FUERZA
El adolescente Adam se encuentra jugando el videojuego "Guerra de Dragones" en su alcoba. De repente, una mujer llamada María llega a la alcoba y le comunica que lo espera en el sótano. Adam inmediatamente le expresa que pronto termina de jugar. María entonces lo llama nuevamente.
— Que chavienda — expresa un descontento Adam ya que no pudo ganar en el juego.
En ese momento, Adam apaga el videojuego, sale de la alcoba y llega al sótano de la casa, lugar equipado con máquinas de experimentos. Seguidamente, María le hace compañía.
— Terminemos con esto — indica un nada contento Adam desnudándose e ingresando en una enorme capsula.
María procede a prender la capsula usando una computadora. La capsula poco a poco va produciendo radiación y Adam se queda aguantando –con mucha incomodidad- dicha producción.
Mientras tanto, frente a los hermanos de la Iglesia Ciudad de Luz, un caballero llamado Geovany se encuentra hablando de la forma en que Dios poco a poco lo ha liberado del pecado de las calles. Todos los presentes están atentos excepto el adolescente Michael, quien no esconde su desinterés. Cuando Geovany termina de hablar, los hermanos felizmente se levantan y aplauden. Michael es el único que aplaude sin muchas ganas. Minutos después, el capellán llega al podio y habla del desorden de la homosexualidad, un tema que Michael aborrece.
La mañana siguiente, Adam escucha la alarma de su alcoba, se levanta de la cama y pasa por el baño. Seguidamente, se toma tres pequeñas tabletas: una roja, una azul y una blanca. Adam entonces llega a la cocina.
— Buenos días. Acabo de hacer pancakes. ¿Quieres pancakes? — pregunta María usando una laptop en la mesa.
— No, no quiero. Voy a comer pan — responde Adam y se confecciona su bocadillo.
Esa mañana, Adam sale de su casa, llega caminando a la escuela intermedia del pueblo de Caguas y se queda en un pasillo jugando "Ciudad de Dragones" en su celular. Nadie le hace compañía.
Mientras tanto, Michael llega a la escuela y camina por los pasillos sin hacer caso a los comentarios que hacen sus compañeros. Michael pasa por la cancha escolar y toma asiento en los escalones. Inmediatamente, los estudiantes que se encuentran en los escalones se van. Michael es el único que se queda en ese lugar. De repente, los alumnos James, Alex y Félix llegan a los escalones burlándose de Michael por ser homosexual. Pocos segundos después, un apenado Michael se va de la cancha.
Más adelante, en el salón de clases, el profesor de inglés les explica a los estudiantes que la próxima semana tendrán que hacer una presentación en equipo sobre uno de los temas dados en la clase. Seguidamente, el profesor les expresa que formen los equipos y seleccionen los temas. Adam -uno de los alumnos- se queda viendo a sus compañeros formando los equipos. De repente, Michael se le aproxima.
— ¿Quieres ser mi equipo? — pregunta Michael.
— Está bien — responde Adam.
Inmediatamente, Adam y Michael juntan sus asientos. Pocos segundos después, Michael le pregunta cuáles eran los temas. Adam le responde que los temas están en el cuaderno. Ambos entonces sacan sus cuadernos y comienzan a buscar en las páginas. Michael lee las páginas en voz alta y Adam las lee calladamente.
— ¿Hola? ¿Por qué tan callado? ¿Por qué no dices nada? — pregunta Michael.
— Estoy viendo los temas pensando cuál
escoger — responde Adam.
— ¿Sabes que vamos a hacer una presentación? ¿Sabes que eso se hace hablando? —
— Primero tenemos que escoger un tema. Sin tema, no hay presentación —
— No me digas. La presentación es en inglés. ¿Tú sabes inglés? —
— Sí —
— Vamos a ver, dime algo en inglés —
Adam procede a leer con un excelente inglés las páginas del cuaderno.
— ¿Loco, dónde aprendiste eso? — pregunta un impresionado Michael.
— Tengo muchos videojuegos que son en
inglés — responde Adam.
Durante toda la clase, Adam y Michael se la pasan conociéndose. Cuando terminan con todas las clases, ambos se ven en el pasillo.
— ¿Y qué vamos a hacer ahora? ¿Vamos a ver una película? — pregunta Michael.
— No puedo, tengo que ir a casa — responde Adam.
— No seas charro, también podemos jugar en las máquinas. Hay una nueva máquina de
dragones —
Adam se queda pensando por unos segundos y termina accediendo. Ese día, ambos se la pasan en el cine jugando en las máquinas y viendo películas. Adam llena sus bolsillos con los boletos ganados en las máquinas. Cuando salen del cine, ambos se dan sus números telefónicos. En ese momento, Adam rechaza unas cuantas llamadas de María y procede a comer con Michael en una pizzería.
