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Universidad

La luz del sol entraba por la ventana de aquella desastrosa habitación, donde varias prendas de ropa yacían tendidas en el suelo.

Parecía todo una ratonera donde el ser más desastroso del mundo vivía allí de una forma asquerosa. Latas de distintas bebidas, e incluso varios envoltorios de tabletas de chocolate tirados por el suelo. Aquel chico tan desastroso, comenzaba a despertarse debido a las 4 insistentes alarmas que tenía. Una era de su despertador digital, otra era de su despertador normal y corriente, otro, un despertador que le regaló su mejor amigo que tenía forma de R2D2, y por último, uno de su móvil, donde era el mismo recordando a su yo del presente lo que tenía que hacer.

-Ey, soy tu yo del futuro..., Vamos, despiértate, no querrás tener que llegar tarde tu primer día de universidad. Así que venga, lávate los dientes, échate desodorante, y recuerda lo que mamá dijo, si te duchas y no te echas desodorante ni al salir de la ducha ni al día siguiente, no habrá servido de nada esa media hora de ducha que te pegas siempre... Oye, ¿Y por qué siempre tardas media hora en ducharte? Es decir, ¿Por qué tardo tanto en ducharme? No entiendo nada... ¡Bah que más da! Va, que me distraigo. No seas una basura andante huele peste, y haz algo por fin realmente útil en tu vida-. El chico con el pelo naranja, con mano perezosa y sin ganas para vivir, quiso apagar su despertador. Pese a sus grandes intentos, donde casi logra su objetivo, no lo consiguió hasta que se lo cargó de un golpe. 

Ja, y no era el primero que rompió. Y no será el último.

El del R2D2, bastó con solo poner el puño encima suyo para que se callase, después, tuvo que destaparse. Se quitó la manta que tenía por encima de su cabeza y cogió el móvil, que se encontraba en una de las prendas de ropa que yacía en el suelo.

Cuando apagó la alarma del móvil, revisó los mensajes que tenía, dos era del contacto al cuál tenía como "Pelos de tomate". Abrió el chat sin pensárselo mucho.

Pelos de tomate: Vamos rubia teñida, ¡¡¡despierta y no llegues tarde!!!

Pelos de tomate: Contesta cuando leas esto para que no me pase el día preocupado por ti tonti, jijiji :P.

"Este perro..." Pensaba  sonriente el adolescente desastroso, su amigo se preocupaba más por él que por si mismo.

Los otros mensajes pertenecían a Rebeca, la novia de nuestro protagonista.

Amor: Por favor Mello, recuerda que después de la universidad hemos quedado para ir a comer, así que te lo suplico, ponte una alarma o algo, ¡no te olvides! en serio, no sería la primera vez que te pones 5 alarmas, y aún así no vienes. >:(.

Mello recordó aquel día, tuvo que enviarle capturas para que de verdad se creyera que se había puesto 5 alarmas, y no porque desconfiase de él, sino porque creía incapaz  que cualquier ser humano, se olvidase de ir a un lugar aún con 5 alarmas... Pero Mello, nuestro protagonista, Mihael Keehl, más que un humano, era un ser desastroso, único en su especie. Muchos de los profesores habían afirmado que era el ser más desastroso que habían visto en sus vidas como profesores, a pesar de que llegaba tarde la mayoría de los días, en los exámenes los clavaba, no bajaba de los 10 o los  9'30.

Mello se desvistió, quedando sin ropa. Después se dirigió a la bañera, y dejó el móvil en la pica, lejos. Pensaba en sus cosas, en como conviviría su primer día de universidad, si llegaría tarde o...

Un momento...

¿Qué hora es?

Mello se limpió su mano con una toalla y miró su móvil...

-Ahhh...

Su móvil marcaba la hora: Las 7:50.

-Ahhh...-. Volvió a dejar el móvil donde estaba, y siguió duchándose. -¿¡EH!? ¿¡LAS 8 MENOS DIEZ!?-. Mello abrió la puerta de su ducha, y salió corriendo. Aunque no fue una buena decisión, ya que al rubio se le había olvidado colocar una toalla en el suelo para poder salir tranquilamente. -¡A-A-AAAAH!-.

Mello se resbaló y se cayó, golpeándose en la cabeza. -¡AYAYAYAYAY...! ¡E-Encima ya me he duchado!-. Comenzó a frotarse la nuca, tocando la herida. -Ahh... Un momento, esto me suena, es como si ya hubiera vivido esto...-.

Negó, intentando restarle importancia. -¡Tengo que darme prisa!-.

Cogió una toalla y se secó rápido y mal. Después, dejó la toalla tirada por el suelo y se dirigió a su cuarto de nuevo...

