VALIENTE
Los pequeños hermanos Ángel y Samuel se encuentran sentados en el sofá de la sala viendo en el televisor una película de karate. Ambos están envueltos en la acción intensa de la película. De repente, José -el padre de ambos- llega a la sala y toma asiento en el sofá.
— No se cansan de ver esa película — expresa José bromeando.
— No la vemos mucho — asegura Samuel.
— ¡Ahora! Ahora es — indica Ángel sumamente emocionado.
En ese momento, la película llega a su punto culminante donde el héroe se levanta del suelo, regresa a la pelea y vence al villano.
— ¿Angelito, está buena la película? — pregunta José.
— Sí, me encanta — responde Ángel.
— Que bien. Mañana seguimos hablando, ya me tengo que ir —indica José y sale de la casa.
Inmediatamente, los hermanos se ponen a jugar de mano en la cama de su padre. En ese enfrentamiento, Ángel vence a Samuel realizando combinaciones impresionantes. Días después, en la escuela elemental del pueblo de Dorado, los hermanos se encuentran en el pasillo del segundo piso viendo el ambiente escolar. De repente, Ángel le expresa a Samuel que unos estudiantes están acosando a un compañero.
— Tenemos que hacer algo — indica Ángel.
— Eso no nos involucra — asegura Samuel.
Ambos se ponen a discutir sobre lo que debían hacer. En esa discusión, Samuel le expresa a su hermano que, en vez de jugar al héroe, debería buscar una novia.
— No, no me quedare aquí sin hacer nada — indica Ángel y se va caminando.
Cuando Ángel llega donde los estudiantes acosadores, estos le habían quitado un experimento de ciencia al compañero. En seguida, Ángel les expresa que le devuelvan el experimento al compañero. Inmediatamente, uno de los acosadores le propina un empujón que lo lleva al suelo.
— Que chavienda — comenta Samuel viendo lo sucedido y procediendo a ayudar.
Cuando Samuel llega al lugar de los hechos, ve a Ángel golpeando a los acosadores. En seguida, Samuel agarra a su hermano y termina la pelea. Rápidamente, los acosadores se van huyendo. El compañero -con su experimento en sus manos- también se va. Samuel entonces se enfada con su hermano y lo envía a clases. Ángel se va caminando al salón de clases pensando en lo sucedido. Samuel, tenso por la situación, sube al segundo piso buscando tranquilidad.
Al terminar la clase y salir del salón, Ángel se disponía a tomar agua en la fuente del pasillo, pero los estudiantes acosadores lo agarran y lo llevan al baño de la escuela. En ese lugar, los acosadores lo golpean y meten su cabeza en un envase de químicos líquidos. Ángel intenta escapar, pero no puede hacerlo. Los químicos líquidos le producen un inmenso dolor en sus ojos. Ángel intenta pedir ayuda, pero nadie lo escucha.
Esa noche, en el centro médico del pueblo de Dorado, Ángel -con una venda en sus ojos- se encuentra descansando en la cama de una sala clínica. Samuel entonces le hace compañía.
— Hola Ángel, soy Sammy. Ya me contaron que no puedes ver — expresa un apenado Samuel.
— Vete de aquí, no quiero hablar — indica un nada contento Ángel.
— Sólo quiero ayudar —
— No, tú no ayudas a nadie —
— Sólo dime qué sucedió —
— Fue un accidente —
— Dime lo que realmente sucedió. ¿Alguien te ocasionó eso? —
— No vas a hacer nada, eres un miedoso —
— ¿Por qué dices eso? —
— Sólo vete, no quiero hablar —
Samuel no sabe qué decir y procede a salir. Su padre José se encuentra desconsolado afuera de la sala. Samuel entonces le hace compañía.
— ¿Cómo se siente? — pregunta José.
— Enojado — responde Samuel.
— Fue un accidente, no fue su culpa —
— No fue un accidente. Alguien se lo ocasionó. No sé quién lo hizo, pero lo encontraré —
— No vas a hacer nada —
— ¿Por qué? ¿Por qué todos dicen eso? —
— Porque nos vamos a mudar — responde José, ocasionando en Samuel una reacción de confusión.