Después de todo eso, Adam llega a su casa, pasa a su alcoba y ve que todos sus videojuegos han desaparecido.
— No encuentro mis videojuegos — expresa un confundido Adam llegando a la sala.
— Los escondí — indica María sentada en el sofá.
— ¿Y eso por qué? —
— No llegabas a casa. No respondías mis llamadas —
— Estaba en el cine, fui a ver una película —
— Se supone que cuando sales de la escuela enseguida regreses a casa —
— No hice nada malo —
— Estás descuidando los experimentos —
— No quiero estar aquí toda mi vida. Quiero salir, quiero ver el mundo —
— Sabes lo que estamos haciendo aquí, sabes lo que representa —
— Ya no quiero seguir con esto —
— Todavía no comprendes —
— Tú no comprendes — comenta un enfadado Adam saliendo de la sala e ingresando en su alcoba.
Minutos después, María llega a la alcoba y le comunica que lo espera en el sótano. Adam no le hace caso. María lo llama nuevamente. Adam entonces se levanta de la cama, sale de la alcoba y llega al sótano tecnológico. Seguidamente, Adam se desnuda y se mete en un enorme generador. María procede a prender el generador usando la computadora. El generador poco a poco va produciendo radiación y Adam se queda aguantando -con mucho dolor- dicha producción.
La mañana siguiente, Adam nuevamente se toma las tres pequeñas tabletas: la roja, la azul y la blanca. Seguidamente, pasa por la cocina y María le ofrece avena. Adam no le hace caso, se confecciona su bocadillo y se va a comer a su alcoba.
Esa mañana, Adam sale de su casa, llega a la escuela intermedia del pueblo de Caguas y se queda en un pasillo jugando "Ciudad de Dragones" en su celular. De repente, Michael se le aproxima.
— ¡Hola! ¿Cómo te fue ayer? ¿Te regañaron tus padres? — pregunta Michael.
— Me fue bien — responde Adam guardando el celular.
— Oye, te tengo que preguntar algo. ¿Tú sabes que soy gay? —
— Sí, lo sé —
— ¿Eso te incomoda? —
— No, no me incomoda —
— Bien, es bueno saberlo —
Pocos segundos después, James, Alex y Félix se les aproximan.
— Miren esto. Ya tenemos nuevos novios en la escuela — expresa James burlándose.
— No empieces con eso — indica Michael.
— ¿Qué pasa? Solamente queremos estar al día. ¿Por dónde cogen? ¿Por la boca?
¿Por el trasero? —
En ese momento, un enfadado Michael golpea a James en la cara. Inmediatamente, James intenta lanzar un golpe, pero Adam le propina un pequeño empujón que lo hace retroceder.
— Vete de aquí — expresa Adam con mucha seriedad.
— Esto no se va a quedar así — indica James saliendo junto a Alex y Félix del pasillo.
Michael entonces le agradece a Adam por sus acciones. Adam le comunica que aborrece las burlas y que siempre lo va a defender.
Más adelante, Adam y Michael caminan por los pasillos de la escuela. De repente, un estudiante se les aproxima y expresa que el profesor de inglés quiere ver a Michael en el salón. Michael entonces se va caminando en dirección al salón. Minutos después, Adam espera a Michael en el pasillo, pero no aparece. De repente, ve al profesor de inglés y se le aproxima.
— ¿Profesor, ya pudo hablar con Michael? — pregunta Adam.
— ¿De qué hablas? — responde un confundido profesor.
En ese momento, Adam busca a Michael por toda la escuela. Cuando llega a la cancha escolar, ve a unos estudiantes peleando y se les aproxima. Seguidamente, descubre a James, Alex y Félix golpeando con bates a Michael en el suelo.
— ¿Por dónde lo quieres? ¿Por la boca? Te voy a romper todos los dientes — expresa un enfadado James.
De repente, Adam agarra a James y le propina un empujón que lo envía a una increíble distancia. Seguidamente, Adam camina donde sus acompañantes y se apropia de los bates. Todos se quedan viendo la forma en que Adam rompe fácilmente los bates. Pocos segundos después, James intenta golpear a Adam con su bate. Adam evade los golpes, agarra el bate y lo lanza al suelo. El bate queda enterrado. Todos se quedan incrédulos.
— ¿Qué demonios eres? — pregunta James.
— Vete de aquí — expresa un serio Adam.
