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→ Hermanos

Después de tomar un baño, Mikaela le entregó una toalla a Yuuichirou para que se secara; así que mientras él se envolvía en el trozo de tela, el rubio caminó hasta su armario y se viró unos instantes, notando que era una o dos tallas más pequeño que él, según podía decir con solo verle y sus cálculos infantiles.

—Yuu-chan, toma —llamó tendiéndole un conjunto de ropa.

Él lo tomó sintiéndose avergonzado por la amable sonrisa que su nuevo "dueño" le daba. Era una pijama a rayas azules claras con blanco. Se vistió tan rápido como pudo y después se dispuso a secar sus orejas y cabello.

Espera, déjame ayudarte.

Mikaela se secó rápido también, y de la misma manera se puso su ropa, acomodó la toalla alrededor de su cuello para que las gotas de su cabello no mojaran el piso, y luego se sentó en la orilla de la cama abriendo las piernas para que el híbrido se sentara en el suelo en medio de ellas.

Unas cuantas risitas escapaban de la boca del Geagles, pues jamás le había secado el cabello a alguien y mucho menos las orejas, así que sin querer le jalaba estas a su amigo mientras recibía sus quejidos.

Sin embargo, Yuu estaba muy feliz. No podía dejar de sonreír ante los cuidados delicados que aquel niño que le adoptó le estaba dando. Aquel sentimiento cálido en su pecho no desaparecía, porque le estaba haciendo sentir querido y deseado, no como esa vez...

Pasó mucho tiempo sintiéndose muy poca cosa, con una profunda tristeza en su interior, pero con demasiado orgullo como para llorar. Fue doloroso, y más para un pequeño híbrido de tan solo nueve años. No obstante, ahora todos esos recuerdos se sentían tan lejanos, como si hubieran sido de alguien más.

Mikaela había llegado a su vida como un pequeño rayo de luz que alegró su corazón de nuevo.

¡La cena está lista!avisó Marie, una vez más, desde la planta baja.

Toda la familia estaba reunida y esperaban por los infantes, los cuales bajaron apresurados bajar por las escaleras, al menos hasta llegar a la esquina que doblaba y daba vista al comedor, ahí se detuvieron un instante. Mikaela tomó la mano de Yuuichirou, cosa que a este le sorprendió un poco, pero entonces continuaron acercándose.

Yuu empezó a ponerse nervioso. Mucho más cuando finalmente aparecieron en frente de un grupo de tres personas que no conocía y quienes fruncieron el ceño apenas verlo. Instintivamente se apretó contra el rubio, escondiéndose.

Lacus-nii, Chess-nee, Horn-nee-san, Rene-sanllamó a sus hermanos y al híbrido mayor para dirigir su atención hacia él—. Él es Yuuichirou, mi amigo.

Los presentes soltaron una exclamación, no tanto de sorpresa, sino de comprensión, pues ellos no sabían que su madre le había dejado tener un híbrido. Y por su parte, el moreno se sintió demasiado cohibido por conocer tanta gente nueva en un solo día.

Mikaela sintió cómo su manita era apretujada, y puso sus ojos sobre Yuu, que se mantenía nervioso.

Tranquilo, Yuu-chansusurró; sus orejitas se levantaron oyéndole, pero su rostro no—. Ellos no te harán nada, son mi familia, y ahora, la tuya también.

Bueno, Yuuichirouempezó la rubia, llamando la atención del tímido azabache que dio un brinco tras el Geagles menor—. Mi nombre es Horn, soy la hermana mayor de la familia, ella es Chess, él es Lacus, y Rene, su mascota.

E-Es un gusto conocerlosreverenció, tímido.

Mikaela sonrió orgulloso y entró en el salón jalando a Yuu para que se sentara a su lado. La nana se acercó para dejar dos vasos de agua cerca de ambos y aprovechó para presentarse.

—No me presenté antes, pero mi nombre es Marie y soy la nana mencionó ella dando una leve caricia a las orejas azabaches antes de irse a traer los platos—. En caso de que necesites ayuda con algo, puedes llamarme.

Yuu asintió aún con vergüenza y timidez, pues las miradas de los demás seguían fijas en él. Pasaron unos instantes antes de que dejaron de estarlo cuando la nana, en compañía de dos chicas que, imaginó, eran empleadas, empezaron a poner los platos en la mesa, dándole uno a cada uno junto con un par de palillos.

—Gracias por la comidadijeron todos al unísono, excepto él.

Los Geagles comenzaron a comer delicadamente, despacio y masticando bien, además de usando los palillos esos, pero Mika notó que su amigo no comía y se volteó un poco para verle extrañado.

—¿Qué pasa, Yuu-chan? —cuestionó, la colita del nombrado se estiró con nervios—, ¿no te gusta la comida?

—N-No es eso... —murmuró levantando sutilmente la cabeza, como si hubiese sido regañado—. E-Es que no ... usar los palillos...

Parpadeó dos veces procesando lo que él le había dicho, y al entenderlo, soltó una risilla baja.

—Pensé que era algo malose secó el sudor imaginario de su frente en un acto de demostrar que estaba aliviado—. Déjame ayudarte, y luego te enseñaré, lo prometo.

Mikaela tomó una porción de comida con sus propios palillos, y pidiéndole al híbrido menor que abriese la boca, le dio de comer. Los ojitos de Yuu brillaron al recibir el bocado.

—¿Qué tal está? —interrogó curioso—, ¿está rica? ¿te gustó?

El ojiesmeralda asintió repetidamente, y esta vez, una sonrisa notable y hermosa fue a parar en su boca cuando tragó.

—Está deliciosoconfesó con una amplia sonrisa.

Sus propios ojos se iluminaron con una sonrisa llena de alegría, así que dedicarse a darle de comer a Yuu y entre bocados, comer también, fue una nueva y muy linda experiencia.

Los hermanos mayores, junto a Marie y Rene, observaron con disimulo la actitud del rubio. No es que Mikaela fuera frío en realidad, sino que se les hacía bastante sorprendente que Yuuichirou y él ya tuvieran tanta confianza con solo unas horas de haber llegado a la casa. Pero no dijeron nada, porque, al menos con respecto a Marie y Horn, comprendían que a él le hacía falta un amigo de su edad, que jugara y aprendiera con él.

La nana lo había cuidado y observado durante años, y sabía muy bien que se quedaba leyendo libros, jugando con alguna rana que encontrara en el jardín, tocando su violín, pero siempre solo, porque usualmente sus hermanos estaban ocupados con sus propios asuntos y se excusaban en que eran "demasiado grandes" para prestarle atención o jugar con un niño pequeño. Y como estudiaba en casa, no tenía amigos. Apenas un par de conocidos, hijos de amigos de sus padres, que eran contemporáneos.

Y bueno, al menos a Marie le alegraba de que alguien a parte de ella, y en ocasiones, la familia Geagles como tal, pudiera gozar de la dulzura de Mikaela. Además de que pudieran darle un hogar cálido a un pobre híbrido huérfano.

Espero les haya gustado

Bye!

30/11/18

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