Bueno, más que cuarto, era solo una cama con estanterías, donde justo conectaba con la cocina sin ningún tipo de puertas, y luego estaba la salida, justo al lado de la cocina. La casa más pequeña del universo, sí, pero no le importaba. La comunidad de vecinos era un poco dramática, y cuando se formaban juntas de vecinos parecía que eso era el circo, aunque Mello tenía miedo de que algún día se llevase el cargo de ser presidente de la comunidad, ya que era propietario, y vivía solo, ya que quiso independizarse después de terminar el instituto, con 18 años puede ser demasiado pronto, pero a él le da igual, en realidad, parece que todo le da igual.

Se vistió de una forma sencilla. Simplemente un suéter negro y unos tejanos azules. Se guardó el papel donde se encontraba apuntada la clase donde tenía que ir y después, se dirigió a la cocina, donde se encontraba ya una tostadora lista. Ahí con su pan listo, y su mermelada lista. Solo tuvo que bajar la palanca y esperar.

Cuando la tostada salió, cogió un cuchillo y untó la mermelada de fresa en esta, se acuerda perfectamente, la tostadora se la regaló Linda y Beyond le regaló miles de botes de mermelada. Era un desayuno rápido, pero eficaz, para el mayor desastre del universo. Con eso le bastaba.

Después se hizo un pequeño café, y cuando salió, lo intentó coger, pero con tantas prisas que se la cayó en los pantalones, haciendo que sus piernas quemaran.

-¡¡AH, AH, MIERDA, MIERDAAAAA!!-. Mientras sufría por lo caliente que estaba, se intentaba quitar los pantalones. ¿Lo malo? Que ya se había colocado los zapatos, y el pobre no se los había quitado, por lo que quitar los pantalones era una tarea muy complicada. Se encontraba dando saltos para retirárselos, pero de tantos saltos, tropezó y se cayó en su mesa de madera pequeña, rompiéndola y volviendo a darse un golpe en la cabeza. -¡AHHHHHHHHHHH!-.

Después de poder quitarse los pantalones y ponerse otros, Mello se puso la mochila, revisó que tenía todo allí dentro, y comenzó a comerse la tostada. Después salió de su apartamento corriendo, y se fue corriendo aún más rápido todavía cuando salió del portal, se dirigía como un lince mientras con sus cascos escuchaba Take On Me.

-¡VOY A LLEGAR TARDE!-. Gritó mientras saltaba, ya que había una piedra en el camino y no quería tropezarse.

Cuando llegó al campus, su playlist de música ya se encontraba en la última, y no era nada más ni nada menos que The Final Countdown. Corrió y corrió, ignorando si pisaba a la gente o si le gritaban loco, que era lo más probable. Entró dentro del recinto y después buscó la clase que se había apuntado en el pa...

¡Mierda, el papel!

El papel se encontraban en los otros pantalones, los cuáles se mojaron de café. Maldita sea, ahora si que está perdido.

Aunque, por suerte, creía recordar la clase que era, así que se fue corriendo al aula 5-A, y cuando llegó, esta ya había empezado, pero con prisas, entró.

La gente le miraba. Miraba a aquel chico rubio tan reluciente como el sol, pero esta vez..., Solo era un chico rubio con el pelo mojado y que olía a café.

-Hola..., Perdón por llegar tarde-. El profesor de francés bufó.

-Bonjour-. Dijo después.

Mello lo miró un poco confundido.

¿Se habrá confundido de clase?..., Nah, tenía que ser esta.

-Ah... Eh... Bonjour-. Dijo Mello pronunciando el francés bastante bien, pero tímido al mismo tiempo, así que le salió regular.

Mello hablaba francés, ya que su padre era mitad francés, y le enseñó desde pequeño algunas palabras, pero ya todo se le había olvidado... y normal, pues no cabe recordar que era un desastre.

El profesor lo miró, todos los alumnos lo miraron.

-Me..., Me siento-. Dijo Mello sentándose en el único sitio libre, que era justo en el medio de todo.

-Comment tu t'apelles?-. Preguntó el profesor refiriéndose a Mello.

-Ehhh... ¿qué?-. Preguntó Mello, los demás rieron levemente.

El profesor se acarició la sien.

-Que te presentes en francés por favor-. Pidió.

-¡Ah!. Mello, sin pizca de vergüenza aparente contestó. -Em..Je m'appelle Mihael...-. Dijo Mello.

-Tengo, diezigochgo, agños-. Dijo Mello de forma burlona, intentado hacer reír a la gente, consiguiéndolo, pero cabreando al profesor.

-Uu..., El uu es clave eh-. Dijo Mello y la gente se rio.

-Ehh..., Bulabugsh-. Dijo Mello, queriendo que ese momento terminase.

-¡Mira, cállate de una vez!..., Llegas tarde a mi clase, ¡Y encima me vacilas!-. Gritó el profesor.

-No..., Yo no...-.

-¡Que te calles!-. Gritó el profesor, y Mello bufó.

La clase se reanudó, empezando un infierno para el profesor, que tenía que aguantar a todos esos niños. Mello comía chocolate sin que el profesor se diese cuenta, aunque los demás alumnos se percataron, pero prefirieron no decir nada. Unas cuántas notas comenzaron a caerle al profesor, e incluso aviones de papel.