— Debes ayudarme con algo —
— No me interesa —
— Escúchame: quiero que le des una paliza a mi padre —
— No me interesa —
— Mi padre es un abusador. Se la pasa golpeando a mi madre. Yo no puedo con él —
— ¿Que no escuchas? No te quiero ayudar —
— Ayúdanos —
— Vete de aquí o te daré una paliza —
En ese momento, unos aterrados James, Alex y Félix salen de la cancha. Pocos segundos después, Adam y Michael toman asiento en los escalones.
— ¿Qué fue eso? — pregunta un confundido Michael.
— Nada — responde Adam.
— ¿Cómo que nada? ¿De dónde sacaste esa fuerza? —
— No quiero hablar de eso —
— ¿Por qué no? ¿Qué sucede? —
— Sólo olvídalo —
— Oye, puedes decirme lo que sea. Ya no estás solo. Siempre te apoyaré —
— Soy un experimento —
— ¿De qué hablas? —
— Cuando era pequeño, mis padres fallecieron en un choque. Yo estaba con ellos. Terminé bastante mal, estaba falleciendo poco a poco. De repente, un día me levanté todo recuperado. Ahí entonces me enteré de que todo se debe a los experimentos de una médica anatómica. Desde ese día soy todo un experimento humano —
— ¿Entonces de esos experimentos sacas tu fuerza? —
— Sí, así es —
— Eso es grandioso —
— Es lo peor. Todos los días tengo que aguantar un experimento. La médica piensa que me puede dar más poderes —
— ¿Y qué hay de malo en eso? —
— Yo no quiero poderes. Yo sólo quiero ser normal —
— Oye, no hay nada de malo en ser diferente —
— Yo sólo quiero una vida normal —
— No puedes esconder lo que eres. Debes ser valiente —
— No quiero hacerlo —
— ¿Por qué no? Acepta quién eres —
— Tú no comprendes —
— Oye, yo sé que no es fácil. Yo todavía estoy pasando por eso —
— No comprendes — expresa un apenado Adam saliendo de la cancha.
Esa noche, Michael y su padre Geovany disfrutan una cena hogareña. Michael se queda pensando en todo lo que le expresó a Adam en los escalones. Minutos después, Michael comunica sus pensamientos.
— Soy gay — indica valientemente Michael.
Geovany reacciona confundido y Michael nuevamente lo dice. Geovany cree que todo es broma y Michael asegura no estar bromeando.
— No puede ser — expresa un incrédulo Geovany.
— Es lo que soy. No quiero seguir escondiendo lo que soy — comenta Michael.
— No puedes decir eso —
— ¿Por qué no? —
— La Iglesia nos va a rechazar —
— ¿La Iglesia? Esa gente no sabe nada —
— No digas eso —
— Esa gente está equivocada. Ser gay no es una enfermedad. Yo no soy una profanación —
— Cállate —
— No me voy a callar. La Iglesia está mal. Si tú crees todo lo que dice esa gente, estás mal —
— Cállate la boca —
— Sólo acéptalo. ¿Por qué no lo puedes
aceptar? —
— Me van a rechazar en la calle. Nadie me va a respetar —
— Yo te voy a respetar —
— No sabes cómo son las cosas, no sabes nada de la calle —
— Estás mal —
Michael entonces intenta salir de la cocina, pero Geovany lo agarra y lo pega a la pared.
— En esta casa tú me vas a respetar —expresa un enfadado Geovany.
Inmediatamente, Michael intenta escapar, pero Geovany lo golpea en la cara.
Mientras tanto, Adam y María se encuentran en el sótano tecnológico realizando un experimento. Adam está sentado en un asiento con aparatos pegados a su cabeza, brazos y piernas. Los aparatos producen una radiación que Adam -nada contento- se queda aguantando.
La mañana siguiente, Adam busca las pequeñas tabletas que ha estado tomando y se queda pensando. Adam termina botando todas las tabletas en el inodoro. Minutos después, sale de su casa, llega a la escuela intermedia del pueblo de Caguas y espera a Michael en el pasillo. Los estudiantes comienzan a llegar, pero Michael no aparece.
Más adelante, en el salón de clases, el profesor de inglés comunica frente a los estudiantes que lamenta lo sucedido con James y su familia. Adam no comprende lo que sucede y le pregunta a un compañero, quien le indica que James y su familia fallecieron durante una pelea familiar. Adam no puede creerlo. De repente, recibe una llamada de Michael en su celular, sale del salón y responde la llamada.
— Adam, necesito tu ayuda. Mi padre se volvió loco. Le confesé que soy gay y me ha dado una paliza. Debes detenerlo. Estoy en mi casa, estoy encerrado aquí. Ayúdame por favor — le expresa un apenado Michael.
