Capítulo 6
El día que juré no beber nada que contuviera una sola gota de alcohol me desperté con una sonrisa en los labios y el cuerpo lánguido y satisfecho.
Un poco confusa al notar sobre mi cintura un fuerte brazo, abrí los ojos y me di cuenta de que no estaba en mi habitación, sino en una distinta, con pósteres de chicas en bikini, banderas de equipos de fútbol que adornaban las paredes mientras el suelo era un caos de ropa revuelta.
Miré bajo las sábanas que envolvían mi cuerpo y comprobé que estaba desnuda.
Me entró el pánico cuando a mis espaldas oí unos suaves ronquidos. Poco a poco tomé aire y me concentré en recordar lo que había sucedido la noche anterior, para saber con quién narices me había acostado antes de llevarme el susto de mi vida al verlo.
Bien, la noche había comenzado con Devon Walter. Habíamos bailado abrazados y haciéndonos arrumacos hasta que tropezamos con el detestable de Karina, que bailaba entre dos pechugonas lascivas. Entonces, sin saber por qué, me sentí furiosa y comencé a beber como un cosaco. Si la noche había comenzado con Devon, lo más seguro es que fuera Devon con el que me habia acostado, así que me daría la vuelta, le desearía buenos días, le explicaría que estaba demasiado borracha como para recordar nada y seguiríamos con la relación de amigos, tal vez como algo más si llegaba a recordar si la noche había sido satisfactoria o no.
«Pero... un momento», objetó mi mente confusa; recordaba a un Devon apaleado y arrojado a la piscina, y haber sido cargada al hombro por una cavernícola. También recordaba una conversación que mi hermano Jake mantuvo con la cavernícola y después... ¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Mierda, me había
acostado con Karina y había sido plenamente satisfactorio! Me volví cuando escuché la voz que confirmaba mis sospechas dispuesta a gritar, pero me quedé muda cuando vi su torso desnudo y su sonrisa de satisfacción en los labios mientras repetía alegremente:
-Buenos días, Min.
Karina sonreía sin dar crédito a que Minjeong estuviera aún en su cama. Pensó en repetir lo
sucedido la noche anterior, pero por su bonita cara de espanto sospechaba que, si intentaba ponerle una mano encima, acabaría manca de un mordisco.
Ella la miró confusa, como en estado de shock.
Cuando ella le dio los buenos días, ella se levantó llevándose la sábana consigo enrollada en su cuerpo, y mientras recogía su ropa del suelo lamentaba una y otra vez en voz alta:
-¿Qué he hecho?, ¿qué he hecho?
Karina se apresuró a ponerse los pantalones e intentó hablar con ella antes de que se encerrara en el baño de su habitación, pero llegó tarde y definitivamente su conversación fue con la puerta.
-Minjeong, no nos acostamos- dijo Karina pensando que la calmaría.
-¿Y entonces por qué estoy desnuda?-quiso aclarar en tono acusador.
-Porque hicimos otras cosas. -intentó explicar Karina.
-¿Qué?, ¿qué cosas? -preguntó histérica desde el baño. -No, no me lo cuentes, prefiero no
saberlo. ¿Cómo pudiste seducirme, Karina? ¡Estaba borracha!
-Minjeong, yo no comencé la seducción: fuiste tú, y yo traté de resistirme, pero no soy de piedra, ¿sabes?
-Ya, claro, a ver, ¿qué fue eso que hice que te tentó tanto como para que tú, no pudieras resistirte a mí? -quiso saber Minjeong mientras salía del baño totalmente vestida en busca de sus zapatos.
-Me pusiste tus pechos desnudos delante de la cara y comenzaste a tocarlos mientras tu otra
mano iba…
Minjeong puso su mano en la boca de Karina para acallarla y le dijo amenazadoramente:
-¡Ni una palabra más!-después retiró la mano, no antes de que Karina le diera un rápido beso
en ella.
-¿Qué hicimos? Y sin detalles, por favor-especificó Minjeong mientras se ponia sus zapatos antes de que Karina comenzara con su relato.
