8. Fuimos pequeños ángeles
Al día siguiente, Alec llegó con Izzy y Max a Pequeños Ángeles.
Magnus y Camille estaban en la puerta recibiendo a los niños que venían del exterior de Pequeños Ángeles. Ambos sonriendo cuando ellos tres se acercaron.
Alec hizo una mueca. Tal vez era egoísta tener celos, pero no podía evitarlo. Incluso aunque nunca volvieran a estar juntos, aunque Izzy no lo hubiera animado a intentar recuperarlo, aun así él siempre lo recordaría como su príncipe, su esposo, su pequeño corazón...
Quería ir y quitar la mano de Camille del hombro de Magnus.
Preguntarle a él si todavía tenía su corazón, si todavía lo quería.
Antes de que Alec pudiera hacer cualquiera de esas locuras, Max se soltó de su mano y corrió hacia Magnus. -¡Magus, Magus!
Magnus interrumpió su conversación y se agachó justo a tiempo para tomar a Max en sus brazos. -Hey, Max, mira quien está muy alegre hoy. ¿Te gustó venir a clases aquí a Pequeños Ángeles?
Max se colgó de su cuello, sus pequeños bracitos intentando rodearlo. Enterró su carita cerca de su cuello. Hubo un alegre "¡Siii!" y luego susurros que sólo Magnus escuchó.
Cuando Max terminó de hablar, ambos miraron a Alec directamente. Alec sintió sus mejillas empezar a ruborizarse ante la mirada profunda de Magnus, intentó sonreírle.
Magnus apartó la mirada al instante.
Bajó a Max. -Sí puedes. Camille va a acompañarlos. Max y Rafa ya están ahí.
Camille alzó una de sus cejas, pero Max ya iba arrastrando a Alec con él. -¡Vamos! Voy a enseñarte mi salón y mis amigos. ¡Y a Max y Rafa otra vez!
Camille frunció el ceño hacia Isabelle.
Izzy la ignoró.
-Ve, por favor -le dijo Magnus-. No tardo. Tengo que hablar con Izzy.
Ella hizo una mueca, pero se fue.
-Mags, yo...
Magnus no la dejó hablar. -¿Por qué? ¿Por qué me haces esto? Creí que eramos amigos.
La voz de Magnus no sonaba enojada, sino herida, se sentía traicionado. Izzy se lanzó a abrazarlo como había hecho Max. -¡Eres mi amigo! Mi mejor amigo. No digas eso, por favor.
Magnus se tensó un momento, pero después le regresó el abrazo. -Entonces, dime, ¿por qué? ¿por qué traes a tu hermano a mi vida otra vez? Todos estos años tú no interveniste, no me hablaste de él, ni bien ni mal. Fuiste su hermano y mi amiga sin problemas. ¿Por qué me haces esto?
-Soy menor de edad.
Magnus se rió ante el tono serio de Isabelle. -¿Y eso qué?
-Yo no puedo manejar hasta acá y venir sola. Alec es responsable de ambos.
-¿Tú crees que voy a creerte eso? Hay permisos especiales. Tú me estás traicionando.
-¿De verdad no quieres verlo ya nunca? -Izzy se separó para buscar su mirada-. ¿Lo odias tanto?
Magnus parpadeó un par de veces. Sus ojos brillando demasiado -No lo odio. Ese es el problema. Yo crecí, ya no soy aquel niño huérfano, ahora tengo niños que dependen de mí, he madurado y luchado para llegar a dónde estoy. Pero... No mi corazón. Mi corazón, mi pequeño corazón sigue siendo aquel que intercambié cuando vivía en Pequeños Ángeles y tenía miedo de las tormentas.
Izzy sintió sus propios ojos llenos de lágrimas. Si sólo Alec no hubiera sido tan inocente y hubiera dicho la verdad...
-¿Qué estás diciendo entonces? ¿Ya no soy tu amiga? ¿No aceptas a Max? ¿No quieres ver a Alec bajo ninguna circunstancia?
-Tú siempre serás mi amiga, sólo no intervengas más, por favor. Y Max, ¿quién no querría a ese niño? ¿Lo viste? En un día se ganó mi corazón.
Izzy se rió, aunque fue más como un sollozo. -¿Y Alec? Te juro que él no es malo, nunca quiso lastimarte.
Magnus levantó su mano. -Yo sé que no es malo, pero no quiero escuchar más. Voy a tener a Max este par de semanas, si vienes tú o Alexander, está bien. Sólo no quiero más explicaciones ni menciones al pasado.
Antes de que Magnus se fuera, Izzy dijo: -Te quiero. Te quiero mucho. Perdón por lastimarte.
Magnus la abrazó de nuevo. -Yo también te quiero. Sólo no te metas. Eso fue entre tu hermano y yo.
Después de eso, entró a Pequeños Ángeles. Camille estaba afuera del salón con una mueca. -¿Qué pasa?
Su gesto se acentuó mientras señalaba hacia adentro. -Me voy a mi clase. No seas débil, por dios.
Magnus no entendía su molestia. Lo entendió cuando entró al salón de clases, Alec estaba sentado en el piso, Max Lightwood a su lado mirándolo como si fuera un dios, Max y Rafa -sus niños- sentados casi en el regazo de Alec, Alec estaba contándoles un cuento sobre dos pequeños ángeles que se encontraron en medio de una tormenta.
Todos los niños estaban escuchándolo atentamente. Alec no había visto a Magnus.
Max Lightwood corrió cuando lo vio, tiró del pantalón de Magnus hasta que él se agachó. -¿Qué pasa, Max?
Max susurró "Secreto" y lo hizo acercarse más. -Yo creo que Aleg es un ángel -dijo bajito.
Magnus sonrió. -¿Por qué crees eso?
-Sus ojos son azules -los de Max se abrieron demasiado-. Son un pedazo de cielo.
Hubo un tiempo en el que él también lo creyó un ángel. Luego ese ángel le rompió el corazón.
-¿Ah sí? ¿Y todos los ángeles tienen ojos de cielo?
Max negó y le pidió acercarse de nuevo. -Tú no.
Esta vez fue Magnus quien se sorprendió. -¿Yo?
Max asintió. -Aleg me dijo que tú eres un ángel también. Ustedes son los pequeños ángeles de su cuento, ¿verdad?
En ese momento, Alec lo miró por fin. Sonrió aunque no detuvo su historia. Magnus asintió. -Verdad.
Ellos fueron esos pequeños ángeles. Fueron príncipes. Fueron esposos...
Luego la realidad rompió el cuento.
CONTINUARÁ...
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