65. Final
Algunas cosas, sin importar lo mucho que se deseen, no importa lo mucho que esperamos, no importa lo mucho que rogamos por ellos en secreto en nuestros corazones, no están destinados a ser. Estoy aquí para decir adiós.
(T.J.K.)
* * *
Alec no podía creerlo. Sentía que su corazón iba a salírsele del pecho, buscó a Asmodeus o a Izzy con la mirada. Sus ojos se cruzaron con los verde dorado del rey Bane y hubo una punzada en su pecho, eran tan parecidos a los de Magnus.
Presionó esa mano fría una última vez antes de encaminarse hacia ellos. -Gracias -fue todo lo que pudo murmurar hacia él-. Gracias.
Y lo siento. Lo siento tanto.
Alec hubiera querido correr, pero las heridas y los golpes no lo dejaban. Así que se conformo con cojear tan rápido como pudo. Hubiera querido gritar, pero su garganta estaba cerrada con un nudo de lágrimas. Parecía que nunca iban a terminar.
Justo antes de llegar al rey y poder suspirar de alivio, las puertas se abrieron y la reina Monique entró del brazo de su hijo. Un velo negro cubría su rostro, pero cuando pasaron al lado de Alec, pudo notar las lágrimas y lo realmente afectada que se veía. Hubo un sollozo y un estremecimiento cuando se detuvo junto al ataúd, lo único que la sostenía era su hijo.
Andrés que miraba a Alec con un odio que casi dolía.
Alec no se había dado cuenta que se detuvo a medio pasillo hasta que Asmodeus pasó a su lado, dejó un apretón en su brazo, y susurró: -Como ves, nos duele mucho a todos. Es tan injusto todo esto. Mi Magnus merecía una vida larga y feliz...al lado de la persona que amaba.
Él no dijo "Su princesa", porque sabía que, para Magnus, nunca hubo una princesa. Para Magnus no hubo más corazón que para Alexander Lightwood, su príncipe.
Asmodeus le dio una sonrisa triste antes de caminar hacia su esposa y el ataúd con el cuerpo del príncipe.
-Alec, tal vez deberíamos irnos ya -Isabelle se puso a su lado, dejando que su hermano se apoyara en ella. Tenían tanto que hacer: asegurarse que Simon y sus padres estuvieran bien, buscar a Esperanza que desde ayer no aparecía...-. Ya nada nos detiene aquí, Alec, y es una tortura para ti quedarte a presenciar esto. Magnus ya murió, en nada ayuda que tú estés presente cuando todos digan adiós a su príncipe y lo lloren. Mejor recuérdalo vivo, con una sonrisa, recuérdalo feliz. Él querría eso.
Alec hizo una mueca. No podía explicárselo a Izzy. -Si quieres, puedes irte. No puedo. Yo...yo todavía tengo asuntos pendientes.
-Alec -Isabelle se estiró para susurrarle al oído, todavía más bajo-, no puedes ganarles. Mírala, ahí, llorando como si realmente le doliera. Asmodeus nunca nos creerá nada sobre ella o su hijo.
Lo que sea que Alec fuera a responder se vio interrumpido por las campanadas. Esta vez no era una boda o un novio fugitivo, las campanas sonaban despidiendo a un príncipe, alguien noble, de corazón puro, que no debería haber muerto tan joven y definitivamente no de ese modo.
Alec le dio una mirada triste a su hermana antes de cojear hacia el ataúd. Dolía cada centímetro de su cuerpo y su corazón estaba en pedazos, pero era lo mínimo que podía hacer.
Generalmente, serían sirvientes quienes llevarían el ataúd. No esta vez. El ataúd del príncipe Magnus Bane lo llevaba su padre, el rey Asmodeus Bane, su hermanastro Andrés, un hombre que Alec no reconoció, y él mismo se ofreció. No podía no hacerlo, aunque empeorara sus lesiones, no podía no hacerlo. En su memoria.
Avanzaron hasta el cementerio. Alec sintió nuevas lágrimas caer cuando miró el rostro cabizbajo del rey, cuando escuchó el llanto de la reina que avanzó junto a ellos todo el camino, cuando vio cuánta gente se había reunido de corazón.
Porque era lo mínimo que un príncipe como Magnus se merecía.
Alec miró, entre lágrimas, como aquel cajón de madera bajaba en la tierra. ¿Cómo podía ser el final éste? ¿Cómo podían un adiós decirse así?