-Bueno, excepto la penetración, porque me negué al darme cuenta de que eras virgen, de todo-explicó Karina sintiéndose culpable.
-¿Y se puede saber cómo supiste que era virgen?-preguntó Minjeong curiosa y espantada.
-¡Tú me lo dijiste! -exclamó Karina-, yo iba a darme una ducha de agua fría y dejarte sola
cuando tú...
-¿Cuando yo qué?-preguntó Minjeong histérica.
-Te la metiste en la boca y yo no pude pensar.
-¿Qué me metí en la boca? -preguntó confusa hasta que Karina le señalo su entrepierna nuevamente excitada por la conversación.
-¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Dime que no te hice lo que creo que te hice!
-Varias veces a lo largo de la noche -contestó Karina con una sonrisa de satisfacción.
Minjeong, decidida, caminó hasta ponerse a su altura, algo un poco difícil ya que Karina, con su metro setenta y algo, le sacaba una cabeza, y mirándola directamente a los ojos le aclaró la situación:
-Tú y yo nunca hemos pasado la noche juntas, tú y yo nunca hemos hecho todo lo que según tú hicimos, y tú y yo nunca volveremos hacer nada de eso-dijo mientras señalaba las sábanas
revueltas.
Karina la miró con determinación y agarrándola fuertemente contra su cuerpo la besó hasta dejarla lo bastante aturdida como para que lo escuchara.
-Tú y yo hemos pasado juntas una noche maravillosa, tú y yo hemos hecho todo lo que
recuerdas y más, y tú y yo volveremos a acostarnos cuando estés sobria y no tengas duda alguna de lo que estamos haciendo.
-¡Ni en tus sueños! -contestó Minjeong acercándose a su boca y tentándola con ella.
-Ya lo veremos, Min, ya lo veremos -contestó Karina dejándola marchar.
Minjeong bajó las escaleras de casa de los Yoo corriendo hacia la salida, rezando para que
nadie la viera salir de ese lugar a esas horas y con ese aspecto.
Cuando abrió bruscamente la puerta encontró ante si a su hermano Jake, igual de descompuesto que ella, que se disponía a llamar al timbre.
-¿Qué haces aquí?-preguntó Minjeong avergonzada.
-He venido a recogerte. Por lo que veo ya has dormido la mona.
-¡Minjeong!-gritó Karina, que había bajado las escaleras tras ella; se detuvo bruscamente al ver su amigo y con una sonrisa retadora le advirtió- La próxima vez te haré suplicar.
Minjeong respondió cerrando la puerta tras de sí con un tremendo portazo.
-Ya estan otra vez peleando, ¡ni que fueran novias! -se quejó Jake tras ver el comportamiento de ambas.
-¡Oh, cállate, Jake! -gritó Minjeong volviéndose hacia su hermano.
«Si las miradas matasen, yo ya estaría fulminado en el suelo», pensó Jake mientras se dirigía a casa preguntándose qué habría pasado esta vez entre esas dos.
Esa misma tarde Karina recibia un regalo de Kim Baekhyun.
Heeseung aparcó ante su casa una destartalada furgoneta negra y, cuando él bajó a recibirlo, le lanzó las llaves, que Karina cogió al vuelo.
-Es tuya -indicó Heeseung señalandole la furgoneta a su amiga.
-¿Y esto por qué?-preguntó Karina confusa.
-No lo sé, mi padre dijo que antes de llevarla al desguace prefería dársela a alguien y me
sugirió que te la diera, así que aquí la tienes. Lo raro es que la furgoneta tiene un aspecto horrible por fuera, pero por dentro está en perfecto estado, no sé por qué papá quería deshacerse de ella-comentó Heeseung en voz alta, pensativo-. En fin, es tuya, si la quieres, claro.
-Dale las gracias de mi parte a tu padre. Me viene muy bien para los viajes de ida y vuelta a la universidad-respondió Karina agradecida y dispuesta a empezar los arreglos de su nuevo vehículo en ese mismo instante.
