Cap. 9El Departamento de Cheng
Ya había estado aquí en el pasado pero no le había dedicado ni una mirada de más, ahora que arrastraba conmigo a Cheng, quien torpemente me indicaba su habitación, no le observe a mucha profundidad.
Era un lugar de paredes blancas casi desnudas, no veía mucho inmobiliario, lo que fue ventajoso. Su habitación era bastante amplia, y su cama muy grande, de sabanas oscuras y forma circular.
Llevarlo hasta su cama fue una odisea, recostarlo en la cama también, cuando lo logré y me dispuse a irme, me lo impidió tomando mi mano, su mirada estaba nublada —¿Me dejaras así? Eres un pésimo cuidador de borrachos.
Suspiré para luego retirar su mano de la mía —Ya cumplí con traerte aquí. —sus manos se movieron a su camisa, comenzando a desabrochándola con torpeza— ¿Qué haces?
—Es incomodo dormir con esto puesto, ¿Por qué no me ayudas a estar cómodo y después te vas?
Yo no debía aceptar ayudarlo, pero parece que todavía no había comprobado lo suficiente sobre lo malo que era tomando decisiones últimamente.
Llevando una cuenta mental y sobre esforzándome por no mirar de más, le quite la camisa, y los zapatos junto a las medias, pero al parecer aun no estaba cómodo, y desabrocho su pantalón comenzando a bajarlo, no lo ayude con eso y en su lugar me pare recto, mirando hacia la única ventana de la habitación, cubierta por unas cortinas oscuras a medio cerrar, no había mucho que mirar del exterior, estaba oscuro y no había luces exteriores.
Una suave risa, que supuse no tenía como fin que yo la escuchara, me hizo mirarlo. Ya había retirado sus pantalones, agradecía que conservara su ropa interior.
No pude evitar darle una mirada: sus ojos tenían un extraño brillo y sus labios se curvaban en una sensual sonrisa, su pecho estaba al descubierto, su piel lechosa parecía invitarme a probarla, sus rosados pezones eran como dos antenas que llamaban mi mirada. Su abdomen estaba ligeramente marcado, y un camino de finos vellos iban desde la parte baja de su ombligo, perdiéndose entre el elástico del bóxer, hasta un lugar que admito quería descubrir. El bóxer le quedaba algo ajustado, marcando cada parte que cubría, y cuando digo cada parte es cada parte.
Tragué en seco, sintiendo el fuerte tirón de mi miembro que me trajo a la realidad, me di la vuelta avergonzado, con la cara roja y una tienda de campaña entre las piernas. Su risa ahora si fue apropósito, y mi vergüenza y deseo bajaron un poco, dándole paso al enojo, ese idiota solo se burlaba de mí.
—¿Qué sucede Wil? ¿La vista ha sido demasiado para ti?
Aprete mis puños, y me forcé a responderle con un tono neutro —Parece que el alcohol ha bajado de tu sistema, no veo necesario seguir aquí. Nos vemos el lunes.
Me dirigí a la salida a rápidos pasos, quería salir de allí lo más rápido posible, mi corazón estaba latiendo demasiado rápido. Lo escuche venir tras de mí, y aunque acelere mis pasos, fui alcanzado.
—Se supone que tienes que cuidarme esta noche, ¿cómo te vas a ir y me vas dejar a mi suerte? ¿Qué tal si vomito a mitad de la noche y al estar solo me ahogo con mi propio vomito?
No pude evitar reír por sus palabras —no eres un niño, y yo te miro muy bien así que...
Mi voz se cortó al sentirlo pegarse a mí por la espalda —así que me miras muy bien, entonces ¿Por qué no me dejas mirarte bien a ti también?
Se pego más a mí, su cabeza haciéndose espacio a la fuerza entre el espacio de mi cuello y mi hombro, la mano que no estaba sosteniendo mi muñeca, se posiciono en mi cintura, iniciando un lento recorrido hacia mi abdomen.
