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~Zona de lectura~
Tony había apagado la pantalla de su celular con mucho pesar.
La cita con Stephen fue agradable, el alfa no apartaba su mirada de él ni dejaba de sonreírle o ser atento. Tampoco vislumbró molestia cuando hablaba sobre Steve, que podía tomar como reales sus mensajes. Lo que estrujaba su corazón, porque no importara lo mucho que ambos se esforzaran, una parte -y la más grande- le pertenecía y pertenecerá a Rogers.
Era tan agotador, que Tony verdaderamente quería ser libre de ese amor que nunca debió surgir.
"Confiaba en Stephen, él conseguiría enamorarlo".
Era un excelente hombre, incluso creía no merecerlo. Sin embargo, ahí se encontraba aceptando su cortejo. Podía ver a sus padres felices por su decisión, a Pepper regañándolo en silencio y a Rhodey con Happy animándole a no desistir.
"¿Steve? ¿Cómo recibiría la noticia? ¿Tendría que decírselo? ¿Advertirle que deberán tomar distancia por respeto a Strange y su cortejo?"
El beta suspiró profundamente, su cabeza dolía fuertemente. Se tomó unos segundos antes de sacar su llave y abrir la puerta de su departamento, no ansiando ser consumido por su errática manía de sobrepensar. Él ya había aceptado, no había marcha atrás y tampoco lo deseaba. Tendría que resignarse y lidiar con lo que ocurriese en un futuro, especialmente con la posibilidad de que Steve Rogers no esté más en su vida.
Tony tragó saliva con dificultad, aquello realmente me dolía. Pero no, no arruinaría esta noche. Así que, sin más se adentró a su departamento y frunció el ceño por el abrupto recibimiento de intensas feromonas. Eran picosas, abrumadoras y hasta tóxicas que pondría a cualquier omega de rodillas.
A él no.
Agradeciendo ser un beta, bastó con tapar su nariz para no asfixiarse y encontrar al dueño de aquel tortuoso aroma. No se alarmó ni consideró necesario pedir ayuda porque le resultaba familiar, que sus sospechas se convirtieron en ciertas cuando se topó al alfa intruso.
— ¿Steve? —La voz de Tony tembló cuando divisó a Rogers sentado en el taburete del pequeño bar de su departamento.
El alfa había abierto dos de sus botellas de champagne y empezando con la tercera; asombrándolo. Steve no era un hombre que bebiera en exceso, pero la escena que tenía al frente distaba de esa tonta creencia suya.
"¿Entonces era Steve el dueño de tan cruel e insoportable aroma?".
Cuando los ojos de Tony se encontraron con los de Steve, lo supo de inmediato. Sus picosas, abrumadoras y tóxicas feromonas respondían a ese incesante enojo que se reflejaba en su mirada azulada.
Era la primera vez que Steve sacaba ese lado para Tony, que el beta se sentía intimidado. El doble por el silencio con el que Rogers seguía bebiendo, mientras sus ojos lo examinaban de arriba hacia abajo y deteniéndose en los suyos.
"¿Pretendía volverlo loco en la espera?".
Tony no se atrevió a suspirar por el miedo a captar para sí una gran cantidad de esas feromonas. Dudaba de cuán indiferente podía ser por la cercanía con Rogers y consciente de que aquel era un alfa dominante. No se arriesgaría, no cuando podría jurar que Steve estaba furiosos por su culpa.
— ¿Entonces cómo estuvo la cena? La mía fue un completo desastre, Howard no quiso ceder a un par de patentes. —Tony se atrevió a mentirle, torpemente quizás. Pero con la intención de aligerar el ambiente.
No logrando su cometido, sino empeorándolo.
Porque Steve golpeó la mesa con la copa de champagne que estaba usando, el estridente ruido asustó a Tony -quien no tenía duda de que el enojo de Rogers era por él. "¿Acaso había descubierto que le mintió?".
— ¿Así? ¿Se puede saber por qué no quiso ceder? —Steve habló con su voz de mando, Tony lo reconoció por las veces que lo visitaba en el cuartel. Bien, era un hecho.
La había jodido, Tony retrocedió unos pasos.
—Porque nunca hubo una cena con la brigada de inteligencia, yo te mentí. —Lo último lo dijo en susurro, no atreviéndose a verle directamente. —. Salí a beber con Stephen.
El beta esperaba algún reclamo, pero lo que tuvo fue el silencio de Steve. Uno que se prolongó en segundos que para él fueron una eternidad. Que alzó su cabeza y divisó a Rogers con la mandíbula tensa, con los ojos clavados en él y sus puños apretándose.
—Y acepté su cortejo. —Tony no titubeó, tarde o temprano esta discusión iba a darse y él no se mortificaría por prologarla. No si estaba siendo sincero, esperando que fuese suficiente para justificar la falta a su habitual cena.
Steve se levantó y Tony retrocedió aún más, chocando contra la pared del pasillo. Su corazón comenzó a latir con fuerza y sus piernas a desestabilizarse por cómo Rogers se dirigía a él, quería que detuviera este absurda cacería. Mas de su boca no salía palabra alguna, se juraba como un maldito e incapaz omega. No lo era, pero tampoco un alfa del rango de Rogers. Y un beta jamás podría liarse a un dominante, ahora quien se estaba enojando era él por la intromisión de Rogers.
Una que terminó con él acorralado entre la jodida pared del pasillo y el enorme cuerpo de Rogers. Este se mantuvo en silencio, acercó su nariz hacia su cuello y comenzó a olfatearlo. Tony tragó saliva, a la par las manos de Steve fueron a su cintura para desaparecer la mínima distancia que había entre los dos. Estaba inmovilizando y teniendo a Rogers restregándose sobre su cuello, hombro y pecho. Pudo escuchar sus gruñidos, sentir cómo su agarre hacia su cintura se intensificó y sus dedos clavarse sobre su piel.
—Apestas a él. —Tony sintió aquellas palabras como una sentencia, especialmente por cómo las feromonas picosas y tóxicas de Steve se imponían sobre él. Quiso defenderse y excusarse por no sentirlas, pero Rogers comenzó a frotarse contra él y esparcir más de sus feromonas.
El calor de sus cuerpos, las intensas feromonas y la posesividad con la que Steve se restregaba hicieron que su vista se vuelva nublosa, que tenga que aferrarse a su cuello para no caerse.
—No dejaré que me quiten lo que es mío. —Antes de perder el conocimiento, Tony apenas logró escuchar.
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