IR! ¡NO ME PUEDES DEJAR! —empezaba a faltarle el aire—. ¡YO TE QUIERO MUCHO Y ME HARÁS MUCHA FALTA! ¡NO TE VAYAS, POR FAVOR! —suplicaba.

—Miguel, es hora de que regreses a tu habitación —indicó el trabajador acercándose al otro.

—NO, NO ME QUIERO IR.

—Tienes que. Debes descansar.

—NO, NO, NO —seguía renegando el de ojos grises.

Ya casi rendido, el auxiliar tomó al rubio del brazo y tironeó de él, tratando de sacarlo del cuarto.

Como Mike se aferró al cuerpo del castaño, era poco posible el hecho de separarlos. Aunque un incidente haría reaccionar a todos.

De un segundo a otro, los pulsos de Ari se desvanecieron y la máquina que los medía soltó un pitido muy agudo, también mostrando una línea completamente recta.

El enfermero prestó atención más rápido y rápidamente llamó a los doctores, junto con equipo adicional. Este mismo se dedicó a sacar a Miguel y a Lillian de la habitación, mientras trataban de estabilizar al paciente.

Gritos y jalones por parte del menor se presentaban desde fuera, pero la pelirroja lo regresó de donde había salido; su primera habitación.

Ella cerró la puerta y se colocó enfrente para impedir que el menor tratara de ir con su psicólogo.

—¡Lillian, déjame salir! —exigía el de ojos grises.

—¡Claro que no! —gritó—. ¡Deja a los doctores trabajar si no quieres que Ari se muera!

El rubio se sentó en la cama en estado de shock; era un primer golpe de realidad que le dieron.

—L-lo siento, Lillian. Debo dejar de actuar como un niño —se disculpó Mike.

—Es normal sentirse preocupado por Ari, yo también lo estoy —sollozó un poco—, p-pero es mejor confiar en los profesionales.

—Eso espero. Espero que lo logren salvar, p-porque si no... N-no sé que haré sin él —continuó llorando—. Yo creo que me voy detrás.

—T-tampoco exageres. Ari querría que siguieras adelante.

Y el recuerdo antes del accidente llegó a la mente del de ojos grises.

[...]
Flashback.

—¿Qué pasa, Mike? Te veo, ¿Distraído? Quizá es la palabra —irrumpió el de ojos bicolor en los pensamientos del otro.

—¿Eh? —reaccionó y lo miró—. Oh, n-nada, nada. Sigo pensando en esto.

—Sé que es difícil, pero hay que aprender a seguir, ¿Lo olvidas?

—Para nada —sonrió—. Sería una de las cosas que menos olvidaría y más si viene de ti —alentó.

Final del Flashback.
[...]

—¡Agh! —puso sus manos en su cabeza—. F-fue una de las c-cosas que Ari me dijo antes del accidente; que siguiera adelante.

—¿Ves? Ari quiere lo mejor para ti —remarcó la especialista.

—¿Y qué es lo mejor para mí?

—Que tomes la terapia —le recordó la mayor.

—¿Ahora de qué sirve? —cuestionó el otro, enfadado.

—De que aprendas de tus errores y tranquilices tu dependencia.

—"¿Cómo reaccionaría Lillian si le dijera la verdad?" —pensó el menor—. Oye... ¿Puedo pedirte algo? —preguntó.

—Sí claro, ¿Qué cosa?

—¿M-me darías un abrazo? —pidió entre sollozos y titubeos.

Ella suspiró y se sentó a su lado.

—Por supuesto, Miguel —cumplió y abrazó a su paciente—. Todo estará bien, ¿De acuerdo?

El de ojos grises correspondió y soltó su llanto nuevamente, apretando la espalda contraria. Lillian, por su parte, acarició el cabello del afectado e incluso realizó ruidos de silencio para calmarlo, cosa que funcionaba.

[...]

Mike fue el primero en salir del hospital después de absoluto reposo y tras ese tiempo, ninguno de sus tres familiares dieron alguna señal de mejora; todos seguían igual que cuando llegaron.
Solo Ari presentó otros tres fallos cardíacos, pero que los doctores pudieron controlar.

Luego de dejar el espacio médico, el rubio acudió a la casa de sus padres, ya que era el único lugar al que podría ir sin sentirse tan mal o extraño.

Entrando en su domicilio, un escalofrío recorrió todo su cuerpo al recordar que en un punto su familia estuvo ahí, iluminando el hogar.
Tantos buenos y malos momentos llegaron a su cabeza, entonces sus ojos se llenaron de lágrimas para después terminar de botarlas.

Sus sollozos se vieron interrumpidos por una visita poco esperada; Andrés.

—Hi! —saludó desde su espalda, elevando un poco la voz.
"¡Hola!"

—¡Ahh! —gritó el menor por el susto y volteó—. What's wrong with you!? —suspiró—. What are you doing here!?
"¿¡Qué pasa contigo!? ¿¡Qué estás haciendo aquí!?"

Well, me enteré que Ari está en el hospital debido a un accidente y quise venir a verlo —dió la explicación el castaño claro.
"Bueno."

—Oh, sí... E-en el hospital.

El mayor entró a la casa como se debía y cerró la puerta.

—También vine por si necesitabas algo; darte compañía —sonrió.

