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Grito... Palmada

CAPÍTULO 3

Sigo de pie al final del pasillo observando la puerta de la compañía de Aaron, Una nueva Katheryn "ansiosa" espera ver a ese hombre apuesto salir corriendo a mi encuentro y devorarme con un beso al estilo de Noah en diario de una pasión. Pero mi yo sensato de tiempo completo reacciona rápidamente y sabe que no soy Allie y no hay ningún amor prohibido.

... Una absurda insistencia hace que me quede un par de minutos. Pero mis esfuerzos telepáticos son tan patéticos como la idea de verlo. Gano tiempo observando sus fotos de tinder mientras mi rostro se esfuerza por no sonreír, pero es imposible con mi cabeza reconstruyendo cada escena con unos acercamientos mentales a su boca, cuello y esa mirada tan segura que logra una sensación de miedo.

¡ACHIS! nuevamente este estornudo. Saco el pañuelo de Aaron con su aroma y nuevamente la reproducción de su voz grave empieza a juguetear en mi cabeza. Sé que no va salir porque no estamos representando las tragedias de Shakespeare. Sin embargo esa voz débil e insegura espera lo contrario y mi yo de tiempo completo le grita fuertemente "-Solo es sexo".

Bajo por las escaleras de emergencia sin prisa, y después de muchos pisos llego al lobby inundado de voces y bocinas chillonas que alertan el tráfico de Manhattan. Antes de incorporarme al caos termino de poner mis zapatos para salir y ¡Mierda! Aaron sale del ascensor. Me escondo en una columna y lo veo con sus pasos firmes y su pose perfectamente erguida mientras sonríe al vigilante y entra en un taxi que lo está esperando.

Juego a darme bofetadas en el rostro para dejar de sonreír, pero lo máximo que consigo es la mirada de una anciana.

-Estoy muy pálida -Le digo a tono de explicación.

Salgo y camino por la wall street y recibo el aire de verano con toques de otoño. Levanto mi mano y un taxi amarillo queda frente a mí.

-Buenos días -me saluda el taxista alegremente, un hombre de aproximadamente sesenta años con rostro juvenil.

-Buenos no, excelentes diría yo -respondo con una generosidad repentina.

-¿A dónde nos dirigimos?

-A 80 Columbus Cir

-¿Alguna ruta preferida?

-La más rápida -sonrío nuevamente.

-Haré lo posible.

Por primera vez cierro los ojos y dejo al conductor hacer su trabajo sin hacer objeciones cada diez segundos de una mejor ruta. Mis pensamientos tienen algo mejor que hacer. Sonrisa nuevamente.

-Ya llegamos

-Enserio, dormiré más seguido -respondo y salgo del taxi.

Entro al MÌMÌ TIĀNTÁNG, un spa oriental situado en el último piso de un enorme edificio de cristales negros y vigas de acero. Sé de este paraíso gracias a Penélope que no para de nombrarlo a sus amigas imaginarias; Mejor sushi, masajes orgásmicos y estilistas VIP. Subo al ascensor y espero mientras llega al último piso, al salir me encuentro con un salón grande de cálidas luces amarillas incrustadas en el borde de la cornisa alumbrando sutilmente las paredes de piedra con imágenes orientales talladas. Camino al fondo hacia un mueble de mármol en el que se asoma una hermosa asiática. -Bienvenida a Mìmì Tiāntáng-Muchas gracias -respondo -¿En qué podemos ayudarla? -Pregunta con una voz suave. -Tengo una reservación a nombre de Katheryn. Levanta un teléfono y ordena a alguien ir por mí. -Su Suit VIP, está lista. Esperamos que su estancia sea una gran experiencia. Ya su acompañante viene en camino. Su sonrisa de monje budista me transmite una sensación de tranquilidad necesaria para esta anciedad pre Aaron. A mi derecha se abre una pequeña puerta que hasta el momento había ignorado. Una joven de estatura media y de uniforme negro sale hacia mí. -Ella es la señora Katheryn "señorita" corrección mental-Buenas tardes, mi nombre es Olivia. Yo estaré acompañándola esta tarde. Sigo a la joven hacia la puerta pequeña y entro a un mundo secreto que se camufla muy bien entre el concreto y las alturas. Un aroma fresca y dulce invade mi cuerpo. Caminamos por un puente de madera mientras observo un pequeño lago y fuentes de piedras con imágenes de dioses hinduistas. Me dejo llevar por su sonido mientras llegamos a otra puerta de madera que nos conecta a varios pasillos y más puertas hasta que Olivia hace un alto. -Puede seguir -dice mientras espera a que yo entre primero. Una sensación de llanto me invade, siento que la vida se me ha pasado en la esfera de mi oficina y solo no he disfrutado de un buen sexo, tampoco he disfrutado la vida. Ingreso a mi Suit, una habitación rustica con una cálida luz amarilla con un yacusi en mármol, muebles de piedra con cómodos cojines y una mesita redonda con una tetera de hierro. Un muro de mármol con una chimenea divide la habitación, a la derecha se encuentra una cama de apariencia muy cómoda, un comedor oriental y una puerta que me comunica con un baño amplio.

-En el baño está lo necesario para cambiarse -dice Olivia.

Entro al baño y en un mueble de madera, perfectamente doblado está una bata blanca y un bikini negro de usar y tirar. Unas lágrimas salen de mis ojos no es felicidad ni tampoco alegría. Es un reproche sentido al ver de todo lo que he perdido.

