Capítulo 6: Es más que un recuerdo
«Llamen a la ambulancia», Elira escuchaba voces al fondo dirigiéndose hacia ella. Estaba con los ojos cerrados fuertemente y aferrada a Reidar. Él había logrado apartar a la chica lanzándose hacia ella y saliendo juntos de la calle antes de que el auto lograra atropellarlos.
—¿Estás bien? —preguntó el chico con voz amable.
—S-Sí… Gracias.
—Tranquila, todo está bien. —él le acariciaba su cabeza y haciendo que la joven dejara de temblar y abriera los ojos para ver a la cara que le sonreía.
—¡Gracias! –menciona abrazándolo de nuevo, pero con más fuerza, el chico hizo un leve quejido de dolor—. ¿Reidar? ¿Estás bien?
—Sí, ja, ja, ja, no es nada.
—De ninguna manera. —la joven se levantó y pidió una ambulancia, cosa que ya estaba en camino y que prontamente llegó al lugar donde los maestros ya habían salido.
El muchacho fue llevado al hospital y Elira se entercó en ir con él. Ya ahí, el doctor lo estaba revisando con una cara seria. Los menores estaban algo preocupados, luego el médico dejó de examinar.
—La contusión fue muy fuerte, me temo que ha sido muy grave, y habrá que operar de inmediato si no quieres que tú vida este en peligro.
—¡¿Qué?! –ambos chicos alzaron la voz con preocupación y miedo.
—Nah, es una broma. Sólo te quedará un moretón, pero nada grave.
—Que bromas tan macabras hace, doctor… –dice la chica con la mano en el corazón, por otro lado, el chico estaba riéndose.
—Elira. —la voz de Víctor apareció por la puerta, haciendo a los presentes voltear.
—¿Qué haces aquí?
—Tuviste un accidente, es obvio que la escuela me iba a llamar.
—Ah, no, yo estoy bien. Reidar me salvó. —dice con una sonrisa que al mayor le sorprendió y volteó a ver al muchacho.
—Este chico… ¿Lo he visto antes? —dijo en sus adentros, pero poca importancia le dio, pues pidió a la menor que saliera para hablar con ella— ¿Qué pasó? –preguntó con enojo en su voz, lo que a la chica le hizo encogerse de hombros, pues sabe que tendrá una charla por ello, aun así, le contó todo. –¿Por esa estupidez te pusiste en peligro?
—¡No es una estupidez, es algo preciado para mí!
—Bájame la voz —habló con pesadez y una mirada intimidante—. Dame esa tontería.
—¿Qué?
—Ese tonto anillo de juguete. —Víctor intentó tomar la cadena de la chica quien rápidamente apartó su mano.
—¡No te daré nada! –todas las miradas se posaron sobre ellos dos, haciendo que el mayor soltara un suspiro de enojo.
—Ya hablaremos de esto en la casa, ahora vamos.
—Iremos luego, Reidar esta... ¡Hey! —Víctor tomó el brazo de la menor.
—Nos iremos ahora. Sus padres ya han de venir en camino. —menciona llevándose a Elira casi arrastrándola.
—¡Ví-Víctor! Esto es una grosería, él me salvó de ser atropellada. –llegaron al auto y el mayor la soltó abriendo la puerta del copiloto.
—Entra.
—¡No!
—No te lo estoy preguntando, he dicho que entres.
—Quiero volver con mi amigo.
—¿Tu amigo? Elira, ese es el problema, siempre tienes problemas con tus amigos.
—¿Qué estás diciendo?
—Por una estupidez sin valor como un anillo de juguete, hoy casi te atropellan, y ese chico tuvo que salvarte. Quieres que te trate como una señorita de tu edad, pero no dejas de comportarte como una niña.
—Es importante para mí... —dijo con los ojos llorosos y con su labio temblando un poco.
—No llores, sabes que odio que lo hagas.
—Ahí está, no puedo llorar nunca ni hablar de cómo me siento.
