Capítulo 5
Cuando Karina se fue a la universidad todos en Kwangya pensaron que la vida volvería a ser
igual de monótona que antes; Minjeong se transformó de nuevo en Doña Perfecta y ya nadie conseguía alterarla. Todo el año transcurría pacíficamente hasta que llegaban las vacaciones, porque, cuando Karina retornaba a casa, la guerra entre las dos continuaba como si el tiempo no hubiera pasado.
La larga tregua que dictaba la distancia se acababa en cuanto volvían a verse de nuevo, y mientras Karina saludaba a su vecina con un <hola larguirucha, ¿te han crecido ya los melones?», ella respondía «idiota descerebrada» mientras le arrojaba un zapato a la cabeza.
En ese preciso momento era cuando los habitantes del pueblo volvían a apostar sobre Minjeong osaría tener pareja cuando Karina regresara, pareja que desaparecería extrañamente, o sobre si a Karina se le ocurriría traer a una chica con ella cuando regresaba al pueblo, chica que la abandonaba
pocos días.
Así, las apuestas de vacaciones pasaron a tratar sobre cuánto tiempo tardarían en espantar a reja de la otro y cuál sería la primera en conseguirlo.
El primer año ganó Karina tras aterrorizar al admirador de Minjeong haciéndole creer que ella era realmente una loca homicida que ya se había deshecho de varios de sus anteriores novios. El hacha sangre de pega fueron motivos muy convincentes para que el joven Doyoung saliera corriendo de la vida de Minjeong sin volver la vista atrás.
El segundo año fue sin duda el mejor, pues todos celebraron que Minjeong venciera.
Cuando Karina tenía veinte años y Minjeong apenas había cumplido los dieciocho, en las vacaciones de verano una rubia exuberante acompañó a la Salvaje a Kwangya. El odio fue mutuo cuando Yuna pisó el pueblo, la odió con toda su alma, y en cuanto los lugareños la conocieron a ella, la detestaron profundamente.
Se trataba de una joven mimada y egoísta que se quejaba por todo, que no pedía, sino que exigia, y que pretendía que todos estuvieran pendientes de ella. Sólo duró en el pueblo seis horas, y eso porque Doña Perfecta estaba fuera haciendo unos recados para la obra de teatro del festival verano.
Cuando Minjeong aparcó su destartalado coche de tercera mano junto al bar de Hyeri, apenas prestó atención a la rubia pechugona vestida con pésimo gusto y escasa indumentaria, a la que todos miraban con odio que se hallaba en esos instantes hablando por su móvil de última generación con una amiga.
Pero cuando pasó por su lado y la oyó nombrar a Karina, puso sus cinco sentidos en espiar conversación que mantenía mientras andaba muy lentamente hacia la entrada del bar.
-Si, Chae, sólo tengo que decirle que estoy embarazada y, como educada que es
seguro que la pesca. Yoo Karina tiene una carrera prometedora como jugadora. Si la engancho ahora no tendré que competir con las demás busconas... -Tras una pausa continuó- Por supuesto que no estoy embarazada, meses después de la boda le diré que he perdido el bebé y asunto zanjado...
Minjeong había escuchado lo suficiente como para saber que en menos de una hora esa rubia saldría corriendo del pueblo, o incluso menos, si se daba prisa. Cuando Minjeong había repartido folletos para la función de teatro de ese año por todo el pueblo, buscó a Sunno, un precioso niño de cuatro años que actuaría ese verano por primera vez.
Mientras lo llevaba a tomar un helado con el permiso de su madre, quien se encontraba en esos momentos en el bar de Hyeri mirando algo de una pizarra, le comentaba al pequeño lo importante que a su papel en la obra.
-Verás Sunno, tú serás el hijo, por lo que vamos a ensayar y si lo haces bien te compro mas helado.
-¡Genial!-exclamó excitado el crío- mamá no me deja comer tanto.
-Mira, ahí está tu madre, ¡a actuar!-animó Minjeong al niño mientras señalaba a Karina con el dedo.
Y Sunno, la mar de inspirado, corrió hacia Karina y agarrándose a su pierna comenzó a sollozar y a gritar a pleno pulmón:
-¡Mamá! ¿Por qué me abandonaste? ¿Fue porque fui malo? ¡Mamá vuelve, no me dejes solo otra vez...!
