Empecé a leer mientras Ace y Nana hablaban sobre sus aventuras, no quería interrumpirlo, claro que ponía atención a lo que contaba la peliblanca, la marina le había cogido cuando era niña y convivía con Ace y sus hermanos, los marinos estaban ahí para una inspección y reclutamiento de chicos, desgraciadamente Nana aprobó el reclutamiento y la separaron de sus hermanos.

Aprendió muchas cosas de la marina, pero al cumplir los quince años de parte de el cuartel de la marina, fue enviada a una misión especial, una prueba que se les hace cuando tienen suficiente edad, y no fue enviada sino a la aldea donde todos murieron a causa de una enfermedad, y el gobierno no hizo nada a propósito. Nana, lo contempló con horror y directamente atacó a todos los generales, pero un almirante la agarró y la puso en Impel Down.

-¿Y que hay de ti, Boa? -voltee a ver a Nana -¿Has tenido alguna brillante expedición? -me miró arqueando una ceja.

-Para tu información, -cerré el libro y la miré sonriendo -Sí, no soy una princesa que ésta todo el día en el castillo, tengo una fruta del diablo que me ayuda en muchas cosas.

-Tiene la fruta de su hermana -dijo Ace explicándole a Nana -Supongo que se comió la mitad.

-Uuy, controlar a hombres y mujeres te ayuda un montón. -me miró sarcástica, bufé -Yo tengo la chiyu-chiyu no mi puedo curar y matar con solo pensarlo.

-¿Por eso estuviste en Impel Down? -sonreí maliciosa.

-¡Serás... hija de Sakazuki! -me gritó.

-¿Sakazuki? ¿El almirante? Me cae bien, hace muy bien su trabajo. -dije tratando de hacerla enojar.

-¡Chicas, chicas! Ya, no se peleen. -paró Ace y tomó a Nana del antebrazo. -Mizuki tranquila ¿Qué pasa?

Quise gritarle, pero ¿Quién era yo para hacerlo? Con él aquí me hace sentir como era antes, antes de todo esto.

Solo una persona más. Una inmunda persona.

Nana se me quedó viendo, analizando mi cara con ojos entrecerrados.

-¿Pasa algo? -pregunté.

-Tú te pareces a alguien... ¿Te he visto antes? -preguntó haciendo que me temblaran las manos.

-Tonterías albina. -pronuncié. -Nadie conocía mi cara en periódicos y ejemplares iguales. -dije tratando de disimular y coloqué mi libro al lado de la silla y me paré. -Voy por agua.

Salí de la habitación y corrí hacía el gigantesco baño donde me asomé en el espejo me puse a llorar cuando una alucinación mía se presentó como era yo antes.

-¡Basura!

-¡Maldito error!

-¡Eres patética!

Apretó los dientes y frotó sus manos en sus ojos pero después lo deje seguir sabiendo que tenía unos invitados en mi habitación, me puse agua en la cara y como les había dicho fui por algo de tomar.

Al dirigirme a la cocina hice un poco de té y al terminarlo y beber un poco mi labio inferior me quemó. De pronto recordé a Ace e hice una mueca ¿Porqué lo cuido tanto? No soy tan mala persona si hago esto.

No es que cuidar a otra criminal de recompensa sea algo muy sencillo.

Ambos eran personas muy agradables a pesar de ser los malos y me hizo pensar una cosa.

"Ser pirata es un crimen" Esto no me molestó hasta que le puse los signos de interrogación a esta, sí es un crimen, eso creo.

Mis pensamientos fueron interrumpidos con un grito y una explosión cerca, dejé el té y miré hacia afuera por la ventana, las mujeres corrían como si no hubiera un mañana, salí por la enorme puerta principal dispuesta a saber que pasó una bomba azotó el suelo haciéndome retroceder bruscamente, Ace y Nana corrieron hacía mí y me ayudaron.

-¿¡Qué sucede!? -gritó Nana cuando una bomba cayó justo en frente de nosotros.