
→ Cincuenta
En el camino a ver a sus amigos, Yuu parecía estar muy ensimismado, no escuchaba o participaba de la conversación que mantenían Kei y Mika, así mismo, apenas hablaba. Las palabras que hacía unos minutos había oído se repetían en su cabeza cual cinta atascada y sobretodo, la expresión de la pelirrosa al decirlo estaba grabada en sus pupilas.
"Los híbridos no están al nivel de los humanos"; aquella frase martilleaba implacable su cerebro, asustándole y poniéndole ansioso. ¿Eso quería decir que no podía amar a Mika? ¿que era incorrecto quererlo como lo hacía? ¿o que estaba mal el besarlo y ser mimado por él? Si lo pensaba un poco, con la lógica de las palabras de Krul, todas esas interrogantes se respondían con un sencillo "sí". Y dolía.
—Yuu-chan, oye, ¿qué pasa? —llamó el rubio preocupado; ya habían llegado a su destino y este no reaccionó en absoluto—. ¿Quieres contarme?
—N-No... Estoy bien... —mintió dándole una sonrisa fingida; él de inmediato frunció el ceño.
—Kei-san, gracias por traernos, nos vemos más tarde —se despidió y jaló al más bajo para salir del auto de forma rápida y un poco brusco. El aludido ni siquiera pudo responderle.
Yuu supo que algo iba mal cuando Mika le jalaba del antebrazo y no de la mano, y cuando lo sentó bruscamente en un banco público y acorraló con sus brazos se dio cuenta de que no tenía escapatoria. Y que no sabía mentir. O bien, él era realmente bueno viendo a través de su persona.
—Quiero que me digas qué fue lo que pasó, ahora —gruñó, frunciendo el ceño.
—N-No pasó nada...
—Tú no sabes fingir, se nota cuando algo te molesta, o cuando estás triste; ¿cuántos años crees que hemos estado juntos? Conozco tus expresiones y puedo leerlas —recriminó, alejándose y cruzándose de brazos—. Pero ¿me estás mintiendo? ¿a mí?
Yuu bajó la mirada, por supuesto que ese no era el plan, lo último que quería era hacerle enojar; ver su rostro molesto era algo que no disfrutaba del todo. Suspiró. Entonces le jaló un poco para que se sentara a su lado.
—Krul-san me dijo unas cosas algo crueles... Pero no quería preocuparte, no te mentía...
—¿Qué cosas crueles te dijo? —indagó relajando su expresión y acariciando su mano suavemente.
—¿P-Podemos hablar de eso en casa? Los demás están llegando —susurró notando como estos caminaban hacia ellos.
—Está bien, esperaré entonces —suspiró y alejó un poco su mano de la contraria, notando que los seis ya estaban frente a ellos—. Hola, chicos.
Todos saludaron y seguido, se dirigieron al interior del lugar, en donde estarían jugando y divirtiéndose. Mika esperaba que eso le ayudara a despejarse y no pensar en lo que había dicho su madre, aunque a él mismo se le dificultaba evitar tener eso en su cabeza, más que nada por su preocupación.
—Entonces, ¿qué pasó con ustedes? —preguntó Kimizuki mientras se sentaba junto a Mikaela.
Después de caminar de allá para acá, encontraron un puesto de dulces y Yuu habia ido a surtirse de estos en compañía de Yoichi, Narumi y Scarlett. Shusaku y Akemi fueron por refrescos. Y ellos dos se quedaron descansando un rato.
—Hablamos sobre eso, y todo salió bien —sonrió sin evitarlo—. Creo que ahora somos más cercanos que antes... Incluso pude volver a besarlo... —susurró lo último, más para sí mismo.
—¿Dijiste volver? ¿cómo volver? ¿ya lo habían hecho?
Mika se sonrojó un poco al verse descubierto, pero no ocultó el hecho a su amigo, quien, sabía, comprendía muy bien todo el asunto. Y le hacía un enorme favor al escucharle y dejarle sacar sus pensamientos. Hablar de eso con Yuu no era tan fácil.
—Nos besábamos cuando éramos niños —confesó en voz baja, riendo. El de lentes hizo un gesto pícaro y le empujó levemente con su hombro.
—Pero qué galán eres, Mikaela.
—Cállate —sonrió—. Pero fue tan diferente de ese entonces...
—Ah, qué envidia les tengo, en serio —suspiró echándose para atrás y mirando el techo—. Vivir juntos debe ser genial...
En ese momento, Mika comprendió, una vez más, lo afortunado que era, porque por muchos inconvenientes y problemas que hubiesen para consolidar su relación, el mero hecho de que él fuese el dueño de Yuu simplificaba las cosas de una manera colosal. No como en el caso del de lentes.
—¡Mika, mira! ¡tienen algodón de azúcar! —chilló Yuu, quien venía sosteniendo una de las golosinas de color azul en una mano, y en la otra, una gran bolsa llena de más dulces.
—Shiho-kun, te traje un algodón a ti también —mencionó Yoichi algo sonrojado mientras lo entregaba, sintiendo su corazón acelerarse ante el roce de sus manos.
—Gracias —sonrió él y le invitó asentarse a su lado—. ¿No quieres un poco?
Narumi y Scarlett que venían caminando unos pasos atrás les observaron; y la única chica del grupo supo que había algo que debía hacer en algún punto, solo que no estaba segura de cuándo.
—Así que trajiste el azul —sonrió el rubio, mirando a su híbrido comer el dulce tan feliz.
—Todos saben igual, pero este es del color de tus ojos —rió él, rompiendo un trozo y estirándolo para que lo tomase con su boca—. Por eso lo traje.
Oh, dioses; Mikaela iba a tener una sobredosis de azúcar. ¿Cómo podía alguien ser tan dulce y tierno? Aquello le causó una sonrisa que no supo disimular y tuvo que hacer esfuerzos inhumanos para no robarle un beso y conformarse con comer el pedacito del dulce que le ofrecía.
Un capítulo feo y uno soft, perfectamente equilibrado, como debe ser ahre xDDDD
Espero les haya gustado uwu
Bye!
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