Karina miraba asombrado al chiquillo que se agarraba a su pierna sin saber qué hacer, ni por qué decía esas cosas, hasta que apareció Minjeong en escena.
-¡Vámonos Sunno, tu madre no quiere saber nada de ti! -exclamó enfurecida mientras paraba al reticente niño de la pierna de Karina, y continuó- ¡No has tenido la decencia siquiera de llamar preguntando por él! ¡No me has pasado ni un centavo mientras cuidaba de tu hijo! Te casas conmigo por nuestro hijo, pero en cuanto tuviste la oportunidad de marcharte de este pueblo no miraste atrás! ¡Y ahora vienes con esta fulana y te paseas con ella por todo el lugar! Te juro que cuando ganes el más mísero centavo te lo voy a quitar todo! -gritaba Minjeonga la cara de Karina dejándola muda de asombro, quien, como no supo qué decir, simplemente guardó silencio.
Minjeong se fue con paso enfurecido a la vez que el niño era arrastrado por la calle mientras no dejaba de gritar:
-¡Mamá, te quiero, no me dejes!
En cuanto los dos entraron en la heladería de la señora Ross, sus rostros se tornaron sonriente mientras se tomaban sus helados junto a la ventana a observar el espectáculo.
La señora Ross, por primera vez en años, también se sentó y dejó de trabajar
-¡Te juro, Yuna, que no estoy casada ni tengo un hijo! Esa era mi vecina la loca, que siempre que tiene oportunidad me fastidia con alguna de sus bromas. Pregunta a cualquiera del pueblo y verás-rogó Karina a su enfadada novia, que estaba dispuesta a marcharse en ese mismo instante con el coche que habían alquilado.
-Mira, ya verás -repitió Karina mientras paraba al señor Yunh y le preguntaba-¿A que no estoy casada y no tengo ningún hijo, señor Yunh?
La respuesta que recibió no fue la que esperaba y, ante una asombrada Yuna, el señor Yunh contestó:
-Claro que estás casada Karina, con Minjeong, y tienes un hijo de cuatro años que se llama Sunoo.
Yuna, encolerizada, le pegó una sonora bofetada a Karina, cogió las llaves del coche y se marchó dejando tras de sí una gran humareda entre el chirriar de las ruedas.
Karina, asombrada, se volvió hacia el señor Yunh y le preguntó:
-¿Por qué ha dicho eso, señor Yunh?
-Porque este año en la función de teatro te toca ser la esposa de Minjeong y la mamá de Sunno, y como a Minjeong no le quedaban folletos nos pidió que te lo dijéramos en cuanto te viéramos-aclaró el señor Yunh tendiéndole un folleto.
-¡Oh, ésta me la pagas, Doña Perfecta!-murmuró Karina mientras estrujaba el folleto.
Kwangya estuvo pendiente durante días de la posible revancha de Karina, pero ésta nunca llegó y todos se preguntaron por qué.
Karina se hallaba agachada junto al desvencijado coche de Minjeong, que estaba aparcado descuidadamente en la entrada, dispuesto a desmontarlo pieza por pieza cuando oyó en mitad del silencio de la noche como Doña Perfecta se sentaba en el porche de su casa con un refresco en la mano. Su hermano Heeseung no tardó en reunirse con ella, enfurecido.
-¡Lo que le has hecho a Karina no tiene nombre! ¡Nunca jamás volverá a ver a esa chica! ¡Si tenía alguna posibilidad de tener una relación seria con ella, tú la has destrozado!
-Créeme Heeseung, esa chica no le convenía -respondió Minjeong muy convencida.
-Tú no eres la más indicada para decir lo que le conviene o no.
-Todo el pueblo la detestaba, era mimada, ególatra y oportunista.
-¡Pero a quién le tiene que gustar es a Karina, no al pueblo!
-Entonces, según tú, me tengo que quedar de brazos cruzados mientras Karina comete el peor error de su vida-indicó enfadada.
-Dame una sola razón por la que no debo traer a Yuna de vuelta y explicárselo todo- pidió
Heeseung muy convencido de que no habría ninguna que fuera de su agrado.
-Oí una conversación de móvil que Yuna sostenía con una amiga.
-Y por unas palabras fuera de contexto en las que decía algo que no te gustó la has echado del pueblo... ¡Vamos! ¡Dime qué era eso tan terrible que le contaba a su amiga!-solicitó Heeseung a la espera de demostrar que él tenia razón.
