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Confesión

Camus se sintió mal por haberle hablado así a Milo, su corazón se estrujó al ver que bajaba la mirada y sus ojos que siempre mostraban un brillo especial se opacaban por la tristeza.

No merecía el cariño de Milo ya que él siempre lo lastimaba de alguna u otra forma mientras que el escorpión siempre le mostraba una sonrisa y le perdonaba todo, desde su traición hacia su diosa hasta que lo dejara por irse con los guerreros de Asgard, en especial con Surt por una promesa que debía cumplir cuando era un niño.

Por eso se enamoró de Milo ya que era una persona que tenía un gran corazón con todos, esa amabilidad que lo caracterizaba y desde que Camus llegó al santuario el peliazul fue el primero en abrazarlo y darle una cálida bienvenida a su nuevo hogar brindandole su amistad desde ese momento.

- Perdóname Milo por hablarte así. Creí que me seguirías molestando con lo mismo. Arrepentido se mostraba el peliagua por actuar así con él y no dejarlo terminar lo que le diría Milo. Claro que puedes quedarte a dormir conmigo, así no estaras sólo en tu templo ya que por lo que veo nuestros compañeros aún no llegan, de seguro se la están pasando demasiado bien aunque mañana parezcan zombies.

Soltó una pequeña risilla para que todo se calmara y no ver más a su bicho triste.

- Jejejeje tienes razón Camie así podré burlarme de ellos mañana y no te preocupes entiendo que a veces soy muy insistente en algo que me deja con las dudas y puedo hacerte perder la paciencia que me tienes, así que perdoname tú a mí. Una enorme sonrisa hizo Milo para que Camus no se sintiera mal por haberlo tratado así ya que vio tristeza en su rostro.

- No hay nada que perdonarte bichito. Se acercó lentamente a Milo y le depositó un casto beso en la mejilla derecha.

Su acción lo hizo desconcertarse un poco ya que actuó por impulso sonrojandose al momento de darse cuenta y Milo estaba igual o peor que las manzanas que se comía, no decía nada y su cara era indescifrable << ¿Se habrá enojado por el beso que le dí?>> se cuestionaba Camus en sus pensamientos ya que él no era el tipo de persona que muestra afecto con los demás, es la primera vez que lo hacía.

- Lo siento Milo, no quise molestarte con ese beso, fue algo estúpido de mi parte ya que no soy de los que hacen ese tipo de cosas, actué por impulso. Camus estaba apenado y desvió la mirada hacía otro lado ya que no se atrevía a mirar dónde estaba Milo. Si me disculpas iré a preparar la habitación para que podamos dormir.

Camus se levantó del sofá y se fue a su habitación para arreglar todo ya que Milo dormiría con él, mentiría que el dueño de ese templo se encuentra tranquilo pero estaba hecho un manojo de nervios ya que la persona que ama estaría en la misma cama, bajo las mismas sábanas, antes durmieron juntos pero sólo eran niños inocentes pero ahora que son adultos y los sentimientos del onceavo caballero estaban más que claros lo tenían así de alterado.

Agradecía a los dioses el tener una cama grande ya que si fuera más pequeña prácticamente dormirían demasiado juntos y abrazados.

Milo por su parte se quedó ahí en el sofá plantado, ni siquiera le puso atención a lo que le dijo Camus, estaba en otro mundo pensando en el beso que le dio, esos labios tan suaves que rozaron la piel de su mejilla, inconscientemente llevó su mano hasta esa área que fue besada.

- Camus, mi Camie acaso tú... Soltó un suspiro y se levantó del sofá para irse a la habitación, quería descanzar para así poder ordenar las ideas en su cabeza, procesar todo lo que pasó en ése día.

A pasos sigilosos se introdujo en la habitación de Camus y vio que el guardián de dicha casa se encontraba acostado dándole la espalda, sin camisa tan sólo se apreciaba su espalda desnuda ya que de la mitad para abajo lo cubría la tela de seda, Milo se quitó toda la ropa y solo se dejó su ropa interior.

Se metió entre las sábanas y toda la cama estaba impregnado de ese aroma que le encantaba y era único en su amigo <<vainilla>> pensó Milo aspirando más profundo ese aroma dejándose llevar y cerrar los ojos por unos minutos, disfrutando del momento.

