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Capítulo 8

Cuando Doña Perfecta y la Salvaje dejaron el pueblo, todo permaneció en calma.

Los días volvían a ser monótonos; las tardes, aburridas, y las noches, silenciosas y sosegadas. Pero en el momento en el que las dos volvieron de vacaciones, hubo una paz nada habitual entre ellas. Todos sospecharon que se trataba de la calma que precede a la tormenta y empezaron a apostar quién sería la primera en romper la tranquilidad que los mantenía a todos tremendamente adormecidos en sus deberes matutinos.

Las vacaciones de Navidad duraban apenas unas semanas, pero aún así Minjeong había decidido regresar al hogar. Uno de sus compañeros de clase, Park Jisung , un chico guapo y risueño que siempre estaba rodeado de chicas, iba a quedarse solo en esas fechas tan señaladas, así que, sintiéndose llena de compasión y de lástima, se decidió a invitarlo a acompañarla. ¡Grave error!

¿Quién podía llegar a sospechar que todo el pueblo se revolucionaría ante su llegada?
Park Jisung era apuesto, de cortos cabellos rubios y unos atrayentes ojos canela que hacían su rostro de adonis muy interesante. Su cuerpo, a pesar de dedicarse sólo al arte, era firme y fuerte. Sus deportes favoritos, la natación y el footing.

De humor siempre alegre y despreocupado, la hacía reír y le recordaba a su hermano Jake, por eso y porque añoraba su casa, acabaron siendo pareja en algún que otro proyecto de clase.

Minjeong se hallaba empaquetando sus cosas cuando él se acercó a preguntarle dónde pasaría las vacaciones y ella, ilusionada, le describió su hogar como si de un sueño se tratase:

-Iré a mi casa, Jisung. No te puedes creer lo maravillosa que es en esta época del año: el pueblo entero se cubre de nieve, los niños hacen muñecos por todos lados, las casas compiten con los adornos y, aunque en ocasiones puedan parecer recargadas, son adorables. También hay una función de Navidad en la que el tema lo eligen los vecinos; por lo tanto, te puedes encontrar obras tan extravagantes como El padrino -Minjeong hizo una pausa y continuó su descripción con una sonrisa-.Todos son amigables unos con otros, y el encendido del árbol en la plaza es algo precioso. ¡Tengo unas ganas tremendas de pasar estas fiestas en mi hogar!¿Y tú Jisung? ¿Dónde irás?

-Yo me quedaré aquí, solo- respondió Jisung-. Ya sabes que mi familia es prácticamente inexistente y no me hace demasiada ilusión visitar a mi madre borracha en su vieja caravana.

-¡Pobre! ¿Y no tienes ninguna chica con la que pasar las fiestas, ningún primo lejano que visitar?-quiso saber Minjeong, preocupada por la soledad de su amigo en fechas tan especiales.

-Estaré solo, pero tú no te preocupes por mí: ya estoy acostumbrado a ello-expresó Jisung
quejosamente.

-¡Ningún amigo mío pasará solo estas fiestas! ¿Por qué no te vienes conmigo a casa de mis padres? Tenemos una fantástica habitación de invitados y seguro que los habitantes de Kwangya te recibirán encantados.

-Está bien, si me lo pides así... -comentó Jisung sonriente aceptando pasar sus vacaciones en
un pueblo muy particular.

Karina llegó ese año cargada de regalos para el día de Navidad un poco antes de lo habitual en ella, y trajo consigo uno muy especial para Minjeong.

Había pensado en obsequiarla con un anillo de
compromiso, pero, como era demasiado pronto y probablemente se lo tiraria a la cara, le compró un precioso par de zapatos rojos de tacón de aguja, pues, tras pasar un día frente al escaparate en el que estaban expuestos mientras hacía alguna compra de última hora, no pudo dejar de imaginarse a Minjeong desnuda y luciendo solamente esos espléndidos zapatos.