Karina estuvo varios días reparando la furgoneta sin saber por qué el señor Kim se la había regalado, hasta que haciendo limpieza encontró una nota en un sobre que decía:
«Gracias por hacer que mi hija odie la bebida.»
¡Qué narices le habria contado Minjeong a su padre! Seguro que la verdad no o Kim Baekhyun le hubiese regalado una bala de su rifle en vez de un coche.
Entre la listita de Doña Perfecta y las tarjetas de su padre lo iban a volver loca, sobre todo después de que ella pasara varios días ignorándola y saliendo con el impresentable de Devon.
«¿Cuántos huesos tendria que partirle a ese idiota para alejarlo de Minjeong?», pensó furiosa mientras arreglaba las abolladuras de su nueva furgoneta a golpe de martillo.
El día del desfile de los fundadores, que se celebraba poco antes de que finalizaran las
vacaciones de verano, todo Kwangya se asombró ante la aportación que Yoo Karina y Kim Minjeong hicieron a una de las carrozas con un adorno un tanto peculiar.
Todo comenzó el dia en el que Minjeong quiso ir a la colina con Devon.
La colina era un lugar desde donde se podían observar las mejores vistas del pueblo, pero que realmente servía para que los jóvenes aparcaran sus coches allí y se dedicaran a explorar su sexualidad.
Karina llegó a casa de los Kim para devolverle unas herramientas a su amigo Heeseung e intentar una vez más hablar con Minjeong.
Mientras esperaba en el salón una limonada que la señora Kim amablemente se había ofrecido a servirle, oyó una conversación que su amigo Jake, ajeno a su presencia, mantenía por teléfono.
-¿Cómo está Yeji?-preguntó Jake preocupado a su interlocutor--. Todavía no me puedo creer que algún estúpido metiera algo en su bebida.. ¿Sabes lo que era? ¡Una droga excitante! ¿Y tú cómo lo sabes? -interrogó con curiosidad-Menos mal que la encontraste tú, amigo -comentó Jake entre carcajadas nerviosas- que si llega a ser otro... ¿De quién sospechas?-indagó Jake preocupado-. ¡No me jodas! ¡Ese tipo está saliendo con mi hermana...!-tras una pausa, exclamó-¡Que has oído qué! ¡Mi hermana y ese idiota en la colina...!
Jake se volvió bruscamente al oír un fuerte portazo de la puerta principal dejando de prestar atención a su amigo, quien seguía hablando por el teléfono.
La señora Kim entró en el salón extrañada ante la ausencia de su invitado y preguntó a su hijo por ésta.
-Jake, ¿y Karina? Estaba aquí hace unos momentos.
Jake sonrió y contestó a su madre mientras se apropiaba de la limonada:
-Ha tenido que irse rápidamente a hacer un recado de última hora.
-¿Y cuál es ese recado tan importante, que ni siquiera le ha dado tiempo a despedirse?
-Matar a un cerdo, mamá -contestó Jake entre carcajadas.
-¡Hijo, tú y tus bromas! Nunca las entenderé -refunfuñó la señora Kim mientras se dirigía
nuevamente a la cocina.
Tras ver que su madre había desaparecido del salón, Jake corrió nuevamente hacia el teléfono a través del que su amigo gritaba preocupado por lo que podia pasarle a Minjeong. Tras unas breves palabras, Jake consiguió calmarlo y hacerlo sonreír:
-Tranquilo, Karina acaba de salir a por mi hermana.. Si tienes razón, no nos dejará nada para nosotros. Ese chico no sabe dónde se ha metido.
Karina corrió como si su vida dependiera de ello. ¡Como ese estúpido le pusiera un solo dedo encima a Minjeong era hombre muerto!
Mientras conducía sólo podía pensar en qué hueso del cuerpo le rompería primero. Estaba indecisa entre empezar por reventarle la cara o romperle todos los huesos de la mano cuando lo encontró en su deportivo descapotable de último modelo intentando besar a su Minjeong «Definitivamente, la cara», pensó antes de sacarlo del coche y comenzar a golpearlo con todas sus fuerzas llevada por los celos de que Minjeong lo hubiera elegido a él y la furia de saber lo que
ese idiota podia haber hecho con ella el dia de la fiesta.