Salgo a la habitación y hay otra mujer con el mismo uniforme de Olivia.

-Ella es Miranda, nos ayudará esta tarde.

-Hola Miranda -saludo.

-Hemos preparado un té de rosas que le ayudará a relajarse. -dice Olivia mientras me indica las sillas de mármol con cojines cómodos.

Un olor a chocolate sale de una pequeña olla de barro y sé que mi primer ritual de belleza es una depilación total. Termino y me dirijo a la cama, las jóvenes retiran mi bata y me acuesto mientras me tapan con una manta tibia. Piernas, axilas y rostro pasan la prueba de ni un pelo más y el dolor es manejable.

Pero sigue la protagonista de la noche, las dos jóvenes bajan el panti y observan con cierta picardía. Sé lo que piensan por sus miradas "¿Hace cuanto no tienes sexo?" mis mejillas hierven hasta cuando siento la será caliente por mi pelvis y un paño en mi piel -¡Mierda! -Grito al momento que retiran el paño. Siento unas palmaditas que me producen una especie de alivio pero no el que quisiera.

-Tengo un jardín silvestre -digo en medio de ese insoportable dolor.

-Un matorral -refuta Olivia. Risas

-¿Y para no ser un matorral me faltan?

-Seis -responden al unísono

Nuevamente Maldigo, palmaditas.

Espero que el sexo sea bueno, palmaditas.

Maldigo, palmaditas.

Maldigo, palmaditas.

Maldigo, palmaditas.

-Terminamos -dice Olivia.

-La próxima es laser -respondo. Más risas

Al final de la tarde después de maldecir mi cuerpo pasa por un delicioso baño de vapor, masaje, exfoliación con chocolate, un pelo muy sedoso y unas uñas brillantes; cierro la tarde con un exquisito sushi al lado de mis nuevas dos amigas Olivia y Miranda en el pequeño comedor.

-¿Quién es el afortunado? -pregunta Olivia.

-Una cita de Tinder -respondo a las dos jóvenes que no superan los veinticuatro.

-Es lo mejor -dice Olivia -Un buen polvo a la carta sin ataduras. Hace un mes estuve con un italiano, quería conocer la ciudad.

-Y conoció algo más -interrumpe Miranda entre risas.

-Esa era la idea. Pero la semana pasada estuve con un puerto riqueño y no salimos de su hotel. Y todo sin salir de Manhattan.

-Yo lo odio -refuta Miranda -Está bien el sexo, pero si tú te enamoras... pierdes. Además puedes parecer un extraterrestre si esperas algo más.

-¿Y tú qué esperas? -me pregunta Olivia.

-Una gran noche -respondo casi al mismo tiempo en que acaba la pregunta.

Sin embargo mi otra respuesta sería "Al principio solo quería sexo, pero hoy cuando lo conocí, además de mi entrepierna otro lado empezó a latir. Y no sé si esté preparada para tener una única noche con él. Pero tampoco quiero perder la oportunidad de estar entre sus brazos".

*****************

Después de una merecida relajación llego a mi apartamento e instantáneamente empiezo a sentir corrientasos en mi estómago, y es que solo faltan dos horas para ver nuevamente a Aaron 42. Saco una botella de vino y sirvo una copa para relajar mis pensamientos.

Voy a mi habitación y me pongo un vestido rojo ajustado hasta la cintura con dos escotes en v adelante y atrás y una falda ancha que baja hasta las rodillas. Lencería erótica, zapatos dorados, vestido de encanto y un minucioso maquillaje con labios rojos hacen que me sienta lo bastante segura para no tener ninguna inhibición cuando esté perdiendo mi virginidad por segunda vez.

Salgo al balcón y me tomo una foto que subo instantáneamente por Instagram y Facebook con el siguiente mensaje «Zapatos dorados y una copa de vino auguran una noche muy interesante» Mi publicación tiene más de 5000 likes en cinco minutos con diferentes mensajes.

Son las ocho en punto, un cielo despejado y una luna entera crean mi mágica noche. Entro nuevamente a Tinder pero no veo ningún mensaje de Aaron. No quiero parecer insegura así que espero. Cierro los ojos por un momento pero una ráfaga de aire me hace desistir del balcón.

8:30pm sirvo mi segunda copa de vino y observo las fotos de Aaron.

9:00pm Llamo a recepción, para saber si alguien «Aaron» ha preguntado por mí, pero no. Salgo nuevamente al balcón y veo que el tráfico es de locos.

9:30pm Una hora de retraso está bien, pero media hora más es sospechoso. Sirvo mi tercera copa de vino y reviso como loca las conversaciones anteriores para ver si estaba bien con la hora de nuestra cita. Tal vez me equivoque con la hora.

10:00pm No hubo tal equivocación con la hora. Cuarta copa de vino y una realidad. «Aaron no viene» suena el citófono.

-Hola-contesto

-Señorita Catherine...

10:10pm No es Aaron

10:15pm mensaje en Tinder «Hola Aaron»

11:00pm sexta copa, cabeza turbia, un mensaje sin contestar, muchas maldiciones «maldito hijo de perra» y lágrimas inevitables.

1:00am segundo mensaje «Hola Aaron, espero que la muerte sea tu mejor excusa» más llanto y más vino. 

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