Quince años después, Ángel -usando unas gafas oscuras y guiado por su audición- llega caminando a un dojo en el pueblo de Bayamón. Esa mañana, durante las lecciones de karate, Ángel -a pesar de que no puede ver sus alrededores debido a la condición de sus ojos- realiza una pelea. Ángel domina el enfrentamiento con buenos golpes y excelente defensa.
Mientras tanto, en la universidad del pueblo de Bayamón, Samuel se encuentra en el salón de clases atendiendo al profesor que explica las reglas de procedimiento criminal. Ya terminada la clase, Samuel procede a jugar billar en el área de recreación del instituto. Samuel gana todos los juegos y se queda sin oponentes. En ese momento, una estudiante se aproxima y pregunta si puede jugar. Samuel le responde que seguro, que no hay problema.
— He podido ver que sabes jugar. Que eres bueno — expresa la estudiante.
— Sí, soy bueno. Aquí nadie me gana — indica Samuel.
— Yo no sé jugar, no abuses —
— Intentaré no abusar —
La estudiante poco a poco enseña que sí sabe jugar y termina ganando.
— ¿Cómo te llamas? — pregunta Samuel impresionado.
— Natasha — responde la estudiante y siguen jugando.
Mientras tanto, en el dojo del pueblo de Bayamón, Ángel se encuentra en el área de los casilleros buscando sus cosas. De repente, comienza a escuchar que Antonio -el sensei del dojo- se le aproxima.
— ¿No se supone que estés en la escuela? — pregunta Antonio.
— No fui. La escuela me aburre — responde Ángel.
Pocos segundos después, Antonio ve que los pandilleros Juan y Tom se le aproximan.
— ¿Qué quieren ahora? —pregunta un nada contento Antonio.
— ¿Quién te crees que eres? ¿Rechazando a mi hermano? ¿Llamando a la policía? Estás loco si crees que eso nos detendrá — expresa un enfadado Juan.
— ¿Quiénes son ustedes? — pregunta un confundido Ángel.
— No te involucres — indica Tom con arrogancia.
En ese momento, Antonio y los dos pandilleros deciden salir del dojo. Ángel entonces los sigue sin que se dieran de cuenta. Antonio, Juan y Tom hablan afuera del dojo. Ángel se esconde detrás de los automóviles y escucha lo que hablan. Minutos después, los pandilleros se van y Ángel se aproxima a Antonio en su despacho.
— No puedes hacerlo — expresa un serio Ángel.
— ¿De qué hablas? — pregunta Antonio.
— Te escuché hablando con esos hombres. Lo escuché todo. No puedes hacer eso con el dojo —
— Olvida todo eso —
— No, no lo haré —
— No es tu asunto, no te involucres —
— No se saldrán con la suya — asegura Ángel saliendo del dojo.
Mientras tanto, Samuel y Natasha se encuentran sentados en una mesa de la cafetería de la universidad. De repente, Natasha recibe unos avisos en el celular y los lee.
— Mi hermana es loca. Hace una semana terminó con su tercer novio y ahora me acaba de contar de su novio nuevo. No puedo con ella, está descontrolada. ¿Tú tienes hermanos? — pregunta Natasha.
— Un hermano menor — responde Samuel.
— ¿Y cómo es? —
— Pues, mi hermano no puede ver, cuando pequeño perdió la visión —
— ¿En serio? —
— Sí, mi hermano ha pasado por mucho, pero ha salido adelante. Es todo un guerrero. Siempre lo he admirado por eso —
— Qué lindo —
De repente, Natasha recibe una llamada en el celular y la responde. Ya terminada la llamada, Natasha expresa que la esperan afuera.
— ¿Vas a hacer algo en la noche? — pregunta Samuel.
— No, no creo — responde Natasha.
— Podemos salir si quieres —
— La Rumba de la Esquina. Nos vemos ahí a las ocho —
— Bien, ahí nos vemos —
Natasha procede a salir de la cafetería y Samuel se queda felizmente en el lugar. Más adelante, Ángel, Samuel y José disfrutan una cena hogareña.
— Dime Ángel, ¿cómo te va en la escuela? — pregunta José.
— Me va bien —responde vagamente Ángel.
José también le pregunta si ha pensado estudiar en la universidad. Ángel le responde que todavía no sabe.
— Puedes ser lo que sea, lo que tú quieras. Después que sea algo que te apasione, estarás bien. Ya ve pensándolo — comenta José.