Minjeong estaba harta de esa idiota que no hacia otra cosa que estropearle las citas.
¿Quién narices se creía que era Yoo Karina para meterse en su vida amorosa? Que hubieran pasado una noche juntas no le daba derecho alguno sobre ella, había pasado el suficiente tiempo evitándola como para dejarle claro que esa noche no había significado nada.
Aunque, por desgracia, a lo largo de los días ella había recordado todo lo que habían hecho, sin terminar de creerse que hubiera podido llegar a comportarse de esa manera entre los brazos de la vecina, unos brazos fuertes, potentes, que desearía volver a lamer...
¡Mierda! Ya estaba desvariando de nuevo, y es que, cada vez que volvía a verla o a pensar en ella, tenía pensamientos pecaminosos sobre su persona, y eso no era nada bueno para ella, sobre todo porque la vecina no concordaba para nada con su perfecto príncipe azul.
En fin, si Devon no podía darle su merecido a la salvaje de su vecina, tendría que dárselo ella, pensó mientras se arremangaba dispuesta a parar la pelea.
Karina notó un extraño peso en su espalda que no paraba de golpearlo mientras una conocida voz de mujer histérica le gritaba al oído:
-¡Suéltalo bruta, que lo vas a matar!
Karina, preocupada porque Minjeong saliera dañada por meterse en medio, se alejó de la masa llena de moratones que era Devon y se descolgó a Minjeong de la espalda mientras intentaba razonar con una fiera que no hacía otra cosa que golpearla a ella y a su orgullo, una y otra vez.
-Minjeong, ¡él no es bueno para ti, es un cerdo!
-¡Porque tú lo digas! ¿Acaso tú eres mejor que él, presuntuosa arrogante?
-¡Yo nunca drogaria a una chica para estar con ella!-declaró Karina apoyándola junto al coche
y mirándola fijamente cuando por fin logró separarla de su magullada espalda.
-¿Qué estás diciendo? -preguntó Minjeong confusa.
-Hoy he ido a tu casa para intentar hablar nuevamente contigo sobre nosotras.
-¡No hay ningún nosotras!-interrumpió Minjeong reprendiéndolo con la mirada.
-Eso ya lo veremos. En fin, he oído una conversación muy interesante que mantenía tu hermano Jake con un amigo, en la que decían que alguien había echado unas cuantas drogas en la bebida de algunas chicas para animarlas un poco. Adivina de quién sospechan -retó Karina señalabdo a Devon.
-¿Eso es verdad, Devon?-preguntó Minjeong acercándose al aludido, quien hacía tremendos
esfuerzos para poder incorporarse tras la paliza recibida.
-Vamos nena, ¿a quién vas a creer, a la Salvaje o a mi, el chico que está saliendo contigo?-respondió Devon sonriente al ver que Minjeong volvía su rostro hacia Karina en busca de respuestas.
-Puedes llamar a tu hermano si quieres -comentó Karina tendiéndole su teléfono-Además, sabes que yo nunca te haría daño, Minjeong-confesó Karina con la esperanza de que creyera en ella.
Cuando Doña Perfecta volvió su rostro furioso hacia Devon, éste supo que estaba perdido.
-Vamos cielo, sólo lo hice para que te soltaras un poco y disfrutáramos más de la fiesta-se
justificó Devon en un mal intento para que lo perdonase.
Cuando ella se situó junto a él, Devon pensó que una chica nunca podría hacerle tanto daño
como los puños de Karina, y se sintió aliviado. Después de todo, ella era femenina, delicada, la perfecta señorita. Pero cuando localizó a la salvaje Yoo apoyada en su coche despreocupadamente de brazos cruzados y con una mirada y una sonrisita que le decían «ahora verás», empezó sospechar que
Minjeong no era tan inofensiva como pensaba.