—¿De cuándo acá a ti te importo?

—Eres importante para Ari, ¿No? So, vine a cuidarte y mi escuela me dió unos días.
"Entonces."

—¿Sigues estudiando? ¿Pues cuántos años tienes? —interrogó el de ojos grises, cruzando los brazos.

—I'm twenty-five years old —declaró orgulloso el extranjero
"Tengo 25 años de edad."

—¿¡Cómo!? ¿E-es en serio? ¿T-tan joven eres?

—Considerando la edad de Ari, yes —contestó sin chiste.
"Sí."

El silencio en ese espacio se presentó por aquella revelación e inmediatamente Andrés volvió a cortarlo.

—Es increíble como habiendo hombres tan jóvenes... Te fijaste en mi primo.

—¡Oye! —reclamó Mike señalando al otro—. ¡Tampoco me lo trates así! A-Ari tiene lo suyo, ¿S-sí? —mencionó tartamudeando y sonrojado.

Thank you, solo quería que lo confirmaras, bye!
"Gracias. ¡Adiós!"

En segundos, la visita tomó su maleta y se instaló en la casa, como si fuera de su propiedad.

Quizá ellos dos no habían quedado en buenos términos anteriormente, pero Andrés sería un excelente soporte para su "familiar" en esos momentos de crisis.

Confundido, el rubio también subió a su habitación, cerró la puerta, se acostó en su cama y abrazó una almohada, reviviendo a través de recuerdos lo que había pasado con Ari desde la primera vez que lo conoció.

[...]
Flashback.

—Ahora sí. Mi nombre es Ari Gonzalo y yo atenderé tus problemas, ¿Sí? —se presentó el psicólogo y estiró una de sus manos para estrecharla con el otro.

—Miguel —contestó al saludo y estrechó su mano con la del mayor.

[...]

—Ari es nombre de mujer —mencionó Mike recargándose y dando vueltas en la silla.

—Hay nombres que son para ambos géneros, no debería ser un problema.

[...]

—Tu ojo es extraño —volvió a criticar el menor.

—Jaja —rió un poco—, ¿No tienes nada más que decirme? Siento que me insultas.

—Estoy aquí nada más porque no tengo que hacer.

[...]

Mike iba llegando al consultorio de Ari y la recepcionista le dijo que entrara; el psicólogo no tardaría en llegar.
Él hizo caso y se fue a sentar al diván, poniendo la mochila que cargaba en sus hombros ahora en sus piernas.

Bastaron unos minutos para que el castaño de ojos bicolor llegara al consultorio con unas bolsas en sus manos y todo empapado por la lluvia.

—¡Buenas! —saludó con una hermosa sonrisa y todo el cabello en su cara—. ¿Qué tal?

—¿Qué le pasó? —cuestionó Mike, viéndolo irse a la silla de su escritorio.

—Pues está lloviendo mucho y me mojé —contestó avergonzado, dejando las bolsas en el suelo.

—¿Quieres algo para secarte?

—Mmm, ¿Qué traes?

—Cuando llegué, la recepcionista me dió una toalla, por si la necesitabas —indicó ofreciéndole la tela mencionada.

—¡Gracias! —se deleitó y tomó la toalla, desatando su cabello para secarlo con la misma.

—De nada —contestó y sacó un cuaderno.

Mike vió de reojo a Ari y este dejó la toalla en su cabeza mientras prendía su ventilador de aire caliente, para quitarse el saco dejándolo cerca del aparato.

Siguió secando su cabello con los brazos alzados y algo había cambiado o el rubio nunca lo había notado; Ari, a pesar de estar "viejo", tenía formado el cuerpo y su camisa mojada lo delataba.

Sin darse cuenta, a Mike le ardieron las mejillas y rápidamente se le pusieron rojas.

Fin del Flashback.
[...]

—Ay, Ari —habló el de ojos grises para sí mismo—, s-sal pronto del hospital... T-te necesito.

Sus sentimientos se revelaron y comenzó a llorar. Su mente lo traicionaba con cada pensamiento sobre su pareja.

[...]
Flashback.

—Ari... —se despegó y alzó su cabeza—. ¿De verdad no te has involucrado con ningún paciente? ¿Ninguno?

—N-ninguno, Miguel, yo mantengo mi ética.

—Yo tampoco me he involucrado con ningún doctor~.

—E-eso es bueno.

—¿Quieres ser el primero~?

—¿¡Perdón!?

Antes de seguir oponiéndose a lo que mencionaba Mike, este ya lo tenía sujeto de las mejillas.

—Ari... Yo te amo a ti, y no estoy confundido, ya lo asimilé —se confesó—. Siempre me puedes separar —le recordó y se acercó más a su cara.

El de ojos bicolor se sonrojó más por la impresión y de un segundo a otro, sintió los labios del menor pegarse a los suyos.

Él no sabía si lo que estaba por hacer era correcto, pero lo haría.
Rodeó con un brazo la cintura de Mike y su otra mano pasó a tomar la cabeza con delicadeza.

Al final, terminó correspondiendo el beso de su paciente.

Final del Flashback.
[...]

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[N/A]

[🖤🥀] Algo de relleno necesario :³

¡¡¡Bye!!!

-AshleyHgoRdz

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