— Bien. Lo estaré pensando—indica Ángel.
Esa noche, Ángel -sentado en la cama de su alcoba- no puede sacar de su mente lo sucedido en el dojo. De repente, Samuel llega a la alcoba.
— Ya me voy — expresa Samuel.
— Ok — indica Ángel.
— ¿Qué haces? —
— Nada, aquí descansando —
— ¿Todo bien? —
— Sí, todo tranquilo —
— Ok, entonces hablamos después — comenta Samuel y sale de la casa.
Samuel llega al negocio La Rumba de la Esquina y busca una mesa. Minutos después, la hermosa Natasha le hace compañía en la mesa. Rápidamente, ambos comienzan a beber. Toda la noche se la pasan bebiendo, hablando y bromeando. Al salir del negocio, Samuel y Natasha llegan caminando a una casa.
— Ya llegamos a mi casa. Aquí se acabó por hoy — expresa una tomada Natasha.
— No puede ser, que malo es cuando se acaba — indica un alcoholizado Samuel.
De repente, Natasha besa a Samuel en la boca. Ambos siguen besándose por unos segundos. Samuel se queda sorprendido.
— Nos vemos en la uni — comenta una feliz Natasha y entra en la residencia.
Samuel -sumamente contento- se va caminando, llega a su casa, entra en su alcoba y se duerme en la cama. La mañana siguiente, un apenado José lo levanta.
— ¿Qué sucede? — pregunta Samuel.
— Sammy, la policía me acaba de llamar... hallaron a Angelito sin vida — responde José.
Samuel se queda confundido. José le sigue explicando lo que pasaba, pero Samuel no lo puede creer.
— ¡Ángel! ¿Dónde estás? — pregunta Samuel buscando por toda la casa.
José le explica que hallaron el cadáver de Ángel en el lago del pueblo. Samuel entonces sale de la casa, llega al lago y encuentra a la policía laborando la escena del crimen. Samuel descubre que su hermano fue asesinado y comienza a llorar.
Cinco días después, Samuel -pasando por una evidente depresión- se encuentra sentado en el suelo de su alcoba. Una alucinación de Ángel -con la edad que tenía al fallecer- lo acompaña en el lugar.
— ¿De nuevo te vas a quedar aquí todo el día? La policía no ha hecho nada. Papá no ha hecho nada. Tú no sales de aquí. ¿Qué clase de hermano eres? ¿Qué clase de hombre eres? ¿No te abochornas? ¡Eres un miedoso! — expresa la intensa alucinación.
— ¡Ya cállate! — indica Samuel logrando desaparecer la alucinación.
En ese momento, una apenada Natasha entra en la alcoba y le hace compañía.
— ¿Qué haces aquí? — pregunta Samuel.
— No respondes tu celular. Estaba preocupada. Tu padre me contó todo — responde Natasha.
— Vete de aquí, no quiero hablar —
— No, no lo haré. Tú debes seguir adelante. No puedes seguir así —
— No puedo —
— Sí puedes. Tú también eres un guerrero —
— ¿Crees que soy un guerrero? —
— Sí, así es —
— Nunca me habían llamado así —comenta Samuel animándose poco a poco.
Ese día, Samuel sale de la casa y llega al dojo, pero descubre que se encuentra cerrado. Samuel entonces se reúne con Antonio en su casa.
— Yo conocí a tu hermano por muchos años. Lo ví crecer, lo ví aprender, lo ví defenderse. Era disciplinado y respetuoso. Yo lo quería mucho — expresa un apenado Antonio.
— Ya lo entendí. El dojo está cerrado por mi hermano — indica Samuel.
— No, no puedo seguir con esto. Te tengo que contar algo. Hace unas semanas, dos pandilleros se me acercaron diciendo que querían vender droga en el dojo por las noches. Iban a pagarme, pero yo no quería hacerlo; llamé a la policía, pero no pudieron hacer nada. Entonces los pandilleros amenazaron a mi familia. No tuve elección, les dí el dojo —
— ¿Ángel sabía sobre eso? —
— Hubo un día que me escuchó hablando con ellos —
— Ángel seguramente los enfrentó... me tengo que ir — comenta Samuel terminando la reunión.