La confirmación le llegó cuando le golpeó fuertemente en las pelotas dejándolo sin aliento.
Finalmente fue Karina quien tuvo que separar a una rabiosa Minjeong de un casi inconsciente Devon. Si la represalia hubiera sido de Karina, las cosas habrían terminado ahí, pero Doña Perfecta tenia demasiada imaginación, así que, ¿qué podía hacer Karina cuando ella le relató su plan con sus
preciosos ojos brillando emocionados por la sed de venganza?
Hizo lo que haría cualquier mujer enamorada: ayudarla.
Ambas cargaron el cuerpo de Devon en la parte trasera de la furgoneta de Karina mientras Minjeong abandonaba el lujoso coche de ésta con la capota bajada y las llaves puestas. Luego condujeron hasta el viejo granero donde se guardaban las carrozas de ese año y dejaron un adorno nuevo en una de ellas.
Cuando finalizaron su travesura, Karina llamó a Jake y le comentó:
-En una de las carrozas de este año Minjeong y yo hemos añadido un adorno, por favor no lo
quites, creo que a todos les gustará. -Después de hablar unos instantes con Jake, colgó y miró a una ilusionada Minjeong.
-¿Crees que lo quitarán antes del desfile?-preguntó Doña Perfecta.
-No creo, el conductor de esa carroza es el novio de Yeji, y ella también la drogaron en la fiesta.
-Entonces este año el desfile será algo admirable-comentó Minjeong sonriente.
-Definitivamente, nuestra aportación lo hará único -señaló Karina mientras rompia en carcajadas
-Respecto a nosotras. -repuso Karina y antes de que terminara de hablar se halló envuelta en
una nube de polvo. Sóla y sin medio de transporte, una vez más volvía a casa caminando. Pero la caminata hacia su casa merecía la pena sólo por ver la cara que pondrían los habitantes de ese
pueblo al ver el desfile.
Kim Taeyeon esperaba con impaciencia la aparición de las carrozas que la comunidad habían creado para recordar el antiguo espíritu de compañerismo y fraternidad que había fundado Kwangya.
Cada joven había aportado su granito de arena con un imaginativo adorno y un tema. Le resultó muy extraño que su hija la acompañara en esa ocasión, pues ella siempre se aburría en esos eventos.
Incluso estaba emocionada por ver el desfile que años antes le había horrorizado diciendo que ninguno de los jóvenes de ese pueblo tenía talento para el arte, que los temas eran monótonos y que siempre se hacía lo mismo una y otra vez.
Cuando Taeyeon le preguntó a su hija por qué estaba tan impaciente por el desarrollo del desfile, ella comentó alegremente «porque este año yo también he contribuido». Taeyeon tembló temiéndose lo peor al ver la malévola sonrisa que acudía al rostro de su hija y que sólo podía indicar que la vecina había sufrido algún percance.
-¡Por Dios, que no le haya sucedido nada la vecina!-rezó en voz baja a la espera de que sus
sospechas no fueran ciertas.
Un par de horas después suspiró aliviada al ver a Yoo Karina en la acera de enfrente, pero
cuando Minjeong le sonrió con alegría y lo saludó efusivamente con la mano, Taeyeon comenzó temerse lo peor.
El desfile comenzó entre carcajadas, expresiones horrorizadas y multitud de flashes de cámaras, algo nada habitual en los desfiles de Kwangya. Taeyeon comprendió el motivo de tanto alboroto cuando la tercera carroza del desfile pasó ante sus ojos.
En una carroza adornada con cerdos sobre un fondo azul, Devon Walter, desnudo, amordazado y atado con un gran lazo rojo, portaba un gran cartel al cuello que ponía «Di no a las drogas».
-¿Qué, mamá? ¿Te gusta mi aportación de este año al desfile? -preguntó Minjeong orgullosa.
Y Taeyeon, por primera vez en años, gritó:
-¡Kim Minjeong, se puede saber qué has hecho!