Me removí intentando zafarme de su agarre, pero no pude —Cheng
—¿Hmm? ¿no estas ahora mismo demasiado tenso? Solo relájate y déjate llevar
Temí lo que sus palabras podían significar, y más al sentir su mano aventurarse a cierto lugar íntimo, y sus labios dejar superficiales besos en mi cuello. Moví mi cabeza para golpear la suya mientras mi pie calzado pisaba el suyo descalzo. Logre que me soltara mientras decía una maldición. Me gire hacia él, era muy difícil no mirarlo cuando solo llevaba su ropa interior.
—¡Tu! ¿no puedes simplemente dejarte ir y pasar un momento agradable?
—Estar con un hombre borracho no tiene nada de agradable
—Estoy lo suficientemente sobrio para hacerte olvidar todas tus penurias esta noche
Ante sus palabras, tanto mi corazón como mi entrepierna sufrieron un tirón, imágenes de cómo podría hacerme olvidar todo llegaron a mi mente, haciendo que naciera en mí una llama de anhelo, deseo, anticipación. Pero no podía dejarme llevar por esto, por muchas razones era una mala idea: él parecía llevar una vida sexual muy activa sin pareja fija, era mi compañero de trabajo, tenía alcohol en su sistema, y la cereza del este pastel: tuve sentimientos por él en el pasado, que creía ya no existían, pero que podían volver a resurgir.
—Bueno, pues como estas tan sobrio, puedes quedarte sin supervisión y sobrevivir.
Otra vez hice el intento de irme, intento porque volví a ser detenido, esta vez con más agresividad. Mi espalda golpeo la pared que no sabía estaba tan cerca, su cuerpo se pegó totalmente al mío, y mi mente me hizo muy concierte de su anatomía, especialmente de la única que seguía cubierta. Sus labios se estrellaron con los míos, moviéndose de forma agresiva, Cheng estaba siendo algo bruto, y yo agradecí que mi cuerpo no me traicionara y correspondiera al beso.
—Vamos Wil, ¿a qué le tienes miedo?
—Apártate —me sorprendió la fuerza que tenía, aun bajo los efectos del alcohol, solo nos moví un poco, siendo imposible liberarme de su agarre— esto no está bien —quizás podía jugar al moralista, y esto lo haría tenerse, pero me interrumpió antes de que le explicara las razones por las que esto, lo que sea que sea esto, estaba mal.
—¿Qué es lo que está mal? Ambos ya estamos muy grandecitos, somos adultos, estamos solteros. Ya no te resistas más, sé que quieres esto tanto como yo.
Su voz fue descendiendo mientras volvía acortar la distancia de nuestras bocas, volviendo a besarme solo que esta vez más suave, era claro su propósito, convencerme de pasar la noche con él, ¿por qué? No podía hacerle esa interrogante ahora.
Sus manos dejaron de apresarme para pasar a recorrer cuanto podían de mi cuerpo, y yo pude aprovechar y liberarme... pero no lo hice.
¿Hace cuanto que había estado con un hombre? No recuerdo.
¿Hace cuanto que no tenía intimidad? Pues bastante.
Podía solo dejarme llevar esta noche, ¿qué tendría de malo? Él tenía razón, éramos adultos y estábamos solteros, yo hace mucho no estaba con nadie así que no me vendría mal una noche de sexo, aparte de que podía satisfacer a mi yo adolescente al tener relaciones con quien fue mi primer amor, y aunque cabía la posibilidad de que él no recordara nada al día siguiente ¿eso estaba bien, no? No tendría que sentir vergüenza cuando nos viéramos.
Su mano apretando mi miembro por encima de mi ropa, me sobresalto un poco, haciendo que mi boca se abriera y él pudiera entrar su lengua, volviendo el beso más intenso, y terminando de apagar mi voz racional, que me gritaba las razones por las que esto estaba mal y podía salir mal.
Pero tomar malas decisiones ya se estaba volviendo un hábito para mí, me desconecté de todo, y comencé a responder a sus besos y caricias, llevando mi mano a su ardiente cuerpo, y dejándome llevar por esta noche.
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