Alec giró su rostro para no ver la última parte descender, su mirada atrapó la del rey, también evitando mirar. Y estaba a punto de ir a su lado y pedirle hablar urgentemente, cuando un cuerpo delgado y pequeño chocó con el suyo, habiéndolo gemir de dolor.
-A-Alec -Esperanza sonaba sin aliento, mientras clavaba sus dedos en los brazos de su amigo-. Alec, t-tengo que... Que... C-contarte... -ella cambió su peso de un pie al otro y Alec notó una mueca de dolor cuando se apoyó en el izquierdo.
Esperanza no vestía de negro. Ella destacaba entre tantas personas de luto. Ella y un chico que la miraba intensamente. Alguien obviamente de clase baja, sus ojos azules parecían los de un alma vieja y no los de un jovencito de la edad que su cuerpo aparentaba.
-Él es Max -le explicó Esperanza entre susurros-. Y-yo... -sus labios se fruncieron-, tú sabes que yo he estado buscando a Ernesto. Sé que tú no confiabas en él, Alec, y no tenías por qué hacerlo, pero él lo prometió, prometió buscar a Magnus y traerlo y sé que sólo algo realmente importante pudo impedírselo. Ernesto habría alcanzado a Magnus y a su hermano, sé que se habría enfrentado a él de ser necesario. Él simplemente no hubiera desaparecido por su voluntad mientras Magnus moría... No, yo lo sé... Yo tenía que encontrarlo, Alec...
<<Esperanza había estado rondando la barranca del cruce de caminos. Había pasado casi un día completo buscando una forma segura o un camino para bajar al lugar del accidente, donde Magnus había caído y muerto según la versión de Andrés.
Tenía que haber rastros de Ernesto. Algo, cualquier cosa, lo que sea.
Esperanza no iba a rendirse hasta encontrar respuestas. Lo había hecho por ella. Por ella fue que aceptó ayudar a Alec, por ella fue a buscar a Magnus, por ella prometió volver y enfrentarse a su familia, y por ella estaba perdido ahora.
Había oscurecido sin que encontrara una forma de bajar, así que, contra toda lógica, se aventuró a hacerlo por la barranca. Se había quitado todas las capas del vestido que pudo, atándolas a una gran roca que se veía profundamente enterrada. Pero no había sido suficiente. Había resbalado parte del camino, lastimándose el lado izquierdo del cuerpo.
Apenas había logrado no llorar, pero cuando intentó ponerse de pie, en medio de la oscuridad que empezaba a profundizsrse, se le escapó un sollozo. Dolía demasiado, pero no fue era la razón, aparentemente quienes bajaron por el cuerpo de Magnus, no limpiaron lo suficiente. Había otro caballo ahí, olía mal, había sangre, y había...
Había ropa, prendas que reconoció como de Ernesto.
Ella había cojeado hasta tomarlas, negándose a creerlo.
-¿Qué estás haciendo, niña? -era una voz suave y juvenil, que la hizo saltar asustada, y cuando lo miró, había en sus ojos azules tanta sabiduría. Él no parecía alguien de sólo un poco más de veinte años que era la edad que aparentaba-. ¿Qué haces, a estas horas, en un lugar lleno de muerte? -él la había obligado a ponerse de pie, aunque sin ser brusco-. La muerte sigue aquí, buscando al que se le escapó. Vamos -él la había ayudado a caminar.
-¿E-escapó? -Esperanza había tartamudeado-. ¿Quién escapó? ¿A d-dónde vamos?
-Soy Max -fue todo lo que él dijo. La llevó en silencio hasta una choza pobre, con olores a plantas medicinales y algo más, había una vibra diferente, la erizaba la piel, pero no en un mal sentido.
Magia.
Max era lo que muchos llamarían un curandero. La gente a veces lo llamaba brujo, chamán, mago...
Él ayudó a Esperanza a eliminar el dolor. Se estremeció cuando tocó su cabeza. Los ojos de él cerrados. -Estás buscando a alguien, niña. Él también te busca...para despedirse.
Esperanza había sentido sus ojos llenarse de lágrimas, giró su rostro para que este chico no pudiera verlas y fue entonces cuando, a través de una cortina, lo vio. En la cama del tal Max, su cuerpo claramente herido, cubierto de hierbas...>>
-Alec, sé lo que pasó.
Los ojos azules de Alec se encontraron con los de Esperanza. -Yo también.
FIN
Falta el epílogo 🙊 lo subo hoy más tarde ❤
¿Ustedes también saben qué pasó?
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