Increíblemente, pese a las protestas de un amordazado Devon y de unos familiares enfurecidos, el jefe de policía no permitió que se detuviera el desfile en ningún momento. Tal vez porque, como él mismo señaló, era su deber que la procesión continuara, o tal vez porque su sobrina era Yeji había sido informado de lo ocurrido.
Cuando el desfile acabó, ninguno de los integrantes osó tocar a Devon, y finalmente fue su padre quien se apresuró a desatarlo, furioso y dispuesto a demandar a todo el pueblo.
Sus ánimos se calmaron cuando fue puntualmente informado por todos de lo que su hijo había estado haciendo, y de los cargos que se presentarian si osaba interponer la más mínima denuncia a alguno de los habitantes de Kwangya.
La familia Walter no duró mucho más en el pueblo: semanas después se marchaban del lugar jurando no volver a pisarlo nunca más.
Devon se despidió de todos con un bonito corte de mangas mientras conducía su deportivo de último modelo con olor a cloaca, ya que poco después de denunciar su desaparición había sido encontrado en el basurero municipal lleno de bolsas de basura.
Eso sí, no tenía daño alguno y mantenía las llaves puestas en el contacto.
A pesar de que Minjeong era mayor de edad, sus padres no dudaron en castigarla por su
aportación al desfile, y eso que muchos de los habitantes de Kwangya la felicitaron por su
creatividad a la hora de adornar con un toque de humor el monótono espectáculo.
Aunque todos estaban de su parte, su madre le había reprendido una y otra vez mientras le
prohibía salir hasta que llegara la hora de irse a la universidad; por eso, en esos instantes Minjeong bajaba por el árbol que había junto a su ventana en busca de la libertad. Cuando llegó al suelo oculta entre la oscuridad de la noche esperando a ver si alguien la había descubierto, observó que la vecina
también escapaba de casa de su abuela por la ventana.
Maliciosamente esperó hasta que bajara y entonces le golpeó el hombro mientras le susurraba:
-¡Te pillé!
Karina dio un respingo antes de darse la vuelta y comprobar aliviado que era ella.
-¿Qué haces aquí?-,preguntó ella algo confusa.
-Escapar -contestó Minjeong señalando la ventana de su habitación- ¿Y tú? - preguntó burlona- Creí que ya eras todo un adulto que no le tenía que rendir cuentas a nadie.
-Si, pero no puedo evitar que mi madre y mi abuela me persigan por toda la casa con sus regañinas y, si quiero salir al pueblo, ellas vienen conmigo pegadas a mi trasero como una plaga recordandome una y otra vez mi mal comportamiento.
-Pobrecita... -comentó Minjeong irónica.
-¿Y tú, Min? ¿Te han castigado?-preguntó Karina sonriente.
-Lamentablemente para mí no hay límite de edad para ser castigada según me ha informado mi madre. ¡Dios, qué ganas tengo de irme a la universidad este año!
-Bueno, Min, ¿nos largamos de aquí antes de que nos descubran?-ofreció Karina tendiéndole su mano a Minjeong.
-¿En qué has pensado?-preguntó Minjeong dudosa, cruzándose de brazos e ignorando su mano
-En ir al lago a nadar un rato -explicó Karina comenzando a empujar silenciosamente su
furgoneta hasta el camino de entrada.
-Pero no tengo bañador- se quejó Doña Perfecta indecisa.
-¡Mejor! Así te veré desnuda -bromeó Karina.
-¡Ni de chiste me voy a desnudar delante de ti, Yoo Karina!-contestó orgullosa Minjeong mientras Karina la miraba expresándole en silencio «ya lo has hecho»- Otra vez- terminó Minjeong.
-Bueno, siempre puedes hacerlo en ropa interior: es como llevar un bikini.
-Está bien- se decidió Minjeong a la vez que se subía a la furgoneta.
-Por favor, dime que llevas una de esas tangas sexis y modernas -suplicó Karina mientras arrancaba el vehículo.
-Para ti, unas bragas faja de abuela-sonrió Minjeong señalando el camino mientras lo miraba reprobatoriamente.
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