7. Chocolates y recuerdos
Magnus volvió al aula de los niños más pequeños con Max en brazos. Lo bajó antes de entrar y se agachó para estar a su altura, preguntándose si en algo se parecería este niño a su pequeño Aleg, aunque no llevaran la misma sangre.
-Tu hermana va a volver por ti más tarde -le dijo con calma, mirando directamente a aquellos ojos grises-, si te asustas, yo estoy aquí, y si tienes mucho miedo, podemos llamar a Izzy.
Max asintió sonriente con un "¡Está bien!" y luego señaló la puerta: -¿Amigos? Izzy dijo "amigos".
Magnus sonrió. Este niño era un peligro para él. Volvió a ponerse de pie y dio su mano a Max. -Amigos.
Entonces entraron. Aunque Magnus había salido varios minutos, sus pequeños alumnos seguían coloreando y platicando o jugando entre ellos.
Había, como Isabelle había dicho, niños de Pequeños Ángeles y otros que sí tenían familias, -aunque para Magnus todos en Pequeños Ángeles eran una gran familia-, y no había divisiones o diferencias entre ellos. Había mesas en las cuales los niños se mezclaban y convivían en perfecta armonía.
Magnus miró a sus pequeños favoritos, su Max y Rafa, que agitaron las manitas al verlo. -¡Magus!
Él nunca los iba a reprender por no decirle "Maestro" o "Profesor". Esos eran sus bebés, si él pudiera, los adoptaría y formaría su propia pequeña familia con ellos.
-¿Magus? -Max Lightwood tiró de su pantalón, no se veía asustado, pero miraba curioso a todas las mesas llenas de niños más o menos de su edad.
-¡Hey, todos! -Magnus no gritó, él nunca gritaba, pero las conversaciones se detuvieron y todos lo miraron sonrientes. Todos amaban al profesor Magus.
Había sido duro, al inicio, trabajar con los pequeños, un recordatorio diario de su niñez, de momentos que no quería olvidar, pero por ahora tampoco recordar. Pero, poco a poco, el dolor menguó, los años pasaron, y hubo un nuevo significado en la palabra.
Nunca olvidaría a quien se la dijo por primera vez, quien llenó su nombre mal pronunciado de cariño, pero ahora podía volver a sonreír cuando lo llamaban así.
-Él es Max Lightwood. Va a estar con nosotros unos días. Digan "Hola" y sean buenos con él.
Hubo un coro de "Hola" y luego Max agitó su manita hacia él. -¡También soy Max!
Era obvio que lo querían con él y Magnus no podía pensar en alguien mejor para cuidar al pequeño Lightwood. Lo llevó a la mesa de sus niños y le dio un libro para colorear. Max Lightwood empezó feliz, era una vaca, y de repente Magnus odio al destino.
Dejó a sus niños y a Max Lightwood charlando felices, alcanzó a escuchar a Rafa decir "Magus nos da chocolates si somos buenos", supuso que se suponía era un secreto, aunque todos podían escuchar a Rafa.
Chocolates.
Su Aleg le daba chocolates que Jace le regalaba a él, pero terminaban en manos de Magnus, mientras su príncipe sonreía y sus ojitos azules brillaban.
Su Aleg tenía cicatriz en su ceja, de aquel momento en que Jace dejó de darle chocolates y quiso robar uno él mismo.
Magnus estaba tomando un chocolate cuando Alec volvió de Francia y lo llamó "Ladrón de chocolates".
Alec le había regalado aquellos chocolates con envolturas de vaquita que él, a pesar de todo, todavía guardaba.
Y Alexander llegó a Pequeños Ángeles, unas horas después, cuando la mayoría de los niños ya se habían ido y él estaba en las escaleras sentado entre Max y Rafa y frente a él su hermanito tomando un chocolate de Magnus.
Los mismos chocolates que tantos años atrás ellos compartían.
Magnus se estaba riendo de algo que los niños decían, su cabeza echada hacia atrás, su cuello expuesto.
Alec sintió sus ojos llenarse de lágrimas y su boca hacerse agua, sus labios hormigueaban. Si hubiera habido una duda, hace años, de lo que realmente sentía por Magnus Bane, ahora ya no existían.
-¡Aleg! -Max lo vio primero y corrió hacia él, sus manitas y su boca llenas de chocolate.
Alec lo tomó en sus brazos. -¡Max! ¿Cómo fue tu primer día? Izzy no pudo venir -agregó en voz alta, aunque sin atreverse a mirar a Magnus.
Max se retorció fuera de sus brazos, sin responder, y corrió con sus nuevos amiguitos, llevándolo de la mano. -Es Aleg, mi hermano -se veía tan orgulloso que Alec sonrió feliz y se agachó frente a los niños, tenían tal vez tres o cuatro años.
Los niños, uno de ojos azules y otro marrones, sonrieron. Ellos miraron a Alec y después de un "¡Hola, Aleg!", dijeron "Él es Magus".
Magnus sonrió, hacia los niños, pero de cualquier forma fue hermoso ver su sonrisa de nuevo.
-¡Ellos son mis amigos! -Max estaba tan feliz-. Es Rafa -señaló al niño de ojos marrones y luego al pequeño ojiazul-, y él también es Max. ¡Otro Max! -su "Max" era más como un "Masss"-. Alec eligió mi nombre, porque le gusta.
El ojiazul aplaudió y abrazó a Magnus. -¡A Magus también! Él me puso Max.
Sólo entonces Alec se atrevió a mirar a su antiguo príncipe y esposo.
Magnus le sostuvo la mirada un momento, antes de ponerse de pie y sonreír de vuelta a los niños. -Digan adiós a Max...y a Alec.
Hubo un par de "Adiós, Aleg" y un alegre "Adiós. ¡Adios, Magus!".
Y hubo dos pequeños corazones agitándose en el interior de dos adultos, recordando.
Magnus sólo asintió hacia Alec antes de caminar lejos con sus niños. Pero antes de que Alec saliera, Max corrió hasta él y dejó un chocolate en su mano, después de una sonrisa volvió con Magnus.
CONTINUARÁ...
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