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Incómodidad

El sol caía en el horizonte ocultándose en el cielo apenas podía verse algunas estrellas que se asomaban para dar paso a la noche.

En la onceava casa zodiacal dos amigos se encontraban en una situación algo incómoda.

"A ti te gusta alguno de nuestros compañeros?"

Camus tenía los ojos cerrados pero los abrió cómo platos ante tan repentina pregunta de Milo.

- ¿A que viene esa pregunta tan de repente? Tú nunca me habías preguntado sobre ese tipo de cosas. Trataba de ocultar su nerviosismo y mantener la calma.

La verdad es que se desconcertó ya que Milo nunca le preguntaba sobre su vida amorosa o sentimental.

- Pues ya sabes que soy muy curioso y tú nunca me has contado si tienes un romance con alguien, sé que eres reservado en ese aspecto pero la verdad si me interesa saber. Rascaba su nuca con nerviosismo ya que su amigo podría enojarse por andar de metiche y la incertidumbre lo mataba por saber.

- Sí sabes que "la curiosidad mató al gato" ¿Verdad?. Camus se encontraba neutral, era buena señal de que no estaba enojado.

- "Pero murió sabiendo" ¿No?. Le dedicó una leve sonrisa, el peliazul vio que su amigo no se enojó por la pregunta que hizo anteriormente.

Camus soltó un suspiro y subió sus piernas acómodandolas en la típica pose que usa Shaka para meditar.

La misma acción repitió Milo para estar más cómodo y mirar de frente a Camus.

- En verdad quieres saber?. Milo asintió con su cabeza repetidas veces en modo de afirmación estaba impaciente por saber si alguien le gustaba a Camus. - Bien te lo diré.

El caballero de acuario soltó un suspiro.

- La verdad es que sí, sí me gusta uno de nuestros compañeros, estoy enamorado de él.

Milo por su parte no salía de su asombro que su amigo le confesara de golpe la verdad y sin rodeos si que lo dejó perplejo pero cierto sentimiento agridulce se instaló en su pecho.

Ya que por una parte estaba feliz de que Camus su Camus le tuvo confianza para confesarle algo tan íntimo, pero la tristeza y celos predominaban en el escorpión ya que el corazón de acuario le pertenecía a alguien más que no es él.

- Me alegro por ti Camie. Dime quien és el afortunado de tener tu amor?. Le dedicó la mejor de sus sonrisas aunque por dentro el corazón le dolía.

- No te lo diré bichejo metiche. Ahora si me disculpas iré a preparar la cena para ambos porque te quedaras a cenar ¿Verdad?. Milo dijo un "si" bajo pero audible Camus le sonrió divertido y se levantó de su cama para ir a preparar la cena ya que todo el santuario se encontraba envuelto por el manto de la noche acompañado de las estrellas que brillaban con una enorme intensidad.

Milo se quedó ahí sentado en la cama deduciendo quien logró enamorar a su príncipe de los hielos y se propuso sacarle la verdad a Camus no importa cómo pero lo lograría.

Media hora después la cena ya estaba lista y nuestros lindos caballeros se encontraban en la mesa comiendo la deliciosa comida preparada por Camus, todo transcurría con normalidad o eso se pensaba hasta que cierto bicho curioso comenzó a molestar a su amigo con tal de sacarle la verdad.

- Camie me dirás quien te gusta. Si, si, siiii prometo no decir nada. Juntaba ambas manos en súplica y haciendole ojitos a Camus sabía bien el escorpión que esa técnica funcionaba siempre pero no contaba que ahora no hizo ningún efecto.

- Milo ¿Porque tanto interes por saber? Y no me sacarás la respuesta con esos ojitos de cachorro que siempre me convencen de todo. Ésta vez no. Camus mostró determinación y no se dejó convencer aunque estaba a punto de confesar el nombre de esa persona que tanto ama con locura y esa hipnotizante mirada azul.

Por su parte el escorpión hizo un berrinche al saber que no funcionó su plan pero no se dejaría vencer a la primera, claro que no si él era el gran Milo De Escorpio.

🦂

La cena transcurrió sin más intentos por saber el nombre de ese caballero dorado que enamoró a Camus, ahora tocaba lavar los platos sucios pero no contaba el caballero de acuario con que de nuevo Milo lo molestara con lo mismo hasta lo chantajeó con hacer lo que quiera con tal de saber quién era esa persona.

Se encontraba Milo secando los platos mientras Camus lavaba los últimos que quedaban sucios.

- Camie ya me dirás quien es él ¿Acaso es alguno de mis amigos? Tan siquiera una pequeña pista ¿Siiii?. Los ojos suplicantes de Milo estaban haciendo de nuevo efecto en Camus y decirle la verdad que cuando ve a esa persona con ese cabello azul alborotado le encantaba al igual que esa actitud rebelde de su gran amor ¡Pero no!

No debía, ni podía decir quien era, debe ser un secreto porque sino arruinaria todo y le dolería ser rechazado por esa persona que ama.

- No Milo no te diré nada. Y deja de insistir porque no lo conseguirás. Terminó de lavar los platos y se retiró hacia la sala para leer un poco antes de dormir dejando a Milo en la cocina para que terminara de secar los platos y ponerlos en su lugar correspondiente.

Milo se quedó pensando porque ya no funciona su técnica de ojitos en Camus <<¿Será que estoy perdiendo mi encanto?>> se preguntaba en su mente y sacudió su cabeza en negación, terminó su trabajo y siguió a su amigo a la sala para seguir insistiendo hasta el cansancio llevandose consigo una manzana que encontró en la mesa.

Vio que Camus leía un libro y se sentó en el mismo sofá que su cubo sin decir una palabra ya que no quería interrumpir su lectura ya que parecía interesante aunque él no entendía nada ya que estaba en francés así que buscó algo con que entretenerse pero recordó la manzana que traía en su mano y se dispuso a comerla, el escorpión adora las manzanas.

En tan poco tiempo se comió la manzana entera, sin dejar ningún rastro de ésta chupandose los labios.

Camus por momentos miraba de reojo a Milo pero en un momento posó su vista solo para mirar al bicho cómo comía la manzana pero todo su cuerpo se calentó de sobremanera al ver que se relamía los labios con una sensualidad que ni el mismo escorpión sabía que tenía, posó de nuevo su vista en el libro pero perdió toda concentración en su lectura al tener esa imagén viva en su mente.

Cerró su libro ya que no podía leer nada, estuvo así quince minutos sin entender ni una frase aunque releyera las veces posibles para entender pero no podía ni siquiera pudo pasar de página.

Milo en esos quince minutos se aburría y mejor se puso a pensar en la mortalidad del cangrejo pero salió de sus pensamientos al notar que Camus dejaba su lectura.

Una idea se le pasó por su mente y vio el momento perfecto para hablar.

- Oye Camus te...

Pero se vio interrumpido por el peliagua, ya que se imaginaba lo que le diría Milo y no estaba dispuesto a hablar de la persona que ama.

- ¡¡¡Milo ya te dije más de una vez que no te diré nada y no lograrás convencerme a decirtelo!!!. Su voz sonó irritada y molesta, se cruzó de brazos viéndo con furia al octavo guardián.

- Perdón no quería molestarte pero yo sólo quería pedirte permiso para ver si podía quedarme a dormir contigo, cómo cuándo eramos niños y dormiamos juntos. Bajó su mirada el escorpión apenado y triste ya que Camus se notaba molesto y no quería que eso pasara por andar de insistente por saber a quien amaba su amigo.

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