55. Invitación
—Puedo oír tu corazón tan claramente.
Casi me derrumbo.
Casi le pregunto qué escuchó, cómo sonaba o si sabía que sólo latía para él.
(N.R.W)
* * *
Magnus miró el dije en su mano.
El corazón de oro y la cadena rota.
Trazó con su índice las dos letras A&M.
Le dio la vuelta, con cuidado, tomándolo con delicadeza como si fuera demasiado frágil, como si pidiera romperse, como si...
Sus ojos se llenaron de lágrimas –recordando el momento hace ya años cuando quiso dárselo a Alec, cuando Robert llegó para apartarlo de él, para llevárselo a Francia, y la cadena se rompió justo como su corazón con la separación– casi perdiéndose la palabra ahí escrita o, mejor dicho, las palabras:
Malec –por Magnus y Alec– y en un infantil paréntesis "Maleg" porque ellos eran "Magus" y "Aleg".
Se rió y miró a las tres mujeres frente a él.
En las manos temblorosas de Alice estaba un libro que Magnus reconoció perfectamente: Historia de dos ciudades. Era el favorito de su mamá, pero no era por eso que lo conocía tan bien.
"Aleg va a enojarse –se recordaba diciendo, viendo las flores aplastadas entre las páginas– porque no las cuidé, porque están secas".
Y Alice había negado, sonriendo y abrazándolo. "No. Porque las vamos a atesorar. Vamos a guardarlas aquí para siempre, para que puedas mirarlas cuando quieras y recordar quién te las dio".
Iban a convertir en eterno algo efímero. Las flores se marchitaban, pero ahí, entre las páginas de una hermosa historia, durarían para siempre. Y así ese libro guardaba no sólo una, sino dos historias de amor. Una ya terminada, que contaría siempre lo mismo, y otra que todavía se estaba escribiendo.
Alice se lo ofreció. Y ahí adentro, tan frágiles como un pequeño corazón podía ser, había flores: de colores –porque Magus amaba las cosas coloridas y brillantes–, azul –de cielo, como los ojos de su príncipe Aleg que cortaba bellas flores para él–, amarillas –que Alec nunca supo que era un color que a Magnus no le gustaba, porque él nunca lo dijo–, blancas –"Porque es chiquita, Magus, pero cuando crezca puede ser del color que tú quieras"–, rojas, rosas, naranjas...
Magnus volvió a mirarlas. Bianca le dio una foto vieja. —La tomó mi princesa –dijo antes de atraer a su esposa y besar su mejilla. Los ojos de Alice brillaron cuando sonrió.
—Recuerdo este día –dijo Magnus, su dedo recorrió la imagen, delineó al pequeño con trajecito de vaca que corría con Mu y Presi (sus regalos de los donadores), el cuento de Alec y la manta púrpura de Magnus. Alec quería que Jace tomara una foto con todos sus regalos con su cámara de juguete. Jace no lo hizo, pero Alice sí. En el momento perfecto: Alec corría apretando todo con sus pequeños bracitos y Magnus de pie para recibirlo, con una sonrisa.
Pero Magnus todavía no entendía.
Isabelle le ofreció otra foto. Ésta tomada por ella: eran él y Alec, recostados uno frente al otro, enredados con el otro, sus manos unidas, sus piernas entrelazadas en un gesto inocente, y sus miradas sólo para el otro. Había un mundo en ese azul y ese verde dorado, un mundo sólo para ellos.
Isabelle recordaba haber tomado la foto y deseado encontrar algún día a alguien que la mirara así, alguien que olvidara el mundo por ella. Alguien que la eligiera antes que a cualquiera, que pudiera decir lo que ellos se decían sólo con palabras, sin necesidad de miradas: "No quiero el mundo. Te quiero a ti".
Esa había sido antes de que Robert se llevara a su familia definitivamente a Francia, a estudiar en prestigiosos internados.
Había también cartas, las que Alec le escribió y Magnus guardó. Las que Magnus respondía y Alec conservó y releyó tantas veces. Las propuestas de matrimonio.
Hubo una última tarjeta que Magnus no reconocía. Las tres mujeres se miraron, demasiado sospechosamente, mientras Magnus la tomaba y leía:
* ~ * ~ *
El papel era azul, de un azul puro como el cielo, un azul como la mirada de su pequeño corazón. Había un borde finísimo con manchas blancas y negras que hicieron sonreír a Magnus –Alec amaría esto, pensó–, tenía una fecha con letras de plata –era para el día siguiente–, había dos palabras: MALEC (Magus&Aleg), la C de la primera palabra parecía parpadear entre una "c" y una "g", maleg. Y debajo de todo dos citas con letras infantiles –una perfecta imitación de la de Alec cuando comenzó a escribir–:
"¿Quién dijo que había que crecer para entregar el corazón?"
"Puede que hoy te dé el "sí", mi amor, pero no el corazón, pues ese te lo di esa noche de tormenta. Esto es sólo para que los adultos –que "saben" lo que es real– lo entiendan, que soy tuyo y eres mío y somos para siempre, irrompible, aunque tú y yo y todo aquel que ve lo realmente importante lo sabemos desde siempre."
* ~ * ~ *
Isabelle había corrido a buscar el dije en cuanto escuchó la conversación entre Alec y Robert, recordando por fin aquel "tesoro" que encontró cuando niña, tomó también la foto y las cartas y se fue a buscar a Magnus, pero en su lugar se encontró con Alice –que llamó a Bianca cuando ella le explicó todo–. Juntas habían hecho esa invitación.
La invitación para una boda privada.
Una boda al día siguiente.
—No entiendo –Magnus miró de nuevo la invitación y luego a su amiga y a sus dos mamás.
—¿Qué no entiendes? –preguntó Isabelle–. Ya iban a casarse, ¿no? Sólo se adelantó un poco. ¿O es que te importa que no sea la gran fiesta?
Magnus la miró mal. —Por supuesto que no. Yo sólo necesito dos cosas para una boda perfecta: A Alexander, diciendo "Acepto". Pero... ¿por qué?
Por supuesto que quería una boda, pero algo aquí parecía fuera de lugar.
Y cuando le confesaron la verdad, Magnus negó. Horrorizado por los nulos límites que Robert Lightwood tenía. Por sus pequeños ángeles, por Alec, por Izzy...
—No. Yo no puedo –sus palabras apenas se entendían, su mandíbula fuertemente apretada, igual que sus puños.
—Sí puedes –Isabelle se puso de pie, tenía que hablar con Alec–. Robert tiene que aprender que no puede ganarle al amor, no esta vez, su truco no va a funcionar dos veces.
—Alec va a estarte esperando –dijo al final y salió sin esperar una respuesta de Magnus.
Su corazón podía decidir.
Pero, ¿era correcto hacerlo? ¿debería?
CONTINUARÁ...
Tantos recuerdos 😭, ¿se acordaban de todo eso?
¿No aman a Izzy? 😭💙
¿Será que Magnus va? 👀
¿Y qué le dirá Izzy a Alec? 🙈
¿Qué les ha parecido el capítulo, la idea de Izzy y las princesas, la invitación 😻🐮?
Creo que quedan sólo el final y el epílogo en esta historia (serán largos seguramente), intentaré subirlos ambos esta semana. INTENTARÉ, si me da tiempo, porque luego vienen las presiones 😒💔
Gracias por leer y haberme acompañado hasta aquí en esta historia ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro