54. Tropezar de nuevo con la misma piedra
El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Todavía iban riendo cuando salieron del departamento de Alec.
No se soltaron de la mano ni siquiera cuando Alec aseguró la puerta con llave.
—¿Cuándo vamos a decirle a los niños? –fue Alec quien lo preguntó, con una sonrisa enorme y una luz especial en la mirada.
De niños ellos habían hablado de tener una familia: papá, mamá, un Presi y una Mu reales, el gato que sería su mascota y la vaquita que Magnus compraría para Alec... Ese sueño no se había cumplido, no juntos, pero ahora podían tener uno mejor: su propia familia, una iniciada por ellos, con sus dos pequeños ángeles.
Magnus se rió de la emoción de su novio, lo jaló más hacia él y besó ruidosamente su mejilla. —Primero debo hablar con el abogado para hacer los ajustes necesarios... Ya había preguntado las posibilidades de que me permitieran adoptarlos a ambos a mí solo... Sé que las adopciones son difíciles y soltero mucho más, y de dos, no sólo uno...
—Pero ya no estás soltero –Alec lo miró mal, tratando de soltarse del abrazo–, podemos casarnos si quieres ahora mismo e iniciar los trámites. Yo no necesito grandes fiestas, ya sabes. Me basta con sus tú estés ahí, como la primera vez, y que digas "Sí". Y en esta ocasión realmente nada podrá separarnos...
Entre la lucha entre ambos –Alec tratando de soltarse y Magnus apretando más el abrazo– no se dieron cuenta del hombre que se había detenido al verlos y terminaron chocando contra él.
—¡Ay! –las manos de Magnus fueron rápidas hacia el hombre–. Disculpe... No lo vimos...
—No hay problema –su voz sonaba algo falsa, entrenada, ensayada. No pudieron ver su rostro porque su mirada se clavó en el piso y usaba una gorra demasiado baja.
Alec se le quedó mirando, su voz le sonaba de algo, hasta que Magnus tiró de él.
—No tenemos por qué apresurarnos. Sólo hay que seguir los trámites y cumplir con lo que nos pidan... No quiero ilusionar a los niños hasta que sea un hecho...
—¿Te importa si Izzy vive con nosotros, al menos un tiempo? Yo prometí no dejarla sola, pero tampoco dejarla en casa de los Lightwood cuando yo me vaya...
—¡Por supuesto que no! Sabes cuánto quiero a tu hermana, es más que bienvenida... –ellos siguieron su camino.
El hombre se quedó donde estaba. Ya tenía la información que quería.
Sacó su móvil y marcó al único número registrado ahí. —¿Señor Lightwood?
* * *
Alec sonrió antes de entrar a la mansión. Había dejado a Magnus en la puerta de Pequeños Ángeles.
Tenía que hablar con Izzy y con su madre. ¡Se pondrían tan felices!
Y quería ver a Max también. Explicarle por qué ya no iría a la misma escuela...
Pero su sonrisa se borró cuando fue interceptado a medio camino. —Alexander, quiero hablar contigo.
Alec hizo una mueca e iba a rodear a Robert, pero éste lo detuvo. —Es importante, Alexander. Y no es una pregunta.
Alec hizo una mueca y lo siguió. "Sólo unos días más", se dijo, "Unos días más y seré libre".
—Escucha, Alexander –Robert comenzó, cerrando la puerta con seguro. Se rió cuando Alec saltó y lo miró asustado–. No pongas esa cara, ni que fuera a hacerte daño. No soy un monstruo.
Alec apretó sus labios, tratando de no gritarle de cuántos modos Sí le había hecho daño, no con golpes físicos necesariamente.
—Siéntate, Alexander.
—Estoy bien así.
—Siéntate –la mano de Robert Lightwood en su hombro lo guió hasta una silla frente a su escritorio.
—¿Qué es? –Alec preguntó, notando algunos sobres.
Robert sonrió. —¿Por qué no los abres?
