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18. Primer beso

Magnus. Magnus. Magnus.

Alec no dejaba de repetir su nombre en su mente. Magnus, su Magnus, su Magus. En su mente repitiéndose los recuerdos que nunca llegarían a borrarse:

La primera noche de tormenta. Cuando Magnus lloraba y él se coló en su cama y prometió cuidarlo.

Cada vez que Jace le dio chocolates y él se los regalaba a Magnus.

Cuando él quiso robar uno para Magnus y se cayó. De ahí su cicatriz en la ceja.

Cuando les regalaron a Mu y a Presi. Y a Jace la cámara de juguete y no les quiso tomar una foto.

Su boda. Con sus trajecitos de vaca y gatito -aquel que, al menos Alec, todavía tenía-.

Su primera videollamada, con Alec en primer plano, ocupando toda la pantalla, preguntando si Magnus lo veía.

Su reencuentro, en Pequeños Ángeles, con aquel ladrón de chocolates que tenía su corazón.

La promesa de escuchar los latidos, sentir el corazón del otro, si comenzaban a olvidarse durante todos esos años separados.

Su llamada. Magnus aceptando ser feliz mientras estuvieran separados y cuidar su corazón.

Las palabras de Maryse. ¿Todos los besos con Magnus de verdad habían contado?

Y ahora estaban aquí, abrazados, después de siete años. Estaba abrazando a un adolescente fuerte, alto, cuyos ojos verde dorado había visto abrirse sorprendidos antes de que Alec se lanzara a abrazarlo con todas sus fuerzas.

Cuando escuchó su voz, profunda, ya no la voz de un niño, una voz que no estuvo para notar sus cambios, no pudo evitar necesitarlo en sus brazos.

-¿Podemos entrar -Maryse se escuchaba divertida- o van a quedarse aquí abrazados en la puerta? Porque, si es así, podrían hacerme espacio para entrar...yo necesito hablar con el licenciado Morrison.

Alec sintió sus mejillas arder y agachó la mirada, dudando ahora si todavía podía abrazar a Magnus como cuando eran niños, ¿después de tantos años, todavía tenía derecho?

Pero entonces Magnus se rió, y, aunque había cambiado con su voz, seguía siendo la risa que hacía sonreír a Alec. Entrelazó sus manos y tiró de él. -Vamos a mi habitación.

-¡Hey! -Bianca lo señaló, ya que Alice seguía al teléfono.

-¿Qué? -Magnus la miró tratando de decirle con la mirada que no hiciera ningún comentario fuera de lugar.

Bianca sonrió con malicia. -¿Qué pasó con lo de sólo estudiar?

Esta vez fue Magnus quien se ruborizó. -Eso después, ahora tengo mucho que hablar con Alec.

Maryse y Bianca sonrieron. Por fin estaban juntos. Bianca estaba orgullosa de haber pensado en aquel dije "Maleg" cuando Alice le contó cuánto se querían los niños y cómo planeaban un futuro juntos, aquel que Alice dejó que fuera Alec quien le regalara a Magnus, aunque no se lo había visto puesto nunca...

Alice colgó e hizo mala cara. Sabía que Maryse quería divorciarse y por eso quería a su abogado. -Lo siento, el señor Morrison tuvo un problema familiar, me dice que puedes esperarlo unas semanas o puede recomendarte a otro.

Pero el licenciado Morrison era el mejor y sólo en él confiaba para no la traicionara y se pusiera de lado de Robert.

-Puedo esperar, ya espere años, ¿qué son unas semanas más?

* * *

Mientras tanto, Magnus y Alec se sentaron uno frente al otro en la cama. Contándose todo lo ocurrido estos años, mirándose mientras hablaban, recorriendo con dedos inseguros el rostro del otro, las miradas deslizándose por cada rasgo, absorbiendo cada detalle, memorizando cada cambio.

Hablaron de los libros y las películas que leyeron ambos, porque se comunicaban a través de sus madres.

Alec le contó del internado. Le dijo que Izzy le mandaba saludos y esperaba verlo pronto, que ella también lo extrañaba.

Magnus le contó de sus clases, de sus amigos en Pequeños Ángeles, de Camille...

-¿Camille? -A Alec no le gustó cómo brillaban sus ojos cuando hablaba de ella-. ¿Es... uh... es tu novia?

-¿Qué? -Magnus interrumpió su historia sobre el Instituto de Pedagogía al que iba a entrar, ¿qué tenía que ver Camille con eso?

-Camille, ¿es tu novia?

Magnus sonrió, pensando en la niña que había llegado llorando a Pequeños Ángeles, y que nunca fue adoptada, pero aprendió a ser feliz como él lo fue de niño con Alec.

-No. Ella es mi amiga. Ella creció sin papás, murieron en un accidente, tiene una gran herencia, sus papás eran ricos, pero no podrá tenerla hasta que cumpla dieciocho. Camille quiere ser profesora, como yo. Podemos enseñar en Pequeños Ángeles un día.

Alec hizo una mueca. Ella no le caía bien, aunque no la conocía. Parecía que Magnus la quería mucho. Seguro ella lo besó y lo abrazó mientras Alec no estaba... Eso lo hizo pensar en John, ¿y si, como John hizo con él, ella besó a Magnus?

-Cuando regresé de París, John prometió visitarme un día. Tal vez John pueda ser amigo de Camille.

Alec sonrió, orgulloso. Eso arreglaba todo.

-¿John? -Magnus detuvo sus dedos en la mejilla de Alec. ¿De qué le sonaba ese nombre?.

Alec no quiso mentirle. -Es mi amigo, estudiábamos juntos. Aunque una vez me besó.

Alec hizo un puchero y Magnus dejó caer su mano. Pero su príncipe la tomó rápidamente y la llevó de nuevo a su rostro. -Fue sólo una vez. Éramos niños.

-¿Te gustó? -Magnus no pudo evitar preguntar.

-¡No! Y mi mamá me dijo que ese beso no contaba... -dudó antes de seguir, ya no eran niños, ¿era correcto?

Magnus sonrió, triste. -Yo no he besado a nadie.

-¡Mentiroso! -Alec lo empujó.

-¿Qué? -Magnus cayó sobre sus almohadas, sorprendido, él no mentía, Camille una vez quiso, pero...

Entonces Alec se lanzó hacia él, juntando sus labios rápido en un beso. Se separó, sintiendo su rostro arder cada vez más. -Tú me habías besado a mí. ¿Ya no te acuerdas?

¿Magnus no se acordaba de todas esas veces?

Magnus sonreía, tocando sus labios. -Sí, pero éramos niños y era diferente. No sabíamos lo que era un beso.

-Entonces ahora lo sabemos -Alec estaba enojado irracionalmente-, y ese es tu primer beso, y el mío. Y punto.

Magnus se rió. Recordando de repente cuando Alec, todavía niño, le pidió no besar a Jace ni a nadie. "A Jace no besos".

-No has cambiado, Alec -tomó su mano, entrelazando sus dedos de nuevo, Alec miraba como siempre hizo la diferencia entre los tonos de sus pieles, habían crecido pero sus manos seguían encajando juntas-. ¿Ya no vas a irte?

Alec negó, todavía mirando sus manos. -No. Volví para quedarme. ¿Todavía me quieres?

Esta vez fue Magnus quien lo aplastó en un abrazo y lo dijo aunque ahora, a los quince años, sonara ridículo: -Siempre te quiero, mi príncipe.

Y ahí estaba, Alec lo supo, su hogar, su corazón.



CONTINUARÁ...

Falta sólo el final, no sé si sea en un capítulo o dos 🙈 ¿ya están listos para la tercera parte?

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