Capítulo #3: ''Sueños, piratas y un plan en marcha''
Martes, 13 de diciembre de 2022.
Ravensbrook, Reino Unido.
Día 2 de 10.
Una habitación en penumbra. Las luces parpadean y se apagan. Liam está allí, con quince años de nuevo; todo es un caos. Su hermana Sara, de solo ocho años, lo abraza con fuerza, llorando sobre su pecho. 'La ambulancia ya no tarda en venir', se escucha susurrar. El frío se cuela entre las ventanas abiertas; las había tenido que abrir, sintiendo que se sofocaba. A lo lejos, se escucha el canto de los villancicos, un cruel recordatorio de cómo debería ser la Nochebuena.
La escena cambia. Un grito desgarrador. Es su propia voz, llamando con desesperación a su padre. "¡Papá, ¿dónde estás?! ¡Haz algo!" Pero la respuesta es un eco vacío, él no está cerca para oírlo.
Cambio abrupto. Liam está en la calle, bajo la nieve, gritando. Su padre, inclinado contra una pared, sostiene una botella de licor en las manos. "¡Eres un cobarde! ¡Nuestra madre está muriendo y todo lo que te importa es tu maldito alcohol!" Su padre no responde, solo lo mira con ojos vacíos, perdidos en la niebla de la embriaguez.
Regreso a la sala de emergencias; otra vez en el hospital. El llanto de Sara se mezcla con el pitido de las máquinas. Liam intenta consolarla, pero sus propios sollozos lo ahogan. La cama de su madre está vacía, y un espacio frío ocupa su lugar. El reloj avanza lentamente; cada segundo es una eternidad.
Una mano fría en su hombro; Liam vuelve a tener treinta y cinco años. Está sentado en la cama, mirando hacia el costado, donde ve a su madre, como un ángel oscuro, sumida entre las sombras. A lo lejos, escucha su susurro: "Me has decepcionado, Liam; al final no resultaste mejor que él." Su corazón se entumece y se llena de una furiosa necesidad de llorar. Mientras las sombras de su madre desaparecen, intenta perseguirlas sin éxito. Grita su nombre con desesperación, pero ya nadie puede oírlo. Liam está solo, porque no merece nada más.
—¡Mamá!
Liam abre los ojos y se incorpora de golpe en la cama. Su respiración es agitada, sus dedos temblorosos, y el sonido de su propio corazón le acribilla los oídos como si de una pesadilla se tratara. Y eso es lo que había sido: una pesadilla. La cuestión con las pesadillas es que suelen ser tormentos inventados por la imaginación, pero esta no lo era; se trataba de un recuerdo. Un recuerdo que lo ha perseguido desde la adolescencia, uno que había logrado mantener a raya por años, especialmente cuando estuvo lejos de casa. Parece que volver ha traído todo de nuevo a su mente. "Ya pasó, Liam", se recuerda, mientras intenta calmar los latidos de su corazón. "No tienes quince años, no...tienes quince años"
A las nueve y media de la mañana, Liam mira con furia el reloj en la pared de la sala. Ha perdido dos llamadas importantes de trabajo y la mañana se le está escapando. Los niños se quejan de hambre y la nevera está tan vacía como su paciencia. Ava, la más pequeña, corretea desnuda y en pañales por toda la casa, riendo a carcajadas mientras sus hermanos intentan atraparla. Liam ha contenido el impulso de ir a tocarle el timbre, sabiendo que no sería la actitud correcta. Sin embargo, Emma no responde a los mensajes.
—Tío Liam, ¿por qué Emma todavía no llega? —pregunta Peter con desesperación, dando pequeños saltitos a su alrededor. Harry, de ocho años, intenta mantener a Ava bajo control, pero sus esfuerzos son en vano.
Liam suelta un suspiro frustrado, sintiendo cómo la presión del trabajo sin atender se acumula en su pecho.
—No lo sé —responde, su tono más seco de lo que hubiera querido. Al ver la preocupación en el rostro de su sobrino, se esfuerza por suavizarse—. Pero estoy seguro de que ya debe estar por llegar.
Peter asiente y, junto a Harry, continúa jugando mientras Liam siente un sabor amargo en la boca. Se dirige a la habitación donde está trabajando, pensando en las llamadas perdidas, la montaña de tareas pendientes y el caos que reina en la casa. La sensación de haber perdido el control le pesa en los hombros.
Apenas ha dormido; después de despertarse a causa de una pesadilla, no pudo volver a conciliar el sueño. Se levantó a las seis cuando el llanto de Ava le alertó de que estaba despierta. No fue fácil calmarla, ya que seguía gritando por su madre, despertando también a sus hermanos, quienes al escuchar el llanto se unieron a las lágrimas. Liam los llevó al salón y puso una película en la televisión, donde finalmente los tres volvieron a quedarse dormidos por unas horas más.
Finalmente, el sonido de unas llaves cayendo sobre la mesa y la puerta abriéndose lo saca bruscamente de sus pensamientos.
—¡Ya llegué, perdonen la tardanza! —escucha la voz de Emma en la entrada. Liam se dirige rápidamente hacia la puerta.