-Casi nada: Yuna le explicaba a su amiga que iba a atrapar a Karina con un embarazo ficticio, ya que era una jugadora prometedora al que debería de conseguir cazar ahora, antes de que otras se le adelantasen -contestó Minjeong orgullosa al ver como la cara de su hermano cambiaba de satisfacción a horror.
-¡Por Dios! ¿Es eso cierto, Minjeong?-quiso saber Heeseung, asombrado.
-Tú ya sabes que siempre te he dicho la verdad cuando me has preguntado sobre las bromas que le hago a Karina.
-Entonces tienes que contárselo, Minjeong. Tienes que decírselo antes de que ella se tome la revancha.
-¿Para qué?, ¿para que no me crea?, ¿para que dude de si es otra travesura más de las mías o no? No, no pienso decirle que esa mujer iba sólo por su dinero. Eso le haría daño y yo no soy tan cruel. Además, es muy poco imaginativo a la hora de vengarse. Lo más probable es que la tome con mi coche, al que le quedan ya dos telediarios-repuso Minjeong antes de desear a su hermano las buenas noches y dirigirse hacia el interior de la casa.
-Minjeong-llamó Heeseung haciendo que su hermana detuviera sus repentinas prisas por marcharse a su habitación-. ¿Tú odias a Karina o la quieres?
Minjeong se rió de su hermano antes de contestar.
-Digamos simplemente que no es la más adecuada para mi lista.
Cuando Heeseung se quedó solo en el porche, se preguntó pensativo en voz alta:
-¿Qué habrá querido decir con eso?
No esperaba respuesta alguna, por eso se sobresaltó al escuchar la voz de su amiga gruñir detrás del coche de Minjeong.
-¡Maldita lista de las narices!
-Karina, ¿eres tú?-preguntó Heeseung a la espera de que su amiga se diera a conocer, y así fue: Karina salió de su escondite tras el vehículo.
-Lo has oído todo, ¿verdad? -quiso saber Heeseung a la espera de una confirmación.
-Sí, desde el principio hasta el final.
-Entonces, ¿qué vas a hacer?
-Antes que nada, arreglar la tartana de tu hermana, y después mejorarla. Tiene las ruedas flojas limpia cristales rotos y las ventanas...
-No me refería a eso -señaló descontento Heeseung ante la respuesta de su amiga.
-Ya lo sé-repuso Karina antes de volver hacia su casa en busca de más herramientas.
Días después de que Minjeong echara a Yuna del pueblo, Doňa Perfecta agarraba la borrachera mas grande de su vida en la fiesta que celebraba su amiga Yeji en casa de sus padres, aprovechan que éstos estaban fuera.
Devon, el chico con el que Doña Perfecta salía ese año, que era nuevo en el pueblo y aún no había oído hablar de Yoo Karina, animó a una enfadada Minjeong a beber todo lo que se le pusieron por delante y ella, molesta al ver como Karina bailaba una canción lenta apretada entre dos rubias tetonas, aceptó.
En cuanto Karina vio el lamentable estado en el que se encontraba su vecina, ante la mira asombrada de todos, le dio una paliza a Devon hasta dejarlo medio inconsciente y luego lo tiró a la piscina.
A Minjeong simplemente se la cargó al hombro, le arrebató las llaves del coche y se dispuso llevarla a casa.
Fue bastante molesto conducir junto a una castaña preciosa que lamentablemente cantaba como monio y cuyo repertorio se limitaba a gritar una y otra vez el estribillo de una estúpida canción campamento, Karina intentó poner la radio del coche, pero, en cuando subía el volumen para acallar sus berridos, ella gritaba más fuerte para hacerse oír, así que finalmente lo dejó por imposible y apagó la radio.
Cuando llegó a casa de Minjeong, vio las luces del salón aún encendidas, por lo que aparcó en
rada para que el señor Kim no los viera y decidió cargar con ella hacia el interior de su casa la que por suerte no había nadie ya que su madre y su abuela se habían marchado a pasar la noche con una amiga enferma.
Se la echó al hombro como si de un saco de patatas se tratase, rogando para que en esa postura pusiera fin a sus berridos. Pero no tuvo suerte, así que le dio un golpecito en el trasero mientras advertía:
-Como no te calles, todo el pueblo se va a enterar de que estás borracha, incluido tu adorable padre.