En ese momento, un preocupado Adam sale de la escuela, llega a la casa de Michael y comienza a caminar por los pasillos. Inmediatamente, Geovany se le aproxima con malas intenciones, pero Adam le propina un empujón que lo envía a una increíble distancia. Adam entonces sigue buscando por toda la casa y ve a Michael -sumamente golpeado- en el pasillo. Ambos se dan un abrazo, pero Geovany los interrumpe aproximándose con un arma.
— ¿Quiénes se creen que son? ¡Esta es mi casa! — les expresa Geovany apuntándoles con el arma.
Adam entonces se aproxima a Geovany, agarra el arma y la rompe fácilmente. Geovany no lo puede creer.
— ¿Te gusta pelear? ¿Quieres pelear? ¡Te debería romper la cara! — expresa un enfadado Adam.
— No lo hagas. Sólo vámonos de aquí — indica Michael.
— Son unos fenómenos. Son unos sucios fenómenos — comenta Geovany.
Inmediatamente, Adam se queda viendo a Geovany con malas intenciones.
— Adam, detente. Vámonos de aquí. Vámonos — expresa Michael.
Pocos segundos después, Adam y Michael salen caminando de la casa. Ambos caminan por todo el pueblo, llegan a la plaza pública y toman asiento. Ambos se quedan callados viendo los alrededores. Adam expresa que los diseños de la plaza siempre le han encantado. Michael comenta que los diseños están lindos. Ambos se quedan tranquilos en ese lugar. Cuando llega la noche, Adam le indica a Michael que se puede quedar en su casa.
— ¿Estás seguro? — pregunta Michael.
— Sí — responde Adam.
— No quiero que tengas problemas —
— Escúchame, nadie más te hará daño. Todo estará bien —
Esa noche, Adam llega a su casa y Michael lo acompaña. Cuando pasan a la sala, Adam ve sus videojuegos despedazados en el suelo.
— ¿Qué les pasó a mis videojuegos? — pregunta un alterado Adam.
— Los rompí — responde María sentada en el sofá.
— ¿Por qué? —
— No estás cooperando, no estás cumpliendo tus deberes. Sabes que debes estar aquí tan pronto sales de la escuela. Estás descuidando todo lo que estamos haciendo —
— Estaba ayudando a Michael —
— No se supone que hagas eso —
— Ya estoy cansado de esto. Tú no me mandas —
— ¡Eres mi experimento! ¡Tú haces lo que yo diga! Toda mi vida se la he dedicado a esto. No lo vas a dañar. Te guste o no te guste, eres mi experimento —
— No más, ya no seré tu experimento —
En ese momento, un enfadado Adam sale de la sala, llega al sótano tecnológico y comienza a romper todas las máquinas. María le indica que se detenga, pero Adam no le hace caso. Cuando Michael llega al sótano, ve a Adam terminando de romper todas las máquinas y ve a María llorando en el suelo. Adam y Michael calladamente salen de la casa e intentan abandonar el pueblo, pero Adam empieza a toser.
— ¿Estás bien? — pregunta Michael.
— Sí, no pasa nada — responde Adam sin parar de toser.
Más adelante, Adam comienza a tener dolor en el pecho.
— Algo te está pasando. No estás bien — expresa Michael.
— Estoy cansado, eso es todo — indica Adam.
— Has pasado por mucho hoy. Vamos a descansar —
Ambos llegan a un puente y toman asiento. Adam claramente está aguantando el dolor.
— Mañana seguimos caminando. Tú ahora descansa — expresa Michael.
— Está bien — indica Adam.
Ambos pasan la noche en esa localización. La mañana siguiente, Michael se levanta y ve que Adam se encuentra levantado.
— ¿Adam, estás bien? — pregunta Michael.
— Me duele todo — responde Adam.
— No estás bien. No puedes seguir así —
— No es nada. Estoy bien —
— Debemos buscar ayuda. De seguro todo es por los experimentos esos. La médica debe saber qué sucede —
— No, no quiero regresar con ella —
— Entonces vamos al centro médico —
— No quiero que me encuentre —
— Necesitas ayuda —
En ese momento, Adam se pone de pie y comienza a caminar, pero el dolor que siente lo detiene.
— ¿A dónde crees que vas? — pregunta Michael.
— Me voy de aquí — responde Adam.
— No, no lo creo. Tú te vas a quedar aquí. Yo voy a buscar ayuda —
— No lo haré —
— ¡No quiero que mueras! —
— No sabes todo lo que tengo que aguantar, todo lo que ella me hace —
— Sea lo que sea, te voy a ayudar a seguir adelante. No te vas a rendir. Quédate aquí, voy a buscar ayuda — indica Michael saliendo del puente.