Al llegar, ve a los niños abrazando a Emma, que intenta corresponderles mientras sostiene varias bolsas en las manos.
—Pensé que no vendrías —dice Liam con un tono más áspero del que había pretendido. El rostro sonriente de Emma cambia, mostrando una pizca de culpa. Lo mira fijamente.
—Lo siento —dice con voz entrecortada—. Perdí la noción del tiempo y... me di cuenta de que no quedaba mucha comida en la nevera, así que fui al supermercado a hacer unas compras y luego pasé por la cafetería a comprar desayuno para los niños y para ti.
Liam abre la boca, buscando las palabras adecuadas para responder, pero lo que sale es todo menos apropiado:
—Pues tendrías que haberte planificado mejor. Tenía que entrar a trabajar a las nueve y, por culpa de tu demora, ya he perdido dos reuniones. No se espera mucho de ti, Emma, más que hagas tu trabajo.
Una vez pronunciadas las palabras, Liam sabe que ha cometido un error. La expresión aturdida de Emma lo confirma. El verde en sus ojos se cristaliza, y hace un gran esfuerzo por evitar las lágrimas.
—Tienes razón —dice finalmente, levantándose del suelo; su voz no es dulce como suele ser, pero tampoco cortante—. Me disculpo nuevamente, Liam. Te prometo que no volverá a pasar. Los niños la observan con atención. Emma proyecta la primera sonrisa sincera que Liam ha visto desde que llegó y, tomando las bolsas del suelo, les dice a los niños que la sigan.
Liam se queda paralizado mientras la ve pasar junto a él, seguida de los niños, y entrar en la cocina. Aunque siente un sabor amargo en la boca, intenta ignorarlo. No tiene tiempo para pensar en eso ahora; tiene que ponerse al día con su trabajo.
Más tarde, mientras trabaja en la habitación donde se está quedando, Emma entra sin decir una palabra y le deja un plato con pan con queso fundido y un jugo de naranja junto a la computadora. Al ver la comida, Liam siente el peso de su error. El sabor amargo regresa, pero esta vez no se va fácilmente. Se da cuenta de que ha sido demasiado duro con ella y la culpa lo invade de golpe.
¿Qué ha hecho Emma si no ser amable con él desde que llegó? No porque él tenga que lidiar con toda la mierda que lleva dentro, significa que ella es la responsable.
Pero, pensándolo de otra manera... ¿Desde cuándo se ha vuelto él tan débil ante las cosas? Recién lleva un día entero conociéndola... ¿Por qué tendría que importarle lo que ella piense de él?
En su lucha interna, Liam decide que lo mejor es quedarse trabajando. Ya podrá lidiar con eso luego. Tanto así, que no levanta la mirada del ordenador en el que está trabajando en un par de diseños sino hasta que son pasadas la una de la tarde. Un par de golpecitos en la puerta lo hacen salir de golpe del trance en el que se encuentra revisando gráficos. Al abrir la puerta, se encuentra con Harry, quien le muestra una ligera sonrisa.
Liam asiente distraídamente, levantándose de la silla con un suspiro. Abandona la habitación y se dirige a la cocina, donde el aroma de lo que parece ser arroz con pollo llena el ambiente. Al llegar, ve a Emma sirviendo a los niños, que están sentados en la mesa, charlando y riendo.
—Emma, un momento —dice Liam con un tono que intenta ser tranquilo, pero que suena más tenso de lo que hubiera querido.
Emma se vuelve hacia él, con una expresión confundida y para sorpresa de Liam, asintiendo le sonríe ligeramente. Liam se pregunta qué mierda es lo que acaba de sentir su corazón, se acerca a ella. Harry y Peter los observan con curiosidad; mientras que Ava se lleva un pedazo de pollo a la boca con los dedos.
—Quería decirte... —comienza Liam, con lo que intenta ser un tono firme; pero que sale tembloroso.—. Lo siento por esta mañana. He sido un idiota y me he dejado llevar por el estrés. No debí haberte hablado así. Te agradezco que tomaras el tiempo de ir por el desayuno y pensar en mi también. Sé que esta es una situación nueva para todos; no es justo de mi parte poner toda la carga en ti.
Emma lo mira fijamente por un momento, con una expresión suave en la mirada. Liam no sabe por qué, pero está seguro que de Emma nunca estuvo enojada por él.
—Se siente bien ¿no? —Emma lo sorprende preguntando a Liam; el ojimiel enarca una ceja, en señal de confusión — . Dejar salir lo que se lleva por dentro; así todo es más tranquilo. —la joven coloca una mano en su pecho. —Está todo bien, Li, no te preocupes. —aclara ella, con otra sonrisa —. Está todo perdonado.
—Me llamo Liam —aclara este, con expresión seria al escuchar el diminutivo. Pero, no puede evitar notar la oleada de alivio que recorre su cuerpo ante las palabras de la ojiverde. —. 'Li' solo me dice mi hermana.
—De acuerdo —asiente Emma, con una sonrisa coqueta. —Todavía no hemos llegado ahí, lo entiendo. Le daré un par de días. Ven, vamos a comer.