El silencio se hizo y por fin Karina pudo llamar por teléfono con la mano que le quedaba libre a su amigo Jake, que seguramente estaría muerto de preocupación por su querida hermana Doña Perfecta
-Aquí al habla el semental-contestó Dan entre alguna que otra risa femenina.
-Semental, ¿sabes dónde está tu queridísima hermana? -pregunto Karina furiosa ante
despreocupación de su amigo.
-Pues creo que en estos instantes la tendrás encima de uno de tus hombros colgada como una bolsa cualquiera. Antes te vi salir de esa manera tan elegante de la fiesta. ¡Hola hermanita!- gritó felizmente a la espera de la contestación de Minjeong.
-Hola Jake, Karina me ha secuestrado-contestó ella alegremente desde el hombro de su vecina
-¡Tú calla!-regañó Karina a su carga mientras le golpeaba nuevamente el trasero y seguía con su conversación-. No la he secuestrado, está como una loca gracias a su querido amiguito, que le ha metido por el gaznate todo lo que tuviera un mínimo grado de alcohol. No me atrevo a llevarla a su casa, pues tu padre la está esperando en el salón y no creo que pueda meterla en su habitación sin nos pillen y le echen la bronca.
-Pues déjala en el porche con una nota -bromeó Dan con un hombre que en esos momentos carecía de cualquier sentido del humor.
-,¡A ti sí que te voy a dejar en el porche, pero con una nota metida por el cu...!
-¡Bien, bien, era broma! ¿Por qué no te la quedas esta noche en tu casa y yo llamo a papá y le digo que se ha quedado a dormir con Yeji?
-¿Me estás confiando a tu hermana? -preguntó Karina asombrada.
-Seamos realistas: tú la cuidas más que nosotros cuando estás aquí y, como se llevan como perro y el gato, dudo mucho de que se les dé por enrollarse o algo parecido, así que en definitiva está a salvo de tus encantos de seductora.
-Pero Jake, tu hermana está bo..
-Buenas noches, Karina. Te dejo. Has abandonado aquí a unas rubias muy bonitas y solas a las que yo tengo que contentar -comentó Dan rápidamente antes de colgar el teléfono sin darle tiempo a Karina de contarle que algunas personas estando borrachas actuaban como nunca lo harían sobrias.
«Bueno, espero que Doña Perfecta no sea de ésas», pensó Karina mientras la subía hacia
habitación resignada a cargar con ella.
Definitivamente, Minjeong no era como las demás: era peor. Cuando Karina la tumbó en su cama, ella comenzó a retozar como una gatita. Karina miró emboba como una preciosa castaña de largas piernas y ataviada con un minúsculo vestido negro se movia
insinuantemente hacia ella. El vestido negro carecía de mangas, por lo que sólo sus preciosos y firme pechos lo retenían en su sitio, y ella se preguntó una vez más si llevaría sujetador.
A cada movimiento que Minjeong hacia, el vestido se alzaba un poco más por la parte inferior mostrando sus largas piernas.
Karina estaba paralizada aguantando el deseo de arrancarle el vestido y hacerla suya en la cama, suelo, en el baño, contra la pared..., con su Minjeong cualquier sitio imaginable era posible.
Ella gateó por la cama hasta que estuvo frente a ella con mirada lujuriosa.
Se alzó poniéndose de rodillas y le dijo con una voz sensual:
-¿Quieres saber si me han crecido los melones?-Tras esta pregunta se bajó la parte de arriba del vestido y puso los pechos directamente en la cara a Karina.
El poco autocontrol que había tenido hasta ese momento se esfumó cuando vio ante si esos
perfectos senos, que no eran ni muy grandes ni muy pequeños, con sus rosados pezones erectos citados a la espera de sus caricias, de sus besos, de su lengua...
-Mañana te vas a arrepentir de esto.-dijo Karina como último recurso para hacerla entrar en razón. La respuesta de ella fue acariciarse los pechos con una mano mientras la otra bajaba hacia sus minúsculas braguitas negras, que empezaban a asomar debajo del vestido.
-Pero yo pienso recordar cada instante... -comentó Karina en voz alta diciéndole adiós a su autocontrol.
Karina hundió la cabeza entre sus pechos a la vez que la recostaba en su cama. Minjeong agarró sus negros cabellos acercándola más a ella y ella le dio lo que su cuerpo pedia.