Cuando llegó, su madre y su abuela corrieron a recibirla con un gran abrazo. Mientras Irene
la llenaba de besos y preguntas sobre su salud, su abuela la reprendia con una sonrisa por las
posibles travesuras realizadas. Continuaron atosigándole hasta las escaleras, donde le apremiaron a dejar sus cosas en su habitación y a que bajara con rapidez para tomar un tentempié tras el largo viaje.

Después de ocultar bien los regalos ante los posibles husmeos de sus familiares, Karina bajó las escaleras corriendo para preguntar por sus amigos y su querida Doña Perfecta.

Antes siquiera de que abriera la boca, su abuela ya le habia respondido a cada una de sus preguntas, o a casi todas.

-Tus amigos Jake y Heeseung ya han vuelto de la universidad, y Minjeong este año ha traido a un chico con ella. ¡Quién sabe! A lo mejor se ha echado novio, aunque por ahora dice que sólo es un amigo. Haz el favor de no espantarlo -le advirtió su abuela, amenazándole con un dedo mientras lo dejaba marchar apresuradamente hacia la casa de los Kim.

Cuando tocó al timbre le abrió la puerta un joven desconocido de la edad de Minjeong con una sonrisa en los labios y un gorro navideño que, si no recordaba mal, pertenecía al señor Kim.

-Bienvenida al hogar de los Kim, ¿en qué puedo ayudarle?-preguntó despreocupadamente

Jisung mientras no dejaba de mirar hacia el interior, donde Minjeong intentaba colocar el ángel en lo alto del árbol y ofrecía a quien pudiera verlo una buena imagen de su soberbio trasero enfundado en unos leggins negros que se pegaban a su cuerpo como si de una segunda piel se tratase-. Minjeong,
un poquitin hacia delante-le indicó Jisung.
Y ambos pudieron ver desde la entrada como se le marcaba el tanga.

-Jisung, eres pésimo indicando. Si me echo más hacia delante me voy a caer.

-Perdona querida, es que me ha distraído la visita -Jisung se volvió hacia Karina y le dijo
amablemente-Vuelva en otro momento.

Luego, sin molestarse en cerrar la puerta, exclamó:

-¡Ahora mismo voy a ayudarte y verás como llegas a la cima!-señaló con un sonrisa ladina mientras se dirigía hacia ella.

Pero no llegó a alcanzarla, ya que las fuertes manos de Karina bajaron a Minjeong del pequeño taburete en el que estaba subida y, agarrando de sus sorprendidas manos el ángel, lo colocó en el árbol sin problema alguno.

-¡Eh, quería colocarlo yo!-protestó Minjeong.

-Pues no podías, eres muy bajita y podías haberte hecho daño-señaló Karina enfadada.

-Jisung me iba a alzar-añadió Minjeong decidida a llevarle la contraria.

Karina se acercó lo bastante a ella como para susurrarle al oido:

-Cuando quieras que alguien te toque el culo, sólo tienes que llamarme- señaló groseramente.

-¡No has cambiado nada Yoo Karina, sigues siendo una salvaje!-gritó Minjeong furiosa
dándole la espalda y dirigiéndose hacia la cocina.

Jisung lo miró sonriente y preguntó insolente:

-¿Y tú quién eres?

-El que te va a partir la cara como vuelvas a mirarla asÍ -contestó Karina amenazador mientras apretaba fuertemente sus puños para no ceder a la tentación de cumplir su amenaza.

-Ah, bien. Debes ser la vecina. Qué mal lo has hecho. Mientras tú has quedado como una
bruta insensible, yo he quedado como un buen amigo que la apoya y sabe valorarla.

-Tú lo único que estabas valorando es su trasero.

-Si, pero, como las mujeres son idiotas y se dejan deslumbrar por los gestos caballerosos, yo soy el bueno de la historia y tú sólo una salvaje. Dime una cosa: al acabar las vacaciones, ¿quién crees que estará más cerca de acostarse con ella: el adorable compañero que siempre la apoya o la desquiciada vecina que la cree una inútil?