Su cuerpo se volteó mirando a Camus que no se movía para nada, supuso que ya se encontraba dormido, pero no era así, el principe de los hielos estaba despierto sólo que antes que llegara el escorpión se quitó toda la ropa e igual que Milo solo dejó la prenda que cubría su intimidad y acostarse cuánto antes para que no lo viera desnudo ya que le deba vergüenza, prefirió darle la espalda a Milo para que no notara lo nervioso que se encontraba ya que después de tantos años volvían a dormir juntos otra vez.

🦂

1:30 a.m.

Dos horas habían pasado y ninguno podía conciliar el sueño se quedaron en la misma posición por ese lapso de tiempo.

Milo admiraba la espalda del onceavo guardian, tenía unas curvas muy definidas cualquiera pensaría que Camus es mujer pero con sólo escuchar su voz se darían cuenta que es hombre, esos cabellos turquesas se desparramaban por toda la almohada, sin duda era una hermosa tentación.

- Milo puedo sentir tu mirada acosadora desde hace dos horas y tu cosmo está intranquilo. ¿Que es lo que te pasa? Finalmente se decidió a hablar Camus, en todo ese tiempo aunque quisiera conciliar el sueño no podía ya que la mirada penetrante que le daba Milo no lo dejaba tranquilo, aunque no lo viera directamente podía sentirlo perfectamente.

- N-no digas tonterías Camie yo no te estoy acosando y no me pasa nada. El escorpión sintió escalofrios en todo su cuerpo ya que se vio descubierto y trató de no tartamudear. Sigue durmiendo.

- Aunque quisiera no puedo ya que tu mirada me tiene incómodo. Camus no quería voltear y que Milo notara su nerviosismo, todo lo que pasó en ese día lo dejó pensativo y el tener a su amado dormir a su lado peor. Te conozco perfectamente bien así que no me mientas y dime la verdad ¿Qué es lo que te tiene intranquilo?

- Si te lo digo te enojaras conmigo Cam y yo no quiero eso.

- Prometo no enojarme ya dimelo de una vez.

Camus podía tener mucha paciencia pero cuándo le daban muchas vueltas al asunto se podía enojar demasiado que hasta el cambio de temperatura en todo el santuario se notaba.

- Bue-bueno si estoy así es porque ya sabes que soy muy curioso y no me detengo hasta saber la verdad. Yo... Yo quiero saber el nombre de esa persona que te conquistó.

Camus soltó un suspiro ya que conocía muy bien a Milo y él no se detenía hasta saciar su curiosidad y no podía mentirle ya que el escorpión era muy intuitivo.

Le diría la verdad esa misma noche aunque le doliera el rechazo de su amigo.

- ¿En verdad quieres saber?. Milo dijo en un susurro bajo "Sí" ya que presentía que se molestó su amigo. Acercate Milo para que te diga quién es.

Milo un tanto inseguro se arrastró en la cama para llegar al lado de Camus mientras el peliagua seguía dándole la espalda, se armaba de valor para hacer lo que tanto anhelaba desde hace mucho tiempo atras.

- Antes de decirte su nombre te describiré cómo es.
Desde que lo conocí sus ojos azules me hipnotizaban ya que ese azul me recordaba al mar, para mí es un verdadero dios griego.

<< su piel acanelada siempre me gustó, se veía tan tersa que la tentación me ganaba por tocarla aunque sea un mínimo roce, ese cabello azul me fascinaba y ni decir de su personalidad tan rebelde pero que cuándo se trataba de un asunto serio se comportaba de una manera diferente, los chistes que me contaba me hacían reír aunque sean muy malos pero lo que mas amé de él es el gran corazón que posee ya que perdona todo y está dispuesto a sacrificarse por las personas que aprecia por eso y muchas cosas más lo amo con todo mi corazón>>

Cuándo Camus expresó todo su sentir se fue volteando lentamente hacia Milo para así quedar los dos mirándose de frente.

Milo trataba de procesar esa información y deduciendo quién de todos los caballeros dorados poseían ojos azules ya que la descripción era muy específica además que era griego como él, Aioria, Aioros y los gemelos de geminis pertenecían a dicho lugar.

Pero descartó enseguida a los dos primeros porque el sujeto en mención tenía cabello azul cómo Saga y Kanon.

Estaba tan concentrado en sus pensamientos que ni cuenta se dio que Camus estaba cerca de él.

- Esa persona eres tú Milo.

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