Liam va a contestar, pero pronto se ve interrumpido por Harry; que mientras come, le enseña el dibujo de una casa en el que ha estado trabajando. Y si en algún momento hubo tensión en la escena, la misma se ve reducida o incluso desaparecida en el panorama; mientras Liam se encuentra riendo con sinceridad por primera vez en mucho tiempo, ante las ocurrencias de sus sobrinos.
—Las vacaciones de invierno comenzaron el viernes —comienza a decir Emma, una vez que han terminado de recoger la cocina; la cual, obviamente, como fue Emma la que cocinó era lo más parecido a una zona de guerra. —. Estaba pensando en llevar a los niños a unas actividades especiales que están organizando en el centro comunitario; ahora después de que Ava duerma la siesta. Hay una diferente cada día de la semana. ¿Te gustaría venir con nosotros?
Liam, que parado en el marco de la puerta, se disponía a volver a la habitación para continuar con su trabajo; la mira y durante algunos segundos la joven podría jurar que lo observó considerar la propuesta. Sin embargo, niega con la cabeza.
—Me gustaría, pero tengo que trabajar; no puedo darme el lujo de perder más tiempo hoy —responde Liam con cierta frustración; todavía pensando en el montón de llamadas que tiene que hacer. Emma, sintió una punzada en el corazón; aunque bien sabe que el ojimiel no se refería a su tiempo juntos como una perdida de tiempo, también va conociendo su poca capacidad para decir las cosas de buena manera. El mismo, sacando su móvil del bolsillo, le enseña como justo en ese momento le entra una llamada.
Emma asiente comprensiva, aunque una pequeña chispa de decepción pasa por sus ojos; Liam suspira, y dándose la media vuelta contesta la llamada, mientras sube por las escaleras.
Emma voltea a ver a Ava, que sentada en su sillita, la mira mientras bosteza.
—Vamos, mi amor —le dice, mientras la alza. — Descansemos un rato.
Son alrededor de las tres de la tarde; cuando Liam escucha el barullo de sus sobrinos en el pasillo y la voz de Emma dándoles varias indicaciones; finalmente, el sonido de algo escurrirse por debajo de la puerta, lo alerta: un papel.
Pero no tiene tiempo de reaccionar, antes de que el sonido de la puerta principal abrirse y luego cerrarse, le hace ver que ya se han ido.
Liam se queda pensativo por un momento; la cabeza le taladra. Por primera vez en años, vuelve a sentir el peso crudo de no solo el trabajo; si no también de ser el jefe. Ama su trabajo; suele pasar horas y horas enteras metido dentro de su oficina en Londres; supone entonces, que hoy le pesa un poco más porque tal vez quisiera hacer algo diferente. Tal vez, podría tomar estos días no somo unas vacaciones completas, sino como una manera de desligarse un poco de las obligaciones que lo apañan; después de todo, en la oficina en Londres, tiene gente contratada que es eficiente en su trabajo y sabrán manejar las cuentas con facilidad. Suspira; un descanso no le vendría bien a nadie. Levantándose de la silla, se dirige hacia la puerta, tomando el papel del piso; al abrirlo, una sonrisa involuntaria aparece en sus labios. Escrito con caligrafía infantil, que no puede ser de otro más que de Harry y marcado con lo que parece ser las firmas de todos (inclusive la de Ava) la nota dice lo siguiente:
''Querido pirata, también conocido como el tío Liam ¡Vamos en camino a una gran aventura! sabemos que tienes mucho trabajo en tu barco. Peroooo, también sabemos que ya no te es tan divertido; por eso, queremos que te unas a nosotros, a los niños perdidos. Los piratas vendrán, pero sabemos que vos podrás protegernos; inclusive, yo, el líder, estoy de acuerdo. Te recibimos en nuestro equipo, esperamos aceptes. Esto, es un comunicado especial. ''
La idea de pasar tiempo con los niños y quizás entender un poco más a Emma lo atrae; tanto, que inclusive lo asusta un poco. 'Pero tal vez ese sea el punto ¿no es cierto?' Liam piensa, 'Extrañamente, no controlarlo todo tanto, para variar'
Y antes de tener oportunidad para arrepentirse; Liam guarda la nota en el bolsillo de su pantalón. Y sin molestarse en guardar ninguno de los papeles esparcidos por su cama, sale de la habitación corriendo escaleras abajo y tomando su abrigo, sale por la puerta; rumbo al centro.
Un par de casas a su izquierda, una sombra que Liam jamás percibió sonríe; mientras que lo ve alejarse en dirección opuesta. La nieve comienza a caer en el pequeño pueblo de Ravensbrook; por lo que sus dedos son temblorosos cuando sacando su teléfono del bolsillo, hace una llamada:
—Si, si, lo hemos conseguido. Va camino en esa dirección; ya saben cuál es el plan. Sigan las instrucciones. Si, yo también pienso que pronto lo tendremos de vuelta.
NA: ¡Espero la estén disfrutando! ¿Qué piensan de Liam y Emma? ¿Les parece que Liam aceptará la propuesta y se unirá a los niños perdidos?
Parece que hay mucho más en el pasado de nuestro protagonista que desconocemos.
¡Gracias por leer!
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