Un escalofrío recorrió a Alec, le recordó tanto de repente a cuando hace años lo llamó para hablar de por qué no podía seguir viendo a Magnus.
—Y-ya no s-soy un niño –Alec tartamudeó con menos fuerza de lo que hubiera querido.
Robert no perdió su sonrisa. Señaló los sobres y espero.
Las manos de Alec temblaban.
El primero eran boletos de avión –sólo de ida– a Francia. Para tres personas: Robert, Maryse y Max Lightwood.
El segundo contenía la inscripción de Isabelle Lightwood para un reconocido internado, con fecha de entrada de el día siguiente.
La última era una carta de adopción, con dos nombres que detuvieron el corazón de Alec: Max y Rafa.
Sus ojos ardían con lágrimas de furia. Arrugó los papeles. —¿Q-qué...? –y ni siquiera pudo preguntarlo.
Robert se rió. —Puedes destrozarlos si quieres. Son sólo copias. Tú sabes "Qué", no preguntes. ¿No pensarías realmente que todo fue para nada? Tal vez Jonathan ha arruinado su vida, pero no voy a ser la burla de la sociedad dos veces. Tú y ese maestrucho no van a adoptar a esos huérfanos...
Alec lo miró boquiabierto. ¿Cómo sabía? ¡Apenas lo habían hablado esta mañana!
—...no te saqué de ahí para que vuelvas a lo mismo. Tienes dos opciones, Alexander: Dejas a ese hombre y todos seguimos como hasta ahora, sigues viendo a Max y a tu madre, e Isabelle sigue con nosotros... O sigues con él, me llevo a Max y nunca volverás a verlo, Isabelle –que todavía es menor de edad– estudia la Universidad en ese internado, comenzando mañana, y esos niños serán adoptados por dos familias de mi confianza, separados, claro.
Alec sintió todo su cuerpo temblar. No podía hacerle esto otra vez.
—Tú decides. Quiero tu respuesta ahora. Y antes de que lo pienses, sabré si le dices la razón. No quiero despedidas ni sacrificios sentimentales. Sé un hombre por primera vez en tu vida... –lo miró entonces como si fuera algo insignificante– o tan hombre como puedas ser. Ahora que lo pienso, la directora esa debe tener la culpa de lo que son ustedes, ella está casada con una mujer también no, ¿no? ¡Enfermas!
Robert se rió y Alec explotó. —Basta!
* * *
—¡QUÍTATE! –Isabelle empujó a Jace que iba de camino a la oficina de su padre.
Jace quería arreglar las cosas con él.
—¡Fíjate! –Jace le gritó de vuelta.
Pero Isabelle no se detuvo. Tenía que tomar algo de su habitación y después buscar a Magnus.
¡No podía pasar otra vez!
—¡¿A dónde vas?! –Jace gritó, pero en ese momento la puerta de la oficina se abrió.
—La mejor decisión que pudiste tomar –Robert palmeó el hombro de Alec, éste se retiró de su toque e hizo una mueca, no alzó la mirada pero Jace alcanzó a ver un rastro rojizo en sus ojos.
Alec se fue sin decir nada.
Jace abrió la boca, pero Robert negó y alzó una mano para detenerlo. —Ahora no, Jonathan, tengo que arreglar tu desastre. Deberías pensar en tomar unas largas vacaciones.
Y entonces la puerta volvió a cerrarse frente a Jace.
Y se quedó ahí. Solo. Perdido.
CONTINUARÁ...
Ahora ya saben qué planeaba Robert 🙈, ¿qué creen que será de Jace? ¿qué decisión tomó Alec? ¿y qué hará Izzy? 😱
Este fue el final del maratón, espero que les haya gustado ❤
Mañana avisaré cuál es el siguiente (en mi tablero está la publicación para votar 🙌)
No estoy segura si esta semana termine la historia. Queda ya poco, pero también esta misma semana subo el final de "Caecus amor" y de "Tu corazón me siente", entonces no sé si alcance a subir los tres 🙈
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