Más adelante, Samuel regresa a su casa, entra en su alcoba y se queda pensando en todo lo que Antonio le confesó. De repente, se pone a buscar en el celular aplicaciones que realizan grabaciones. Minutos después, busca la película con la que Ángel aprendió karate y repasa algunos movimientos.
Esa noche, Samuel llega al dojo, lugar donde los pandilleros Juan y Tom venden droga. Inmediatamente, Samuel se les aproxima.
— Esto se acabó. Van a recoger su basura y se van a ir — expresa un serio Samuel.
— ¿Y tú quién eres? — pregunta Juan.
— Soy quien va a sacarlos de aquí a las buenas o a las malas —
— Escucha imbécil. ¿Te crees un héroe? ¿Sabes lo que pasa cuando nos enfrenta un héroe? — pregunta Tom.
— No sé. ¿Lo matan? —
— No estoy bromeando. Te voy a matar —indica Tom.
— ¿En serio? ¿Me vas a matar? ¿Tú me vas a matar? No creo que puedas —
— Imbécil, nadie me habla así. Te voy a romper la cara — asegura Tom.
— Vamos a ver si puedes —
Seguidamente, Samuel camina hacia el centro del dojo retando a los pandilleros.
— ¡Te voy a callar esa boca! — expresa un enfadado Tom llegando al centro.
Samuel y Tom comienzan a pelear. Samuel lanza algunos golpes, pero Tom los evade. De repente, Tom empieza a lanzar golpes y Samuel los recibe. Samuel entonces se comienza a enfocar en la defensa. Cuando intenta atacar nuevamente, recibe un duro golpe que lo tumba al suelo. Samuel queda noqueado en el centro del dojo. En ese momento, una alucinación de Ángel -con la edad que tenía al fallecer- acompaña a Samuel en el suelo.
— Angelito, te fallé nuevamente. No puedo hacerlo. No soy bueno peleando. Soy un miedoso, siempre lo he sido. Perdóname por favor — expresa un apenado Samuel.
— Sammy, lo estás haciendo bien — indica Ángel.
— Pero me están dando una paliza —
— ¿Recuerdas la película de karate que solíamos ver juntos? ¿Recuerdas lo que el héroe hacía siempre que lo tumbaban al suelo? —
— Siempre se levantaba — responde Samuel tomando un segundo aliento y regresando a la pelea.
Samuel y Tom proceden con la pelea. Tom sigue dominando, pero Samuel no se rinde y comienza a lanzar buenos golpes que Tom no puede evadir. Tom lanza algunos golpes, pero Samuel los evade. De repente, Tom recibe un duro golpe que lo tumba al suelo. Tom se levanta e intenta pelear, pero Samuel lo vuelve a tumbar.
— Juan, saca el arma, dispárale — expresa un golpeado Tom.
— ¿Acaso no puedes ganar una pelea sin un arma? ¿No te abochornas? No voy a seguir buscando problemas por tú culpa. Cuando aprendas a pelear me llamas — indica Juan saliendo del dojo.
Samuel entonces pregunta si Ángel fue asesinado y lanzado en el río porque los venció en una pelea. Tom le responde que Ángel les faltó el respeto, que los quería sacar del dojo. Samuel quiere saber si Tom asesinó a su hermano. Tom le expresa que sí, que Ángel no se iba a salir con la suya. Samuel entonces es invadido por sus emociones y se queda inmóvil. Unos segundos después, Samuel busca en su pantalón, saca su celular y llama a la policía.
— No voy a ir a la cárcel — expresa Tom.
— Yo creo que sí — indica Samuel y busca una grabación en su celular.
Samuel demuestra que estuvo grabando todo lo que sucedía en el dojo, incluyendo la confesión que Tom acaba de realizar. Samuel entonces ve que Tom -a pesar del dolor que siente por los golpes- intenta escapar. Tom camina por todo el pueblo sin saber que Samuel lo seguía. Esa noche, la policía consigue detener al pandillero Tom en el medio de la calle. Samuel le cuenta a la policía todo lo sucedido. Más adelante, Samuel se siente complacido, llega a su casa y ve a dos individuos intentando robar el automóvil del vecino.
— ¿Qué estás mirando? — le pregunta uno de los ladrones.
Samuel se queda pensando en cómo su hermano Ángel reaccionaría en esa situación. Después de pensar por unos segundos, a pesar de que no es su automóvil, Samuel se enfrenta a los individuos.
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