—Golpeaste a tu supuesta amiga porque se burló de ese juguete.
—No la golpeé... —su voz apenas salió, pero Víctor la escuchó.
—Deja de tratar de ocultarlo, ella te acusó y hubo testigos que te vieron.
—Ellos mintieron...
—La única que está mintiendo eres tú, ahora sube.
—No lo hice. —el mayor rodeó el auto y subió al volante, después de unos segundos Elira también subió abrochando el cinturón de seguridad.
Después de unos minutos Reidar iba a salir a buscar a la chica, pues se estaba tardando, pero en ese momento sus padres entran preocupados por su hijo, a lo que él les hace saber que está bien y pregunta por su amiga. Sus padres sorprendidos niegan el haberla visto, poniéndolo un poco triste. Los tres regresaron a la casa en auto, Reidar bajó un poco adolorido, pero sonriente.
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—¡Reidar, la cena pronto estará lista! —su madre le avisa desde bajo de las escaleras.
—¡Si mamá, ya iré! ¡Gracias! —dijo el chico sentado en su sencillo escritorio al lado de su cama.
Teniendo una pequeña caja de recuerdos abierta de la cual, sacó algo de ella y luego se recostó sobre la mesa alzando su mano y quedando viendo con una sonrisa al pequeño objeto que yacía entre sus dedos índice y pulgar, un anillo de fantasía.
—Así que... todavía lo recuerdas, Mi princesa.
Mientras tanto, Elira estaba en la oficina de la casa sentada frente a Víctor con una mirada penetrante que hace a la joven tener su vista a sus manos que esta una sobre la otra en sus piernas.
—Mírame cuando te hablo —demanda el mayor con una voz grave, a lo que chica alza la vista. Víctor había estado regañando a la joven por el berrinche que hizo en el hospital, diciendo que una señorita no debe alzar la voz de semejante forma—. No quiero que vuelvas a hablar con ese chico.
—¿Por qué? Me costó mucho hablar con alguien de nuevo.
—Sólo obedece.
—Quiero una explicación.
—Y yo te he dicho que sólo te dediques a obedecer. Ahora ve a tu habitación.
Elira acató, pues sabe que con Víctor no es posible hablar cuando está enojado, así que ya trataría de arreglar las cosas después, pero ella está decidida a no dejar de ser amiga de Reidar, no sabía por qué, pero lo único que le convencía era que con él se sentía con libertad.
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Nuevo día y la joven salía con prisa al auto, subiendo y colocándose el cinturón de seguridad mientras sonreía felizmente. Adrián se sentía contento por esa expresión que mostraba, pues hacia años que había dejado de tenerla.
—¿Hay algo interesante en su teléfono? —preguntó burlón al verla revisando su celular sin quitar su sonrisa.
—Realmente no. ¿Sabías que el nombre Reidar es de origen Noruego y significa «Luchador del nido»?
—Ese chico te ha interesado mucho ¿no?
—¿Eh? Bueno… Su nombre no es común. —la joven se encogió de hombros haciendo un puchero.
—Jajaja, bueno, no. De cualquier forma ¿por qué buscas su significado?
—Curiosidad. Adrián, ayer casi me atropellan y él me salvó…
—Lo sé, me lo comentaron.
—Víctor no quiere que siga siendo su amiga…
—¿Y que quieres tú?
—No quiero perder su amistad.
—Entonces ya sabes qué debes hacer. Por cierto, ya se aproxima tu cumpleaños. ¿Por qué no vas a alguna parte con tus amigos?
—Víctor no me dará permiso.
—Yo me encargo. –eso hizo que la joven regresara a poner su enorme sonrisa.
—¡Gracias!
Ella pensaba qué cosas debería hacer, pues no tiene idea de a dónde invitar a sus amigos o cómo hacer una fiesta, pero el imaginar que podría celebrarlo de nuevo le hacía ilusión.
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El anillo de Reidar:
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