-¿¡Vale quién ha sido!?, ¿¡Has sido tu Mihael!?-. Gritó el profesor, dejando la tiza y volteándose a ver al rubio.

-¿Eh?-. Preguntó Mello.

-¡Que sé que has sido tu!-. Gritó el profesor.

-¡No! Yo no he hecho nada, ¿Acaso crees que lo que más quiero después de mi vergonzosa entrada va a ser dejarme en ridículo aún más?-. Lo que Mello decía tenía sentido, pero al profesor no le importaba, tenía que castigar a alguien, y no tenía tiempo de buscar al culpable, así que castigó al imbécil aquel que se había osado para presentarse así como un idiota.

-¡Fuera de mi clase!-. Gritó señalando la puerta.

-¿¡Qué!? ¡No!-. Exclamó cabreado.

-¡He dicho que te vayas fuera! ¡Eres una vergüenza como alumno!-. Gritó el profesor.

-¡No me conoces como para decir eso!-. Exclamó Mello comenzando a enfurecerse.

-¡Tsk! ¡Que esperarse de un alumno que llega media hora tarde!-.

A Mello le sentó mal aquel comentario, así que simplemente se levantó y cogió su mochila. 

-Me voy, ¡Pero que sepas que tu clase es un coñazo! ¡A nadie le gusta, todo el mundo se aburre!-.

-¡A-AH!-. El profesor se impactó mucho debido a lo que le dijo aquel alumno.

-¡Brrr!-. Mello le sacó la lengua, y se fue, saliendo de clase. -¡Mgh!-. Se apoyó en la pared, esperando a que la clase terminara. No sabía muy bien que iba a hacer, no sabía porque estaba esperando, simplemente creo que Mello en aquel momento estaba reflexionando sobre lo que aquel estúpido profesor le había dicho.

-Ha sido fuerte eh...-.

Mello miró a su lado, viendo a lo que parecía ser otro profesor.

-He escuchado la discusión desde fuera... Nunca nadie ha hablado así a Gevanni-.

Mello asintió.

-Sí, lo sé, soy un pésimo estudiante-. Dijo el rubio mirando hacia otro lado.

-¡No no! No me malinterpretes, jajaja... Creo que le viene bien que un alumno le ponga los pies en la tierra-.

Mello miró de nuevo a aquel profesor. ¿Qué es lo que estaba diciendo?

-¿Te parece bien lo que he hecho allí dentro?-. Preguntó Mello muy confundido.

-Supongo que de vez en cuando un acto de rebeldía no hace mal a nadie... Y menos si ese acto va dirigido hacia Gevanni-.

Mello sonrió, riéndose levemente. El profesor le ofreció la mano, queriendo presentarse cordialmente.

-Anthony Rester-.

Mello, después de pensárselo unos segundos, le dio la mano, y sonrió.

-Mihael Keehl, pero puedes llamarme...-.

-Mello, sí, lo sé-.

Mello se confundió.

-¿Cómo lo sabes?-. Preguntó confundido Mello.

-Oh..., Yo..., Bueno, soy el orientador de la universidad, y en tu ficha figura que preferiblemente se te puede llamar Mello, jaja, me da curiosidad, ¿Puedo saber por qué prefieres que se te llame así?-.

Mello tragó saliva. No quería responder a esa pregunta, pero tampoco quería ser borde, así que simplemente se calló, esperando que Rester, el orientador, lo entendiera.

-No te preocupes, perdona si la pregunta te ha incomodado-.

Mello negó, intentando que este momento acabara.

-Bueno, cualquier cosa, estaré en mi despacho. Puedes venir a verme en cualquier momento y te ayudaré en lo que sea. ¡Hasta luego!-. Rester se despidió, y Mello suspiró, agradeciendo el gesto que el orientador había tenido con él al apoyarle, cosa que le sorprendió bastante.

Después de media hora, el timbre resonó aún más fuerte que nunca en los oídos de Mello, pues lo tenía al lado. La gente comenzó a salir de todas las clases, yéndose a otras. Mello se quedó estático, observando a todo ese rebaño de ovejas, murmurando estupideces, ya que eso pensaba Mello, pues estaba visto y comprobado por sus zafiros ojos que los adolescentes eran todos unos imbéciles.

-Menudo lío has montado allí dentro, nunca vi al profesor Gevanni tan enfadado-. Mello miró a su izquierda, encontrándose con un chico de larga cabellera blanca que iba vestido con una camisa a botones azul clarita, y un pantalón del mismo color. Parecía un pijama.

-Bueno..., Supongo que no volveré más a esta universidad-. Dijo Mello, sacando una risa a aquel chico.

-Me llamo Nate River, pero puedes llamarme Near-. Dijo extendiendo su mano.

Mello la recibió con gusto mientras seguía mordisqueando su chocolate.

-Mihael Keehl..., O Mello-. 










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