-Yo nunca la creería una inútil, ella es muy capaz de todo.

-¿Si, pero qué es lo que pensará ella? Esa es la pregunta que te tienes que hacer. He visto a
muchas personas como tú, y con Minjeong no tienes ninguna posibilidad.

-Como te acerques a ella.-amenazó Karina a Jisung mientras lo agarraba de la solapa del jersey y lo apoyaba contra la pared.

-Piensa bien en la excusa que vas a darle a Minjeong para no alejarla más de ti por este rudo comportamiento -señaló Jisung sonriente-. Después de todo, yo únicamente muestro a las damas mi mejor cara.

-¡Jisung, querido! ¿No querías aprender a hacer galletas?- gritó alegremente Kim Taeyeon desde la cocina.

-¡Ahora mismo voy, señora Kim! -contestó Jisung con su mejor entonación de niño bueno.

Karina soltó a aquel farsante sin dejar de observar impotente como se alejaba hacia la cocina.

Llena de rabia, salió de casa de los Kim dando un portazo y sin fijarse en nada de lo que la
rodeaba, y colérico, pegó un puñetazo a la pared de la casa de sus vecinos.

-Te agradecería que no dañaras la fachada de
mi casa-comentó el señor Kim, que se encontraba en esos instantes en el porche disrutando de un chocolate caliente.

-Déjala papá-comentó su amigo Heeseung mientras lo saludaba.

-¿Por qué crees que debo dejarla estropear mi hogar?-preguntó Kim Baekhyun enfadado.

-Porque por su reacción supongo que acaba de conocer a Jisung-se burló Dan compadeciéndose de Karina y apoyando una de sus manos firmemente en su hombro–. Yo reaccioné igual, sobre todo después de que me dejara como un idiota delante de Minji.

-Yo he dormido dos días en el sofå por insinuar que quería dispararle con la escopeta -indicó
el señor Kim.

-Ya, mí mamá me regañó por decir que era un idiota -señaló Heeseung.

-No me gusta que esté cerca de Minjeong, no creo que tenga buenas intenciones- confesó Karina, dejándolos a todos preocupados.

-Podríamos hacerlo desaparecer...-propuso Jake, a lo que el señor Kim contestó negando con la cabeza:

-Escopeta confiscada.

-Podriamos desenmascararlo- repuso Heeseung.

-Es demasiado buen actor, no dirá nada inadecuado delante de las mujeres- descartó Jake-¿Contratamos a un matón?preguntó esperanzado.

-Eso cuesta mucho dinero- se quejó el señor Kim.

-Podría intentar hablar con Minjeong y hacerle comprender cómo es Jisung antes de planear
nada -intervino Karina intentando hacerse escuchar entre planes de asesinato y secuestro.

-¡Buena suerte!-le desearon tres voces desde el porche mientras seguían planeando un crimen
que no fuera demasiado caro.

Karina entró nuevamente en la casa y se dirigió hacia la cocina, desde donde provenían unas alegres risas de mujer. Cuando ella entró, las risas cesaron. Minjeong la miró enfadada.

Estaba preciosa con su jersey rojo arremangado y sus hermosos rizos rubios recogidos en una coleta. Las manchas de harina que lucia su rostro le conferian más encanto a su cara de pilluela, de la que en ese
mismo instante había desaparecido la sonrisa.

La señora Kim la miró también un poco molesta, seguramente Minjeong le había comentado lo ocurrido, y la única sonrisa que había en esa habitación era la de Jisung, que lo retaba a decir algo en su contra.

-¿Qué quieres?-preguntó Minjeong bruscamente.

-Sólo hablar contigo en privado -contestó, y al ver la indecisión en su rostro, añadió-: Por favor.

Ella la siguió al salón, donde esperó impaciente sus explicaciones.

-Minjeong, me enfurecí porque ese tipo te estaba mirando el culo en vez de ayudarte.

-¿Pero qué dices? ¡Jisung nunca haría algo asi!-contestó indignada la joven.