Adam -después de pensar por unos segundos- se pone de pie y comienza a caminar aguantando el dolor. Más adelante, en las calles del pueblo, María encuentra a Michael y le asegura que puede ayudar. Cuando ambos regresan al puente, Adam había desaparecido.
— ¿Dónde está? — pregunta una desesperada María.
— Se fue — responde un preocupado Michael.
— ¿Cómo que se fue? ¿A dónde se fue? —
— No lo sé —
— Esto no me puede estar pasando. Lo estoy perdiendo todo —
— Debemos seguir buscando —
— Todo esto es tu culpa. Por tu culpa no se tomó sus medicamentos —
— Yo no tengo la culpa. La culpable eres tú y tus experimentos —
— Tú no sabes nada —
— Yo lo sé todo. Adam ya se había recuperado del choque, no tenías que seguir con tus experimentos —
— No comprendes —
— Lo haces por la fama, por la admiración de la gente —
— ¿Fama? No seas ingenuo. Esto es algo mucho más grande. Estoy hablando del futuro. Gente con poderes —
— Adam no quiere poderes —
— Adam es mi propiedad, puedo hacer lo que yo desee con él —
— Estás mal —
— Sólo dime. ¿En dónde puede estar ahora? ¿Dónde crees que pueda estar? —
— ¿Cómo lo vas a ayudar? Adam rompió todas tus máquinas —
— Adam sólo debe tomar sus medicamentos —
— ¿Tú sabes lo que le pasa? —
— Son los experimentos. Lo tengo todo en mi laptop. Ahí tengo toda la información —
En ese momento, Michael se queda pensando.
— Adam debe estar en un lugar tranquilo. Tú busca en la playa. Yo buscaré en el parque de atletas — expresa Michael.
María rápidamente se monta en su automóvil, llega a la playa y busca a Adam por los alrededores, pero no aparece.
— No te vas a escapar — indica María.
María entonces llega al parque de atletas y busca a Adam por los alrededores, pero no lo encuentra.
— No, no, no — comenta María comprendiendo que Michael la había engañado.
María llega a su casa y comienza a buscar su laptop por todos lados, pero no aparece. Le llama la atención una ventana desgarrada.
— Ese imbécil me robó la laptop. No puede ser — expresa una enfadada María.
Mientras tanto, Michael -aguantando la laptop de María en sus manos- llega a la plaza pública y busca a Adam en los alrededores, pero no lo encuentra. De repente, al ver gente jugando en sus celulares, Michael sale de la plaza y llega al cine. Cuando busca en el área de juegos, ve a Adam sentado en una de las máquinas. Michael lo intenta levantar, pero Adam no reacciona.
— No me hagas esto. Tengo la información, vas a estar bien — expresa un desesperado Michael y comienza a pedir ayuda a la gente del área.
Más adelante, María -al hallar en la alcoba de Adam los boletos que recientemente había ganado en las máquinas del cine- sale de la casa y llega al cine. María entonces busca a Adam en el área de juegos, pero no aparece.
— ¿Dónde demonios estás? — pregunta una confundida María.
Minutos antes a la llegada de María al cine, Adam y Michael fueron ayudados por una familia que pasaba por el área de juegos. La familia los llevó en automóvil al centro médico del pueblo de Caguas. Ese día, Adam y Michael terminaron viéndose en la sala clínica.
— ¿Qué sucede? ¿Cómo llegué aquí? — pregunta Adam.
— Te encontré desmayado en el cine y conseguí ayuda — responde Michael.
— ¿María? ¿Ella está aquí? —
— María se encuentra con la policía. Les conté todo lo que has pasado. La van a acusar. Ya no la veremos más —
— ¿Y los experimentos? —
— Se acabaron. Con los experimentos sólo buscaba crear más poderes. No eran necesarios. Peor aún, te enfermaban. Por eso estabas desmayado —
— ¿Cómo me ayudaron? —
— Ella tenía una laptop donde guardaba toda la información que te mantendría sano. La pude conseguir. Ya los médicos saben la medicina que debes tomar —
— ¿Saben de mi poder? —
— No, no lo saben. No les conté de eso —
— Alguien lo va a saber —
— Oye, no te preocupes por eso. Pase lo que pase, sea quien sea, seguiremos adelante. Siempre te voy a defender —
— Está bien. Ya no estoy solo —
Ambos sellan su unión con un apretón de manos. De repente, Adam aplica un poco de presión y Michael reacciona con un enorme brinco. Ambos se ríen.
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