Karina se deleitó con sus turgentes senos, besándolos con pasión, acariciándolos con deseo. Sus dedos juguetearon con uno de sus pezones, pellizcándolo, haciéndola arquearse de necesidad y frotarse contra la dura erección de sus pantalones. Su boca estaba ocupada succionando mordisqueando el otro pecho, volviéndola loca de deseo en el proceso.
Karina le quitó el vestido sin que ella apenas se diera cuenta. Minjeong abrió sus piernas para rozarse libremente contra la poderosa erección de Karina, y sus manos forcejearon con la camisa para poder acariciar los fuertes abdominales que tantas veces había observado en el campo de fútbol.
Karina no dejó de besar su ardiente cuerpo mientras la ayudaba en sus intentos por librarse de su camisa. Minjeong gritó extasiada cuando por fin pudo acariciar su fuerte pecho, pero ella no le de mucho tiempo para deleitarse con ello, pues agarró las manos de ella con una de las suyas y las retuvo por encima de su cabeza mientras seguía su camino de besos hacia sus braguitas.
Con su mano libre, Karina se las arrancó de un tirón y acarició su húmeda entrepierna, mientras ella desvergonzadamente se frotaba contra su mano. Su boca descendió por el ombligo, lamiendo besando, pasó por su cadera, y finalmente soltó sus manos prisioneras para poder agarrar el trasero de Minjeong firmemente y alzarlo mientras su boca devoraba su húmedo interior haciéndola gritar una y otra vez su nombre.
Minjeong agarró con fuerza las sábanas mientras su cuerpo se contorsionaba contra la boca de Karina pidiendo la liberación. La lengua de Karina jugó, succionó y excitó hasta el limite su joven cuerpo, y cuando estaba cerca del orgasmo paró para volver a empezar, haciéndola suplicar una y otra vez que pusiera fin a su tortura.
Minjeong finalmente recibió lo que tanto ansiaba cuando, además de la lengua, Karina introducia despacio un dedo en su interior, haciéndolo entrar y salir simulando lo que sería la unión de sus cuerpos.
Minjeong se arqueó, tembló y gritó su nombre ante el orgasmo.
Karina se separó de ella por unos instantes y se deshizo rápidamente del resto de sus ropas.
Ella miró asustada su enorme erección y ella supo en ese instante que no podía seguir adelante.
-¿Eres virgen? -preguntó temiendo la respuesta.
-Sí -contestó Minjeong sonrojada-. ¡Pero te quiero dentro de mí, ya!- añadió totalmente decidida.
-Minjeong, no puedes querer que tu primera vez sea conmigo borracha y aturdida. Tu primera vez debes recordarla como algo especial. ¡Joder! No quiero sentirme como una idiota cuando despiertes mañana y veas que te he robado la virginidad, no quiero que me culpes y me hagas sentir como una mierda, yo..-Karina se interrumpió cuando Minjeong comenzó a acariciar su rígido miembro con una delicadez inexperiencia que la hacía enloquecer.
-Bueno, ¿entonces me estás diciendo que no te acostarás conmigo hoy porque estoy borracha,
que no te acostarás nunca conmigo porque soy virgen?
Karina la miró con la decisión de una mujer enamorada y le prometió:
-Siempre que tenga oportunidad, Min, me voy a acostar contigo, pero nunca me aprovecharia
de ti.
-Entonces, ¿qué hacemos ahora?-preguntó ladinamente agarrando con fuerza su miembro con una mano mientras la movía despacio hacia arriba y hacia abajo.
Karina gimió mientras respondía entrecortadamente:
-Yo... darme... una ducha... de agua fría, y tú...
-Tengo una idea mejor -interrumpió Minjeong excitada, y seguidamente se introdujo
el miembro de Karina en la boca y comenzó a lamerlo y succionarlo llevándolo al límite.
-Definitivamente tu idea es mucho mejor... -gimió Karina dejando de resistirse y agarrando fuertemente su cabello mientras guiaba su inexperta boca hacia su polla y movia violentamente Ias caderas una y otra vez en busca de su éxtasis.
Aunque Minjeong no dejó de ser virgen esa noche, sí hicieron muchas cosas de las que a la
mañana siguiente podía llegar a arrepentirse.
Mucho más tarde ambas amantes durmieron desnudas y felices: Karina decidida a volver a tenerla en sus brazos, y Minjeong resuelta a poner en su lista: «10. Que sea el mejor amante del mundo.»
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