-¡Mierda, Minjeong! No te estoy mintiendo, te lo juro.

-Eso es lo que te podía parecer a ti, seguro que te confundiste.

-¿Ah, si? Cada vez que te agachabas hacia delante se te marcaba el tanga.

-¿No serias tú la que me estaba mirando el culo, y no Jisung?

-Minjeong, ¡pues claro que te estaba mirando el culo! Lo tenía delante, mierda, y aún recuerdo lo firme y perfecto que es.

-Eso fue un error que no se volverá a repetir-señaló Minjeong, colorada.

-No me gusta tu supuesto amigo, es falso. Se comporta de una forma ante las mujeres. Se va a ganar el odio de todos de este pueblo en pocos días.

-¡Jisung es simpatiquisimo, tierno y sensible!-defendió Minjeong con vehemencia-y si se gana el odio de todos los de aquí será porque son unos brutos retrógrados.

-Minjeong, Jisung me ha confesado que quería acostarse contigo -manifestó Karina-. Conozco a muchos como él. Tengo varios en mi equipo: son unos falsos que sólo quieren apuntarse tantos con las chicas.

-No digas tonterías, Karina; tuve que persistir para que me acompañara y fue él quien insistió en que solamente éramos amigos.

-Minjeong-reiteró Karina-ese tipo no es trigo limpio. Aléjate de él.

-Lo que pasa es que estás celosa, Yoo Karina -afirmó Minjeong.

-Si, mucho -confirmó Karina- Pero eso no quita que ese tipo sea un falso.

-Te apuesto lo que tú quieras a que estás equivocado con él y todo esto únicamente son celos tuyos -propuso Minjeong con ese tonillo de superioridad que ella detestaba.

-Acepto la apuesta -consintió Karina antes de que Minjeong cambiara de opinión, pues ya tenia el premio en mente- Si yo gano, quiero un regalo tuyo estas Navidades, y yo elijo el regalo.

-Y si gano yo, dejarás de fastidiarme con la lista y con la estúpida idea de que estemos juntos.
¿Aceptas?-retó Minjeong consciente de que ella nunca aceptaría, por lo que se sorprendió al ver como Karina le tendía la mano para sellar el trato. ¿Sería verdad lo que decia Karina sobre Jisung? No, no podía ser cierto.

Cuando Minjeong estrechó la mano de Karina, éste la atrajo hacia si y le susurró sugerentemente al
oido:

-Lo que quiero que me regales por Navidad eres tú misma, desnuda, cubierta únicamente con un lazo rojo.

Minjeong soltó la mano de Karina escandalizada y excitada ante la escena que le proponia, y en el momento que la vio alejarse con una sonrisa de satisfacción en el rostro hacia el porche supo que Karina intentaria ganar esa apuesta por todos los medios que tuviera a su alcance. Eso tan sólo podia
significar dos cosas: que Jisung recibiria una lección antes de marcharse del pueblo y que sin duda no era alguien de confianza aunque a primera vista lo pareciera.

-¿Y qué? ¿Te ha escuchado, la has convencido?-preguntó Jake preocupado.

-En principio la he hecho duda, pero tenemos mucho que hacer para desenmascarar a ese idiota. Usted, señor Kim, tendrá que ser un poco más amable con con Jisung, no mucho o se notará que está fingiendo.

-¡Mierda! Eso significa que no podré pegarle un tiro-protestó desilusionado Kim Baekhyun mientras escuchaba el resto del plan.

-Y tú, Jake, deberás hacerte amigo y compinche de ese idiota.

-¿Por qué yo?-se quejó Jake lastimosamente.

-Porque eres el único que tiene la suficiente paciencia y estómago para ello. Y tú y yo, amigo mío, tenemos mucho que hacer-señaló a Heeseung mientras relataba a todos el resto de su plan.

«¡Qué imaginativa es esa joven!», pensaba Baekhyun a medida que su plan se iba
desarrollando. ¡Qué pena que ella y su hija no se llevaran bien! Sería una buena yerna, si es que algún hombre fuera lo suficiente bueno para su hija.

Una vez más, el señor Kim sonreía estúpidamente a Jisung mientras trinchaba el cerdo asado imaginándose que se trataba de él. «¡La que te espera», pensaban todos los varones de la familia intercambiando miradas de complicidad ante las narices del incauto.

-¡Estoy tan agradecido de alojarme en su casa, señora Kim, que no sé como demostrárselo! Tal vez debería venir las próximas vacaciones veraniegas y pintarle la casa.

«;Ni de broma iba a dejar que ese niñato volviera a poner un pie en su casa», pensaba en ese instante el padre de Minjeong mientras le pasaba el plato a su invitado; ese verano se iría de vacaciones al Congo si hacia falta, o a Tombuctú.

O también podría hacer algún que otro trabajo
que haga falta en el hogar amablemente.
«Eso es, idiota, recuérdale a mi mujer todas las cosas que tengo que hacer y de las que me he
escaqueado para que no me deje ni un segundo de respiro en las vacaciones de Navidad. ¡Ah, cuánto echo de menos la escopeta de perdigones...! ¿La habrá escondido en el desván? Nota mental: mirar el desván después de la cena», discurría el señor Kim.

-Gracias, Jisung, pero no hará falta. Esos pequeños trabajos son tareas de mis hijos y de mi marido -contestó la señora Kim dirigiéndole a su marido una de sus miradas de reproche que insinuaban «eso debería estar hecho ya»-. No obstante, si quieres venir como invitado para el verano, serás bien recibido, ¿verdad, querido?

«¡Y una mierda!» Después de que se fuera ese parásito, iba a montar una barricada frente a su puerta y, si no encontraba la escopeta, se compraría un fusil de asalto si hacía falta, pero ése no volvería a pisar su casa como que se llamaba Kim Baekhyun. No obstante, para guardar las apariencias, contestó:

-Si, querida -mientras soreía como un idiota.

-La verdad, señora Kim, usted es como la madre cariñosa que nunca tuve -comentó apenado Jisung.

«¡No me jodas! ¡Nadie iba a ser tan idiota como para tragarse ese cuento chino!»

-¡Oh, Jisung!-exclamó la señora Kim entre lágrimas-, siempre serás bienvenido a este hogar.

«¡Mierda, Taeyeon! ¿Cómo puedes creerte ese montón de mierda?»

-Si me perdonan.. -se disculpó el señor Kim levantándose de su asiento y dirigiéndose hacia el teléfono de su despacho.

-Será mejor que tu plan funcione Karina, y que sea pronto. Hoy a Taeyeon sólo le ha faltado regalarle el coche o a uno de mis hijos en sacrificio.

-¡Baekhyun , querido!, ¡por qué no acompañan los chicos y tú a Jisung al bar, mientras nosotras terminamos con los arreglos de Navidad?-gritó alegremente la voz de Taeyeon desde el salón.

-¡Demasiado tarde!-se quejó el señor Kim, me han ofrecido a mí y a mis hijos. ¿Cómo voy a aguantar esta mierda..?-Tras oír a Karina durante unos segundos,, el señor Kim respondió

-No, la paciencia no es una de mis cualidades. Te juro, Karina, que si consigues echar a este tipo del pueblo y alejarlo de mis mujeres, te regalo una casa.

-¡Baekhyun , la cena se enfria!-gritó nuevamente Taeyeon reprendiéndolo por su tardanza.

-¡Dime que será pronto!-rogó el señor Kim a su interlocutor, y tras escuchar su respuesta
estuvo de acuerdo con la propuesta.-¡Bien, ese día es el mejor sin duda alguna!

Tras su conversación con la chica de los Yoo, la sonrisa volvió a su rostro y el señor Kim pudo fingir una vez más que aguantaba a ese imbécil al que quería llenar de agujeros con su amada escopeta.

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